Patricia Marcano
Podría decirse que Mario Enrique Bonilla Valera es un precoz. No más salir de la adolescencia se iba de fiesta lo mismo que abría empresas de todo tipo, en países distintos, logrando meter su nombre en una veintena de compañías antes de cumplir los 30 años. ¿Un superdotado de los negocios? Mejor un muchacho en el lugar y momento precisos para hacerse amigo de los hijos de la “primera combatiente”, Cilia Flores. Alcanzó a mover tantos hilos y dinero en tan poco tiempo que pronto quedó al descubierto su identidad no tan secreta: ser uno de los testaferros de la familia presidencial.
Podría decirse que Mario Enrique Bonilla Valera es un precoz. No más salir de la adolescencia se iba de fiesta lo mismo que abría empresas de todo tipo, en países distintos, logrando meter su nombre en una veintena de compañías antes de cumplir los 30 años. ¿Un superdotado de los negocios? Mejor un muchacho en el lugar y momento precisos para hacerse amigo de los hijos de la “primera combatiente”, Cilia Flores. Alcanzó a mover tantos hilos y dinero en tan poco tiempo que pronto quedó al descubierto su identidad no tan secreta: ser uno de los testaferros de la familia presidencial.
[Tomado de https://armando.info/Reportajes/Details/2625.]
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