[Tomado de El Laburante, # 9, Buenos Aires, agosto 2013, boletín de la Sociedad de Resistencia Oficios Varios Capital, adherida a la FORA-AIT]
* Nota de El Libertario: En este breve y sustancioso artículo expone una reflexión sobre autonomía y acción directa en la lucha laboral que, aún cuando se hace considerando en específico la realidad social argentina, es válida para quienes en cualquier otra parte promuevan esa pelea con honestidad y desde la base.
Es sabido por todos que ante cada conflicto gremial en la que ambas partes no quiere dar el brazo a torcer o se vuelve molesto públicamente, interviene inmediatamente el Ministerio de Trabajo invocando a una conciliación obligatoria. Esta conciliación implica varias cosas, por un lado que se anulen los motivos por los cuales se originó el conflicto volviendo a las condiciones laborales anteriores, y por otro lado que se anulen también las acciones de los trabajadores por fuera de las vías legales y pasen a negociar en las oficinas del ministerio.
Esto para muchos puede ser un triunfo, sobre todo para quienes aspiran llegar a tener algún Poder en el gobierno, y por ese motivo nos confunden diciéndonos que es una victoria que el ministerio canalice nuestro reclamo. Es tan lamentable la situación actual del movimiento obrero, que lograr que el Ministerio de Trabajo dicte la conciliación y nos dé una posibilidad de negociar el conflicto, lo consideramos justamente eso: un logro. Esto es entendible dados los incontables casos de despidos, suspensiones, persecuciones, falta de pago de horas extra, aguinaldo, etc, donde el reclamo de los trabajadores pasa desapercibido por todos y no se consigue nada. Sin embargo, desde el momento en que el gobierno interviene en el conflicto entre empresa y trabajador, haciendo las veces de mediador, y obligando a que los trabajadores suspendan las acciones que llevaban a cabo, terminan perjudicando siempre al reclamo obrero. Que el ministerio quiera intervenir es un signo de que vamos por buen camino ya que generamos situación que quieren finalizar, pero aceptar esa intervención como un logro es algo que no podemos permitir y mucho menos ver con buenos ojos.
Una vez que conseguimos la participación de los compañeros en cortes de calle, movilizaciones, paros, asambleas, etc. es fundamental seguir fomentando eso, que es lo que llamamos acción directa, es decir, la voluntad de los trabajadores puesta en marcha para resolver un conflicto que les preocupa a todos, actuando sin intermediarios. Cuando el ministerio dicta la conciliación obligatoria y la festejamos, estamos festejando nuestra derrota. Nada bueno proviene de sacar el conflicto del lugar de trabajo para depositarlo en una oficina del Estado donde no solo vamos a tener al gobierno y a la empresa en contra, sino que también se lo va a llamar al sindicato que nos representa por ley y que seguramente, intente arreglar nuestro conflicto sin oír nuestras demandas.
Cuando el gobierno aparece para callarnos, ya sea con la policía o con el ministerio, es porque vamos por buen camino, y es necesario en ese momento no doblar la rodilla, mantenernos unidos y fortalecer los lazos de solidaridad con los compañeros para que no nos engañen más ni nos vendan promesas. Siempre que el gobierno quiere destrabar un conflicto, lo hace silenciando a los trabajadores ya que defiende los intereses empresariales, y saber eso es fundamental para poder orientar nuestros esfuerzos por caminos que puedan llegar a buen puerto. Sabemos que no es fácil y que en este sistema todo tiende a pasar por los canales estatales, pero sabemos también que el resultado depende de la relación de fuerzas que tengamos en ese momento. Sabemos que es difícil pero no imposible. Tenemos que evitar a toda costa que encausen el conflicto por las vías institucionales, ya que ese es un terreno en el que seguramente seremos derrotados, ya que ellos tienen la ley de su lado.
Nuestro terreno es la calle, la asamblea y la huelga. Nuestra fuerza es la voluntad de los trabajadores y la solidaridad. Con la acción directa se gana.
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