Por La Plaga Libertaria, Bucaramanga, Colombia.
“La insurrección popular, por su carácter mismo, es instintiva, caótica y despiadada; supone siempre un sacrificio y un gasto enorme de su propiedad y la ajena. Las masas del pueblo están siempre dispuestas a sacrificarse; y lo que las convierte en una fuerza brutal y salvaje capaz de realizar gestos heroicos y de realizar objetivos en apariencia imposibles, es que poseen muy poco, o con frecuencia, nada, y por consiguiente la propiedad, no las desmoraliza*. Esa pasión negativa, sin embargo, está lejos de ser suficiente para elevarse a la altura de una causa revolucionaria. *Si la victoria o la defensa lo exigen no se detendrán ante el exterminio de sus propias aldeas y ciudades, y como la propiedad es por lo general, ajena, desarrollan positivamente una pasión destructiva… Pero sin ella, ésta última sería imposible, porque no puede haber revolución sin una destrucción extensiva y apasionada, una destrucción saludable y fecunda, puesto que es de ella y solamente de ella, de donde surgen y nacen mundos nuevos”. Mijail Bakunin, Escritos de Filosofía Política I
El mundo está agitado, las revueltas proletarias se presentan en diferentes latitudes y con regímenes políticos distintos, idiomas, costumbres, estilo de vida e historia sin mayor coincidencia. ¿Qué es lo que empuja a amplios sectores de la población a levantarse y rebelarse contra el orden establecido? ¿Por qué su extensión e incierta duración? ¿Qué anima a los participantes de estas protestas a reventar la cotidianidad y expresar un contenido carente, en apariencia, de una teoría política que la acompañe?
En los siguientes renglones no se pretende resolver estas preguntas en profundidad, sólo se quiere expresar una posición que busca alejarse de los análisis recurrentes de la prensa burguesa o partidaria que busca dar respuesta a todo mediante sus teorías y cosmovisiones estatistas donde lo que en el fondo se busca es canalizar o explicar el descontento a través de la institucionalidad, el partido o el programa, el cual (según ellos) inevitablemente solucionará los conflictos o conducirá a una revolución.
La situación en Egipto es un claro ejemplo de oposición a este sistema.Una resistencia civil que fue capaz de movilizarse con la suficiente magnitud y contundencia para lograr que una dictadura de más de 30 años tuviera fin, y no abandonar sus exigencias sólo con esto. Aún después de la expulsión de Mubarak (forzado en última instancia por una parte de la cúpula militar), las clases dominantes veían con preocupación cómo la presión social aumentaba, comprendían claramente que la válvula de escape para esta olla a presión en la que se había convertido el país egipcio durante el primer semestre de 2011, era la salida del cargo presidencial y convocar lo más rápidamente a elecciones. Ésta era la forma más directa para evitar que las revueltas continuaran radicalizándose. Sin embargo, las cosas no tuvieron el camino deseado por la clase en el poder.
La secta de características fascistas y misóginas, conocida como la hermandad musulmana asume el gobierno, y se le es confiada la restauración de una nación en crisis total porque ¿Cuál es el verdadero motor del fascismo, si no la unificación política y económica del capital?1;pero fracasan estrepitosamente, no logran gestionar el desarrollo capitalista en este país y, es así cómo durante los dos años siguientes, el descontento se generaliza, las promesas que se hicieron desde los cargos de ejercicio del poder de un cambio en la situación económica, y las reformas sociales que aliviaran la difícil situación de grandes sectores de la población, que habían caído en una espiral de miseria y pobreza, no son cumplidas.
Sucede, entonces, que la gente vuelve a tomarse las calles. En este período, esporádicamente fueron incendiadas sedes de partidos políticos (incluyendo la de la hermandad musulmana) en algunas ciudades, fueron atacadas comisarías de policía a (y no así a los militares, quienes en Egipto gozan de un reconocimiento y una legitimidad, al ponerse de parte de las demandas de los manifestantes de manera estratégica -para garantizar un control militar de la situación-, forzando que tanto Mubarak como Morsi abandonaran la presidencia), y atacadas sedes bancarias y de multinacionales. Con esto se expresa un contenido generalizado consciente o inconscientemente anticapitalista, una negación al modo de vida impuesto por el capital y garantizado por el Estado, una ruptura con la cotidianidad y la normalidad que necesita la economía para continuar su proceso de expansión y acumulación. Este es un movimiento que en los hechos, ha desbordado los aparatos de control, tanto así que cristianos y musulmanes indignados, se convertían en compañeros de lucha en las barricadas desde donde enfrentaban a la policía y a los simpatizantes fascistas de los decaídos Mubarak y más recientemente Morsi; la solidaridad internacional se volvió un aliciente para continuar en las calles y la resistencia egipcia se volvió un ejemplo de movilización para los proletarios de todo el mundo; muchos egipcios sintieron como propia la causa palestina -siendo el Estado egipcio cómplice de la barbarie que comete Israel contra la población en la franja de gaza-. De esta forma, en la praxis se han ido superando ataduras para el desarrollo de la revuelta proletaria, obstáculos como lo son los sindicatos -mediadores entre el capital y la fuerza de trabajo-, la religión y otras formas de ideología –aunque la situación de la opresión contra la mujer sigue siendo marcada, dentro del movimiento rebelde se han ido dando pasos en este sentido-.
Por otra parte, en Turquía y en Brasil las cosas son un tanto diferentes, pero, la expresión anticapitalista es mucho más evidente e incluso más documentada y difundida que en el caso egipcio. La revuelta turca que comenzó por defender un parque emblemático y de contenido emocional e histórico para un sector de la población turca, se desbordó una vez que las peticiones de los manifestantes en vez de ser resueltas por los canales institucionales, fueron respondidas con una brutal represión policial. Es aquí donde la democracia encuentra su doble cara: por un lado garantiza en el papel la defensa de los derechos de todos los ciudadanos, y por el otro, todo su aparato jurídico y policial existe para defender a todo costo la sacro-santa propiedad privada y la economía que gira entorno a ella; “desatada la represión ilegal o semi-legal, muchas personas suelen horrorizarse con lo ocurrido y buscan desesperadamente atacarla, denunciándola, solicitando que no vuelva a suceder. Lo extraño no es horrorizarse, sino no atacar el sistema que la permite y alienta. La represión no puede simplemente dejar de existir al interior de un mundo de opresores y oprimidos.
No es el capricho de tal o cual gobernante o policía, sino parte del plan sistemático y necesario de la burguesía para reprimir a nuestra clase”2. Es decir, la represión con su brutalidad y sus excesos, es inherente a la existencia de una sociedad dividida en clases sociales antagonistas –burguesía y proletariado-, ocurra esto en un país con un gobierno neoliberal o “socialista”.
Es así, como con el pasar de los días, la represión policial en Estambúl en lugar de disolver la protesta, aumentó la rabia y el descontento social y fue así, cómo durante la primera semana de enfrentamientos, el movimiento se extendió por las principales ciudades del país. Habían por lo menos tres mil personas en las calles en los alrededores de la plaza Taksim de Estambúl, construyendo barricadas de forma coordinada, creando centros improvisados de primeros auxilios, haciendo máscaras anti-gas de forma casera, generando espacios de discusión ambulante, y bibliotecas móviles con propaganda revolucionaria. Starbucks, McDonald’s, concesionarios de automóviles, y sedes bancarias fueron víctimas fáciles, todas destruidas con inusitada violencia por los grupos anarquistas -que tienen una considerable presencia en la ciudad- y a éstos, se les sumaron gran cantidad de personas que develaron por un momento cómo éstas instituciones se benefician del actual orden social y de la economía que gira en torno al mundo del trabajo. Evidenciando con esto cómo “la comunidad obrera anti-capitalista surge, entonces, del enfrentamiento cotidiano contra el trabajo enajenado. Más allá de nuestras ideas políticas o relaciones familiares, somos hombres y mujeres cuyas necesidades humanas se encuentran en contradicción objetiva con las necesidades de la acumulación capitalista, que son las que dan forma al proceso de trabajo. Nuestras necesidades y capacidades entran en conflicto con la condición proletaria que individualmente nos aparece como impuesta por la coerción económica y estatal, pero que en realidad es reproducida por nuestra auto-alienación como clase. El objetivo inherente de nuestra lucha contra el capital no es una explotación “más digna”, tampoco un gobierno socialista, o un capitalismo “obrero”/autogestionado, sino la abolición de nuestra condición proletaria y de todo aquello en la sociedad que la hace posible.”3
Por lo tanto, los enfrentamientos con la policía especialmente durante la noche4, fueron acompañados de actos artísticos y simbólicos, como por ejemplo el uso de los marcos de los paraderos de transporte urbano destruidos durante los disturbios, para colocar lienzos con mensajes hechos por los estudiantes universitarios en lugar de la acostumbrada publicidad. Con esto se quiere expresar que la revuelta requiere de todas las armas que se tengan a disposición: “Somos explotados como los otros y queremos terminar cuanto antes con la explotación. Para nosotros, la revuelta no necesita de otras justificaciones. Nuestra vida se nos escapa y todo discurso de clase que no parta de esto no es otra cosa que una mera mentira. No queremos dirigir ni sostener movimientos sociales, sino participar en los que existen en la medida en que reconozcamos en ellos exigencias comunes. Desde una perspectiva desmedida de liberación, no hay formas de luchas superiores. La revuelta necesita de todo, diarios y libros, armas y explosivos, reflexiones y blasfemias, venenos, puñales e incendios. El único problema interesante es cómo mezclarlos.”5
Por consiguiente, los sucesos de Estambúl y en general de la revuelta turca, pues el movimiento se extendió a las principales ciudades del país, hacen recordar los hechos del Mayo del 68 en Francia, claramente con las diferencias históricas, pero en la intensidad y magnitud de lo que significan para el proletariado, de la solidaridad y el internacionalismo emergente para con los rebeldes turcos, “en la crítica radical antiautoritaria a las estructuras burocráticas, uniformes y jerarquizadas de partidos y sindicatos y del poder de dominio en general; es el inicio del quiebre de las estrategias y de la tradición moderna, jacobina y leninista del partido y vanguardia; el rechazo de la alienación, colonización y miseria de la vida cotidiana en el capitalismo maduro”.6
Análogamente, en Brasil las protestas con cortes de vías y barricadas por la medida arbitraria del alza en el pasaje del transporte urbano especialmente en Sao Paulo, subieron de intensidad con el pasar de los días, pues a esto se le sumó los reclamos por los gastos excesivos en infraestructura para la copa confederaciones, antesala del mundial de fútbol de 2014. Cientos de personas comenzaron a protestar a las afueras de los estadios en horas donde se iban enfrentaban selecciones nacionales y donde hacían presencia medios de información y de control masivos con el fin de visibilizar sus exigencias.
La priorización de las inversiones para el espectáculo futbolístico sobre las ingentes necesidades de la población en materias como alimentación, salud y vivienda -a pesar de los maquillajes estadísticos que oficialmente se difundía sobre que la cantidad de pobres había disminuido en todo el país- llevaron a que grandes sectores sociales se tomaran las calles de los principales centros urbanos de Brasil y comenzaran con una revuelta que le dio la vuelta al mundo. Brasilia, Rio de Janeiro, Porto Alegre y Sao Paulo fueron epicentro de masivas manifestaciones y de fuertes enfrentamientos con la policía, ataques a sedes de gobierno, destrucción de peajes en carreteras estatales, invasión del parlamento en Brasilia y Rio de Janeiro, destrucción de cajeros automáticos, saqueo a algunos supermercados, daños a centros de comercio y sedes bancarias, y recurrentes barricadas en calles principales.7
En estos hechos, hay un contenido explícito anti-capitalista, un rechazo en la práctica a los valores del estilo de vida capitalista y al igual que en la revuelta de Los Ángeles en 1965 “es una revuelta contra la mercancía, contra el mundo de la mercancía y del trabajador-consumidor jerárquicamente sometido a las medidas de la mercancía… (…) como esa abundancia se toma al pie de la letra y se alcanza en lo inmediato, en lugar de perseguirla indefinidamente en la carrera del trabajo alienado y del acrecentamiento de las necesidades sociales aplazadas, los verdaderos deseos están expresándose ya en la fiesta, en la afirmación lúdica y en el potlatch de la destrucción. El hombre que destruye las mercancías demuestra su superioridad humana frente a las mercancías. No permanecerá prisionero de las formas arbitrarias de las que se ha revestido la imagen de su necesidad”8
Hasta el día de hoy (11 de julio), ya fue convocado un paro nacional que fue atendido por los principales sindicatos del país, uniéndose de ésta manera la clase trabajadora (ya que en los enfrentamientos nocturnos y las primeras movilizaciones eran conformadas por más de un 70 por ciento de estudiantes universitarios), paralizando el sector financiero, los principales puertos del país y con ellos el libre flujo de mercancías desde el atlántico brasileño, el sector transporte a media marcha y otros tantos sectores que reclaman contra medidas que atentan contra su integridad, aprovechando la coyuntura para reclamar sobre las leyes que reglamentan el sistema general de pensiones y los ingresos públicos al sector salud y educación. De forma similar a lo que sucede en Chile en estos momentos, donde los sindicatos y los sectores relacionados con los puertos marítimos y la minería, junto con los estudiantes secundarios y universitarios están movilizándose conjuntamente reclamando una reforma tributaria que redefina los ingresos estatales a la salud, la educación y la renacionalización del cobre, a un gobierno de corte fascista y neoliberal en cabeza del empresario y multimillonario Sebastián Piñera.
De lo anteriormente mencionado, queda aún por verse cómo terminarán resolviéndose estos conflictos dentro de las fronteras nacionales donde se desarrollan. Es probable que terminen con la desmovilización de los sectores participantes como en el mayo francés -aunque desde ya, lo superan en duración del conflicto-, como también puede suceder que se agudicen, pero en este momento, podemos decir que estas “revueltas inconscientes” tienen un contenido real muchísimo más claro y contundente que el expresado en cualquier programa o postulado de cualquier partido político o sindicato, se haga llamar revolucionario o no. El movimiento generado, ha traspasado las barreras entre naciones y nos ha hecho sentir como parte de estos conflictos aunque nos encontremos a miles de kilómetros. ¿Por qué? Porque somos parte de una misma clase, la clase que es explotada bajo el capitalismo: el proletariado. La alegría y la energía transmitida por los rebeldes turcos, egipcios o brasileños, o las movilizaciones de estudiantes secundarios en Chile; durante los enfrentamientos nocturnos, cuando destruían mercancías, cuando tomaban sus liceos y resistían de una forma o de otra a los desalojos, o cuando acorralaban a la policía, esa pasión creativa o destructiva que se transmite, no es más que el reflejo que en lo abstracto, en lo fundamental, tenemos los mismos intereses, que somos expoliados por el mismo sistema de explotación global que ha penetrado en todos los aspectos de nuestras vidas y que nos impide ser verdaderamente humanos.
Resumiendo, la potencialidad de estas revueltas proletarias no está en su duración ni en su intensidad, sino en el contenido real que expresan y el deseo individual y colectivo de tomar por nuestra cuenta las decisiones que nos lleven a apropiarnos de nuestras vidas, en el deseo de auto-suprimirnos como clase, no en la vana ilusión de gestionar lo existente sino de abolir las relaciones de producción capitalista, y con ellas el trabajo asalariado, en el rompimiento con las relaciones sociales que nos aíslan de los demás y que nos impiden la construcción de una verdadera comunidad. En la afirmación de no querer seguir siendo mercancías de uso y desuso de la economía dependiente de nuestra fuerza de trabajo. En el deseo de romper con las circunstancias forzadas y reguladas, y con buscar satisfacer nuestras necesidades y deseos en pos de crear una verdadera comunidad humana, comunidad que va en contradicción con la acumulación y el modo alienado de no-vida capitalista.
Ya para finalizar queremos resaltar unas reflexiones extraídas de la publicación Cuadernos de Negación:
“Esta contradicción, a su vez, no aparece desde el momento en que se adopta tal o cual ideología. De hecho, las ideologías no aportarán nada en ese sentido más que la sensación de pertenencia y movimiento que sin más que la adhesión conducirían a la revolución final. Lo que se quiere dejar en claro, al fin y al cabo, es lo siguiente: no estamos en contradicción con esta realidad por la ideología o no que adoptemos, es decir, no estamos en contradicción por ser comunistas y vivir en el mundo de la propiedad privada, no estamos en contradicción por ser anarquistas y vivir bajo el ojo de dios y el pie del gobierno. Estamos en contradicción porque somos asalariados, explotados y oprimidos en todos los aspectos de nuestras vidas, y es eso lo que nos empuja a luchar. Podremos reconocer más claramente esa contradicción entre la vida y lo que atenta contra ella, pero jamás por salirnos de la realidad, por el sólo hecho de que vivimos en este mundo.”9
“Luchando por los intereses históricos de nuestra clase -a sabiendas o no-, aun cuando estos intereses son parciales, es que los proletarios comenzamos a reconocernos como seres humanos (con nuestras capacidades y posibilidades), y es en la generalización de esas luchas, ya no sólo de carácter individual, sino social, que ponemos en jaque a toda la organización social que nos destruye, nos oprime y nos deprime.”10
Bibliografia
1. “Cuando las insurrecciones mueren” Gilles Dauvé,1979* ¿Por qué los disturbios en Egipto? Video en youtube: http://www.youtube.com/watch?v=b_ywo_XZh1s
2. Cuadernos de negación nº5 “Contra la democracia, sus derechos y deberes” 2011
3. “¡Abajo los restaurantes! Una crítica obrera al trabajo asalariado” Mariposas del Caos, 2010.
4. Ver video en youtube en el link: http://www.youtube.com/watch?v=DKv601khylM
5. Ai Ferri Corti con lo existente, sus defensores y sus falsos críticos. Anónimo, 1998.
6. El anarquismo en las luchas sociales “De la crisis del anarquismo al mayo del 68” Federación Anarco-Comunista de Argentina
7. Ver video: http://www.youtube.com/watch?v=A2D_9oN7y-M
8.“La decadencia y caída de la economía espectacular-mercantil” Revista InternationaleSituationniste nº10, 1966.
9. Cuadernos de negación nº2 “Sobre las clases sociales o la maldita costumbre de llamar a las cosas por su nombre” 2009.
10. Cuadernos de negación nº3 “Contra la sociedad mercantil generalizada” www.cuadernosdenegacion.blogspot.com
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