Iván Mérida
¿Se
puede hablar de Ética en la política internacional actual? No,
y justamente porque estamos en un proceso de Regresión y afirmación de la
desesperanza occidental.
Las sociedades
modernas miran excesivamente al pasado, esa intención de conservar y temer a lo
desconocido ha vulnerado Occidente mismo. El Islam aun anclado en la Sharia,
anclado en las leyendas y mitos anti-científicos, se ha construido como dogma
de valores -no técnicos solo morales-
que se constituyen en la otra visión de dos nefastas, de lo que podría ser el
destino de la humanidad. Un destino manejado por el lento suicidio de occidente
y el otro en regresión hacia el Islam más brutal.
En el
triste panorama que contempla el mundo occidental para sí, la ética solo es estéticamente construida, su uso es
quimérico y es destrozada por toda forma dogmática y autoritaria. Sin embargo
la ética-como acto de reflexión del
¿cómo? construir lo más valioso para que la vida sea más digna de ser vivida-
mantiene su fuerza y esperanza. La ética no contrapone el colectivo al
individuo, dado que el individuo actúa como ser social para el bien de sí
mismo, pero para ello requiere actuar como si sus acciones fueran a ser aplicadas
por otro hacia el primero. Así, la acción no es pensada en términos de superior/inferior, o de un juego de
posiciones, sino constituida como forma de reciprocidad y equivalencias mutuas.
La ética procede en la conducción de la
reflexión sobre ¿Cómo llegar a ser más
justos? y ¿Cómo llegar a ser más
libres? Es así que en la historia no encontramos grupos humanos del pasado
o del presente, que hayan despreciado: la valentía, la generosidad, la
honestidad y el amor. No hay pueblos que hayan venerado: la cobardía, la
mentira y la arrogancia entre sí mismos, para ellos mismos.
Pero dentro de una Ética aplicada, la
guerra de ideas es constante, fluyen y afectan la realidad, y dentro de ella no
hay lugar para cualquier acción contra el cuerpo del otro. No puede ser castigado, encarcelado, perseguido,
torturado, humillado, y asesinado. Si la ética no estuviera erróneamente
relacionada a la moralidad occidental que tanto criticó Nietzsche, los hombres
comprenderían que: el homosexual, el ateo, el incivilizado, y el hombre rebelde (en el sentido que da Camus),
no pueden ser juzgados bajo cualquier ideario metafísico unilateral. Actuar
éticamente, lo es respecto a los otros que nos son equivalentes, porque están en nuestra especie, porque sienten,
aman, lloran, ríen, gritan, sueñan, odian, desean y mueren como todos lo
haremos en algún momento, es esa la muerte propia postergada que nos hace
comunes a todo ser viviente. Esto, no existe en todo el mundo islámico.
Pero la moralidad nos afirma un rencor y un temor al otro, al hereje no
cristianizado, al infiel no islamizado. Los dogmas morales occidentales enseñan
un temor a otras posibilidades de
existencia que podrían ser mejores a las nuestras, lo que constituye aislamiento. Además la posibilidad de
multiplicidad en las formas de ser, implican la impureza de la identidad, donde
nosotros nos impregnamos de todos los otros, porque nuestra humanidad está
construida por nuestro entorno. La ética filosófica pregunta constantemente el ¿por qué de las cosas? en la vida de un
individuo. La moralidad islámica puede imponer Burkas a las mujeres, siendo
ellas morales; pero no existe ninguna relación con la ética que cuestionaría: ¿porque usarla?
Fundamentalismos
y negación del “otro”
Comprendemos al “otro” éticamente, desde la inviolabilidad de su persona, desde su
autonomía, desde su dignidad. No lo calificamos por sus antecedentes
socio-culturales, sino que los calificamos por sus actos para con los demás. No
sucede esto con las ideas, porque existen ideas tontas en comparación a otras,
y hay ideas que terminan en fascismos, totalitarismos, sectarismos, y fundamentalismos.
Todas las ideas deben estar en debate y juzgarlas por su práctica sobre el
individuo/colectivo.
Desafortunadamente, nada de lo anterior
entienden ni norteamericanos, ni los seguidores de ISIS (Islamic State of Irak
and Syria). En ambos sus Verdades unilaterales
son mantenidas de forma incuestionable. No es un pretendido “Choque de Civilizaciones”, no. Es un
choque de fundamentalismos, es un
choque de verdades unilaterales y es
un choque de barbaries. Estados
Unidos alimentó a los Muyahidines –con
Stingers– en su lucha contra el enemigo común, los rusos soviéticos en Afganistán hasta 1989, y
lo hicieron nuevamente con los rebeldes sirios contra Bashar al-Asad en la
Guerra Civil Siria. Solo que en esta última ocasión alimentaron la construcción
de un enemigo formidable, totalmente distinto de Al-Qaeda. Estados
Unidos no peleo contra las ideas, solo peleo contra los cuerpos, y hoy las
ideas se han extendido alrededor del mundo, enviando voluntarios de distintas
nacionalidades a pelear por el Califato Islámico, a realizar la Jihad. Si las
ideas fundamentalistas islámicas no estaban en cuestionamiento y no eran
objetivo de Estados Unidos, entonces solo eran un pretexto discursivo para la
afirmación del Bien -occidental de la
modernidad-, contra el Mal -bárbaro y
fuera de la historia-, de un mal necesario para la justificación de una sola historia posible –en sentido hegeliano–, la del Occidente Capitalista.
Ahora
el mundo tiene un proyecto serio de lo que puede ser un efectivo “Estado
Terrorista”, es evidente que la estructura de ISIS dentro de la ‘Wilayat’ o mandato, ha significado la imposición del ‘al-Ta’lim’ o educación
enfocada en el Corán para las nuevas generaciones de ISIS, en todo el
territorio ocupado, esto mediante la ‘al-Da’wa’o
el llamado que se hace a todo
musulmán en los ‘Da’wa’ o eventos de instrucción y enseñanza de
los principios fundamentales de ISIS. Efectivamente ISIS tiene toda una maquinaria
engranada para el funcionamiento de su proyecto, y está abriéndose al manejo
técnico, necesario para mantener en funcionamiento las ciudades ocupadas. Su
proyecto de sociedad tiene puntos frágiles (la
ciencia y técnica),
pero su ideario se ancla cada vez más en el siglo XII, cobra fuerza y occidente
fortalece más y más el atractivo de ISIS -bombardeando
y creando mártires de Ala-para las vidas vacías y nihilistas de miles de
jóvenes que quieren darle un sentido a sus existencias occidentales posmodernas.
Al final, no superamos nada del siglo
pasado, éste siglo concentra: el totalitarismo, la vigilancia orwelliana, la
masacre, la tortura, la explotación global, la guerra, el fundamentalismo, la
invasión, la ignorancia, y el odio por los otros (como en los momentos más oscuros del siglo pasado), pero en una
forma comprimida y de progresión-aceleración,
en tan solo 14 años. ¿Cuántas cosas
más debemos volver a ver para aprender? ¿Sobreviviremos a todo lo que se
avecina o pereceremos como civilización en el último tramo manifiesto? Albert
Camus nos decía en el Prólogo a sus
Crónicas: “La verdadera desesperación no nace frente a una terca adversidad, ni
en el agotamiento de una lucha desigual. Proviene de que ya no conocemos las
razones para luchar ni si, cabalmente, es preciso luchar (…) aunque la lucha
sea difícil, las razones para luchar, al menos, continúan estando claras”.
El futuro va presentándose como una
incógnita de inmediatez respondida a la
regresión.
“Facit
Omnia Voluntas”
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