Humberto Decarli
Aciago comienzo el de este año 2015. Entre el día de ayer y el de hoy, vi largas colas en los supermercados y farmacias en Caracas en un espectáculo dantesco de humillación, inopia y punición contra la gente, lamentablemente acostumbrada a vivir mal moldeada por el poder venezolano. Mientras, la comitiva presidencial corre a China a hipotecar más al país porque la acentuación de la escasez y el desabastecimiento estaban pronosticadas. Además, se siente el efecto de la inflación porque los precios se han incrementado vehemente y rápidamente.
Internacionalmente la coyuntura no es mejor. El atentado terrorista llevado a cabo contra el medio humorista Charlie Heb es tenebroso. Un pequeño grupo de fanáticos irrumpió en la redacción de la revista y procedió a ejecutar a cuantos pudo simplemente porque son intolerantes y por ende, no aceptan críticas porque son poseedores de la verdad absoluta.
Sus autores, todavía no precisados, oscilan entre Al Qaeda, los seguidores del Estado Islámico, los neonazis o la extrema derecha. Son extremistas asesinos. Sin embargo, esto no puede incitar a los sentimientos xenófobos manejados por Marina Le Pen y compañía. El odio a los extranjeros, a los emigrantes, al islam y al mundo árabe, no pueden ser consignas a esgrimir porque este grupete de homicidas no representan absolutamente nada de los valores no europeos sino expresan lo peor de la humanidad.
Veo con preocupación cómo en la bella ciudad de Dresde, la capital de Sajonia arrasada por los bombardeos angloamericanos al término de la segunda guerra, he emergido una organización antiislámica reivindicadora de los valores occidentales. Ha tenido apoyo popular en ese lander mas afortunadamente no en el resto de Alemania. Son organizaciones peligrosas a la par de los fundamentalistas islámicos.
Concomitantemente, la situación económica en el viejo continente ha castigado a los sectores de más bajos recursos y ha enviado al ostracismo las conquistas del estado del bienestar acaecido en la postguerra. Eso es caldo de cultivo para el surgimiento de ideologías reaccionarias capaces de haber materializado este infame ajuste de cuentas de comunicadores sociales por la sola razón de pensar y opinar.
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