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Declaración ante los eventos de Febrero-Marzo 2014
Colectivo Editor de El
Libertario e Individualidades Anarquistas
No
había que ser un genio para pronosticar que la calamitosa situación
económico-social venezolana, heredada tras 14 años de gobierno de Hugo Chávez y
agravada en poco más de un año con Nicolás Maduro, estaba generando una presión
conflictiva presta a estallar, especialmente cuando cesaron los desbocados incrementos
del ingreso a cuenta del “oro negro” que sostuvieron hasta 3 o 4 años atrás la
fantasía de un “socialismo petrolero”. Los recursos que entran siguen siendo
muy abundantes, pero el despilfarro, la incapacidad, la corrupción y la
voracidad de quienes gobiernan son aún mayores. Entre narcogenerales y otros
rapaces con uniforme, altos burócratas que cubren todos los grados de la avidez
a la nulidad, boliburgueses, bolichicos y demás beneficiarios de las bondades
de CADIVI, la gruesa tajada de la castroburguesía, del Estado cubano y sus asesores en el terreno prestos a trampear, o los agentes de esas transnacionales que tan
lucrativos réditos han obtenido en sus tratos con la “revolución bolivariana”,
la olla debía reventar más temprano que tarde, con la población presenciando
ese show desvergonzado en el poder y padeciendo a la vez lo peor en inseguridad,
desabastecimiento, crisis de servicios públicos y la inflación más alta del
mundo.
Solo el
descaro obsceno de la propaganda oficial, más la ceguera – tarifada y/o cuasirreligiosa
– de alguna izquierda autoritaria siempre presta de postrarse ante el Amado
Líder de moda, han podido ver en ese cuadro que se ha agravado a ojos vistas el
resultado de maquinaciones de cierto imperialismo que les cae mal (otros se
presentan como “amigos”). Según este cuento absurdo, de 1999 hasta hoy, la
economía venezolana ha sido manejada dentro de una brillante estrategia de
construcción del socialismo, atención prioritaria e inmediata a las necesidades
de los desposeídos, pulcritud en el manejo de fondos, y participación social
masiva, activa y vigilante gracias a los órganos del “poder popular” y la
“contraloría social”; siendo así, de haber algo que transitoriamente ande mal
es por algún complot golpista de los yanquis y sus lacayos locales, pues en lo
esencial las cosas nunca han ido mejor y el futuro por ese camino es
absolutamente promisorio.
Pero
desde febrero y con toda rudeza, la calle dice otra cosa porque la verdad del
cuento es otra. Prácticamente en todos los centros urbanos importantes (y somos
un país con poco más de 85 % de población urbana) ocurrieron protestas masivas
que, contrario a lo que se ha dicho sobre “alborotos solo de burgueses y
pequeño burgueses”, tienen un contenido social transversal donde hay personas
de todas las condiciones, ya que de no ser así ¿cómo explicar lo multitudinario
y la duración del proceso? Por lo demás, si bien en lo económico (crisis del
capitalismo petrolero rentista y extractivista) está la motivación estructural
del estallido, hay multiplicidad de causas para que unas y otras personas hayan
salido y sigan saliendo a protestar, causas ciertamente potenciadas por la
incapacidad patente de un gobierno que solo le resuelve a los “enchufados”, y
ahora tal vez a menos de ellos porque menguan la producción y las divisas
petroleras.
Es
importante insistir en cuanto a que esta insurgencia colectiva ha sido y es
básicamente espontánea, pues si bien hubo algunos que se la olfatearon para
sacar provecho político (como Leopoldo López y su pequeño partido o María
Corina Machado), de ellos puede decirse que, si bien han logrado figuración en
los acontecimientos, no dirigen a lo que se ha desatado. Incluso, es clara la
ruptura en el sector que antes respondía a las líneas que venían de la
oposición electoral y su Mesa de Unidad Democrática, evidenciada en hechos como
la reacción de rechazo de la multitud ante Henrique Capriles y otros de esos
dirigentes en distintos eventos públicos durante estas jornadas. Vemos cierta
correlación entre eso y lo que ocurre en el chavismo, donde una importante base
electoral que en fidelidad a Chávez votó por Maduro hace un año -compromiso que
la mayoría ratificó dando el triunfo al oficialismo en las regionales de
diciembre-, ahora luce indiferente ante los agitados llamamientos para que
exprese visiblemente su adhesión al gobierno, de modo que los escasos actos
públicos oficialistas de fechas recientes no han sido ni la sombra de lo que
era corriente ante lo que solía convocar
Chávez. Tal inacción de la masa chavista (que Maduro ha pretendido romper con
una histérica convocatoria para que se integre a la represión) plantea una de las
interrogantes más significativas del momento actual, ya que de mantenerse o de
romperse en uno u otro sentido resultaría determinante en lo que al final
suceda con la actual coyuntura.
Represión
desmedida ha sido la respuesta privilegiada y casi única que, hasta el momento
de escribir estas líneas, ha dado el Estado venezolano. Al parecer no tenía
otra, ni todavía la tiene, al menos para remplazarla como su opción principal.
En primer lugar porque económicamente está embrollado en los vaivenes del capitalismo
petrolero de un modo más claro que en cualquier otra coyuntura de los últimos
70 años; hay muchas menos posibilidades de ganar legitimidad y respaldo
obsequiando migajas de la zanahoria rentista, así que solo queda repartir los
palos de la Guardia Nacional “del Pueblo” y de los paramilitares con look cheguevariano de los “colectivos”.
Ni que decir que esta vía ha traído costos inmediatos y riesgos a futuro: con los
paracos “rojo-rojitos” tienen los mismos problemas que con una lata llena de gusanos,
es fácil abrirla y soltarlos, la complicación viene para recogerlos y/o controlarlos.
En cuanto a la GN y la impresión colectiva ante su faena de estos días, solo
cabe decir que ha generado en Venezuela el florecimiento de un filón de
propaganda, ánimo y conciencia antimilitarista que desde el anarquismo nos corresponderá
de ahora en adelante impulsar - llevándolo más allá de la bipolaridad "el
militar bueno y el malo" -, pues estamos contra la misma existencia de los
aparatos castrenses como órganos de control y coerción social.
En
segundo lugar, tras la experiencia de 2002, el chavismo quedó con la obsesión
que el principal riesgo en cuanto a su salida del poder era por vía del golpe
de Estado, por lo que preparó sus mecanismos de respuesta para ello. El énfasis
en armar, entrenar y coordinar a los paramilitares viene en esa línea; también
la insistencia propagandística: primero hablando del “golpe económico”, luego
del “golpe en proceso”, ahora del “golpe lento”, todo lo cual tiene un desmentido
ridículamente paradójico cuando, en medio de esos supuestos golpes, ese
gobierno-víctima extiende las fechas libres de Carnaval y llama a su
celebración. Así mismo, ese libreto tan trabajado y bien aprendido exigía
presentar al eventual adversario como inequívocamente fascista y enfrentado a
las mayorías populares, lo que por un lado galvanizaría el apoyo explícito al
régimen por parte de amplios sectores de la colectividad, mientras por el otro
ganaría apoyos importantes en lo internacional. Pero al final los hechos, su
secuencia y - no menos importante - la torpe actuación de Nicolás Maduro y su
comparsa, han hecho que el aspecto represivo sea el que destaque, con el
consiguiente deterioro de la credibilidad política del régimen, que sigue
invocando al Lobo Feroz de una asonada militar que nadie ve, huele o siente.
Pasan días y semanas sin verse la menor prueba o evidencia, salvo chismes y
rumores, de una acción armada e inconstitucional de envergadura destinada a
desplazarlo del mando (¡pues de eso se trata un golpe de Estado!), mientras que
las adjetivaciones como “fascista” y el anuncio de próximas “agresiones
imperialistas” ya causan rubor vergonzante entre los maduristas más tímidos o
discretos, en tanto que el resto de la gente lo toma como pretexto para nuevos
chistes.
Entonces,
que quede claro: no está planteado en lo inmediato un golpe de Estado que
signifique una ruptura decisiva con esa élite beneficiaria del régimen que se
lista en el primer párrafo, pues sería absurdo que se ajusticiaran a si mismos.
Pese a todas las dificultades y la obtusa gestión del equipo gobernante, aún
quedan márgenes para que dentro del capitalismo y aplicando medidas de ajuste
capitalistas con las que todos los que hoy ejercen o compiten por el poder
estatal están de acuerdo, los herederos del chavismo – con o sin Maduro – podrían
recuperar la gobernabilidad plena. Puede que la perorata de “socialismo”,
“poder comunal” y “poder popular” siga en uso o no (es detalle menor), pero de
ningún modo cabe creer que boliburgueses y “enchufados” al mando van a ir por otra
ruta que no sea aquella que les conceda garantías e impunidad. Ahora, más que
bajo el caudillaje de Chávez, todo apunta a que esa ruta pase por acuerdos
políticos con la oposición, y en Venezuela eso significa dar acceso más amplio
al maná petrolero. Ya lo hicieron con Lorenzo Mendoza y con ese sector de
burgueses que en estos años se olvidó de arriesgarse con la producción, para
vivir ahora de las tetas pródigas de CADIVI y la especulación cambiaria.
También está el arreglo con los agentes financieros internacionales y los
costosos chinos, quienes ayudarían a salir del atolladero pero imponiendo sus
condiciones.
Por
nuestro lado, antes de que se impongan planteamos un claro rechazo a las
medidas de ajuste por venir, donde una vez más los de abajo, los de siempre,
pagaremos los platos rotos, como se acostumbra sea bajo el capitalismo
neoliberal o bajo este capitalismo de Estado. Seguiremos en la brega por
potenciar alternativas reales de autonomía para las mayorías, esas que de algún
modo se han anunciado en el vigor, entusiasmo e ingenio que de tantas maneras
se han expresado en estas protestas. Parte de esa tarea ha sido acompañar los
eventos, presentar públicas evidencias y denuncias de la brutalidad represiva
del Estado, así como mostrar lo que esté a nuestro alcance para entender y
analizar lo que han sido estos acontecimientos. Pero más importante es seguir
esforzándonos para que el mayor número de personas, en todos los ámbitos donde
tengamos presencia e incidencia, comience en conjunto a concebir y construir
soluciones a los problemas que les afecten, que vengan de ellas y no de
dirigentes para quienes su máxima prioridad es el beneficio propio y de sus
compinches cercanos. ¡AUTONOMÍA, AUTOGESTIÓN, ACCIÓN DIRECTA Y SOLIDARIDAD!
Venezuela,
6 de marzo de 2014
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