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Las señas de identidad del modelo SHAC
Cuando la gente piensa sobre SHAC, imaginan protestas en las casas de empleados e inversores: algunos anarquistas no quieren decir nada más que eso cuando se refieren al “modelo SHAC”. Pero los escraches en domicilios fueron algo meramente secundario en la fórmula que permitió a SHAC causar estragos en HLS. Para comprender qué hizo eficaz la campaña, necesitamos analizar todas sus características esenciales juntas.
- Objetivos secundarios y terciarios:[7] la campaña SHAC trató de privar a HLS de su estructura de apoyo. Así como un organismo vivo depende de un ecosistema entero para conseguir los recursos y las relaciones que necesita para sobrevivir, una gran empresa no puede funcionar sin inversores ni socios comerciales. En este sentido, SHAC se enfrentó a HLS en los términos más amenazadores para una empresa, más que cualquier boicot estándar, destrucción de propiedad o campaña publicitaria. Starbucks podría pagar fácilmente miles de veces los gastos de las lunas que el bloque negro destrozó durante las protestas contra la OMC en Seattle, pero si nadie reemplazara esos cristales (o las ventanas hubiesen sido destrozadas en las casas de los inversores, de forma que nadie tuviera inversiones en la empresa), sería otra historia. Las organizadoras de SHAC tuvieron el propósito de aprender el funcionamiento interno de la economía capitalista, para así poder atacar de forma más estratégica. Atacar a objetivos secundarios y terciarios funciona porque esos objetivos no tienen ningún interés personal en continuar la relación con el objetivo primario. Hay otros lugares a los que pueden llevar sus negocios, y no tienen razón alguna para no hacerlo. Este es un aspecto vital del modelo SHAC. Si un negocio se ve arrinconado, peleará a muerte, y nada importará en el conflicto excepto la fuerza pura que cada parte pueda ejercer sobre la otra. Esto por lo general no beneficia a las activistas en tanto que las empresas pueden pedir la intervención de la policía y del Gobierno. Es por esto que, aparte del incidente de los mangos de hacha, muy pocas tentativas en la campaña SHAC fueron dirigidas contra el propio HLS. En algún punto entre el objetivo primario y las empresas asociadas que le proporcionan el apoyo estructural, parece haber una piedra angular sobre la que la acción es más efectiva. Puede resultar raro ir a por objetivos terciarios que no tienen conexión directa con el objetivo primario, pero incontables clientes de HLS rompieron relaciones después de que alguno de ellos fuese abochornado.
- ·Relación complementaria entre organización pública y clandestina: más que ninguna otra campaña de acción directa en la historia reciente, la campaña SHAC alcanzó una perfecta simbiosis entre la organización pública y la acción clandestina. Con este fin, la campaña se caracterizó por un uso muy inteligente de la tecnología y las redes modernas. Los sitios web de SHAC difundieron información sobre objetivos y crearon un foro para los comunicados de las acciones, para elevar la moral y las expectativas, permitiendo así que cualquiera que simpatizara con los objetivos de la campaña pudiera participar sin llamar la atención.
- Diversidad de tácticas: en lugar de enfrentar entre sí a los partidarios de las diferentes tácticas, SHAC integró todas las tácticas posibles en una sola campaña, en la que cada enfoque complementaba a los demás. Esto significaba que los participantes podían elegir entre una variedad prácticamente ilimitada de opciones, lo que abrió la campaña a una amplia gama de personas y evitó conflictos innecesarios.
- Objetivos concretos, motivaciones concretas: el hecho de que hubiera animales específicos sufriendo (cuyas vidas podrían salvarse mediante unas acciones directas específicas), volvió los problemas concretos y dio a la campaña un sentido de urgencia que se tradujo en una predisposición por parte de las participantes de forzarse a sí mismas a salir de su zona de confort. Del mismo modo, en cada momento de la campaña SHAC tenía objetivos inmediatos que podían conseguirse fácilmente, por lo que la monumental tarea de debilitar a una multinacional entera nunca se percibió como algo abrumador.
Esto contrasta fuertemente con la forma en que se extinguió el impulso inicial en ciertos círculos anarquistas verdes tras el cambio de siglo, cuando las metas y objetivos se volvieron demasiado amplias y abstractas. Había sido fácil motivarse para defender árboles y áreas naturales específicas, pero una vez que el objetivo de algunos participantes pasó a ser “destruir la civilización” y todo lo demás era mero reformismo, fue imposible determinar qué constituía una acción significativa.
Ventajas del modelo SHAC
Cuando el modelo promovido por SHAC se aplica correctamente, sus ventajas son obvias. Golpea a las empresas donde son más vulnerables: las corporaciones no hacen lo que hacen por un compromiso ético o para obtener una determinada imagen pública, sino por una decidida búsqueda de ganancias, y el modelo SHAC se centra exclusivamente en hacer que las tropelías empresariales no sean rentables. Desde la óptica de construir y mantener una campaña de acción directa de larga duración, el modelo SHAC ofrece un rumbo y una motivación para los participantes, y un marco para acciones concretas en lugar de simbólicas. El modelo SHAC evita los conflictos sobre las tácticas, ofreciendo la oportunidad de que activistas con diferentes habilidades y niveles de comodidad trabajen juntos. Al establecer una amplia gama de objetivos, les da a los activistas la oportunidad de elegir el momento, el lugar y el carácter de sus acciones, en lugar de estar constantemente reaccionando ante sus adversarios. Por encima de todo, el modelo SHAC es eficiente: SHAC USA en ningún momento ha tenido más de unos pocos centenares de participantes activos.
En contraste con la mayoría de estrategias de organización actuales, el modelo SHAC es un enfoque ofensivo. Ofrece medios para atacar y derrotar a proyectos capitalistas establecidos, para tomar la iniciativa en lugar de simplemente responder al avance del poder empresarial. SHAC no se propuso bloquear la construcción de un nuevo laboratorio de experimentación animal o la aprobación de nuevas leyes, sino derrotar y destruir a una empresa de experimentación animal que llevaba décadas existiendo.
El modelo SHAC exige y fomenta una cultura que no solo celebra la acción directa sino que constantemente se involucra en ella, alentando a sus participantes a superar sus propios límites. Esto contrasta fuertemente con ciertos círculos supuestamente insurreccionalistas, en los que los anarquistas hablan mucho sobre disturbios y resistencia sin involucrarse en enfrentamientos cotidianos con los poderes fácticos. Las activistas antiglobalización de Chicago en ocasiones pedían a organizadoras de SHAC que se encargaran de las consignas en sus protestas, ya que tenían fama de se rbulliciosas y enérgicas: quienes se curtieron en la campaña SHAC, si no han abandonado por completo la organización para la acción directa, están capacitadas para ser efectivas en una amplia gama de contextos.
Una fortaleza más sutil del enfoque de SHAC es que aprovecha las tensiones de clase que a menudo están sumergidas en los Estados Unidos. Las activistas de clase media-baja y de clase trabajadora pueden encontrar gratificante la confrontación con ejecutivos ricos en su propio territorio. Esto también muestra a los “activistas monotema” las interconexiones de la clase dominante. Al visitar las casas de ejecutivos, una descubre que todas las empresas farmacéuticas y las sociedades de inversión están entrelazadas: todas poseen acciones en las compañías de los otros, asisten a las reuniones de los otros y viven en idénticas mansiones a las afueras, en extensas comunidades cerradas.
Finalmente, el modelo SHAC aprovechó las oportunidades ofrecidas por mayores eventos y comunidades. Los escraches a menudo se organizaban para tener lugar después de una charla o espectáculo: la omnipresencia de objetivos potenciales significaba que siempre había uno a mano. Durante varios años consecutivos, se realizaron manifestaciones de SHAC durante la Conferencia Nacional sobre Resistencia Organizada, en Washington DC, y también tuvieron lugar después de las protestas contra la biotecnología en Filadelfia y Chicago. Aunque esto a veces provocó conflictos con otros activistas, solo se necesita un par de docenas de personas para hacer un escrache efectivo, por lo que siempre era fácil organizar uno.
La propia SHAC tendía a crear y propagar su propia subcultura, completada con referentes internos y rituales. En conferencias y movilizaciones importantes las activistas contrastaban información sobre inversores, campañas locales y problemas legales. Escenas musicales solidarias ayudaron a financiar la organización e introdujeron sangre joven en la campaña. Sería difícil imaginar la campaña SHAC en Estados Unidos sin la escena hardcore de las últimas dos décadas, que siempre ha servido como base social para el movimiento militante por los derechos animales. Ciertamente, existen inconvenientes al identificar demasiado estrechamente una campaña con una subcultura juvenil específica, pero es mejor atraer participantes y energías de al menos una comunidad que de ninguna.
Falsas acusaciones
Algunos anarquistas han acusado irreflexivamente a SHAC de reformismo. Esto es absurdo: el objetivo de SHAC no es cambiar el modo en que HLS actúa, sino cerrar la compañía. Es más preciso describir SHAC como una campaña abolicionista: como no se ve capaz de lograr el final de la explotación animal de un solo golpe, busca lograr el paso más ambicioso pero factible hacia ese fin. De un modo similar, ciertos críticos ociosos ridiculizan los esfuerzos por la liberación animal con el argumento de que son “activismo”, insinuando que eso es algo malo en sí mismo. Quienes adoptan esa posición deberían ser consecuentes y reconocer que no les conmueve la opresión de sus semejantes y no le ven ningún valor a intentar ponerle fin, es decir, esos supuestos críticos apenas son anarquistas.
Inconvenientes y limitaciones
Dejando a un lado las críticas deshonestas, el modelo SHAC tiene algunas limitaciones reales que merecen ser examinadas.
Primero, hay ciertos requisitos previos sin los cuales fallará. Por ejemplo, el modelo SHAC no puede tener éxito fuera de un entorno en el que la acción directa se utilice regularmente. Todo el pensamiento estratégico del mundo carece de valor si nadie está realmente dispuesto a actuar. En el entorno militante por los derechos animales, lo que está en juego se considera lo suficientemente concreto y desgarrador como para que las participantes estén motivadas para asumir riesgos de manera natural: sin esta motivación, la campaña SHAC no habría despegado. Del mismo modo, el modelo SHAC no tiene fuerza contra un objetivo que no dependa de objetivos secundarios y terciarios, o que tenga un suministro interminable de ellos para elegir. Por encima de todo, los objetivos secundarios y terciarios deben tener algún otro lugar al que llevar sus negocios: el modelo SHAC depende de que el resto del mercado ofrezca mejores opciones. En este sentido, aunque no es reformista, tampoco proporciona una estrategia para enfrentarse al propio capitalismo.
En segundo lugar, por más eficaces que puedan ser en términos puramente económicos, los objetivos secundarios y terciarios sitúan el lugar de enfrentamiento lejos de la causa por la que las participantes están luchando. En términos generales, cuanto más abstracto se percibe el objetivo de una campaña, peor para la moral colectiva. Gran parte de la vitalidad de la lucha ecologista en los 80y 90 vino de la visceral e inmediata conexión que las defensoras de los bosques experimentaban con la tierra que estaban ocupando. Cuando el activismo medioambiental comenzó a desplazarse a un terreno más urbano después del 2000, perdió parte de su ímpetu. Quizá sea característico de la campaña SHAC que las participantes hayan sido capaces de mantener su indignación y audacia estando tan lejos del objeto de su preocupación: es arriesgado asumir que esto siempre vaya a ocurrir en otros contextos.
Aparte de estos desafíos, el modelo SHAC puede ser ineficaz precisamente por su eficacia. ¿Es realista tener la intención de cerrar grandes empresas poderosas, o el Gobierno siempre intercederá? Quizás, al representar una amenaza para las empresas en términos económico s(los que más en serio se toman), el modelo SHAC empieza una pelea que no puede ganar. Una vez que el Gobierno se involucra en un conflicto, se necesita más que una nutrida red de militantes para ganar: se necesita un movimiento social completo a gran escala, y el enfoque SHAC por sí solo no puede dar lugar a tal cosa. En este sentido, la mayor fortaleza del modelo SHAC es también un defecto fatal.
El tiempo dirá si HLS fue un objetivo demasiado ambicioso. La empresa aún podría derrumbarse. Aun así, probablemente sería sensato que los próximos que prueben el modelo establezcan objetivos más pequeños en lugar de objetivos aún más ambiciosos, ya que la campaña SHAC todavía no ha logrado el éxito. Quizá haya un punto medio inexplorado entre cerrar tiendas de pieles de particulares e intentar cerrar la empresa de experimentación animal más grande de Europa.
Esto no quiere decir que el modelo SHAC sea inútil si no se consigue el cierre del objetivo. A veces merece la pena luchar por una batalla perdida para disuadir a un adversario de comenzar otra batalla. Otras veces, incluso perdiendo se pueden ganar valiosas experiencias y alianzas. Irónicamente, el modelo SHAC puede ser más eficaz en reclutar gente para organizarse para la acción directa que en su objetivo declarado precisamente porque, al evitar reclutar para otros fines, atrae a participantes serias y comprometidas.
Pero si el objetivo es atraer a más gente para la organización de acciones directas, por encima de simplemente cerrar una única empresa, el modelo SHAC también presenta inconvenientes significativos (por ejemplo, los altos niveles de estrés y el probable desgaste). En ese sentido, no es necesariamente una ventaja que el modelo SHAC enseñe a los activistas a pensar en los mismos términos que los economistas capitalistas (eficiencia, finanzas, cadenas de mando) en lugar de priorizar las habilidades sociales necesarias para construir comunidades de resistencia de larga duración.
Asimismo, al centrarse en objetivos secundarios y terciarios, el modelo SHAC enfatiza y premia una actitud agresiva que es menos ventajosa en otras situaciones. ¿Cuáles son los efectos psicológicos a largo plazo en los activistas que dedican media década o más gritando por un megáfono a los empleados en sus casas? ¿Qué tipo de personas se sienten atraídas por una campaña que consiste principalmente en hacer que otras personas se sientan miserables? No podemos pasar por alto que algunos anarquistas han declarado haber tenido interacciones frustrantes con organizadores de SHAC.
Considerando el modelo desde una perspectiva anarquista, ¿en qué medida tiende el modelo SHAC a consolidar o a socavar las jerarquías? Una organización segura, necesaria para la acción directa clandestina, puede promover cierto exclusivismo que se intensifica a medida que aumenta la represión, impidiendo así que una campaña atraiga a nuevos participantes cuando más lo necesita. Las jerarquías informales plagan las organizaciones de todo tipo: en el caso de SHAC, quienes hacen el trabajo de investigación a menudo tienen una influencia desproporcionada sobre el rumbo de la campaña y pueden acabar tomando decisiones trascendentales.
Se podría argumentar que el enfoque en un solo problema y la naturaleza orientada a objetivos de la campaña SHAC no da prioridad a abordar formas de jerarquía distintas a la opresión animal. No es ningún secreto que algunos colectivos de SHAC se han visto afectados por conflictos de género [8] y sus participantes no siempre han tenido que rendir cuentas por su comportamiento. En una campaña que enfatiza la victoria sobre todo lo demás, esto no debería sorprendernos: si lo más importante es vencer, es fácil posponer la resolución de conflictos internos, especialmente con el estrés añadido de la represión federal. Inevitablemente, la gente que ha tenido malas experiencias se descuelga de la campaña, llevándose consigo las críticas que otros necesitan escuchar.
Estas cuestionables prioridades también se han manifestado en ciertas tácticas de mal gusto. En una ocasión, un objetivo que estaba luchando por salir del alcoholismo recibió una lata de cerveza con una desagradable nota; en otra, robaron la ropa interior de una mujer y, según se dice, la pusieron a la venta. Utilizar los desequilibrios de poder de la sociedad patriarcal para atacar a los cómplices de la opresión de los demás animales difícilmente sirve como ejemplo de lucha contra todas las formas de dominación.
Hay otras cuestiones éticas relacionadas con los objetivos secundarios y terciarios. ¿Es aceptable arriesgarse a asustar o herir a secretarias, niños y otras partes no involucradas? ¿Qué distingue a las anarquistas de Gobiernos y demás terroristas sino la negativa a consentir daños colaterales?
En esencia, el modelo SHAC es un plan de acción para una campaña de coerción, para ser utilizado en situaciones en las que no hay otro proceso de rendición de cuentas posible. Esto no entra en conflicto con los valores anarquistas: cuando un opresor se niega a responsabilizarse por sus acciones, es necesario obligarlo a parar, y esto se extiende también a quienes lo ayudan y lo apoyan. Pero atacar a personas que no están involucradas en la opresión enturbia las aguas. Cuando una organizadora hace público un objetivo, no se sabe qué acciones llevarán a cabo los demás. Quizá el valor de acabar con la explotación animal compense estos riesgos y costes, pero las anarquistas no deberían sentirse demasiado cómodas haciendo este tipo de racionalizaciones.
Otras aplicaciones del modelo SHAC
Se ha hablado mucho de aplicar el modelo SHAC en otros contextos, pero pocos de esos intentos han producido algo comparable a la campaña SHAC. Esto nos lleva a algunas reflexiones. Merece la pena señalar que algunas de las exageraciones sobre la aplicabilidad a gran escala del modelo SHAC provienen directamente de HLS, así que hay que cogerlas con pinzas. HLS no está interesada en promover nuevos y eficaces métodos de acción directa, sino más bien en crear el suficiente miedo como para que otros miembros de la clase dominante acudan en su ayuda. De esto se deduce que, incluso si afirman que las tácticas de SHAC pueden usarse de manera efectiva contra cualquier objetivo, esto no es necesariamente cierto. Lo mismo ocurre con los análisis sensacionalistas de organizaciones como Stratfor, cuyo principal objetivo parece ser aterrorizar al público para que sienta la necesidad de su “inteligencia”.
Puede ser que, debido a que su campaña se mantuvo en el tiempo mientras otras formas de organización caían, SHAC haya ejercido una influencia desproporcionada sobre el imaginario de las anarquistas actuales, hasta el punto de que muchas ahora tienden a imitar el modelo SHAC en sus organizaciones incluso cuando no es estratégicamente efectivo. Los fracasos pueden ser más didácticos que los éxitos: por desgracia, como se olvidan más fácilmente, a menudo se repiten una y otra vez. Por este motivo, cualquier consideración sobre el modelo SHAC debería comenzar con el ejemplo de Root Force.
Root Force surgió en 2007 de los círculos de Earth First! [9] con la intención de promover una campaña tipo SHAC dirigida a atacar la infraestructura del capitalismo global (un objetivo mucho más ambicioso que cerrar HLS). Las organizadoras investigaron a las empresas involucradas en proyectos de infraestructura fundamentales como carreteras transcontinentales y centrales eléctricas. Se montó una web para publicar esas informaciones y cualquier acción que se realizase y se organizaron eventos por todo Estados Unidos, haciendo correr la voz. Parecía que todas las piezas estaban en su sitio y, sin embargo, no pasó nada.
A principios de 2008 Root Force lanzó un texto titulado "Una estrategia revisada", en el que reconocían que sus esfuerzos para generar una campaña de acción directa eficaz habían fracasado y describían las dificultades de intentar inspirar acciones contra proyectos de infraestructura situados tan lejos como para parecer totalmente abstractos. Root Force no comprendió cómo levantan su vuelo las campañas de acción directa. Tanto la acción como la inacción son contagiosas. Si algunas personas apuestan lo suficiente por una causa como para arriesgar su libertad, puede que otras hagan lo mismo. Pero, en tanto que nadie quiere complicarse la vida por su cuenta y riesgo, una estrategia sólida por sí misma no es suficiente para inspirar acciones.[10] Bien divulgada, una sola acción directa seria durante la campaña de Root Force habría valido más que un centenar de eventos.
La campaña Root Force tenía también otros defectos. Si el objetivo era simplemente dar algo que hacer a los manifestantes, la estrategia era tan buena como cualquier otra. Pero si esperaban bloquear la construcción de las carreteras y centrales eléctricas clave para el desarrollo del mercado capitalista, habrían tenido que movilizar a muchas más fuerzas que la campaña SHAC. Si los objetivos que eligieron realmente fueran de vital importancia para los poderes fácticos, se deduce que el Gobierno habría movilizado todos sus recursos para defenderlos. La sobredimensión es el error número uno de los movimientos de resistencia a pequeña escala: en lugar de establecer metas asequibles y construir lentamente sobre éxitos modestos, los activistas se autocondenan a la derrota al intentar saltar directamente al enfrentamiento final con el capitalismo global. Podemos luchar y ganar batallas ambiciosas, pero para hacerlo tenemos que evaluar nuestras capacidades de manera realista.
Otros enfoques basados en SHAC se han caracterizado por el énfasis en los escraches. Por ejemplo, en los últimos años los manifestantes contra el FMI y el Banco Mundial han probado a acosar a ejecutivos y patrocinadores. En 2006, cuando Paul Wolfowitz era presidente del Banco Mundial, hubo una serie de protestas frente a la casa de su novia. Finalmente, ella se mudó. No parece que esto haya impactado al FMI al mismo nivel que los desórdenes alrededor del mundo asociados al movimiento antiglobalización. Dejando a un lado el sarcasmo, hay poco que ganar acosando a personas como Wolfowitz: a diferencia de las terceras partes que SHAC atacó, no se van a llevar simplemente sus negocios a otra parte.
De la misma manera, durante la Convención Nacional Republicana (CNR) de 2004, algunos organizadores pidieron a los manifestantes que se centraran en acosar a los delegados. El riesgo de este enfoque es que puede enmarcar el conflicto como una oscura disputa entre las activistas y las autoridades, en lugar de un movimiento social capaz de atraer una participación masiva. Al igual que Wolfowitz, los delegados republicanos difícilmente van a retirarse porque unos pocos manifestantes les griten y, aunque algunos sí lo hicieran, serían reemplazados inmediatamente. Una propuesta para las protestas contra la CNR de 2008 implicaba que las activistas atacasen a las empresas proveedoras de servicios para la convención. Atacar a las empresas proveedoras de servicios podría haber ayudado a impulsar algo en el periodo previo a la CNR, pero es poco probable que hubiera tenido éxito en privar de los recursos necesarios a una organización tan poderosa como el Partido Republicano. Probablemente, lo mismo sirve para las propuestas de atacar a las empresas de armamento que proveen al Gobierno de Estados Unidos: podría dar a los manifestantes algo excitante que hacer, pero nadie debería subestimar lo que se necesitaría para que una empresa como Boeing rompiese relaciones con el ejército de Estados Unidos.
Algunos ven a Rising Tide y a las campañas de Rainforest Action Network contra el Bank of America como parientes de SHAC: también utilizaron objetivos secundarios, aunque eran sucesoras directas de las campañas ambientalistas que las precedieron. A finales de 2008, en un contexto de amplia crisis económica, Bank of America declaró que estaban retirando la financiación a las compañías más implicadas en la destrucción de las montañas. Por poco sincera que esta declaración pueda ser, al menos indica que la campaña obligó al Bank of America a tomar nota. Los ambientalistas en Indiana han tenido menos suerte intentando detener la construcción de la autopista I-69 mediante una combinación de escraches y tácticas de ocupación del bosque. En Una estrategia revisada, Root Force citaba la I-69 como un proyecto de infraestructura fundamental: sería interesante ver cómo responde el Estado si en algún momento la lucha contra la I-69 se vuelve desafiante.
Todo esto no quiere decir que el modelo SHAC no se pueda aplicar de manera eficaz, pero hay que recalcar que los activistas han de tener la intención y la estrateia de cuándo y cómo intentan hacerlo. Probablemente hay algunas situaciones en las que el modelo podría conseguir incluso más de lo que consiguió para SHAC.Sin duda, hay otros contextos en los que puede ser realmente contraproducente.
Repetimos, la campaña SHAC en Estados Unidos solo ha involucrado a unos cientos de participantes en un momento dado: unos pocos miles posiblemente podrían competir con un objetivo mayor. Incluso forzar al Gobierno a rescatar a una gran empresa, independientemente de que el objetivo haya sido llevado a la quiebra o no, podría constituir una victoria importante. A partir de hoy, está por ver dónde se encuentran aplicaciones eficaces del modelo SHAC, más allá de la campaña que lo engendró.
Notas:
[7] Un objetivo secundario es una persona o entidad que hace negocios con el objetivo principal de una campaña. Un objetivo terciarioes una persona o entidad que está conectada a un objetivo secundario.
[8] Si no ha habido los correspondientes conflictos relacionados con la raza y la clase, esto simplemente podría indicar que en la organización SHAC ha predominado la gente blanca y de clase media. Algunos han lanzado la acusación de que el movimiento por los derechos animales en Estados Unidos atrae a buena parte de este grupo demográfico, que se siente más cómodo protestando contra la opresión y la explotación de los animales que abordando los desequilibrios de poder en sus relaciones con otros humanos.
[9] Organización ecologista radical nacida en Estados Unidos en 1979. Caracterizada por su alto nivel de confrontación con la autoridad, sus planteamientos ecologistas profundos y radicales y la utilización de tácticas que implicaban asumir ciertos riesgos, como la desobediencia civil y el sabotaje (N de laT.).
[10] Compara esto con la crítica al llamamiento a acciones autónomas en las movilizaciones masivas de Demonstrating Resistance, disponible en https://es.crimethinc.com/2005/05/11/demonstrat-ing-resistance
[Tomado del libro De activista a terrorista, accesible en versión integral en http://ochodoscuatroediciones.org/nueva/wp-content/uploads/2021/01/tripas-DAAT-final-1.pdf-]
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