Rubén Hernández
Se llevará a cabo una nueva edición de la Copa Mundial de Fútbol, ahora en Rusia, y notamos una vez más, cómo millones de seres humanos en el orbe pasan horas y horas frente a sus televisores, prácticamente hipnotizados e idiotizados por el evento en cuestión. Multitudes absorbidas cada cuatro años por un espectáculo que de deportivo tiene poco y de negocio tiene mucho (beneficiando obviamente a una minoría); alienados por el evento estrella del Circo de nuestros días, que aprovechan la élite económica global y sus operadores políticos (Gobiernos) para controlar y distraer de forma insana a las masas.
Se llevará a cabo una nueva edición de la Copa Mundial de Fútbol, ahora en Rusia, y notamos una vez más, cómo millones de seres humanos en el orbe pasan horas y horas frente a sus televisores, prácticamente hipnotizados e idiotizados por el evento en cuestión. Multitudes absorbidas cada cuatro años por un espectáculo que de deportivo tiene poco y de negocio tiene mucho (beneficiando obviamente a una minoría); alienados por el evento estrella del Circo de nuestros días, que aprovechan la élite económica global y sus operadores políticos (Gobiernos) para controlar y distraer de forma insana a las masas.
Durante un mes no hay nada más importante para millones de personas en distintos rincones del planeta, que observar a 22 individuos pateando un balón, quienes supuestamente representan al gentilicio de 32 naciones. Durante un mes pasan a un segundo plano noticioso, gracias a la realidad deportivo-virtual proyectada por grandes empresas televisivas y otros medios masivos de difusión e imposición de matrices informativas, numerosos problemas socioeconómicos y ecológicos, y casi se olvidan tantos conflictos que bañan en sangre al Cercano y Medio Oriente, a América Latina y a África. Para ejemplificar el comentario anterior, es pertinente advertir que mientras los aficionados y fanáticos del fútbol celebran con histeria jugadas y goles de sus selecciones favoritas en Rusia 2018, Estados Unidos con el “loco” de Trump a la cabeza política, en franco desespero por la deteriorada economía norteamericana, amenaza a medio mundo; la crisis capitalista golpea con fuerza a los pobres, los fundamentalistas hacen estragos en distintos lugares de la Tierra, y el ejército terrorista de Israel continúa asesinando mujeres, niños y ancianos palestinos.
Si al pueblo romano lo distrajeron e idiotizaron con las luchas de gladiadores y otros espectáculos realizados en el Coliseo, a la humanidad actual la manipulan y alienan con eventos como la Copa Mundial de fútbol, que más que un acontecimiento deportivo es una gigantesca y muy rentable operación comercial, que beneficia en su mayor parte a la FIFA y a un puñado de corporaciones. Para la minoría que controla económicamente al planeta, y para todos los gobernantes que atienden a los intereses de ésta, el máximo torneo futbolístico es una oportunidad de oro considerando la distracción de las masas, y favorecería, por ejemplo, la ejecución de medidas impopulares y la recuperación de cierta credibilidad gubernamental.
Desearía cada gobernante proburgués-lacayo del mundo, con el objetivo de seguir manteniendo adormecidas e idiotizadas a las masas, que la Copa Mundial de fútbol se realizara todos los años; pero en su defecto se celebran regularmente torneos de clubes profesionales de fútbol y/o de otros deportes, y se difunden ampliamente novelas (teleculebrones), realitys show, concursos de belleza y otras porquerías que aportan su grano de arena al embrutecimiento sostenido de los pueblos. El Circo global no da un solo día de tregua a la humanidad oprimida y sumida en la ignorancia.
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