Humberto Decarli
Nuevamente se
hace notar en el mundo la administración Trump a través de actos bélicos.
Primero fue una incursión en Yemen concluida fallidamente con asesinatos de civiles
y la muerte de un oficial americano. Luego el ataque a una base aérea del
gobierno sirio y ahora la ultra bomba lanzada a Afganistán. Se especula una
posible acción contra Corea del Norte debido a las declaraciones del presidente
gringo acerca de solventar el permanente problema de Pyongyang con China o sin
ella y al envío de una fuerza de tarea naval con gran capacidad de fuego hacia
la zona.
Son
iniciativas tendientes a mostrar poder e intimidar a varios polos de
instalación militar. Me refiero a China, Rusia y Europa esencialmente,
destinatarios de estas actividades continentes de señales inequívocas de fuerza
y capacidad de destrucción. Empero, no es la primera vez que el Pentágono acude
a esta vía como lo vamos a expresar en los párrafos siguientes.
Antecedentes yankis: España, México, Japón, Alemania,
Vietnam, Afganistàn e Irak
La política
exterior de Washington ha estado signada por varios elementos instrumentales de
sus logros. Combinan la agresividad materializada en teatros de operaciones, la
provocación de casus belli para justificar sus intervenciones, el empleo de
armas en conejillos de india y la disuasión mediante significantes diáfanos.
La actuación
americana en las dos guerras europeas fue determinante para alcanzar la derrota
de Alemania en ambos casos y constituye una muestra de operatividad castrense.
Durante la primera guerra fue necesario para romper el aislacionismo de los
Estados Unidos, el hundimiento de buques llenos de armas con destino a Francia
y al Reino Unido, vendidos a estos países en un gran negocio. Pero el Kaiser
ordenó atacar a los barcos en los cuales se trasladaban y ello significó la
reacción del Tío Sam. En la segunda guerra también fue decisiva la presencia
estadounidense junto a las luchas de los británicos y los soviéticos en contra
de los nazis. El bombardeo aéreo, junto a la Real Fuerza Aérea británica, a las
ciudades alemanas de Hamburgo y Dresde al final de la guerra, fueron
instrumentos de devastación equivalentes a fracciones importantes de bombas
nucleares eliminando cuarteles y población civil.
Han usado
también la justificación a través del estímulo de casus belli como manera de entrar en escena. La autonomía de los
colonos texanos fue el efugio perfecto de una confrontación que le reportó a
los americanos la apropiación de la mitad de México. El hundimiento del barco
Maine les dio argumentos para comenzar la guerra con España a la cual le
quitaron Cuba, la Florida, Puerto Rico y Filipinas. La permisión de los
atentados de las Torres Gemelas fue la causa para invadir Afganistán así como a
Irak con base en dos mentiras, las armas químicas inexistentes y la falaz
cercanía de Hussein con Al Qaeda. Y la
racionalización perfecta fue el incidente en el golfo de Tonkín, motivo con el
cual bombardearon a Hanói y Haiphong cuando Vietnam.
La
combinación de la disuasión con el experimento de armas nuevas ha sido ejercida
por Washington en varias ocasiones. Las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki
fueron muestras de estas aspiraciones. Japón estaba perdiendo la conflagración
y no se justificaba el uso de vectores de destrucción masiva. Pero dos
objetivos privaron: uno, anunciarle al mundo, y en especial a la Unión
Soviética, que los Estados Unidos los poseía; y dos, experimentar los efectos
de muertes y daños ocasionados por estas nuevas armas. No importó la matanza y
la agresión al ambiente y a la cultura.
Mensaje de la nueva bomba en Afganistán
La madre de
todas las bombas, como se ha denominado a esta grosería de aniquilamiento, ha
sido lanzada hacia una región de Afganistán, cercana a Kabul, para
supuestamente destruir un sistema de túneles y guaridas del Estado islámico. Es
un instrumento lesivo a los seres humanos y al ambiente, de gran capacidad
mortífera y solo menor a las nucleares.
La idea de la
administración Trump es doble también: por un lado, se experimenta con sus
resultados in situ como lo ha denunciado el ex presidente afgano
Hamid Karsai; y por el otro, se enseña los dientes al mundo entero: los Estados
Unidos tienen una capacidad ubicua de guerra. Es un mensaje a China, quien está
avanzando en su poder de fuego; a Rusia, con gran capacidad bélica pero
limitada por una economía primaria fundada en el petróleo y el gas lo cual le
imposibilita mantener estas ingentes erogaciones en materia de defensa; y a los
socios europeos para recordarles que solo Washington tiene la capacidad para
resolver problemas comunes. Igual para Corea del Norte a fin de persuadirlos de
parar el programa atómico llevado a cabo y dejar las amenazas hacia Corea del
Sur y Japón; así como al mundo islámico con su carga de terrorismo representado
por los fundamentalistas de Al Qaeda, Estado islámico, Irán y Arabia Saudita.
El impulso tanático
predomina en el mundo
Todas estas
manifestaciones belicistas evidencian una situación específica internacional.
Los polos de fuerza pretenden la dominación del globo terráqueo. Sus políticas
no se expresan en el progreso de la humanidad sino en la destrucción y la
regresión hacia estadios supuestamente superados. El modelo capitalista, que a
decir de Enzo del Búfalo no se conoce otro modo de producción y comercio, ha
logrado producir más del 110 % de los bienes y servicios necesitados por los
seres humanos y los animales no humanos pero tenemos a nivel global un 80% de
pobreza.
La idea del
progreso esgrimida por la modernidad está en crisis. John Maynard Keynes
sostenía que el futuro sería lumínico gracias a la tecnología pero no fue así. La
devastación de la primera guerra mundial fue determinante en calificar de
insostenible la idea de mejoramiento. El mismo Freud estimó que la pulsión del
Tanos predominaba y por ende, la humanidad decaía.
La principal
razón por la cual la sociedad no va en mejoría de la calidad de vida es el
gasto militar. Esos presupuestos descomunales invertidos en investigación y
construcción de armas de todo tipo, aviones, misiles, tanques y buques de
guerra han sido determinantes para infligir a la gente peor distribución de
bienes y servicios con el consiguiente incremento de la pobreza y la exclusión
social.
Adicionalmente el trabajo como actividad transformadora y
de interacción con la naturaleza está evaporándose porque la tecnología aunada
a los procesos de reingeniería han hecho prescindible esa actividad. Esas
concentraciones de trabajadores han sido desplazadas hacia la economía
informal. Marx hablaba del desempleo como un ejército de reserva, vale decir,
un sector rotativo con la posibilidad de reinsertarse en el aparato productivo.
Ahora ese criterio es insostenible porque al ser expulsado de ese ámbito el
trabajador jamás podrá regresar. Ya no son marginados sino segregados.
Ante tan dantesco panorama los posestructuralistas
franceses desestimaron la idea de progreso acertadamente porque la sociedad
actual no se orienta hacia estadios superiores de vida sino a niveles de
precariedad jamás soñados ante tantos avances tecnología. Es una de las
paradojas del actual modelo civilizatorio con una modernidad prometiendo un
futuro brillante y una posmodernidad demostrando lo contrario.
La dominaciòn
del orbe
El mundo está formado por distintos niveles de naciones.
En primer término, algunas con elevados estándar vitales y con relativa
formación democrática e institucional. En segundo lugar, países con
limitaciones ostensibles pero con altos gastos bélicos consecuencia de una
acentuada militarización de la sociedad; tercero, los paupérrimos con segmentos
importantes gastados en presupuesto de guerra, como Corea del Norte, Cuba,
Venezuela, Zimbaue, Myanmar, Sudán, Sudán del Sur, Haití y otros asiáticos y
africanos.
Sin embargo, hay bloques o Estados con iniciativas bélicas
permanentes y con influencias destinadas a formar potencias militares. Estados
Unidos encabeza esta lista con su enorme capacidad tecnológica al servicio de
la violencia institucional a pesar de la decadencia del amèrican dream; luego la República Popular China con su ostensible
área de influencia en el Mar Meridional entre los océanos Pacífico e Indico,
hostilizando a sus vecinos del sureste asiáticos y Filipinas con base en
reclamaciones de las islas Spratly, Paracelso y otras menores, creando islas
con rellenos y plataformas artificiales para buscar beneficios económicos en
áreas marinas patrimoniales; con tensión respecto Japón por el diferendo sobre
las islas Senkaku y en general, hacia Taiwán. Está soportada en una economía en
crecimiento pero con una abismal desigualdad social.
La Federación Rusa de la mano del autócrata Vladimir
Putin pretende resucitar las glorias militares de la extinta Unión Soviética
accionando hostilidad hacia los países nórdicos, la anexión de Crimea y la
tentativa de secesión del este de Ucrania. Esta escalada se ha visto apuntalada
con la presencia militar en Siria, interviniendo en su guerra intestina,
obteniendo bases aérea y naval, la venta de armamento en gran escala y el
mantenimiento del gobierno presidido por Bashar Al Asad. Sin embargo, un país
dependiente de una materia prima como el petróleo y el gas no puede sostener un
aparato castrense de gran magnitud y su pronóstico es pésimo.
Europa ha acompañado a Estados Unidos en sus operaciones
aéreas y misilticas en el Medio Oriente. Bombardearon Yemen, Libia y al Estado Islámico
en Siria e Irak. Francia actúa como policía en África con sus intervenciones en
Mali y el Chad.
Los fundamentalistas musulmanes tienen importancia por
sus atentados terroristas. Al Qaeda, el ISIS, Al Shabab en Somalia, Boko Haram
en Nigeria, Hezbolà en el Líbano y otras formaciones locales y regionales hacen
frecuentemente actos de guerra asimétrica. Otro Estado guerrerista es Israel
encabezado por los halcones gobernantes en Tel Aviv por intermedio de una
expansión armamentística y un formidable aparato de confrontación.
El desarrollo de programas atómicos con fines no
pacíficos es una dirección respetada por las grandes potencias. Por esa razón
el club atómico ha aumentado con la India, Pakistán, Corea del Norte, Suráfrica
e Israel. Quien produzca esas armas obtiene una consideración especial. Irán
fue impedido a través de un bloqueo económico eficaz a la postre.
Como se puede concluir, la humanidad está en un estado
arcaico, al menos en materia del eros y avanzada en asuntos bélicos. Sigue
predominando en el planeta lo cual delata el poco avance en materia de aprecio
a la vida y al afecto. La violencia y la destrucción están a la orden del día
en forma cotidiana. Los países y coaliciones definen los espacios a conquistar,
comerciar y aniquilar. La biopolìtica es tan normal que la eliminación de
poblaciones por genocidios o pandemias provocadas conforma una manera
malthusiana de resolver problemas sociales y económicos.
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