La extensión del paro universitario que tuvo
como punta de lanza los problemas económicos, y la imposibilidad del gobierno
de sofocarlo, ha permitido que directa o indirectamente hayan pasado a
resaltar las reivindicaciones políticas y sociales ajenas al discurso inicial
del llamado a paro, entre ellas, la defensa de la autonomía. Pero, ¿sabemos qué
es esa autonomía o solo peleamos por ella al estilo ciego del militarismo?
Hoy día se
ve afectada por la bota militar del Estado, y a nivel interno su práctica no
escapa de dinámicas con "mecanismos
viciados y viciosos" (N. Méndez). Todo ello se enmarca en la cultura
petrolera venezolana, clientelista y burocrática con una dinámica política,
económica y social en torno al subibaja del precio petrolero, tal como señala N.
Méndez respecto al papel de la universidad venezolana en el último lustro:
“… la universidad ha
justificado su condición de receptor de recursos porque contribuye a una
relativa movilidad social ascendente, a través de la formación masiva de
profesionales que son la base de una “clase media” que recibe su tajada de la
renta a cambio de contener la protesta social y servir de ilusión justificadora
al orden imperante.”(1)
Nuestra
autonomía ha derivado de dicha dinámica creando directa e indirectamente rasgos
corruptos y perversos; deficiencia en la calidad académica donde el deterioro y
carencia de insumos impide desarrollar seres integrales y conocedores de su
realidad “científica”, humana y social; el “pirateo” de profesores y
estudiantes por la mera profesionalización del educando como única meta,
creando especialistas que sólo esperan recibir un título para ocupar un puesto,
convirtiéndose en meros profesionales “eficientes por la rentabilidad”; mengua
en las relaciones humanas donde el individuo se ha atomizado y llega a ser, consciente
o inconscientemente, egoísta en la construcción de su realidad social; el
modelo educativo autoritario donde la relación profesor-estudiante se ha
banalizado a una dinámica de emisor-receptor; tecnocracias que crean relaciones
verticales impidiendo la democratización social y real del conocimiento; entre
otros.
La autonomía ha de defenderse y reinventarse. Considerar
su conceptualización, composición, y su praxis
pasada y presente. Abarca el plantearse el deber
ser de la universidad, su organización a nivel laboral y académica, las
relaciones personales, la administración de recursos, el pénsum y su forma de
discusión y construcción de conocimiento, junto a los múltiples aspectos
referidos a la actividad universitaria. Ha de ser construida entre tod@s, sin
imposiciones y con consensos no tecnocráticos que surjan de la razón, el
estudio y la tolerancia, interrelacionando las distintas
escuelas para construir una comunidad integrada con un sentido de pertenencia
hacia su Alma Mater, que reescriba continuamente la noción de autonomía y el
qué, por qué y para qué de la universidad. Para ello es importante involucrarse crítica, científica y
reflexivamente en lo que pretendemos vindicar, sin la injerencia de los grupos
de poder político-partidista que pretenden llevar la universidad hacia el
mantenimiento o imposición de su propio status-quo.
Debemos hacer el llamado a la construcción de una universidad
"renovada", mediante la asistencia y participación de la comunidad en
la misma en pro de superar su
mediocridad. Asistir es resistir,
ocupar los espacios para construir universidad y levantar al debate la
infinidad de asuntos que aquejan nuestra sociedad.
Old Sideshow Bob
(1) http://periodicoellibertario.blogspot.com/2013/07/por-una-universidad-autonoma-y.html
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