Daniela Tábata (Correo del Caroní)
En
tiempos cuando la protesta tradicional es criminalizada, la protesta creativa
se abre paso de maneras inesperadas. Sin embargo, esto no quiere decir que no
puedan convivir dentro de una misma convocatoria, como sucedió en la de este 13
de abril, Jueves Santo, en la esquina caliente de Unare.
La
movilización, que originalmente se dirigía al Centro Comercial Atlántico, en la
avenida Guarapiche, terminó llegando a la Plaza Monumento a CVG en Alta Vista,
dejando su huella en pintura blanca sobre el asfalto como ya se ha vuelto
característico de los jóvenes guayaneses. Les llaman pintas: consignas y retos
para el gobierno y el presidente Nicolás Maduro que ahora llenan las calles de
la ciudad.
La
acción de calle ya no queda solo en marchar y gritar el mensaje, sino en
dejarlo grabado en sitios que la colectividad transita a diario. Son la
respuesta pacífica a la violencia y represión desmedida con la que los
organismos de seguridad arremeten en contra de las manifestaciones a nivel
nacional, iniciadas por las sentencias de la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia (TSJ) que anulan las competencias de la Asamblea Nacional;
pero hay quienes aseguran que las pintas se han convertido en más que eso.
Multiplicación
Maduro
dictador. Con esa afirmación, tan simple como de peso, comenzaron los
universitarios a pintar las vías de Ciudad Guayana. Reprodujeron el mensaje en
tantos sitios como les fue posible y fueron ganando voluntarios. Ahora son una
actividad habitual, respaldada por partidos políticos y la sociedad civil.
En
varias ocasiones, la marcha se detuvo para dar paso a un equipo de muchachos
que bajaban de una camioneta con brochas y rodillos para escribir un mensaje
previamente acordado. Del Maduro dictador, han creado nuevos mensajes que le
llevan el paso al acontecer del país y el discurso oficial, a veces incluso
haciendo uso de términos excluyentes, como mariposón, replicados por el primer
mandatario.
No
existe filtro dentro de las posibilidades de las pintas, por lo que también son
una especie de catarsis para la frustración de los estudiantes; pero no es una
acción en solitario. Mientras unos pintan, los otros manifestantes redirigen el
tráfico y rodean el área, todo a una velocidad lo suficientemente efectiva para
no entorpecer la ruta de la movilización. Repitieron la operación en semáforos,
esquinas, avenidas e incluso frente a la terminal de pasajeros de Puerto Ordaz.
“Las
pintas comenzaron como una actividad de los estudiantes, pero más gente se está
sumando. Ahora hay personas que traen sus pinturas o pintan sus calles por
iniciativa propia”, explicó Gefry Márquez, secretario de la juventud de la Mesa
de la Unidad Democrática (MUD) en Guayana.
Presión desde lo local
A
pesar de que el objetivo principal de las pintas era llamar la atención del
Ejecutivo y reclamar la violación a los derechos humanos, la crítica ha
recibido atención de los organismos municipales, que se han abocado rápidamente
a tapar los mensajes en contra del mandatario nacional.
Un
ejemplo de esto, que se volvió viral en la red social Twitter, fue una de las
primeras pintas dejadas en Alta Vista, en la emblemática esquina de McDonald’s,
que rezaba: Maduro dictador. Aunque fue tapada a la brevedad posible, en menos
de 24 horas, los funcionarios recibieron respuesta del emisor: asfáltame este,
dictador mmgvo.
Un
día antes de la visita del presidente a San Félix, los estudiantes repitieron
la operación en esa zona. Nuevamente, el equipo de embellecimiento respondió en
horas a lo que habitualmente tomaría meses o años atender, aunque esto no haya
salvado al presidente Maduro de sentir el repudio de forma cercana.
Márquez
opina que es una forma de pautarle agenda a los organismos municipales para
obligarlos a reparar las vías en mal estado y embellecer comunidades olvidadas.
“Con esto se demuestra que lo que no existe es voluntad para hacer las cosas,
porque pudieran hacerlo. La gente está pintando lugares para que la Alcaldía
vaya a arreglar las calles”, constató.
La
protesta pacífica y creativa ha sido la respuesta de los universitarios en
Venezuela, como también ha servido en otros lugares del mundo como un elemento
clave para enfrentarse a fuerzas violentas. Las pintas son una evidencia de
irreverencia y constancia, que ha probado, una vez más, que una brocha y pintura
puede movilizar más que las armas.
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