Círculo anárquico Villa Española – Malvin Norte y afines.
Una lectura muchas veces barata del post-estructuralismo ha
atraído al mundo anarquista ciertas posibilidades de más autoritarismo o de qué
algunos eternos marxistas arrojen sus ideas sobre la teoría anárquica. Algunos
creen solucionar en lo teórico la idea de Poder, hacer que lo aceptemos argumentando
más o menos que éste es sólo una relación, o más bien, que en toda relación
humana hay Poder. “Acéptenlo” quieren decirnos cómo si fuésemos cerrados en no
aceptar su concepto “más amplio” de Poder. Esas discusiones no nos son
interesantes. ¿Cómo llaman éstos a las relaciones en donde se cristaliza una
relación de desigualdad? también Poder.
Así todos los intentos de algunos autores por atacar una
concepción “arcaica y limitada” se caen por la borda. El propio Foucault se dio
cuenta que era limitada la concepción que dejaba la idea de Poder como toda
relación y punto e intentó vincular cierto tipo de relaciones al término autoridad.
Ahora, lo importante en lo que nos compete es ver las consecuencias de meter
esta terminología autoritaria en lo práctico. Pero antes, una última aclaración
de índole histórica. Los grupos anarquistas que en la Rusia revolucionaria admitieron
y hasta usaron la frase “todo el poder al soviet” o sea, a los municipios
libres, lo hicieron bajo una remarcada crítica que decía que ellos como
anarquistas se oponían a la concepción de Poder y dieron siempre argumentos de
lo que esto debía significar. Era sólo una forma de pelear contra el
centralismo del socialismo autoritario, un slogan que no les era propio y que consideraron
siempre peligroso. La autodeterminación no involucra necesariamente Poder.
Por supuesto que el hecho que se haya utilizado
mayoritariamente siempre una forma de decir las cosas no significa tampoco que
haya que seguir utilizándola. Nada de eso. No decimos que porque en su casi
totalidad los anarquistas hayan estado en contra del Poder tengan que seguir
estándolo. Si nos parece, es por la defensa de nuestra libertad y no por
tradición.
Decir “Poder popular” es más que una forma odiosa de decir
algo, es en sí una forma de concebir la organización social, la resistencia y
la libertad humana. Es una posición política determinada y no sólo una forma de
decir que nadie debe gobernar. ¿Cuáles son las consecuencias del poder popular?
Partamos primero de lo que significan los términos. El
concepto de Poder implica dos elementos distintos y hasta dispares que sin
embargo pueden ir parejos dentro del concepto. Poder involucra la potestad
(potestas) que es antianárquico por excelencia. Involucra la legitimidad de una
persona, espacio o colectivo de dictar ley o norma sobre otro u otros.
Involucra como se ve, dominación. La legitimidad, no de acordar sino de generar
ley. El otro elemento es la potencia (potentia), el poder hacer algo, la
facultad por la cual alguien puede efectivamente hacer una cosa. Yo puedo hacer
esto y yo tengo la potestad de hacer algo son dos cosas distintas que sí
involucran una diferencia importante. El juez tiene muchas veces ambas.
Nosotros luchamos contra la potestad que hace a alguna persona o colectivo
“tener el derecho” de coerción sobre otro, de hacer él una norma o ley, no la
capacidad de las personas de poder hacer. Parece una diferencia sólo de
palabras pero no lo es y no lo son las posibilidades que abren o limitan a
nuestro hacer y a nuestra proyección a futuro. Generalmente no soy puntilloso
con los términos pero acá es muy importante y quiero mostrar cómo no es sólo
una cuestión de una palabra por otra como argumentan algunos.
Para nosotros sobre el único que debe decidir una persona es
sobre si misma y sobre lo único que debe decidir una asamblea cualquiera es
sobre si misma, ahí viene la cuestión de esto.
El poder, a no ser que estemos hablando de la capacidad que
tiene alguien de hacer algo (que no es el caso) involucra siempre decidir sobre
otro, principio de dominación. No sobre uno mismo. El agregado de popular
intenta añadir que es el pueblo el que debe decidir... ahora ¿sobre si mismo o
sobre quién?
El poder popular no es la anarquía, no puede serlo, es su
opuesto, la antigua idea de dictadura del proletariado. Y, una “dictadura del
proletariado” siempre es una dictadura sobre el proletariado. Si bien Poder
popular no explicita que tipo de estructura es la que ejerce la potestad de
mandar en un territorio particular (asamblea, organización social, etc.) la
coerción queda definida en la idea misma. Decir Poder popular no significa que
el Poder estará en todos, de ser así no habría en verdad Poder, a no ser sólo
en el sentido de capacidad de hacer una cosa u otra. O el pueblo se “manda a sí
mismo” o el pueblo tiene la facultad de hacer leyes, para lo cual surgirán las
mismas estructuras sociales autoritarias de siempre, más o menos democráticas
según se pueda. Como los defensores no ocultan, el poder se ejerce sobre otros,
en relación con otros, en este caso ¿las otras clases? ¿Los “lúmpenes”? siempre
sobre otros ¿los que no estén en las asambleas o en la organización?
Recuérdese que una “norma” libremente acordada es de las que
se respetan, no de las que se obedecen.
Véase que es muy distinto llamar al Poder popular que a la autodeterminación
o a la autonomía. Éstas no nos alejan de la realidad de las tensiones, luchas y
demás desagradables posibilidades pero no adjudican el principio de autoridad a
nadie. Nuestro “no queremos mandar ni obedecer” queda perdido y bastardeado por
los promotores del Poder popular.
La sinceridad de muchos compañeros.
Nos ha quedado claro, en muchas discusiones y charlas con
compañeros que para muchos de ellos la idea de Poder popular es sólo una forma
más de referirse a una cosa, que no exista Estado, que la gente no tenga que
obedecer a un Estado. Así que lo entendemos, no decimos para nada que tengan
siempre malas intenciones, al contrario. Para muchos sólo significa que sea la
gente la que “mande” sin ningún gobierno. Pero nos queda claro también lo
peligroso de no profundizar las cosas y nuestras propuestas sobre qué es lo que
queremos. Si queremos órganos con la potestad de mandar estamos fritos, por más
llenos de participación que los visualicemos. No nos olvidemos que la anarquía
no se acerca siquiera a la simple democracia directa. Por otro lado, si los
órganos toman decisiones sólo sobre si mismos no habría Poder popular.
Sin entrar en la cuestión de qué es lo popular, entremos en
la cuestión de qué tipo de estructuras imaginan que son las que ejercen ese
Poder popular. Organizaciones sociales, se nos dice y ¿cómo se relacionarán? De
forma federativa, tal vez…
Al no ser ni siquiera estructuras económicas, sueño
anarco-sindicalista y sindicalista revolucionario se hace aún más claro que lo
que se creará son órganos más o menos estables de Poder. Éstos deben decidir
sobre otros, poner reglas e imponer reglas (en pos vaya uno a saber de qué,
necesidad revolucionaria o “somos la representación del pueblo”), principio de dominación.
No olvidemos que nuestra propuesta es la de un territorio con “reglas” sí, si
quieren llamarlas así pero libremente acordadas y no dictadas por un órgano que
se cree legítimo. Nuestra idea es la del cambio, comprendemos la necesidad de
la ruptura, la tenemos muy presente. Ahora, hay mucha diferencia entre
“violencia revolucionaria”, los actos para sacarse las cadenas, que el generar
en la propia práctica liberadora las cadenas que nos atraparán junto con
nuestros hermanos a un nuevo Poder.
Muchas veces el querer simplificar es bueno, otras
peligroso. Partimos de lo que somos y entendemos de las cosas, de ahí sale nuestro
análisis de lo que significaría y significa de hecho Poder popular.
La no sinceridad de muchos otros.
En un intento de aunar fuerzas con ciertos sectores
marxistas creemos se basa la insistencia en querer llevar a los anarquistas a
los abismos del Poder.
Tal vez, intentos organizativos buscando avanzar y
consolidar fuerzas sean las causas sinceras y hasta entendibles. Pero las ideas
antiautoritarias no son un cartel a agiornar. Las ideas anarquistas se han
construido a base de pelea y experimentación en el campo de la lucha social y
los principios no se pueden adaptar a la táctica. No creemos ser iluminados o
defensores de una tradición impoluta o sacra, al revés, consideramos que el
cambio es lo que nos hace fuertes y tenemos que estar despiertos. Así como
hemos atacado siempre las tácticas legalitarias que tanto mal han hecho a las
personas domando lo poco libre de nuestros instintos, tenemos que oponernos a
la desconfianza en la libre iniciativa social y las ideas que intentan
llevarnos hacia nuevas cadenas disfrazadas de solución vendida a los pueblos.
Ahora, tampoco debe confundirse la libre iniciativa con la
incapacidad práctica de funcionar.
No somos ni seremos de los que se pelean por consignas, de
los que dirigen sus fuerzas a lograr se ponga su palabrita en una asamblea o
ámbito cualquiera. Estamos lejos de todo eso, no intentamos hacer lucir más una
bandera que otra, grupo, sigla o alguna idiotez así. Defendemos la idea de autonomía,
autoorganización y lucha social que corresponde como enamorados de la libertad
que estamos. Para vivir libre, pelear libre.
Círculo anárquico Villa Española – Malvin Norte y afines.
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