El laberinto iraquí

Humberto Decarli R

La actual coyuntura de la antigua Mesopotamia es difícil porque en lo que va del año un grupo islámico sunita, conocido por sus siglas en inglés Isis, suerte de variante de Al Qaeda, meteóricamente ha avanzado desde el norte y pretende tomar la capital Bagdad. Su trayectoria recuerda el arrollamiento de los talibanes en Afganistán quienes de la misma forma, desmoronándose la oposición, alcanzaron fácilmente el poder. El Estado Islámico de Irak y el Levante, nombre en español de estos fundamentalistas, ha tenido como factor coadyuvante la desmoralización del ejército iraquí y el kurdo.

El movimiento sunita mencionado es una organización integrista con una interpretación ultraortodoxa del Islam y unas praxis medievales imponiendo una religión como instrumento de opresión. Sus concepciones sobre la mujer, el derecho penal, la vida y la libertad, son absolutamente reaccionarias.

Esta situación es consecuencia lógica de la intervención americana luego del derrocamiento de Saddam Hussein. En efecto, el ejército del Tío Sam invadió con la finalidad de organizar un gobierno complaciente para alcanzar elevar la producción petrolera en 8 millones de barriles diarios. Estados Unidos no necesitaba el crudo iraquí porque sólo importaba el 4% de ese país pero el gobierno de la familia Bush si requería, junto a las empresas energéticas, tomar por asalto ese foco de producción. Para ello inventaron la supuesta conexión de Hussein con Bin Laden y la existencia de armas químicas, supuestos falsos, como efugio de su iniciativa.

No obstante, luego de no lograr los cometidos del oro negro y el empantanamiento de la guerra por razones religiosas y étnicas, Washington decidió retirarse y dejó esa nación balcanizada. Los chiitas, los sunitas, los kurdos y la rama de Al Qaeda representada por el asesinado jordano Al Zarqawi, se enfrentaron entre sí y una mayoría chiita encabezada por el actual primer ministro Nuri Al Maliqui alcanzó a gobernar con la aquiescencia de Irán y los americanos. Además permitió ser un corredor de armas iraní para Siria y Líbano a través del norte iraquí.

El Estado Islámico de Irak y el Levante tiene asediada a Bagdad y ya cuentan bajo su control a Mosul, Tikrit y la ciudad emblemática de la resistencia a los americanos, Faluya además de incursionar en territorio sirio. El presidente Obama anunció el envío de 300 asesores militares pero no responde a los pedidos gubernamentales iraquí de ataques aéreos. Mientras, Irán se apresta a intervenir para intentar detener a sus enemigos islámicos y la poderosa milicia del clérigo Muqtada Al Sadr, el ejército Madhi, se incorporan a la lucha.

En el ajedrez geopolítico del Oriente Próximo se presenta un laberinto entre las alianzas, las marchas y contramarchas. No sería extraño un acuerdo entre Irán y los Estados Unidos o una postura apática de este último país para permitir un gobierno hostil a los persas y golpear a Siria y a Hizbollah. Son las expresiones directas del pragmatismo motor del mundo en la actualidad. Concomitante, los pueblos de esos Estados artificiales creados por el colonialismo francés y el inglés, padecen todo tipo de penurias y están sometidos a autoritarismos seculares.