Anahí Méndez e Iván Cicchini
«El post-anarquismo puede ser visto,
entonces, como una serie de estrategias político-éticas contra la dominación,
sin garantías esencialistas y las estructuras maniqueas que condicionan y
restringen al anarquismo clásico. Se podría afirmar la contingencia de los
valores e identidades, incluidas las propias, y afirmar, en lugar de negar, la
voluntad de poder. Sería, en otras palabras, un anarquismo sin resentimiento.»
El anarquismo y la política del
resentimiento, Saul Newman
Nos
enfocaremos en repasar algunos
aspectos relevantes del corpus clásico del
anarquismo y nos detendremos en algunas de sus limitaciones
que lo llevaron a su pérdida de
relevancia política y teórica. Comenzamos con una
ambiciosa definición, para luego establecer
conexiones con lo que denominamos post-anarquismo.
Por
anarquismo entendemos a una amplia corriente política
que se basa en la oposición a toda forma
de opresión (de género, de raza, económica, cultural,
política, etc.) mediante el uso de medios
de lucha consecuentes para el cumplimiento de
esa meta. Nace en el XIX como movimiento
en oposición al dominio capitalista y como
proyecto de construcción de una economía
alternativa basada en el apoyo mutuo, la autogestión,
la descentralización, la defensa
de las libertades individuales y de la libertad
de asociación para la cooperación. Los medios
para lograr esta construcción son la horizontalidad
y el cuestionamiento a la representación,
la educación crítica-laica y liberadora,
la democracia y acción directa, junto con
el combate continuo a los diversos dogmatismos. Además,
la mayoría de los identificados con
el anarquismo defienden la organización federativa.
Otros rasgos básicos son el anticlericalismo,
antiautoritarismo y el antiestatismo.
La crítica a las religiones se conecta con el
cuestionamiento a todos los sistemas metafísicos-dogmáticos
opresivos.
El
feminismo es otro componente central del anarquismo,
dado que combate la doble opresión que
padecen las mujeres producto del capitalismo, patriarcado
y los diversos dispositivos de control
del Estado. El antiestatismo ácrata va más allá
del cuestionamiento clasista del socialismo
clásico (el problema no es sólo que el Estado
sea utilizado por la clase dominante como
instrumento para poder explotar y reprimir a los
trabajadores), ya que se cuestiona de raíz
al gobierno centralizado, la legitimidad de los
representantes, el monopolio de la violencia, la burocracia, el dominio
arbitrario y parasitario sobre
los miembros de la población.
Buscamos
hacer una definición amplia y abierta, para
no mutilar excesivamente la enorme diversidad
de esta corriente política compuesta de múltiples
tendencias. Cada vertiente hace hincapié
en distintos aspectos y hasta reniega de otros,
por ejemplo, el comunismo libertario pone
el énfasis en la igualdad, mientras que los más
individualistas se enfocan en la defensa de
las singularidades y la libertad del individuo. Otras,
defienden la insurrección violenta, mientras
que muchos tienden al pacifismo.
Identificamos,
a su vez, que en algunas corrientes actuales
se agregan: el antiespecismo, el anarcoveganismo,
el decrecimiento, el municipalismo libertario,
la teoría queer, etc. Sin entran
en detalles ya que cada vertiente requiere un
trabajo particular, sí es importante señalar que
estos nuevos colectivos y movimientos surgen en
unas condiciones particulares que caracterizan
a las sociedades actuales, como la crisis
climática, la explotación exponencial de la
biomasa, la emergencia del otro, del abyecto, la
mirada de la especie humana sobre las otras especies
no humanas (pensamientos heredados del antirracismo
y del movimiento por los derechos
civiles y humanos de los años ’60, ’70, ’80).
A lo que se suma con fuerza desde la hegemonía
del neoliberalismo y la cercana crisis capitalista
de 2008, un contexto generalizado de
crisis política y de las estructuras partidarias
tradicionales. Cabe destacar,
como lo hace Ibañez (2014), que “el anarquismo
no es una cosa del futuro sino del
presente”. Busca modificar la realidad actual donde
vivimos aunque no sea sobre su totalidad,
sino sólo de forma fragmentaria. Para poder
incidir concretamente y transformar así el
presente, de modo parcelario, pero radical, mostrando
de este modo la posibilidad de modos alternativos
de existencia.
«Y
esto dista mucho de ser poca cosa, sobre todo cuando
constatamos que los principios, las
prácticas y las realizaciones que caracterizan el
anarquismo son reinventadas, reivindicadas
y desplegadas por colectivos y por personas
que no provienen necesariamente
de los medios que se definen explícitamente
como anarquistas» (2014: 16).
Siguiendo
a Ibáñez, aquí creemos que cabe distinguir
analíticamente entre los movimientos neo-anarquistas
(manifestación práctica libertaria)
y post-anarquismo (renovación teórica del pensamiento
ácrata). Los primeros se asemejan a la tradición
de lucha libertaria por su énfasis en
la autogestión, la acción directa, la creación de
espacios autónomos prefigurativos, la democracia
directa, etc. Por post-anarquismo hay que
entender una tendencia en formación que
se caracteriza por compartir preocupaciones propias
del pensamiento ácrata, aunque gran parte
de las influencias sean extramuros, es decir,
provenientes de pensadores ajenos al anarquismo “purista”.
Para
comenzar a acercarnos a una definición de post-anarquismo,
consideramos que estamos hablando
de un conjunto de filosofías políticas y teorías
sociales nuevas que están empezando a
autopercibirse, muy lentamente, como afines a la corriente
ácrata. La “infidelidad” o heterodoxia
hacía la tradición es una característica
típica de esta reapropiación de los clásicos como
Bakunin, Stirner, Kropotkin, etc. El dogmatismo
y la ortodoxia no se corresponden con esta
corriente radicalmente crítica y reflexiva, a pesar
de los muchos defensores de la tradición
anarquista que se resisten a los cambios y
afirman la vigencia de los “sagrados” principios
fundadores.
Hay
pensadores que no retoman a los clásicos ácratas
(anarquismo extramuros según Ibáñez), pero
debido a su trabajo de investigación y preocupaciones
políticas se acercan a los temas típicos
de la reflexión libertaria: los problemas de
la representación, la crítica a la democracia liberal,
la teorización sobre el poder y las más sutiles
formas de opresión, la reflexión sobre la libertad,
etc. Debido a esto es difícil hablar de una teoría post-anarquista, puesto que sólo se
puede considerar que hay
parecidos de familia o puntos
de convergencia entre los distintos enfoques
que comparten temas como son el avance del
control, los peligros pero también posibilidades
que acompañan al desarrollo tecnológico,
la elaboración de alternativas que superen
la dicotomía estatismo (marxista o keynesiano,
tanto en sus versiones socialdemócratas,
populistas o leninistas) o neoliberalismo
(incluyendo los libertarios de derecha
o “anarco capitalistas”). Esta disyunción de
las corrientes políticas partidarias está en crisis,
junto con el dualismo izquierda-derecha. El
anarquismo, por su posición alternativa ante
estos problemas, se presenta como un camino que
está en sintonía con nuevos valores emergentes
y del que puede prosperar (o tener ventajas)
debido a los cambios sociales y culturales
que favorecen su desarrollo.
El
post-anarquismo como corriente de pensamiento y praxis
se manifiesta, desde nuestro punto
de vista, en movimientos políticos neo-anarquistas
diversos como el autonomismo y el zapatismo,
en las acciones directas de las protestas
contra la globalización neoliberal y el surgimiento
de las ideas altermundistas que despidieron
los años 1990 y dieron la bienvenida a
los años 2000. También en algunas manifestaciones
del “argentinazo” como las masivas asambleas,
las fábricas autogestionadas de fines de
2001, etc. Más recientemente, y como emanación
de la crisis internacional de 2008, las protestas
y zonas autónomas en Grecia, el movimiento
15-M en España, el Occupy Wall Street de
Estados Unidos, las manifestaciones de
los estudiantes chilenos y el masivo movimiento que
en Brasil se opuso a la realización del mundial
de fútbol. Por otro lado, se ve con más claridad
y en otra dimensión, en los cantones kurdos organizados a partir del
municipalismo libertario o
confederalismo democrático. Se
expresa, además, en algunos rasgos de culturas alternativas
o contraculturas como son el anarcopunk,
el skinhead antifascista, el hardcore californiano
y de Los Ángeles, en ciertos sectores
del movimiento animalista global como el anarcoveganismo,
y en la ética hacker y el hacktivismo
de esta era digital. También en algunos
pueblos indígenas y hasta en diversas comunidades
nuevas que se organizan sin jerarquías y
de forma democrática. Es
importante aclarar que si bien no todos se denominan
explícitamente “anarquistas”, existen relaciones
entre sus modalidades de lucha y sus estilos
de vida: organización descentralizada o
federal, horizontalidad, respeto y defensa de la diversidad
y el Planeta en su conjunto, el amor
libre o las formas de parejas alternativas, la
descreencia de la idea de fronteras, la oposición
a la “toma del poder” del Estado como estrategia
política para lograr transformaciones,
la democracia y acción directa, la
construcción de una contracultura contestataria
y transgresora. El énfasis en la autogestión
y la libertad.
En
el plano estrictamente teórico, en la teoría crítica
actual hay un potente interés por la biopolítica,
la autonomía, los problemas ontológicos-políticos;
también por la reconceptualización
de la explotación, el problema del
deseo, la estratificación social, la subjetividad,
la epistemología crítica, la ética vitalista,
los estudios críticos animales, etc. Todas
estas preocupaciones pueden ser asociadas, quizás
con bastante arbitrariedad, con el significante
post-anarquismo. Claro que no se pretende afirmar que
estas reflexiones e investigaciones están guiadas por la
influencia y el horizonte político
anarquista, sino que identificamos
que promueven una renovación teórica del
pensamiento crítico libertario con potencialidades
emancipadoras. No abordamos en este
trabajo todos estos temas, sino que seleccionamos
sólo algunos para poder profundizar.
Como
mencionamos anteriormente, las teorizaciones asociadas
al post-anarquismo están en movimiento,
en estrecha relación con las luchas, acompañan
a los movimientos y buscan potenciarlos.
Son teorías explícitamente cargadas de
valores y fines políticos, alejadas de las aspiraciones
universales y más ancladas en problemas
delimitados o locales y prácticos. No son
neutras ni quieren serlo, por esto están en constante
tensión con la lógica académica. No obstante,
en las universidades el interés por el estudio
del anarquismo va avanzando y es de allí
de donde emerge la sugerente reflexión post-anarquista.
Aunque todas las corrientes no se denominan
lisa y llanamente “anarquistas”, un conocimiento
mínimo de estos saberes emergentes
nos permite ver afinidades con la tradición
anarquista. Cuando critican al Estado, al
capitalismo, a la mercantilizada cultura burguesa,
al marxismo dogmático, a los partidos políticos
junto con la pretensión de cambiar la realidad
a través de la institucionalidad liberal o la “toma del poder” (democracia
delegativa, burocracia
estatal, centralización “democratica”,
instituciones represivas, etc.) se acercan
mucho a los pilares del pensamiento libertario.
Estas críticas, reiteramos, no emergen la
mayoría de las veces desde las formaciones
identitarias ácratas, sino que proliferan
desde actores involucrados en los distintos
movimientos sociales, los académicos comprometidos
con el cambio social o desde el
arte crítico. Es cierto que este pensamiento muchas
veces tiene muy pocas conexiones directas
con la tradición teórica del anarquismo, sin
embargo, hay puntos de confluencia y de cercanía
entre estas tradiciones críticas provenientes
del marxismo, el psicoanálisis, el estructuralismo,
la filosofía nietzscheana, heideggeriana
y los conceptos, preocupaciones y lineamientos
centrales del corpus anarquista [3].
Pero
no sólo la crítica compartida los acerca al anarquismo,
ya que comparten la desobediencia,
la construcción en la sociedad actual
de espacios liberados, que funcionan con otras
lógicas, y acercan a muchas personas a vivir la
experiencia de otro mundo posible aquí y ahora.
Esto se vincula con la preocupación por usar
medios de lucha que prefiguren los fines que
se anhelan: es decir, se entiende que no se puede
disolver el Estado mediante la toma del poder
del Estado, no se puede llegar a la horizontalidad
utilizando organizaciones verticalistas,
no se puede combatir a las ideologías
autoritarias con un nuevo dogma, etc. Estas
coincidencias, junto con otras que ya mencionamos
antes, permiten comprender la afinidad
entre los nuevos movimientos libertarios y
los anarquistas [4]. A
diferencia de otras corrientes,
no proponen dejar los grandes cambios sociales
para un futuro distante, sino que proponen
transformar la vida ahora mediante acciones
disruptivas directas, y vivir de la forma más
libre e igualitaria posible sin exigir el sacrificio
que requieren las leyes de la historia. La transformación
radical a nivel macro o societal no requiere
la subordinación de las singularidades
a un proyecto, sino que implica la participación
activa de los individuos en la autotransformación
de la existencia y en la transmutación
de valores. El énfasis en el cambio desde
el presente y en las alternativas inmanentes o
en los márgenes del sistema son un aspecto
clave de la política constituyente libertaria.
Para
finalizar este apartado, es importante destacar
que la multiplicación de prácticas libertarias no va acompañada de un
crecimiento en simultáneo de
organizaciones identificadas con
el anarquismo (sindicatos, grandes federaciones.
organizaciones específicas, etc.). No hay demasiadas
organizaciones con peso social que compartan
el imaginario clásico ácrata y que tengan
fuertes lazos con la memoria colectiva de las
luchas y experiencias anarquistas. La mayoría
de los identificados con el anarquismo consideran
que lo que estamos llamamos neo-anarquismo
no son revolucionarios auténticos, y tienen caracterizaciones peyorativas que impiden asociar a estos movimientos y sus
formas de lucha con su
“gloriosa tradición” anclada
en los esquemas clásicos de la lucha de clases.
Esto se convierte en un obstáculo para revitalizar
la tradición e impide una mayor influencia
del anarquismo sobre el neo-anarquismo.
Esta influencia podría retroalimentar tanto
a los anarquistas -que por su aislamiento
sectario y su anclaje en la antigua tradición
tienen muy poca relevancia-, como a los
nuevos libertarios -que muchas veces sufren de una
ausencia de una memoria colectiva que
permita un mayor arraigo e identificación política-.
Por
ello mismo, uno de los propósitos más ambiciosos
de este trabajo es contribuir a superar esta
situación de disputa estéril entre distintos modos
de practicar y entender los principales principios
políticos libertarios [5]. La
dilucidación de lo que tienen en común anarquistas,
neo-anarquistas y
post-anarquistas (aceptando y entendiendo
las diferencias que los separan) creemos
que habilitaría la posibilidad de una fuerte
aceleración del renacimiento del proyecto libertario.
Crecimiento que sería más que deseable en
un contexto de colapso del capitalismo y
de crisis de las alternativas marxistas clásicas y
populistas.
Notas
[3]
Para ver esta afinidad, entre perspectivas tan diferentes, un buen comienzo es la lectura
sintética de la tradición anarquista que hace E. Jourdain. En su
libro El anarquismo hace
un recorrido que va desde los orígenes
(siglo XIX) del anarquismo
hasta las múltiples corrientes actuales.
Recomendamos la lectura de este libro para
conocer las experiencias
históricas libertarias y acercarse
a las principales corrientes actuales. Por falta de espacio, no examinaremos en profundidad este libro,
aunque lo tendremos en cuenta
para pensar la actualidad del anarquismo.
[4] Aunque muchas veces el anarquismo se vio
afectado por la subordinación
o sacrificio del presente para
la realización de la redención
revolucionaria en el futuro.
[5]
Nato Thompson (2012) “La venganza del anarquista”, en Contraindicaciones.
Política, arte contemporáneo, amarillismo,
proselitismo, demagogia.
Recuperado de: http://www.contraindicaciones.net/2012/07/la-venganza-del-anarquista-por-nato-thompson.html.]
[Sección
extraída de la ponencia titulada “¿Post-anarquismo? Reflexiones sobre la emergencia del pensamiento libertario y su influencia en la renovación de las prácticas anarquistas”, cuyo texto completo es
accesible en https://www.aacademica.org/anahi.mendez/18.pdf.]
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