Rafael Uzcátegui
Antes de pasar al motivo del presente escrito, para evitar de entrada críticas superficiales, coincido con aquellas personas que afirman que el gobierno de Estados Unidos es responsable de algunos de los crímenes más atroces contra la humanidad. Así mismo, que hay que resistir por todos los medios a la imposición de su hegemonía en todos los órdenes, una intención matizada de hecho hoy por el multilateralismo inherente a la globalización económica, pero tan persistente y nefasto como en el pasado.
Dicho lo anterior deseamos complejizar las, a nuestro juicio, ligeras interpretaciones acerca del anuncio de la imposición de sanciones contra la compañía petrolera venezolana PDVSA por parte del gobierno norteamericano. Como anunció el subsecretario de Estado, James Steinberg, el pasado 24 de mayo su gobierno impuso sanciones a siete empresas extranjeras, citamos, “por hacer negocios con Irán que según Washington han contribuido al desarrollo del polémico programa nuclear iraní. Según los cables noticiosos las empresas son: 1) Naviera Tanker Pacific, de Singapur; 2) Ofer Brothers Group, de Israel; 3) Associated Shipbroking, de Mónaco; 4) Petrochemical Commercial Company International, de Jersey e Irán; 5) El grupo Royal Oyster de Emiratos Arabes Unidos; 6) Speedy Ship, de Emiratos Arabes Unidos e Irán y 7) Petróleos de Venezuela (PDVSA).
El anuncio de las sanciones contra la petrolera venezolana ha levantado una campaña “contra la agresión imperialista” por parte del gobierno venezolano y la Asamblea Nacional y, especialmente, desde el Ministerio “del Poder Popular” para la Energía y Petróleo, con su ministro Rafael Ramírez a la cabeza. Además, las sanciones han sido rechazadas por el bloque parlamentario opositor y algunos de los actores políticos más mediáticos del antichavismo, como el gobernador de Miranda Henrique Capriles Randonsky. Incluso algunos sectores de la izquierda revolucionaria no chavista, como la Unidad Socialista de Izquierda (USI) increpó lo que denominó “acostumbrada arrogancia imperialista”, sin dejar de recordar la entrega de los recursos petroleros realizada por el gobierno del presidente Chávez.
Algunas afirmaciones sobre las sanciones comienzan, a fuerza de repetirse, a convertirse en lugares comunes. Una de ellas, reiterada convenientemente desde los medios de comunicación bolivarianos, es que estas medidas son equivalentes al bloqueo económico impuesto a Cuba, desde 1961, por parte de los Estados Unidos. Y, por extensión, parte de la estrategia gringa por asfixiar la “revolución” bolivariana. No solamente esto es falso porque los tiempos son diferentes sino porque la propia naturaleza de las sanciones es distinta. ¿Cuáles son? Tres básicamente: 1) Eliminación de acceso a contratos con el gobierno estadounidense, 2) Eliminación del financiamiento para exportaciones o importaciones a Estados Unidos y 3) Negación de licencias para el control de tecnologías petroleras patentadas en Estados Unidos. Como se explicó en la rueda de prensa las medidas no implican otras cosas, como por ejemplo la prohibición a PDVSA de la venta de petróleo a Estados Unidos ni afectarán a ninguna de sus subsidiarias en el país, como Citgo. Tampoco, como si fue en el caso cubano, se amenaza con represalias a países o empresas que negocien con la petrolera venezolana. PDVSA, y no Venezuela, ha perdido con esta medida algunos privilegios comerciales con los Estados Unidos. Y esto hay que tenerlo claro. Una cosa es hacer negocios y otra comerciar con privilegios y prerrogativas. Y estos últimos, los que acaba de perder PDVSA, son los que han promovido organismos como la Organización Mundial de Comercio para catalizar el intercambio de capitales y mercancías en todo el globo.
Por ello es paradójico, para decir lo menos, que todas las movilizaciones “populares” promovidas por las instituciones del gobierno venezolano estén, en el fondo, exigiendo recuperar los privilegios comerciales recientemente perdidos de PDVSA con los Estados Unidos. Asimismo, dado que el verdadero tema de fondo es el aislamiento a Irán (1), será interesante ver si, por ejemplo, las organizaciones GLBT bolivarianas jerarquizarán su identidad nacional o su identidad de clase. ¿Se solidarizarán con la petrolera venezolana o con los gays y lesbianas asesinados por el gobierno Iraní? Similar reto tienen las organizaciones de mujeres cercanas al “proceso”: Realizar un posicionamiento sobre el régimen de Irán que congenie el sufrimiento de las mujeres de ese país con su propia identidad chavista. Lo cierto es que vaciado de todo contenido real y avasallado por una eficiente campaña de propaganda, el gobierno del presidente Chávez utilizará el incidente para calentar las calles como inicio formal de la campaña electoral del 2012, y por otro lado, pasar la página y cohesionar a una parte de sus seguidores –precisamente los que están movilizándose más- descontentos con la ilegal entrega del periodista sueco-colombiano Joaquín Pérez Becerra.
Lo interesante es que tanto el oficialismo venezolano como la oposición se han unido en el rechazo a las sanciones como en la defensa de la compañía estatal petrolera. Y esto es porque ambas comparten el mismo modelo de desarrollo, basado en la exportación de energía, de manera segura y confiable, al mercado internacional a través de una compañía controlada política y económicamente por el Estado, independientemente de los costos ambientales y sociales.
Venezuela seguirá vendiendo petróleo y gas a su principal socio comercial en esta materia, que son los Estados Unidos. Y esto es así porque en los últimos 12 años, a través de la modalidad de las empresas mixtas, se ha profundizado el rol venezolano de maquila energética para los mercados consumidores. A pesar, especialmente, de cierta retórica incendiaria.
Entre esta pugna entre compradores, vendedores y reglas de libre comercio, los activistas anticapitalistas no tenemos nada que decir.
(1) Recordamos que las sanciones son contra un grupo de 7 empresas extranjeras energéticas acusadas de negociar con Iran, entre ellas, una de Israel. ¿También hay una campaña desestabilizadora del "Imperio" contra este país?, ¿Son malas las sanciones contra PDVSA y buenas contra una compañía israelí?
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