Giorgio Sacchetti
[Nota previa de El Libertario: Este texto, escrito en el año 2012 pero que conserva vigencia, se refiere en especial a las actividades del Centro de Estudios de las Cocinas del Pueblo en Massenzatico, Italia, y a las jornadas que organiza cada dos años, evento que sigue realizándose.]
En 2004 se inauguró con éxito el ciclo que continúa hasta hoy: un laboratorio político cultural único en su género. Un diseño general que movió a los organizadores junto con nosotros entusiastas participantes. Las convocatorias abarrotadas, el evento bienal puntual, las iniciativas notables (con la adhesión de intelectuales, escritores y personalidades culturales) ocuparon un espacio temático desatendido por cualquiera de las numerosas asociaciones, algunas meritorias, que se mueven en el amplio espectro de la difusión eno-gastronómica en Italia. Después de las "cocinas populares" (en 2006), las "literarias" (dedicadas a la ficción social en 2008), las de los utópicos (sueños y necesidades, en 2010) y de la locomotora (en 2012), volvemos al tema central de la Revolución (2014).
[Nota previa de El Libertario: Este texto, escrito en el año 2012 pero que conserva vigencia, se refiere en especial a las actividades del Centro de Estudios de las Cocinas del Pueblo en Massenzatico, Italia, y a las jornadas que organiza cada dos años, evento que sigue realizándose.]
En 2004 se inauguró con éxito el ciclo que continúa hasta hoy: un laboratorio político cultural único en su género. Un diseño general que movió a los organizadores junto con nosotros entusiastas participantes. Las convocatorias abarrotadas, el evento bienal puntual, las iniciativas notables (con la adhesión de intelectuales, escritores y personalidades culturales) ocuparon un espacio temático desatendido por cualquiera de las numerosas asociaciones, algunas meritorias, que se mueven en el amplio espectro de la difusión eno-gastronómica en Italia. Después de las "cocinas populares" (en 2006), las "literarias" (dedicadas a la ficción social en 2008), las de los utópicos (sueños y necesidades, en 2010) y de la locomotora (en 2012), volvemos al tema central de la Revolución (2014).
Se ha persistiido en las intenciones iniciales. La atención se ha centrado en diversos grados en tres áreas de interés: Comida / socialidad en la historia de las clases populares; alimentación y vanguardias artísticas; producciones naturales y denominaciones municipales. Todo esto siguiendo el hilo conductor de las culturas libertarias, desde el movimiento de trabajadores y campesinos al el radicalismo del siglo XX, hasta los acontecimientos actuales en términos de recuperación en términos cualitativos, ecológicos, sociales y justos del acto de comer/producir "para el pan y para el las rosas ".
Ya el volumen publicado (desafortunadamente el único) con las actas de la primera conferencia recopila información útil para un estudio sobre la conexión histórica entre la comida y la subversión/solidaridad: de las gafas Guccini y rebeldes del suburbio protoindustrial al "trabajador del disfrute" de 1977; desde las cafeterías de los mineros hasta la imaginativa gastronomía de la roja y proletaria Emilia; desde la fructífera cocina de los campesinos toscanos hasta las heroicas cenas futuristas impregnadas de masculinismo y revueltas burguesas; de los alimentos resistentes y antifascistas a los revolucionarios...
La emancipación social como una práctica antiautoritaria ("sin tomar el poder" como se dice) y de lucha decidida contra el mundo inhumano del Capital ha intentado conectarse idealmente con las prácticas cotidianas inspiradas en el derecho innato de cada habitante del planeta. para el uso de los recursos necesarios para vivir y, además, para alcanzar incluso la excelencia y la felicidad agroalimentarias. Al señalar el fracaso del modelo agrícola industrializado y basado en patentes respaldado por la OMC y los Estados, la soberanía alimentaria local, el placer responsable y el derecho a un alimento seguro y nutritivo, se reclamó la reconstrucción de una cadena democrática territorial productor-consumidor, en un antagonismo irreconciliable al sistema de distribución actual ("una mierda" para usar palabras de Veronelli). Siempre refractario a cualquier homologación y, por lo tanto, también a la gastronomía de élites, pero respetuoso de las creencias individuales e incluso mitos colectivos no compartidos, de culturas antropológicas particulares, de todas aquellas diversidades que, en definitiva, se abren al diálogo, renunciando a la dominación.
La identidad alimentaria como concepto tiene fuertes valores de ambigüedad. La cocina es el lugar de la experimentación, la comunicación creativa y la contaminación cultural. Por el contrario, con gran fuerza se ha querido presentar como elemento característico de las supuestas pequeñas patrias. La excusa de las tradiciones y las raíces, a menudo argumentada incluso por gente que desconoce el ámbito que menciona, constituye una premisa para el rechazo del otro, la negación de la reunión, una razón declarada como legítima por los nativos y a la cual llega debido a su exclusión. La cocina históricamente auténtica no existe realmente, porque la cocina es invención y lenguaje, un fenómeno cultural y social que resulta de procesos en constante movimiento, susceptibles a infinitas variables y variaciones. Como la revolución.
[Publicado originalmente en italiano en http://www.arivista.org/?nr=374&pag=cucine3.htm. Traducido al castellano por la Redacción de El Libertario.]
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