J.R. López Padrino
Las manifestaciones de los últimos días responden a las protestas de los jóvenes contra la inseguridad, la inflación, la escasez, el cerco mediático, la corrupción y más recientemente contra la represión y la tortura. Recordemos que la Guardia Nacional y el hamponato bolivariano han reprimido brutalmente a las manifestaciones en todo el país. El balance no ha podido ser más trágico: 18 jóvenes asesinados, cientos de heridos, torturados y miles de ellos sometidos a procesos amañados por parte de jueces corruptos al servicio de la pestilente bota militar.
Una vez más ha quedado al descubierto que el estado militarizado dirigido por la dupla Maduro-Cabello está dispuesto a reprimir y aniquilar, al costo que sea, a cualquier movimiento popular que amenace la estabilidad e intereses del bloque dominante milico-facho-burgués.
Ante esta coyuntura se impone la incorporación de nuevos actores a la protesta social en favor de la construcción de una nueva mayoría que permita la redemocratización del país. Es urgente redimensionar la actual propuesta estudiantil de lucha a fin de que los trabajadores, los movimientos sociales, los campesinos, los indígenas y otros sectores de la sociedad se sientan identificados. Una agenda social que recoja las reivindicaciones salariales de los trabajadores y gremios profesionales, la independencia de los movimientos sociales y la demarcación de los territorios de los pueblos indígenas. Un frente social que permita a futuro la construcción de una democracia integral tanto en lo económico, como en lo social y en lo político.
Igualmente es imperativo entender que los sectores populares del chavismo también sufren la inseguridad, la inflación, y la escasez, que en ellos hay desencanto y frustración. Que el discurso falaz de la dupla Maduro-Diosdado ya no los convence, que las dadivas -cada día menos- por concepto de las misiones ya no satisfacen sus expectativas. Que cada vez más sufren los embates de la represión oficial o los abusos de los colectivos armados. Es imperativo una mayor sintonía con esos sectores acorralados por el autoritarismo oficial e ignorados por la disidencia política
Al Estado militarizado bolivariano no se le puede derrotar mediante salidas mágicas-cortoplacistas impulsadas por una vanguardia o con acciones de calle aislacionistas como las guarimbas, las cuales representan *acciones efectistas* que no debilitan al régimen, ni permiten construir una nueva mayoría. ¿Cuál es el valor táctico o estratégico de bloquear una calle en un sector donde el 80% de la población es opositora al régimen?
La derrota de este régimen solo será posible a través de un vasto movimiento de masas que haga suyo las reivindicaciones sociales de la mayoría. La lucha no es de opositores contra chavistas, sino la de un pueblo contra un gobierno corrupto, represor, antiobrero y asesino. No basta solo con atreverse a luchar contra el gorilato bolivariano, hay que saber como hacerlo exitosamente.
Las manifestaciones de los últimos días responden a las protestas de los jóvenes contra la inseguridad, la inflación, la escasez, el cerco mediático, la corrupción y más recientemente contra la represión y la tortura. Recordemos que la Guardia Nacional y el hamponato bolivariano han reprimido brutalmente a las manifestaciones en todo el país. El balance no ha podido ser más trágico: 18 jóvenes asesinados, cientos de heridos, torturados y miles de ellos sometidos a procesos amañados por parte de jueces corruptos al servicio de la pestilente bota militar.
Una vez más ha quedado al descubierto que el estado militarizado dirigido por la dupla Maduro-Cabello está dispuesto a reprimir y aniquilar, al costo que sea, a cualquier movimiento popular que amenace la estabilidad e intereses del bloque dominante milico-facho-burgués.
Ante esta coyuntura se impone la incorporación de nuevos actores a la protesta social en favor de la construcción de una nueva mayoría que permita la redemocratización del país. Es urgente redimensionar la actual propuesta estudiantil de lucha a fin de que los trabajadores, los movimientos sociales, los campesinos, los indígenas y otros sectores de la sociedad se sientan identificados. Una agenda social que recoja las reivindicaciones salariales de los trabajadores y gremios profesionales, la independencia de los movimientos sociales y la demarcación de los territorios de los pueblos indígenas. Un frente social que permita a futuro la construcción de una democracia integral tanto en lo económico, como en lo social y en lo político.
Igualmente es imperativo entender que los sectores populares del chavismo también sufren la inseguridad, la inflación, y la escasez, que en ellos hay desencanto y frustración. Que el discurso falaz de la dupla Maduro-Diosdado ya no los convence, que las dadivas -cada día menos- por concepto de las misiones ya no satisfacen sus expectativas. Que cada vez más sufren los embates de la represión oficial o los abusos de los colectivos armados. Es imperativo una mayor sintonía con esos sectores acorralados por el autoritarismo oficial e ignorados por la disidencia política
Al Estado militarizado bolivariano no se le puede derrotar mediante salidas mágicas-cortoplacistas impulsadas por una vanguardia o con acciones de calle aislacionistas como las guarimbas, las cuales representan *acciones efectistas* que no debilitan al régimen, ni permiten construir una nueva mayoría. ¿Cuál es el valor táctico o estratégico de bloquear una calle en un sector donde el 80% de la población es opositora al régimen?
La derrota de este régimen solo será posible a través de un vasto movimiento de masas que haga suyo las reivindicaciones sociales de la mayoría. La lucha no es de opositores contra chavistas, sino la de un pueblo contra un gobierno corrupto, represor, antiobrero y asesino. No basta solo con atreverse a luchar contra el gorilato bolivariano, hay que saber como hacerlo exitosamente.
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