Enrique Díez
El discurso del neoliberalismo reemplaza el concepto de “bien común” por el de “responsabilidad individual” de las personas, a quienes convierte en consumidoras y clientes, sustituyendo el contrato social de la comunidad por la “ley del mercado”. El neoliberalismo ofrece ambición económica, en vez de idealismo moral. Es, en esencia, un “capitalismo sin contemplaciones”.
“Hace cincuenta años, si alguien hubiese propuesto seriamente cualquiera de las ideas y políticas que hoy constituyen la caja de herramientas del neoliberalismo, le habrían bajado de la tarima entre carcajadas o le habrían enviado a un asilo para locos. (…) La idea de que se debía permitir al mercado tomar las principales decisiones sociales y políticas, la idea de que el Estado debía reducir voluntariamente su papel en la economía o que se debía conceder total libertad a las multinacionales, que se debía poner freno a la acción de los sindicatos y que a los ciudadanos se les debía conceder menos protección social, todas esas ideas eran completamente ajenas al espíritu de la época” (Susan George, 2004).
El discurso del neoliberalismo reemplaza el concepto de “bien común” por el de “responsabilidad individual” de las personas, a quienes convierte en consumidoras y clientes, sustituyendo el contrato social de la comunidad por la “ley del mercado”. El neoliberalismo ofrece ambición económica, en vez de idealismo moral. Es, en esencia, un “capitalismo sin contemplaciones”.
“Hace cincuenta años, si alguien hubiese propuesto seriamente cualquiera de las ideas y políticas que hoy constituyen la caja de herramientas del neoliberalismo, le habrían bajado de la tarima entre carcajadas o le habrían enviado a un asilo para locos. (…) La idea de que se debía permitir al mercado tomar las principales decisiones sociales y políticas, la idea de que el Estado debía reducir voluntariamente su papel en la economía o que se debía conceder total libertad a las multinacionales, que se debía poner freno a la acción de los sindicatos y que a los ciudadanos se les debía conceder menos protección social, todas esas ideas eran completamente ajenas al espíritu de la época” (Susan George, 2004).
Entonces, se pregunta esta autora, ¿qué sucedió?, ¿cómo pudo el discurso neoliberal salir de su ghetto para convertirse en la doctrina hoy dominante en todo el mundo? Considera que ha sido gracias a la enorme red internacional de fundaciones, institutos, centros de investigación, publicaciones, académicos y académicas, escritores y escritoras, mercenarios de las relaciones públicas cuya finalidad ha sido desarrollar, envolver y promover implacablemente sus ideas y su doctrina. Comprendieron que, si eran capaces de controlar la mente de la gente, su corazón y sus manos también serían suyos. Por eso han gastado cientos de millones de dólares, pero el resultado ha valido hasta el último céntimo, pues han conseguido que el discurso neoliberal sea visto como la condición natural y normal de la humanidad.
Es, como dice Anita Roddick (2004), “la expresión más reciente para describir la eterna conspiración de los ricos contra los pobres”, pues se trata de políticas y procedimientos mediante los que se permite que un número relativamente pequeño de intereses privados de grandes compañías multinacionales y financieras controle la economía global con objeto de acumular sus beneficios particulares hasta límites genocidas. Supone, en definitiva, el “pillaje planetario”. Los grandes grupos saquean las riquezas de la naturaleza y el conocimiento compartido y el esfuerzo colectivo que son el bien común de la humanidad. Esto se acompaña de destrucciones impresionantes: desocupación masiva, subempleo, precariedad, exclusión, sobreexplotación de hombres, mujeres, niños y niñas. Lo cual ha agudizado las desigualdades hasta tal punto que se han convertido en escándalo incluso para quienes defendían este discurso neoliberal.
Ningún aspecto de nuestras vidas, ni de nuestras luchas, escapa a su influencia. Esta doctrina está cambiando el mundo más rápida y radicalmente que ningún imperio o movimiento político en el pasado, asentando sus raíces de forma profunda y ramificada hasta rincones insospechados, incluso de nuestra conciencia y de nuestros hábitos.
El discurso neoliberal ha inundado todos los rincones del planeta. Los medios de comunicación de la era ciberelectrónica están imponiendo la adoración unánime de los valores de la sociedad neoliberal, una monocultura que destruye las culturales locales e incluso integra los elementos contestatarios vendiéndolos como parte del paquete neoliberal. En todas partes se manejan las mismas informaciones, se ven las mismas películas, se conducen los mismos automóviles, se imponen las mismas modas, se escuchan las mismas canciones y se soportan los mismos anuncios publicitarios, generando una uniformidad hostil a la diversidad cultural del planeta.
Las corporaciones que controlan esta globalización están obligando al mundo a hablar su idioma, a absorber su cultura y las élites políticas nacionales se suman entusiasmadas imponiéndolo en las escuelas. La publicidad está creando un tercer concepto de nacionalidad cuya bandera es el consumo. Y la televisión, el cine, los videojuegos e internet hacen que los gustos de adolescentes de clase media sean los mismos en todas partes del mundo. Las canciones de Madonna y Sakira son el muecín del nuevo orden mundial. Lo cual hace más homogéneo el mercado y más fácil de controlar. Es el nuevo ojo del huracán que absorbe todas las miradas y configura la nueva realidad universal y homogénea. En ellos se crean y se recrean los nuevos héroes y heroínas, las nuevas épicas y gestas, son las pantallas a través de la que se reflejan nuestros sueños y anhelos y en las que nos involucramos para realizarlos con los nuevos videojuegos. Sus imágenes dominan los sueños, y los sueños determinan las acciones. Es la colonización Disney de la doctrina neoliberal.
El dominio que el norte, y especialmente Estados Unidos, ejerce sobre el mundo no se funda exclusivamente en su poder militar y económico, sino también en su capacidad de persuasión. Mediante la incorporación al imaginario colectivo de sus modelos culturales a través de la industria del cine, de los videojuegos, de la cobertura global de los medios, el imperio se instala imperceptiblemente en los cerebros igualando deseos y valores. Pasado el tiempo de la conquista por la fuerza, llega la hora del control de los espíritus. La ‘McDonaldización’ es más profunda y duradera en la medida en que el dominado es inconsciente de serlo. Razón por la cual, a largo plazo, para todo imperio que quiera perdurar, el gran desafío consiste en domesticar las almas.
Quizá sea el momento para cambiar cambiar el relato tras esta crisis, que ha fulminado definitivamente el relato neoliberal y ha mostrado claramente que el capitalismo neoliberal es la pandemia. Resurge la ética anarquista de la ayuda mutua y la solidaridad en este tiempo de coronavirus. Ha llegado el momento de asesinar definitivamente el relato neoliberal en defensa del bien común y la justicia social.
Bibliografía citada:
GEORGE, S. (2004). De cómo una locura colectiva se ha apoderado del mundo. En RODDICK, Anita. Tómatelo como algo personal. Cómo te afecta la globalización y vías eficaces para afrontarla (184-190). Barcelona: Icaria-Intermón Oxfam.
RODDICK, A. (2004). Tómatelo como algo personal. Cómo te afecta la globalización y vías eficaces para afrontarla. Barcelona: Icaria-Intermón Oxfam.
[Tomado de https://elcomun.es/2020/05/17/asesinar-definitivamente-el-relato-neoliberal/?cn-reloaded=1.]
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