Jonathan Eibisch
Al ocuparme anteriormente de la perspectiva anarquista sobre la teoría de los sujetos y la teoría de la hegemonía, quedó claro que mi enfoque era ver la teoría anarquista (y también la práctica) como pensar y actuar en paradojas. En mi opinión y experiencia, esta es una forma sensata de lidiar con las contradicciones sociales de una manera productiva y emancipadora. Solo si podemos soportar y desarrollar aún más las tensiones que se crean, podremos desarrollar una ética, organización y teoría radicales. Sin embargo, me parece una pregunta abierta si los anarquistas representan una política radical o si no desarrollan una crítica radical de la política, por lo tanto, no persiguen la política en sí misma, sino que actúan deliberadamente antipolíticamente.
Al ocuparme anteriormente de la perspectiva anarquista sobre la teoría de los sujetos y la teoría de la hegemonía, quedó claro que mi enfoque era ver la teoría anarquista (y también la práctica) como pensar y actuar en paradojas. En mi opinión y experiencia, esta es una forma sensata de lidiar con las contradicciones sociales de una manera productiva y emancipadora. Solo si podemos soportar y desarrollar aún más las tensiones que se crean, podremos desarrollar una ética, organización y teoría radicales. Sin embargo, me parece una pregunta abierta si los anarquistas representan una política radical o si no desarrollan una crítica radical de la política, por lo tanto, no persiguen la política en sí misma, sino que actúan deliberadamente antipolíticamente.
En este contexto, "política" significa el modo de negociar intereses contradictorios de diferentes grupos sociales en una sociedad que a menudo está dividida ("antagonista") por el estado de derecho. Los respectivos grupos y proyectos políticos tienen grados muy diferentes de poder económico, cultural, simbólico y político para provocar, influir o prevenir decisiones generalmente vinculantes. Es decir, la política siempre tiene lugar en un campo político caracterizado y moldeado por el poder, cuya forma es el resultado de las luchas sociales. Se manifiesta en instituciones y procesos determinables que fueron moldeados por luchas políticas anteriores. La "política radical", de todas las orientaciones políticas e ideológicas, surge con la aspiración no solo de participar en el juego de los debates políticos, sino de cambiar las condiciones bajo las cuales funciona la política misma. La acción social revolucionaria, por otro lado, no está dirigida a políticas (y democracia) "más", "otras", "más directas" o "más genuinas", sino por el contrario, a la superación de la perspectiva de la política a favor de políticas descentralizadas, horizontales, voluntarias, federales y autónomas. Modos de organización.
Debido a que esto solo puede lograrse junto con la superación de la sociedad antagónica en forma de reglas, los anarquistas no son "apolíticos" sino "antipolíticos": se ven obligados a trabajar a través de procesos políticos (nuevas leyes, decisiones presupuestarias, torneos electorales, escándalos, etc.) y, a veces, utilizan a regañadientes medios políticos y formas de expresión (manifestaciones "autorizadas", iniciativas ciudadanas, comunicados de prensa formales, ciertas demandas, etc.). La antipolítica anarquista describe una crítica radical de la política (las luchas por el poder, la mentira, los compromisos flojos ...), de la cual de alguna manera los izquierdistas y los socialdemócratas se han enamorado casi por completo. La antipolítica muestra que hay muchas otras formas en que podemos abordar los problemas, organizarnos ante ellos y tomar medidas para superarlos. En un sentido más amplio, esto representa el concepto anarquista de acción directa. Las acciones directas no se refieren ni apelan a las instituciones intermedias (obligatorias en la acción política institucionalizada), no utilizan grupos de personas para intereses específicos de su fracción, sino que promueven el empoderamiento y autoorganización del colectiv. Sin embargo, las acciones directas también reflejan sugerencias sobre dónde ir. Encarnan los valores éticos y el contenido emancipatorio por el que abogan y surgen de formas organizativas con las que se anticipará la sociedad futura deseada. De hecho, en una anarquía plenamente realizada, no habría política (como se describió anteriormente). Los conflictos (que seguirán existiendo, pero que serían mucho menos amenazantes) se abordarían de modo más relajado a través de otras formas y procesos de negociación que se tratarían en instituciones basadas, por ejemplo, en sistemas de consejos.
Sin embargo, dado que no podemos elegir libremente las condiciones de nuestras acciones, sino que, al menos en parte, tenemos que volver a las condiciones que imperan en la sociedad jerárquica existente. Incluso si defendemos la anarquía, los anarquistas nos movemos en contradicción. A diferencia de otros socialistas y la mayoría de los radicales de izquierda, no vamos simplemente a tragarnos la amarga píldora y practicar una "realpolitik radical". Por otro lado, confirmamos que nuestro propio ego es consistentemente radical, por ejemplo, al rechazar por completo la política institucionalizada. Sin embargo, esto hace poco por las personas que se ven gravemente afectadas por las relaciones de poder, a quienes posiblemente no podemos pedir que se sacrifiquen "por la causa", pero cuyo propósito debería ser luchar por que sus situaciones y circunstancias de vida cambien notablemente para mejor. Esta es la razón por la cual los anarquistas, en mi opinión y en mi percepción, actúamos de manera opuesta y más allá de la política y solo podemos minimizar esta contradicción en el curso de la radical renovación estructural de la sociedad. Para describir esto, para centrarnos en él de manera significativa y, en base a ello, para poder desarrollarlo aún más, propongo usar el término (anti) política en la teoría anarquista.
[Sección tomada del texto más extenso, titulado "Für eine neue anarchistische Theorie!" (¡Por una nueva teoría anarquista!), cuya segunda parte se publicó en el periódico Gai Dao # 107, Offenburg, marzo 2020, númeri completo accesible en https://fda-ifa.org/gai-dao-no-107-maerz-2020. Traducido del alemán por la Redacción de El Libertario.]
el anarquismo es APARTIDISTA no es apolitico, apolitico es el cobarde que no vota pero tampoco hace nada en las calles, el apartidista no vota pero si cree en la presion y en la protesta social callejera.
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