Humberto Decarli
La sensación de estar en un país militarizado es cada vez mayor en Venezuela. La presencia castrense, policial y paramilitar en las calles de las ciudades más importantes de la nación constituye una evidencia de estos pasos tendientes a cumplir objetivos bien diáfanos para la cúpula gobernante. Esa visualización bélica persigue en el plano internacional, el mensaje de estar preparados para cualquier invasión aunque ante ataques quirúrgicos ejecutados por drones y misiles de alta tecnología no vale ninguna guerra asimétrica; y en el interno, en la intimidación para evitar la agudización de los conflictos sociales inferidos de la profunda crisis en la cual estamos inmersos.
La sensación de estar en un país militarizado es cada vez mayor en Venezuela. La presencia castrense, policial y paramilitar en las calles de las ciudades más importantes de la nación constituye una evidencia de estos pasos tendientes a cumplir objetivos bien diáfanos para la cúpula gobernante. Esa visualización bélica persigue en el plano internacional, el mensaje de estar preparados para cualquier invasión aunque ante ataques quirúrgicos ejecutados por drones y misiles de alta tecnología no vale ninguna guerra asimétrica; y en el interno, en la intimidación para evitar la agudización de los conflictos sociales inferidos de la profunda crisis en la cual estamos inmersos.
El ejército en los países socialistas
Las fuerzas armadas en el mundo estalinista representaban un estamento privilegiado como garante de la soberanía y de la dominación interna. Los desfiles del primero de mayo estaban conformados por efectivos uniformados con un significante nítido: cualquier discrepancia estaba presta a ser aplastada inmediata e implacablemente. Estas marchas se presentaron recurrentemente en Moscú, Beijing, La Habana, Pyongyang, Phnom Penh, Ulán Bator, Hanói, Vientián, Maputo y Luanda, amén de las grandes ciudades de las democracias populares europeas en el pasado siglo posterior a la derrota nazi.
La simbología socialista se expresaba siempre con valores de la fuerza y la violencia: un puño, un fusil, un cañón, un misil y el mensaje de la destrucción como punto de inflexión social. Esas expresiones demostraban la clara identificación del autoritarismo con las supuestas muestras de ingeniería social creadora de la nueva sociedad. Es una manifestación indubitable de la ecuación de la dictadura del proletariado con los regímenes fácticos en general.
Recientemente un video clip del cantante Manu Chao sobre la canción Bella Ciao, revivida por la serie la Casa de Papel, producida por Netflix, es un contenido directo acerca de los valores revolucionarios traducidos en pistolas, armas, muertes y una dosis de heroísmo para implantar los fines de la presunta nueva sociedad. La fotografía de Korda del Che Guevara es una imagen guerrillera, cónsona con la naturaleza autoritaria del argentino quien en una carta a su padre le confesaba sentir satisfacción matando traidores.
Los totalitarismos de derecha
Demás está decir que las experiencias reaccionarias emergidas en la Europa decimonónica, en el siglo veinte y en los demás continentes en el contexto de la guerra fría, también fueron tendencia hacia los valores de los guerreros nacionales. El fascismo de Benito Mussolini, el nacionalsocialismo de Adolfo Hitler, los cultores de la patria representados en Anastasio Somoza, Manuel Odría, Leónidas Trujillo, Rojas Pinilla, Alfredo Stroessner, Juan Domingo Perón, GamalAbdelNasser, Achmed Sukarno, Mobutu, MoiseTchombe y paremos de contar, fueron sus representantes más conspicuos.
La corriente conservadora, cumpliendo con el principio medieval extrema se tangunt coincidió con su par totalitario de izquierda. Unos en nombre de la patria y la identidad nacional, los otros actuando como personeros del proletariado, ambos portadores del mensaje conductor hacia el paraíso perdido distanciándose de la utopía para dirigirse hacia el averno.
Tradición autoritaria venezolana
Uno de los rasgos más acentuados de Venezuela es el autoritarismo derivado de la condición existencial de la independencia. El país nació aprovechando la invasión francesa a España que obviamente incidió en el declive de la relación colonial. La Primera República fue una experiencia civil constituida fundamentalmente por los mantuanos caraqueños. Sus líderes firmantes tanto el 19 de abril de 1810 como el 5 de julio de 1811 de las actas respectivas, eran brillantes civiles como Coto Paúl y Muñoz Tébar pero la postura conservadora de los criollos y la reacción realista promovió al militarismo como fórmula de defensa de esa primera actividad republicana y a partir de allí fueron los oficiales del ejército mantuano quienes protagonizaron la vida política nacional.
Desde la conformación de la República de Colombia hasta la separación venezolana en 1830 hubo una alianza entre líderes populares forjados al calor de las batallas, vale decir, militares por la coyuntura, con las oligarquías tradicionales de Caracas y Valencia y siempre predominó la concentración de poder junto a la imposición de voluntades como fórmula de compensación ante los esfuerzos de quienes estuvieron presentes en las confrontaciones. Esa actuación de los milicos forzó una situación de privilegios donde los mantuanos y los cabezas de las armas desplazaron a los españoles peninsulares y se ubicaron en el vértice de la dominación en la sociedad venezolana.
El movimiento iniciático seguido por las prácticas de la Segunda y la Tercera Repúblicas prendió en el alma de las élites dominantes y lleva a un historiador serio como Germán Carrera Damas a aseverar que el gran legado del Libertador a Venezuela es el autoritarismo, como lo señala en El militarismo, Bolivarianismo, una ideología de reemplazo, porque siempre fue contrario a descentralizar desde su autocrítica sobre la caída de la Primera República, el Manifiesto de Cartagena, el Decreto de guerra a muerte, la persecución de los pastusos, la dictadura en Bogotá y su actuación siempre en defensa del poder en pocas manos.
El siglo diecinueve, luego de la independencia, fue una sucesión de gobiernos militares encabezados por José Antonio Páez, los Monagas y Santiago Mariño. Se produjo un sacudimiento armado, denominado guerra federal concluido con un avenimiento entre las partes pero manteniendo la sumisión del pueblo ante los uniformados.
Los andinos al final del siglo diecinueve vinieron a Caracas para alcanzar el poder político que les faltaba porque ya tenían el económico al no haber sido afectados por la federación. Cipriano Castro tomó el poder y nueve años después, fue reemplazado por Juan Vicente Gómez, quien formó el actual Estado venezolano, profesionalizando las fuerzas armadas al contratar con tales fines a un oficial chileno de corte prusiano, Samuel Mc Gill, centralizar en Maracay y Caracas el poder político y crear un sistema impositivo para garantizar el funcionamiento de su dictadura.
Le siguieron dos gobiernos presididos por oficiales gomecistas, Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, siendo este último derrocado por militares bien reaccionarios en alianza con el partido AD y su líder Rómulo Betancourt, presidente de la Junta de Gobierno nacida con la asonada exitosa. Esta asociación duró solo tres años, suficientes para sembrar a Acción Democrática en todos los rincones del país y transformarla de una organización minúscula en una de masas inmensa; y al efectuarse elecciones triunfó Rómulo Gallegos defenestrado a los ocho meses por los socios de los adecos.
Hubo una nueva Junta de Gobierno que duró hasta la muerte de su presidente, Carlos Delgado Chalbaud hijo. Luego Pérez Jiménez se adueñó del poder y concluyó con su huida el 23 de enero de 1958. Es relevante destacar la salida del oriundo de Michelena gracias a la división del ejército cuando no era posible controlar las asonadas por doquier. Antes la resistencia había sido reprimida fuertemente y mantenida a raya pero una pequeña crisis económica dio al traste con la administración del tarugo.
Viene la experiencia populista conocida con el cognomento de puntofijismo, nucleada alrededor de AD y Copei y los comodines como URD, FND, FDP, MAS y MEP. Fue estructurada a base de cinco factores de poder: las fuerzas armadas, los empresarios representados por Fedecámaras, los sindicalistas con la CTV y otras confederaciones; los partidos políticos y el Alto Clero. Fue la solución de gobernabilidad encontrada para reemplazar la dictadura perezjimenista. A pesar de dos bonanzas financieras ingentes, la de 1973 y la de 1978, la democracia clientelar hizo aguas por la pésima administración y corrupción. El viernes negro, el Caracazo y las dos tentativas de golpes de Estado de 1992, presagiaron su descenso. Las elecciones de 1998 determinaron el triunfo electoral de un caudillo proveniente del ejército, Hugo Chávez Frías. Es de hacer notar que el problema castrense tampoco fue resuelto por los adecos y copeyanos porque teníamos un esquema cuasipretoriano, como acertadamente lo describe el coronel José Machillanda en su texto Poder Político, Poder Militar, obra que le costó la baja.
La victoria chavista inauguró un esquema populista militarizado donde el eje del gobierno se centraba en los uniformados. Constituían el centro del devenir estatal y partiendo de la tesis de la unión cívico-militar entraron en gran escala en el aparato de dominación. Hoy controlan los alimentos, las divisas, los hidrocarburos, la minería y cualquier rubro de actividad pública. Son la quintaesencia del país en combinación con el ente cubano de control, el G-2, y los aliados colombianos (ELN y la disidencia de la FARC).
De tal manera que podemos concluir en la existencia de una subjetividad social proclive al caudillo, a la guerra y al despotismo, gracias a la secuencia histórica constructora de esa mentalidad. Además, el machismo, el culto al líder y la concesión de las soluciones al cuerpo élite, dibujan una mente con aspiraciones fácticas y no institucionales.
La imagen castrense en la cotidianidad del país
Conforme pasan los días es normal la presencia de los militares, los milicianos, las distintas policías y los mal llamados colectivos, los tontonmacoutes empleados para hacer el trabajo sucio. En las calles se aprecian a la policía nacional y su unidad de élite, el FAES, sindicada por organismos nacionales e internacionales de violar los derechos humanos y efectuar ejecuciones extrajudiciales. Igualmente la guardia nacional,el Conas, Dgcim, el Sebin y los gendarmes municipales. Como se puede apreciar, existen muchos organismos represivos en el país y se desempeñan como si estuviéramos en estado de sitio por la arbitrariedad con la cual actúan.
Le siguieron dos gobiernos presididos por oficiales gomecistas, Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, siendo este último derrocado por militares bien reaccionarios en alianza con el partido AD y su líder Rómulo Betancourt, presidente de la Junta de Gobierno nacida con la asonada exitosa. Esta asociación duró solo tres años, suficientes para sembrar a Acción Democrática en todos los rincones del país y transformarla de una organización minúscula en una de masas inmensa; y al efectuarse elecciones triunfó Rómulo Gallegos defenestrado a los ocho meses por los socios de los adecos.
Hubo una nueva Junta de Gobierno que duró hasta la muerte de su presidente, Carlos Delgado Chalbaud hijo. Luego Pérez Jiménez se adueñó del poder y concluyó con su huida el 23 de enero de 1958. Es relevante destacar la salida del oriundo de Michelena gracias a la división del ejército cuando no era posible controlar las asonadas por doquier. Antes la resistencia había sido reprimida fuertemente y mantenida a raya pero una pequeña crisis económica dio al traste con la administración del tarugo.
Viene la experiencia populista conocida con el cognomento de puntofijismo, nucleada alrededor de AD y Copei y los comodines como URD, FND, FDP, MAS y MEP. Fue estructurada a base de cinco factores de poder: las fuerzas armadas, los empresarios representados por Fedecámaras, los sindicalistas con la CTV y otras confederaciones; los partidos políticos y el Alto Clero. Fue la solución de gobernabilidad encontrada para reemplazar la dictadura perezjimenista. A pesar de dos bonanzas financieras ingentes, la de 1973 y la de 1978, la democracia clientelar hizo aguas por la pésima administración y corrupción. El viernes negro, el Caracazo y las dos tentativas de golpes de Estado de 1992, presagiaron su descenso. Las elecciones de 1998 determinaron el triunfo electoral de un caudillo proveniente del ejército, Hugo Chávez Frías. Es de hacer notar que el problema castrense tampoco fue resuelto por los adecos y copeyanos porque teníamos un esquema cuasipretoriano, como acertadamente lo describe el coronel José Machillanda en su texto Poder Político, Poder Militar, obra que le costó la baja.
La victoria chavista inauguró un esquema populista militarizado donde el eje del gobierno se centraba en los uniformados. Constituían el centro del devenir estatal y partiendo de la tesis de la unión cívico-militar entraron en gran escala en el aparato de dominación. Hoy controlan los alimentos, las divisas, los hidrocarburos, la minería y cualquier rubro de actividad pública. Son la quintaesencia del país en combinación con el ente cubano de control, el G-2, y los aliados colombianos (ELN y la disidencia de la FARC).
De tal manera que podemos concluir en la existencia de una subjetividad social proclive al caudillo, a la guerra y al despotismo, gracias a la secuencia histórica constructora de esa mentalidad. Además, el machismo, el culto al líder y la concesión de las soluciones al cuerpo élite, dibujan una mente con aspiraciones fácticas y no institucionales.
La imagen castrense en la cotidianidad del país
Conforme pasan los días es normal la presencia de los militares, los milicianos, las distintas policías y los mal llamados colectivos, los tontonmacoutes empleados para hacer el trabajo sucio. En las calles se aprecian a la policía nacional y su unidad de élite, el FAES, sindicada por organismos nacionales e internacionales de violar los derechos humanos y efectuar ejecuciones extrajudiciales. Igualmente la guardia nacional,el Conas, Dgcim, el Sebin y los gendarmes municipales. Como se puede apreciar, existen muchos organismos represivos en el país y se desempeñan como si estuviéramos en estado de sitio por la arbitrariedad con la cual actúan.
Igualmente existe un rígido control sobre las personas como se evidencia de la operatividad del Saime, las notarías, registros, aduanas en los puertos y aeropuertos, mostrando a una nación cerrada con la mayor rigidez de supervisión del Estado. La manida tesis de la unión cívico militar solo ha servido para convertir al país en un campo de concentración porque a mayor participación castrense hay una práctica cuyo contenido es vivir en una prisión y gracias al proceso de dominación cumplido por la asesoría cubana, la gente termina aceptando el mal vivir y colaborando, cual síndrome de Estocolmo, con sus agresores.
La bota brillante exhibida por los soldados del Tercer Reich, los de Mussolini, los castristas, los norcoreanos, los de Pinochet, de “Chapita” Trujillo, los de Duvalier, Somoza y Stroessner, forman la arquitectura de una imagen guerrerista con un amedrentamiento implícitoen sus formas, jugando al heroísmo de defender la patria ante un enemigo externo real o imaginario. Nos encontramos ante esa situación terrible descrita y narrada por George Orwell en su 1984 en medio de una macabradistopía. Tendremos que despertar de esta pesadilla para salvarnos como seres humanos.
La bota brillante exhibida por los soldados del Tercer Reich, los de Mussolini, los castristas, los norcoreanos, los de Pinochet, de “Chapita” Trujillo, los de Duvalier, Somoza y Stroessner, forman la arquitectura de una imagen guerrerista con un amedrentamiento implícitoen sus formas, jugando al heroísmo de defender la patria ante un enemigo externo real o imaginario. Nos encontramos ante esa situación terrible descrita y narrada por George Orwell en su 1984 en medio de una macabradistopía. Tendremos que despertar de esta pesadilla para salvarnos como seres humanos.
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