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jueves, 25 de febrero de 2021

Debate (A): El Modelo SHAC, un caso de acción directa a conocer y debatir (1)

CrimethInc

 

“El número de activistas no es enorme, pero su impacto ha sido increible... Es necesario comprender que esta es una amenaza para todas las industrias. Las tácticas podrían extenderse contra otros sectores de la economía.”

                    Brian Cass, director general de HLS.

 

“Donde todos los colectivos de bienestar animal y la mayoría de los de derechos animales insisten en trabajar dentro de los límites legales de la sociedad, los liberadores de animales argumentan que el Estado es irremediablemente corrupto y que los enfoques legales por sí solos nunca conseguirán la justicia para los animales.”

                    Oficina de Prensa del FLA

 

Durante la década de 2000-2009, Stop Huntingdon Animal Cruelty (SHAC) ha llevado a cabo una campaña internacional de acción directa contra Huntingdon Life Sciences(HLS), la mayor empresa de experimentación animal de Europa. Al fijar como objetivos a inversores y socios comerciales de HLS, SHAC llevó en repetidas ocasiones a HLS al borde del desplome, y necesitaron la asistencia directa del Gobierno británico y una contra campaña internacional de dura represión legal para mantener la empresa a flote.

A raíz de esta campaña, se habló de aplicar el modelo SHAC en otros contextos, como la defensa del medio ambiente y la organización contra la guerra. Pero ¿qué es el modelo SHAC, exactamente? ¿Cuáles son sus puntos fuertes y sus limitaciones? ¿Es, de hecho, un modelo eficaz? Y, si lo es, ¿para qué?

 

Primero, un glosario de términos

 

Visto desde fuera, el entorno de los derechos animales puede ser confuso, incluso para otros radicales. Por un lado, un intenso enfoque en este problema particular puede dar lugar a una estrechez de miras, cuando no a una miopía absoluta. Por otro, hay incontables activistas por la liberación animal que ven sus esfuerzos como parte de una lucha más amplia contra todas las formas de opresión. Quienes no están familiarizados con el entorno a menudo mezclan posiciones de facciones opuestas. A riesgo de simplificar en exceso, podemos identificar tres escuelas de pensamiento distintas:

 

- Bienestar animal: la idea de que los animales deberían ser tratados con misericordia y compasión, especialmente cuando son utilizados para el beneficio humano, como en la producción de comida. Por ejemplo, algunos defensores del bienestar animal presionan al Gobierno para conseguir leyes de matanza más humanitarias. Ejemplo: Humane Society of the United States (HSUS).

 

- Derechos de los animales: la idea de que los animales tienen sus propios intereses y merecen que la legislación los proteja. Quienes creen en los derechos animales a menudo mantienen dietas veganas y se oponen al uso de animales para entretenimiento, experimentación, comida o vestimenta. Si bien pueden participar en protestas o acciones de desobediencia civil, por lo general también creen en trabajar dentro del sistema, a través de grupos de presión, el marketing, la divulgación y el uso de los medios de comunicación corporativos. Ejemplo: People for the Ethical Treatment to Animals (PETA).

 

-Liberación animal: la idea de que los animales no deberían ser domesticados ni mantenidos en cautividad. Como eso no es posible dentro de la lógica del actual sistema económico y social, los partidarios de la liberación animal a menudo tienden al anarquismo y pueden saltarse leyes para rescatar animales o proteger hábitats. Ejemplo: el Frente de Liberación Animal (FLA). [1]

 

Muchos colectivos centrados en el bienestar animal y en los derechos animales han criticado a quienes se involucran en la acción directa, argumentando que este tipo de acciones daña la imagen de los defensores de animales y alejan a potenciales simpatizantes. También podemos pensar que estas críticas están motivadas por el incentivo económico de construir una base de miembros adinerados y por el miedo a entrar en conflicto con la represión gubernamental. Además de denunciar la acción directa, prohibir a sus empleados que interactúen con quienes la respaldan y retirarse de las conferencias que incluían a ponentes más radicales, organizaciones como HSUS han ido tan lejos como para elogiar al FBI por aplicar mano dura contra las liberaciones de animales. En 2008, HSUS ofreció una ostentosa recompensa de 2500 dólares a cualquiera que facilitara información que permitiese condenar a personas involucradas en un incendio provocado, que el FBI afirmaba que era obra de activistas por los derechos animales.

 

La historia de SHAC: comienzos de ultramar

 

La campaña SHAC tiene su origen en Reino Unido, tras una serie cierres exitosos de criaderos de animales para laboratorios que incluyeron tácticas desde piquetes a incursiones del FLA, y enfrentamientos con la policía. Unas imágenes de video obtenidas de manera encubierta dentro de HLS en 1997 fueron emitidas en la televisión británica, mostrando al personal zarandeando, golpeando y gritando a animales cautivos en un laboratorio de HLS. PETA dejó de organizar protestas contra HLS tras ser amenazada con acciones legales, y SHAC se formó para hacerse cargo de la campaña en noviembre de 1999.

 

Huntingdon Life Sciences era un objetivo mucho mayor que cualquier criador individual de animales: la campaña SHAC supuso un salto de nivel en el activismo por los derechos animales en Reino Unido. La idea era centrarse especialmente en las finanzas de la empresa, utilizando las tácticas que habían cerrado pequeños negocios para cerrar una compañía entera. Los activistas se propusieron aislar a HLS hostigando a cualquiera involucrado con cualquier empresa que hiciese negocios con ellos. El papel de SHAC como organización era simplemente distribuir información sobre objetivos potenciales e informar sobre las acciones según iban ocurriendo.

 

En enero de 2000, los activistas británicos publicaron una lista de los mayores accionistas de HLS, incluyendo aquellos que tenían acciones a través de terceros por cuestiones de anonimato (como el Partido Laborista del Reino Unido). Después de dos semanas de manifestaciones dirigidas a objetivos concretos, muchos accionistas vendieron sus participaciones: finalmente, se colocaron 32 millones de participaciones en la Bolsa de Londres por un centavo cada una y las acciones de HLS cayeron en picado. En el caos resultante, el Royal Bank of Scotland canceló un préstamo de 11,6 millones de libras a cambio del pago de solo una libra para distanciarse de la compañía, y el Gobierno británico intervino para que el Bank of England (que es propiedad estatal) les abriese una cuenta: ningún otro banco iba a hacer negocios con ellos. El precio de las acciones de la compañía, con un valor de unas 300 libras en la década de 1990, cayó a 1,75 libras en enero de 2001, y se estabilizó en 3 peniques a mediados de 2001.

 

El 21 de diciembre de 2000, HLS fue expulsada de la Bolsa de Nueva York: tres meses después perdió también su lugar en la plataforma principal de la Bolsa de Londres. HLS solo se salvó de la bancarrota cuando el mayor accionista que le quedaba, el banco de inversión estadounidense Stephens, le concedió un préstamo de 15 millones de dólares. Este capítulo de la historia se cerró con HLS moviendo su centro financiero a los Estados Unidos para beneficiarse de las leyes estadounidenses, que permitían un mayor anonimato para los accionistas.

 

En los Estados Unidos

 

Mientras tanto, en Estados Unidos, las campañas contra las pieles que habían caracterizado gran parte de la organización durante los 90 se habían estancado. Las tácticas de desobediencia civil desarrolladas en estas campañas estaban perdiendo efectividad, y muchos activistas estaban buscando nuevos objetivos y estrategias. Una facción del movimiento por los derechos animales, ejemplificada por colectivos como Vegan Outreach y DC Compassion Over Killing, [2] pasó a promover el veganismo. Los activistas más militantes buscaron otros puntos de partida. Algunos, como Kevin Kjonaas (que llegaría a ser coordinador de SHAC USA), habían estado en Gran Bretaña y presenciaron la cima de la campaña británica de SHAC, igual que los activistas antiglobalización que visitaron Gran Bretaña durante los 90 habían traído embriagadoras historias sobre las acciones de Reclaim the Streets.

 

La campaña estadounidense de SHAC surgió de conversaciones entre activistas por los derechos animales en diferentes partes del país. Si bien la campaña de divulgación vegana buscó atraer al mínimo común denominador para ganarse a los consumidores, SHAC atrajo a militantes que querían hacer un uso lo más eficiente posible de sus fuerzas individuales. Había quien razonaba que era poco probable que toda la base del mercado de productos de origen animal se pasase al veganismo (especialmente cuando las personas tienden a ponerse a la defensiva en lo referente a sus elecciones de estilo de vida), pero prácticamente todo el mundo podría estar de acuerdo en que golpear a cachorros es inexcusable.

 

SHAC USA arrancó en enero de 2001, justo cuando Stephens Inc. salvó a HLS de la bancarrota. Stephens tenía su sede en Little Rock, así que algunos activistas se mudaron allí para organizarse. En abril, 14 animales cautivos fueron liberados del nuevo laboratorio de HLS en Nueva Jersey. A finales de octubre, cientos de personas se reunieron en Little Rock para hacer un fin de semana de manifestaciones en la casa de Warren Stephens y en las oficinas de Stephens Inc. A la primavera siguiente, Stephens había abandonado HLS, rompiendo un contrato de cinco años al cabo de solo uno.

 

Sin otras campañas que pudieran rivalizar ni compararse en cuanto a escala y eficacia, SHAC alzó el vuelo rápidamente en Estados Unidos. Gracias en parte a las importantes donaciones,[3] la propaganda era pintoresca y excitante, como los videos promocionales que yuxtaponían imágenes desgarradoras de crueldad contra los animales junto con inspiradoras imágenes deprotestas y una banda sonora de música techno que te aceleraba el pulso. La campaña ofrecía a los participantes un amplio abanico de opciones que incluía desobediencia civil, irrupciones en oficinas, destrucción de propiedad, llamadas telefónicas, bromas, mesas informativas y escraches en domicilios. En contraste con el apogeo de las cumbres antiglobalización, los objetivos estaban al alcance por todo el país, solo limitados por la imaginación y la investigación de los activistas. Los objetivos intermedios de forzar a inversores concretos y socios comerciales a cortarcon HLS a menudo se consiguieron fácilmente, lo que producía una satisfacción inmediata a los participantes.

 

Mientras que una persona puede sentirse insignificante en una manifestación contra la guerra de varios miles, si eras una de las doce personas en el escrache que hizo que un inversor se retirase, podías sentir que personalmente habías conseguido algo. La campaña SHAC ofrecía el tipo de conflicto de baja intensidad mantenido en el tiempo a través del cual las personas pueden radicalizarse y desarrollar un sentido de fuerza colectiva. Correr en grupos con amigas, escapar de la policía después de las manifestaciones, escuchar discursos inspiradores juntas, caminar por las oficinas gritando con los megáfonos, leer en internet las noticias de otras activistas, el sentimiento de estar en el lado ganador de una lucha de liberación eficaz... todo ello contribuyó al aparentemente imparable impulso de la campaña SHAC.

 

Acción

 

“Carr Securities comenzó a comercializar las acciones de HLS. Al día siguiente, el Manhasset Bay Yacht Club, al que, según los informes, pertenecen ciertos ejecutivos de Carr, fue atacado por activistas por los derechos animales. Los extremistas enviaron un comunicado reivindicando la acción a la web de SHAC y, tres días después del incidente, Carr terminó su relación comercial con HLS.”

                John Lewis, subdirector asistente de supervisión del FBI para el llamado ecoterrorismo.

 

La acción directa contra quienes hacen negocios con HLS ha tomado muchas formas, en ocasiones, muy intensas, como incendios provocados o violencia. En febrero de 2001, el director general de HLS, Brian Cass, fue hospitalizado tras ser atacado con mangos de hacha en su casa. Ese julio, Pirates for Animal Liberation hundieron el yate de un ejecutivo del Bank of New York, y el banco pronto cortó los lazos con el laboratorio. Un año después, se lanzaron bombas de humo en las oficinas de la multinacional Marsh Corp. en Seattle, causando la evacuación del rascacielos y su desvinculación de HLS. En otoño de 2003 se colocaron dispositivos incendiarios en las corporaciones Chiron y Shaklee por sus contratoscon HLS. En 2005, la correduría Canaccord Capital,con sede en Vancouver, anunció que abandonaba a un cliente, Phytopharm PLC, en respuesta a los artefactos explosivos que el FLA colocó en un coche perteneciente a un ejecutivo de Canaccord: Phytopharm había estado haciendo negocios con HLS. Todo esto tuvo lugar en un contexto de constantes acciones de menor escala.

 

En diciembre de 2006 se impidió que HLS cotizara en la Bolsa de Nueva York, un acontecimiento sin precedentes que tuvo como resultado un anuncio a página completa en el New York Times que retrataba a un supuesto activista con pasamontañas, aparentemente con chaqueta de cuero, afirmando “Yo controlo Wall Street”.[4] En 2007, ocho empresas cortaron con HLS, incluyendo sus dos inversores mayores, Axa y Wachovia, despuésde varios escraches y visitas del FLA a casas de ejecutivos. En 2008, se colocaron artefactos incendiarios debajo de camiones de Staples y sus tiendas fueron atacadas. Unas 250 empresas en total cayeron a lo largo de la campaña, incluyendo Citibank (la mayor institución financiera del mundo), HSBC (el banco más grande del mundo), Marsh (el mayor corredor de seguros del mundo) y el Bank of America.

 

Manteniendo su fuerza

 

Es interesante comparar el rumbo que tomó la campaña SHAC con el del llamado movimiento antiglobalización. Los dos dieron el salto en Reino Unido antes de pegar fuerte en Estados Unidos. SHAC se fundó en Inglaterra el mismo mes de las históricas protestas en Seattle contra la OMC, se puso en marcha en Norteamérica al final de la oleada antiglobalización y mantuvo su fuerza después de que el movimiento antiglobalización colapsara a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001.

 

¿Cómo pudo la campaña SHAC mantener su fuerza mientras prácticamente todas las demás campañas basadas en la acción directa fracasaban o eran recuperadas por liberales? ¿Podemos extraer lecciones sobre cómo sobrellevar las crisis a partir de su ejemplo?

 

Las activistas de SHAC se diferenciaban de los participantes de la mayoría de otros movimientos sociales en que ni pensaban que necesitaran buena cobertura mediática, ni consideraban que la mala prensa fuera algo perjudicial. Su objetivo no era ganar adeptos para el movimiento por los derechos animales, sino aterrorizar a las empresas para que no hicieran negocios con HLS. Cuanto más temibles y locos parecían en los medios, más fácil era intimidar a potenciales inversores y socios comerciales. Los activistas de otros círculos temían que el miedo al terrorismo pudiera facilitar al Gobierno aislarlos presentándolos como extremistas peligrosos: para SHAC, cuanto más peligrosos y extremos parecieran, mejor.

 

Todo esto acabó volviéndose contra ellos, porque los coordinadores más influyentes fueron a juicio y fue sencillo para la fiscalía incriminarles como representantes de una clandestinidad sencillamente terrorista. En este sentido, los puntos fuertes de la campaña SHAC (la relación entre organización pública y clandestina, la temible reputación) también demostraron ser su talón de Aquiles. La lección parece ser que este enfoque puede ser eficaz a pequeña escala, siempre y cuando las organizadoras no provoquen un enfrentamiento con rivales mucho más fuertes que ellas.

 

Además del tema de la cobertura mediática, puede ser instructivo mirar el modo en que los activistas de SHAC enfocaron los problemas. Los portavoces de SHAC nunca dejaron de enfatizar la necesidad de la acción directa por la liberación animal, incluso cuando el resto del país estaba obsesionado con Al Qaeda: la movilización histórica de Little Rock tuvo lugar solo un mes y medio después de los ataques al World Trade Center y al Pentágono. Independientemente de lo que había ocurrido en Nueva York o Afganistán, ellos insistían en que había animales sufriendo en aquel preciso instante, y que se les podría salvar tomando unas pocas medidas concretas. Si los organizadores en otros círculos hubieran sido capaces de mantener este tipo de enfoque y de urgencia, la historia podría haber tomado un rumbo diferente a principios de esa década.

 

Es posible también que, con otras formas de organización de capa caída, SHAC captara más participantes de los que habría conseguido si otras campañas de acción directa hubiesen tenido su mismo éxito. En contraste con las acciones masivas simbólicas del movimiento contra la guerra, la campaña SHAC fue un hervidero de experimentación: se ponían a prueba nuevas tácticas constantemente. Para las entusiastas de la acción directa preocupadas por sacarle el máximo rendimiento a sus acciones (o simplemente aburridas de ser tratadas como cifras en una multitud) debió resultar atractivo por comparación.

 

Fuera cual fuera la causa, la campaña SHAC fue capaz de mantener su fuerza hasta que finalmente la represión federal comenzó a pasar factura. A diferencia de muchas campañas, que se han desvanecido por el abandono o han sido absorbidas por terceros, controlar su avance requirió de toda la fuerza del Estado.

 

Represión

 

Todos los logros de la campaña tuvieron un precio. Cuantos más negocios rompían relaciones con HLS, más atención de las agencias encargadas de hacer cumplir la ley y de los ideólogos de derechas atraía la campaña. Las organizadoras de SHAC en general no eran una gente fácil de intimidar: era común entre las participantes en la campaña bromear sobre todas las denuncias y órdenes judiciales que acumulaban y lo poco que importaba si las denunciaban, porque de todos modos no tenían dinero.

 

Los Gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido aumentaron la represión de manera constante a lo largo de los años, poniendo a los activistas bajo vigilancia, presionándolos con demandas, bloqueando sus esfuerzos para la recaudación de fondos, intimidando a organizaciones como PETA para que no interactuasen con ellos, aprobando nuevas leyes contra las protestas en zonas residenciales y cerrando sus páginas web. Esto culminó en Estados Unidos con el juicio de los llamados Siete de SHAC: seis organizadores y la propia campaña SHAC USA.

 

El 26 de mayo de 2004, Lauren Gazzola, Jake Conroy, Josh Harper, Kevin Kjonaas, Andrew Stepanian y Darius Fullmer fueron acusados de varios cargos federales por su presunto papel en la campaña. Equipos de agentes del FBI antidisturbios invadieron sus hogares al amanecer, amenazándolos a ellos y a sus compañeros no humanos [5] con pistolas y esposando a sus familiares. Según los informes,la investigación que llevó a sus detenciones fue la más grande del FBI en 2003: los documentos judiciales confirman que las conversaciones telefónicas interceptadas en la investigación superan en número a las comunicaciones interceptadas en la segunda mayor investigación de ese año en una proporción de 5 a 1.

 

Todos los encausados fueron acusados de violar la Ley de Protección contra Iniciativas Animalistas, una controvertida ley destinada a castigar a cualquiera que perturbe a una empresa que se beneficia de la explotación animal. Algunos también fueron acusados de acoso interestatal y otros delitos. Nunca se les acusó de participar personalmente en actos intimidatorios: el Gobierno basó el caso en la idea de que deberían ser considerados responsables de todas las acciones ilegales realizadas para impulsar la campaña SHAC, sin tener en cuenta su grado de participación. Fueron declarados culpables el 2 de marzo de 2006, condenados a penas de prisión entre uno y seis años, y se les ordenó pagar enormes cantidades de dinero a HLS.

 

El juicio de los Siete de SHAC tenía la clara intención de sentar un precedente para intimidar a los coordinadores de campañas que incluyen acciones encubiertas: sus repercusiones se notaron hasta en Inglaterra. En 2005 el Gobierno británico aprobó la Ley sobre Delitos Organizados y Acción Policial para proteger específicamente a las organizaciones que investigan con animales. El 1 de mayo de 2007, tras una serie de redadas que involucraron a 700 policías en Inglaterra, Holanda y Bélgica, 32 personas relacionadas con SHAC fueron detenidas, incluyendo a Heather Nicholson y a Greg y Natasha Avery, algunas de las fundadoras de SHAC en Gran Bretaña. En enero de 2009, 7 de ellas fueron condenadas a penas de prisión de entre 4 y 11 años.

 

El futuro de SHAC

 

A pesar de todos esos reveses, la campaña SHAC continúa activa hasta hoy,[6] aunque se enfrenta a serios desafíos en Estados Unidos. Algunas organizaciones regionales siguen activas todavía, y se siguen realizando acciones independientes, pero no hay un cuerpo organizado a nivel estatal, ni una newsletterde noticias, ni una web de confianza en la que publicitar objetivos y crónicas de acciones. Como consecuencia, hay menos enfoque estratégico, menos alcance y menos trabajo en red, y una falta de resultados a nivel estatal. Lo bueno es que se ha vuelto más difícil para las empresas saber a quién denunciar o imponer medidas cautelares, pero ese es un aspecto positivo bastante limitado.

 

Esta caída se puede atribuir a la represión gubernamental en general y al juicio de los Siete de SHAC en concreto. El miedo a las repercusiones legales ha aumentado a la vez que los organizadores clave se han retirado de la acción. Con las nuevas leyes locales que prohíben los piquetes en zonas residenciales y la Ley de Iniciativas Animalistas Terroristas de 2006 que ilegaliza los objetivos indirectos interestatales, muchas tácticas que una vez implicaron poco riesgo ya no son factibles. Ahora que más formas de organización públicas están siendo castigadas más agresivamente, es posible que la siguiente generación de activistas por la liberación animal se centre más en tácticas clandestinas. Una de las características más fuertes de la campaña SHAC fue la combinación de enfoques públicos y clandestinos, así que estas no son necesariamente buenas noticias para el movimiento.

 

En realidad es bastante sorprendente que HLS todavía exista: hacia el año 2000, las organizadoras de SHAC debían contar ya con haber ganado a esas alturas. Cuando Stephens Inc. desinvirtió, sus préstamos eran lo único que mantenía a HLS en funcionamiento. Solo una nueva intervención del Gobierno británico permitió a HLS negociar una refinanciación y continuar. SHAC ganó, solo que le robaron su victoria. La misma situación se dio cuando SHAC forzó a Marsh Inc. a romper lazos y HLS se tuvo que enfrentar a la perspectiva de operar sin el seguro exigido por la ley. De nuevo, el Gobierno británico intervino, y el Departamento de Comercio e Industria proporcionó a HLS una cobertura sin precedentes. Sin esta protección desde las más altas esferas del poder, HLS habría desaparecido hace mucho, pero es precisamente para eso para lo que existen los gobiernos: para defender a las grandes empresas y preservar el buen funcionamiento de la economía capitalista. Quizá fue naíf creer que los Gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña permitirían que ni siquiera la más feroz campaña por la liberación animal llevase a una empresa influyente a la quiebra.

 

No se puede luchar como si no hubiera mañana indefinidamente, y los repetidos retornos de entre los muertos de HLS deben haber sido enloquecedores para los activistas más veteranos de SHAC que lo apostaron todo una y otra vez en un último empujón. Los participantes no están de acuerdo en la magnitud del factor del burn out, pero sería una tontería descartarlo. Desde el principio, la campaña SHAC se orientó hacia el activismo a tiempo completo. La mentalidad es la de que, si los empleados de HLS trabajan a tiempo completo, sus oponentes deben trabajar al menos igual de duro. Artículos de la newsletter como "Rutina de entrenamiento para SHACtivistas" muestran un enfoque enérgico que probablemente se relaciona con una alta tasa de agotamiento. En cualquier caso, siendo como es tan difícil distinguir los efectos de este desgaste de los del miedo, muchos activistas abandonaron SHAC sin pasarse a otras campañas.

 

SHAC continuó activa en Europa continental y América Latina, y es implacable en Gran Bretaña. La campaña SHAC británica puede ofrecer un mejor modelo sobre cómo afrontar la represión federal: desde este punto de vista, parece que las activistas británicas estaban preparadas de antemano para ello, tenían personas listas para asumir el cargo de coordinadoras y estaban más abiertas a la participación de nuevas personas. Pero Gran Bretaña está más densamente poblada que gran parte de los Estados Unidos y tiene una historia más rica en la lucha por los derechos animales, así que es injusto comparar las dos campañas demasiado de cerca.

 

¿Logrará SHAC finalmente cerrar HLS? Todavía es posible, aunque parece menos probable que hace unos años. Hay quienes todavía sienten que lo más importante es cerrar HLS a cualquier precio, para conseguir una victoria histórica que inspirará a activistas y atemorizará a ejecutivos durante las próximas décadas. Otras piensan que, cierre o no HLS, SHAC ha cumplido su propósito, demostrando las fortalezas y debilidades de un nuevo modelo de organización anticapitalista.

 

Notas:

 

[1] A diferencia de HSUS y PETA, el FLA no es técnicamente una organización, sino más bien una firma utilizada por células autónomas que no necesariamente tienen alguna conexión entre sí.

 

{2] Según los informes, los principales coordinadores de este colectivo se unieron a HSUS. Este es un ejemplo de los sutiles conflictos y las dinámicas de poder que se desarrollan en el movimiento por los derechos animales: organizadores de SHAC se quejan de que HSUS absorbe a activistas comprometidos dándoles empleos remunerados y prohibiéndoles colaborar con activistas más militantes.

 

[3] A diferencia de muchos movimientos sociales, el movimiento por los derechos animales cuenta con el apoyo de donantes millonarios, y podemos suponer que algunos han contribuido con SHAC.

 

[4] Este anuncio es aún más irónico si tenemos en cuenta el papel que siguen desempeñando los matones encapuchados en países como Colombia para defender los intereses de las multinacionales que comercian en Wall Street.

 

[5] "Pets" en el original (N. de la T.)

 

[6] Recordamos que este texto es de 2008 (N. de la T.).

 

[Tomado del libro De activista a terrorista, accesible en versión integral en http://ochodoscuatroediciones.org/nueva/wp-content/uploads/2021/01/tripas-DAAT-final-1.pdf-]

 

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