Pepe el Toro
Vladimir
Aguilar profesor universitario de La Universidad de Los Andes, coordinador del
Grupo de Trabajo de Asuntos Indígenas y miembro del Centro de Estudios
Políticos y Sociales de América Latina (CEPSAL). Como abogado cuenta con una
vasta experiencia en la defensa de los derechos indígenas, con quienes mantiene
un intenso trabajo comunitario y de base. El Libertario conversó con él para
conocer su opinión sobre las políticas estatales dirigidas a los pueblos
originarios.
- ¿Qué pasa
con los consejos comunales indígenas?
- Cuando se
nos pidió consulta sobre el rol de los consejos comunales (CC), si había la
posibilidad de establecer algún tipo híbrido de expresión comunal en el ámbito
de las organizaciones indígenas, y principalmente en el ámbito de las comunidades
indígenas, siempre dijimos que eso era perverso. Lo que había que hacer era
reforzar las organizaciones tradicionales indígenas, tal cual como estaba
contenido en la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI), que
señala, hablaba y especificaba la importancia de reforzar, de darle legitimidad
a esas organizaciones tradicionales. Los CC son una forma de organización que
en el ámbito comunitario lo que ha creado es fragmentación, problemas y
confrontaciones, y en última instancia, ha tenido como consecuencia el
debilitamiento de las organizaciones tradicionales indígenas. De manera que
para nosotros los CC en el ámbito de los territorios y las comunidades indígenas
no tienen razón de ser. Como dato curioso encontramos que no hay un solo CC en
territorios indígenas en Venezuela donde, por ejemplo, se hayan solicitado
recursos para un tema tan importante como es la demarcación de territorios. Los
CC cuentan con un presupuesto, con una asignación del Estado y curiosamente nos
ponemos a hacer un examen de los CC indígenas que existen en el país y vamos a
encontrar que no hay uno solo en territorio indígena que haya utilizado los
recursos para avanzar en los procesos de demarcación. Es una situación curiosa,
pues podríamos estar ante la expresión más evidente de este proceso de
cooptación: Los recursos se solicitan para cumplir responsabilidades del
Estado. Lo que hay es una transferencia de responsabilidades del Estado y eso
ha generado los problemas que encontramos en los CC en barrios, en otros
ámbitos de organización popular, que también lo estamos encontrando en las
organizaciones indígenas, generando mucha fragmentación y enfrentamiento y, más
o menos reproduciendo lo que son los mismos problemas de corrupción que
encontramos en otros ámbitos de la administración pública.
- El gobierno
ha promocionado como un avance la creación del ministerio de pueblos indígenas.
¿Cuál es tu valoración del papel que ha cumplido este organismo?
- Hay que
decir que el movimiento indígena venezolano que confluye en el Consejo Nacional
Indígena de Venezuela (CONIVE) es el resultado de procesos organizativos de carácter
regional. Hemos dicho que en ninguno de los papeles reivindicativos ni del
CONIVE ni de las organizaciones de base estaba planteada la creación de un
ministerio. Lo digo porque uno podría decir que el ministerio es como una
concreción de una vieja aspiración que tenía el movimiento indígena venezolano
y no es así. Decimos que el Capítulo 8 de la Constitución (CRBV) es el
resultado de un conjunto de aspiraciones y reivindicaciones que el movimiento
indígena venezolano tenía desde hace un tiempo atrás, y que fueron reconocidos
en un pacto social, un contrato. No solamente en el ámbito interno, sino que el
movimiento indígena venezolano venia participando en foros donde venía siendo
partícipe de todas estas negociaciones a nivel internacional sobre este
catálogo de derechos que finalmente
entran a la CRBV en el año 99. Cuando eso surgió saludamos la idea porque
obviamente había expectativas, pues la primera ministra de pueblos indígenas
había sido hasta ese entonces la presidenta del Conive. Incluso asumíamos que
el ministerio era el que, en el año 2007 a casi 8 años de mora del proceso de
demarcación, se iba a poner al frente del proceso de demarcación. Cuando
comenzamos a ver el desarrollo y evolución del ministerio, nos dimos cuenta y
creo que es el balance que se puede hacer al día de hoy, que verdaderamente
este ministerio posee unas características colonialistas, racistas hacia sus
propios pueblos que deja mucho que desear. Situación que da pena y que es
perversa, pues ha sido sistemático. El ministerio ha ido contra los derechos
contenidos y reconocidos en nuestra propia CRBV, aspecto este que va a requerir
de un balance que tarde o temprano las organizaciones indígenas tendrán que
hacer. Para nosotros ha sido muy nefasto, pues ha sido una burocracia indígena
enquistada en el aparato del Estado en connivencia con el resto de los
ministerios, que han venido aplicando políticas desarrollistas en territorios y
hábitats indígenas sin ningún tipo de consulta.
- El
ministerio habla mucho de un socialismo indígena, ¿eso qué significa?
- Creo que es
un clisé. Es parte del panfleto ideológico en el que andamos, no solamente
válido para los indígenas sino en general. Se aplica al movimiento indígena y
el ministerio opera aquí como una institución del Estado y del poder de turno,
y del proyecto del momento actual, justamente en esa perspectiva, pero creo que
no dice absolutamente nada, más allá que los indígenas en algunas comunidades
lleven su camisa roja, lleven sus gorras del partido, etc. No veo trascendencia
alguna. Incluso en el propio intento que la ministra tuvo, en algún rato, de
tratar de conceptualizar eso de socialismo indígena, de socialismo indígena
bolivariano indoamericano, en esa pretensión que ella tuvo en algún rato de
explicarlo y justificarlo. Cuando se buscan los informes del Minpi hay un
intento de darle contenido, pero se queda con las ganas de ser explicado, no
tiene ningún sustento. Creo que los resultados han sido para mantener
movilizada, en este caso a la población indígena. Ha sido una consigna para
mantener movilizado a un electorado que se mueve en tiempos de elecciones y
siempre va a estar preparado para este proceso plebiscitario en el cual nos
encontramos desde el año 99, donde ha habido una recurrencia de elecciones y la
gente tiene que estar movilizada por las elecciones, porque esas elecciones es
“la batalla final” y en esa batalla final es la batalla entre el todo y la nada. En consecuencia el panfleto ayuda a que la
gente se mantenga despierta.
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