D. Graeber
En los años de 1930, se dice que Henry Ford comentó que era una buena cosa que la mayoría de los estadounidenses no supiesen cómo trabajaba realmente la banca, porque si lo entendieran, “habría una revolución antes de mañana por la mañana”.
A comienzos de marzo pasado, algo extraordinario sucedió. El Banco de Inglaterra reveló ese secreto. En un artículo titulado "Money Creation in the Modern Economy" [http://www.bankofengland.co.uk/publications/Documents/quarterlybulletin/2014/qb14q102.pdf], co-escrito por tres economistas de la Dirección de Análisis Monetario del Banco, se declaró abiertamente que las suposiciones más comunes sobre cómo funciona la banca son simplemente erradas, y que las posiciones heterodoxas - comúnmente asociadas con grupos como Occupy Wall Street - son correctas. Al hacerlo, han arrojado toda la base teórica de la austeridad por la ventana.
Para tener idea de lo radical que es la nueva posición del Banco, considérese el punto de vista convencional, que sigue siendo la base de todo debate "respetable" en la política pública: La gente pone su dinero en los bancos, y entonces los bancos prestan el dinero a interés, ya sea a los consumidores, o para los empresarios que deseen invertir en algún negocio rentable; se tiene por seguro que el sistema de reserva fraccionaria no permite que los bancos presten mucho más de lo que tienen en reserva, y si los ahorros no son suficientes, entonces los bancos privados pueden tratar de pedir más dinero prestado del banco central.
El banco central puede imprimir tanto dinero como desee. Pero también se cuida de no imprimir demasiado. De hecho, a menudo se nos dijo que esta es la razón de existir de los bancos centrales independientes. Si los gobiernos pueden imprimir dinero a voluntad, seguramente imprimirían demasiado, y la inflación resultante llevaría la economía al caos. Instituciones como el Banco de Inglaterra o la Reserva Federal de EE.UU se crearon para regular cuidadosamente la oferta de dinero evitando la inflación. Es por esto que se les prohíbe financiar directamente al gobierno, por ejemplo mediante la compra de bonos del tesoro, o financiar la actividad económica privada que el Gobierno solamente puede gravar.
Es esta concepción la que nos permite seguir hablando de dinero como si se tratara de un recurso limitado, como la bauxita o el petróleo, y poder decir “no hay suficiente dinero” para financiar programas sociales, hablar de la inmoralidad de la deuda pública o del gasto público “desplazado” al sector privado (el "crowding out" de los “expertos”). Lo que el Banco de Inglaterra admitió esta semana es que nada de esto es realmente verdadero. Citando al resumen inicial del artículo: “En lugar de los bancos recibir depósitos cuando los hogares ahorran y luego prestarlos, los préstamos bancarios crean depósitos” … “En tiempos normales, el banco central no fija la cantidad de dinero en circulación, ni es el dinero del banco central ‘multiplicado’ en más préstamos y depósitos”.
En otras palabras, todo lo que sabemos, no es que sea incorrecto: es justo al revés. Cuando los bancos dan préstamos, crean dinero. Esto es porque el dinero en realidad sólo es un reconocimiento de deuda. El papel del banco central es presidir un orden jurídico que otorga efectivamente a los bancos el derecho exclusivo de crear pagarés de un cierto tipo, que el gobierno va a reconocer de curso legal por su disposición a aceptar el pago de impuestos. Realmente no hay límite en la cantidad de dinero que los bancos puedan crear, a condición de que puedan encontrar a alguien dispuesto a pedirlo prestado. Ellos nunca se quedan atrapados, por la sencilla razón de que los prestatarios, en general, toman el dinero y lo ponen debajo de sus colchones, o en última instancia, cualquier dinero de préstamos bancarios sencillamente terminará en algún otro banco. Así que para el sistema bancario en su conjunto, todos los préstamos simplemente se convierte en otro depósito. Lo que es más, en la medida en que los bancos necesitan adquirir fondos del banco central, pueden pedir prestado tanto como quieran, todo esto lo que realmente hace es establecer la tasa de interés, el costo del dinero, no su cantidad. Desde el principio de la recesión, los bancos centrales de Estados Unidos y Gran Bretaña han reducido ese costo a casi nada. De hecho, con la “flexibilización cuantitativa” han estado bombeando de manera efectiva tanto dinero como han podido en los bancos, sin producir efectos inflacionarios.
Lo que esto significa es que el límite real de la cantidad de dinero en circulación no es lo que el banco central está dispuesto a prestar, sino la cantidad que el gobierno, las empresas y los ciudadanos comunes, están dispuestos a pedir prestado. El gasto público es el principal motor de todo esto (y el documento no admite, si se lee con atención, que el banco central financia al gobierno después de todo). Así que no hay duda sobre el gasto público “desplazando” ("crowding out") la inversión privada, porque es exactamente lo contrario.
¿Por qué el Banco de Inglaterra de pronto admite todo esto? Bien, una razón posible es por ser obviamente cierto. El trabajo del Banco es gestionar el sistema, y en los últimos tiempos, el sistema no ha estado funcionando especialmente bien. Es posible que se decidiera que mantener la fantasiosa versión de la teoría económica oficial, que ha demostrado ser muy conveniente para los ricos, es simplemente un lujo que ya no puede permitirse.
Pero políticamente, esto está tomando un riesgo enorme. Basta pensar en lo que podría suceder si los titulares de hipotecas se dieran cuenta de que el dinero que el banco les prestó no es, en realidad, las alcancías de toda la vida de algunos ahorristas pensionados, sino algo que el banco sólo creó gracias a estar en posesión de una varita mágica que nosotros, el público, hemos dejado en sus manos.
Históricamente, el Banco de Inglaterra ha tendido a ser un referente, replanteando aparentes posiciones radicales que en última instancia se convierten en nuevas ortodoxias. Si eso es lo que está pasando aquí, puede ser que pronto estemos en condiciones de saber si Henry Ford tenía razón.
[Original en inglés publicado por el diario The Guardian, 18/3/14, http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/mar/18/truth-money-iou-bank-of-england-austerity; traducido por la redacción de El Libertario.]
En los años de 1930, se dice que Henry Ford comentó que era una buena cosa que la mayoría de los estadounidenses no supiesen cómo trabajaba realmente la banca, porque si lo entendieran, “habría una revolución antes de mañana por la mañana”.
A comienzos de marzo pasado, algo extraordinario sucedió. El Banco de Inglaterra reveló ese secreto. En un artículo titulado "Money Creation in the Modern Economy" [http://www.bankofengland.co.uk/publications/Documents/quarterlybulletin/2014/qb14q102.pdf], co-escrito por tres economistas de la Dirección de Análisis Monetario del Banco, se declaró abiertamente que las suposiciones más comunes sobre cómo funciona la banca son simplemente erradas, y que las posiciones heterodoxas - comúnmente asociadas con grupos como Occupy Wall Street - son correctas. Al hacerlo, han arrojado toda la base teórica de la austeridad por la ventana.
Para tener idea de lo radical que es la nueva posición del Banco, considérese el punto de vista convencional, que sigue siendo la base de todo debate "respetable" en la política pública: La gente pone su dinero en los bancos, y entonces los bancos prestan el dinero a interés, ya sea a los consumidores, o para los empresarios que deseen invertir en algún negocio rentable; se tiene por seguro que el sistema de reserva fraccionaria no permite que los bancos presten mucho más de lo que tienen en reserva, y si los ahorros no son suficientes, entonces los bancos privados pueden tratar de pedir más dinero prestado del banco central.
El banco central puede imprimir tanto dinero como desee. Pero también se cuida de no imprimir demasiado. De hecho, a menudo se nos dijo que esta es la razón de existir de los bancos centrales independientes. Si los gobiernos pueden imprimir dinero a voluntad, seguramente imprimirían demasiado, y la inflación resultante llevaría la economía al caos. Instituciones como el Banco de Inglaterra o la Reserva Federal de EE.UU se crearon para regular cuidadosamente la oferta de dinero evitando la inflación. Es por esto que se les prohíbe financiar directamente al gobierno, por ejemplo mediante la compra de bonos del tesoro, o financiar la actividad económica privada que el Gobierno solamente puede gravar.
Es esta concepción la que nos permite seguir hablando de dinero como si se tratara de un recurso limitado, como la bauxita o el petróleo, y poder decir “no hay suficiente dinero” para financiar programas sociales, hablar de la inmoralidad de la deuda pública o del gasto público “desplazado” al sector privado (el "crowding out" de los “expertos”). Lo que el Banco de Inglaterra admitió esta semana es que nada de esto es realmente verdadero. Citando al resumen inicial del artículo: “En lugar de los bancos recibir depósitos cuando los hogares ahorran y luego prestarlos, los préstamos bancarios crean depósitos” … “En tiempos normales, el banco central no fija la cantidad de dinero en circulación, ni es el dinero del banco central ‘multiplicado’ en más préstamos y depósitos”.
En otras palabras, todo lo que sabemos, no es que sea incorrecto: es justo al revés. Cuando los bancos dan préstamos, crean dinero. Esto es porque el dinero en realidad sólo es un reconocimiento de deuda. El papel del banco central es presidir un orden jurídico que otorga efectivamente a los bancos el derecho exclusivo de crear pagarés de un cierto tipo, que el gobierno va a reconocer de curso legal por su disposición a aceptar el pago de impuestos. Realmente no hay límite en la cantidad de dinero que los bancos puedan crear, a condición de que puedan encontrar a alguien dispuesto a pedirlo prestado. Ellos nunca se quedan atrapados, por la sencilla razón de que los prestatarios, en general, toman el dinero y lo ponen debajo de sus colchones, o en última instancia, cualquier dinero de préstamos bancarios sencillamente terminará en algún otro banco. Así que para el sistema bancario en su conjunto, todos los préstamos simplemente se convierte en otro depósito. Lo que es más, en la medida en que los bancos necesitan adquirir fondos del banco central, pueden pedir prestado tanto como quieran, todo esto lo que realmente hace es establecer la tasa de interés, el costo del dinero, no su cantidad. Desde el principio de la recesión, los bancos centrales de Estados Unidos y Gran Bretaña han reducido ese costo a casi nada. De hecho, con la “flexibilización cuantitativa” han estado bombeando de manera efectiva tanto dinero como han podido en los bancos, sin producir efectos inflacionarios.
Lo que esto significa es que el límite real de la cantidad de dinero en circulación no es lo que el banco central está dispuesto a prestar, sino la cantidad que el gobierno, las empresas y los ciudadanos comunes, están dispuestos a pedir prestado. El gasto público es el principal motor de todo esto (y el documento no admite, si se lee con atención, que el banco central financia al gobierno después de todo). Así que no hay duda sobre el gasto público “desplazando” ("crowding out") la inversión privada, porque es exactamente lo contrario.
¿Por qué el Banco de Inglaterra de pronto admite todo esto? Bien, una razón posible es por ser obviamente cierto. El trabajo del Banco es gestionar el sistema, y en los últimos tiempos, el sistema no ha estado funcionando especialmente bien. Es posible que se decidiera que mantener la fantasiosa versión de la teoría económica oficial, que ha demostrado ser muy conveniente para los ricos, es simplemente un lujo que ya no puede permitirse.
Pero políticamente, esto está tomando un riesgo enorme. Basta pensar en lo que podría suceder si los titulares de hipotecas se dieran cuenta de que el dinero que el banco les prestó no es, en realidad, las alcancías de toda la vida de algunos ahorristas pensionados, sino algo que el banco sólo creó gracias a estar en posesión de una varita mágica que nosotros, el público, hemos dejado en sus manos.
Históricamente, el Banco de Inglaterra ha tendido a ser un referente, replanteando aparentes posiciones radicales que en última instancia se convierten en nuevas ortodoxias. Si eso es lo que está pasando aquí, puede ser que pronto estemos en condiciones de saber si Henry Ford tenía razón.
[Original en inglés publicado por el diario The Guardian, 18/3/14, http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/mar/18/truth-money-iou-bank-of-england-austerity; traducido por la redacción de El Libertario.]
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