Gustavo Godoy
El autor romano Plutarco nos describe la democracia ateniense del siglo XII A.C como el gobierno de todos los ciudadanos. La democracia es una de las tres formas de orden social y político de una ciudad estado según Aristóteles. Las otras dos siendo la aristocracia y la monarquía. En la antigua Atenas, la democracia era concebida como la participación directa de cada ciudadano en la legislación y la administración de la ciudad. Mientras Esparta se regía acorde un sistema aristocrático, Atenas era otra cosa. Los ciudadanos de Atenas comenzaron a reunirse en el “agora” de forma periódica en asambleas (ekklesia) para tomar las decisiones sobre cuestiones que afectaban a toda la comunidad. Los magistrados se elegían anualmente por sorteo y su función consistía en poner en práctica las decisiones tomadas por la asamblea. Con la excepción de las mujeres, los esclavos, y los inmigrantes, todos los ciudadanos tenían voz y voto de manera igualitaria. Fue un sistema sumamente original.
El autor romano Plutarco nos describe la democracia ateniense del siglo XII A.C como el gobierno de todos los ciudadanos. La democracia es una de las tres formas de orden social y político de una ciudad estado según Aristóteles. Las otras dos siendo la aristocracia y la monarquía. En la antigua Atenas, la democracia era concebida como la participación directa de cada ciudadano en la legislación y la administración de la ciudad. Mientras Esparta se regía acorde un sistema aristocrático, Atenas era otra cosa. Los ciudadanos de Atenas comenzaron a reunirse en el “agora” de forma periódica en asambleas (ekklesia) para tomar las decisiones sobre cuestiones que afectaban a toda la comunidad. Los magistrados se elegían anualmente por sorteo y su función consistía en poner en práctica las decisiones tomadas por la asamblea. Con la excepción de las mujeres, los esclavos, y los inmigrantes, todos los ciudadanos tenían voz y voto de manera igualitaria. Fue un sistema sumamente original.
Desde su origen esta forma de gobierno impulsado por Atenas tuvo sus críticos. Sócrates, Platón y Aristóteles pensaban que la democracia ateniense se prestaba al desorden, la inestabilidad y la irracionalidad. Sobre todo después de la derrota militar de las manos de Esparta, la torpeza se consideró una de las principales fallas del sistema democrático ateniense. Ahí comenzó ese aparente dilema entre el orden y la libertad, la eficiencia y la igualdad.
En el sentido moderno, la democracia comenzó a surgir como fuerza política con las revoluciones inglesa, americana y francesa. Sin embargo, el modelo republicano de los romanos se consideró mucho más apropiado y práctico que el modelo griego. Se creó un modelo combinado que involucra elementos aristocráticos y democráticos que busca lo mejor de ambos sistemas queriendo minimizar al mismo tiempo sus fallas. Ya la democracia no sería directa, sino indirecta. Las decisiones no serían tomadas en asambleas de todos los ciudadanos sino por medio de representantes deliberando en un parlamento. Los cargos no se seleccionarían por sorteo sino por votación mayoritaria o designación. Por ley, todos los ciudadanos se declararon iguales y libres. Aunque el voto mayoritario es una de las principales características de la democracia, se busca limitarlo para la protección de las minorías y los individuos con chequeos y balances. Por ejemplo, la declaración universal de los derechos humanos fue un instrumento creado para la protección del individuo ante los posibles abusos de la mayoría. El ciudadano ya no toma decisiones de manera directa , pero por ley se les garantiza ciertas libertades como la libertad de prensa, y de expresión. En el sistema actual, es por medio del voto y la participación en el debate publico que el ciudadano se comunica con sus representantes.
Lo más asombroso del sistema democrático actual es lo manipulable y frágil que es. Es una trampa casi perfecta. El individuo promedio piensa que es un rey y voluntariamente apoya a la elite que lo controla todo dentro de una sociedad cada vez más desigual e ineficiente. La clase política y económica presenta una visión viciada, confusa e irracional a la muchedumbre, y la muchedumbre la aplaude y apoya con entusiasmo. La pedagogía es la que gobierna. La democracia de todos, para todos, y por todos es hoy una quimera presente solo en el papel. La democracia debe ser reformada, mejorada. Debe hacerse más cercana, más real, más humana.
La idolatría al gobierno y al estado, entes separados y centralizados, tiene que superarse. Debemos dejar de ver a las instituciones publicas como simples proveedores de servicios para el bienestar personal. No se puede delegar todos los asuntos públicos a los políticos que tan a menudo mienten para ganar popularidad. El ciudadano debe parar de seguir instrucciones de los supuestos líderes y comenzar a aportar, a participar, a cuestionar, y a exigir directamente. La democracia no es sobre intereses particulares o pasiones, sino sobre valores y principios universales. Es sobre el bien común. Es para todos y por todos. Es ser parte de una comunidad.
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