Martinico
Todas aquellas personas que hemos nacido en un entorno macro-urbano carecemos de los conocimientos necesarios para poder vivir de lo que el entorno natural nos puede llegar a facilitar, es por ello, por lo que son muchas las personas que ven la vuelta al entorno rural y el desmantelamiento progresivo de las mega-metrópolis como una necesidad primaria, ante el paradigma de crisis civilizatoria que se nos plantea en el siglo XXI ,ligada entre otros aspectos, al cambio climático, el pico del petróleo, la contaminación de las grandes urbes o el hacinamiento y precariedad de los barrios periféricos, por no hablar, de la injusta repartición de los recursos naturales entre los diferentes pueblos del mundo(desigualdad norte-sur).
Todas aquellas personas que hemos nacido en un entorno macro-urbano carecemos de los conocimientos necesarios para poder vivir de lo que el entorno natural nos puede llegar a facilitar, es por ello, por lo que son muchas las personas que ven la vuelta al entorno rural y el desmantelamiento progresivo de las mega-metrópolis como una necesidad primaria, ante el paradigma de crisis civilizatoria que se nos plantea en el siglo XXI ,ligada entre otros aspectos, al cambio climático, el pico del petróleo, la contaminación de las grandes urbes o el hacinamiento y precariedad de los barrios periféricos, por no hablar, de la injusta repartición de los recursos naturales entre los diferentes pueblos del mundo(desigualdad norte-sur).
Son muchos los movimientos sociales de la “izquierda” o incluso del ecologismo institucionalizado que abogan por otro tipo de relaciones sociales entre las comunidades humanas ,sin cuestionarse de manera alguna, la existencia del medio urbano abrumador existente en lugares como Madrid, Barcelona, Buenos Aires, Santiago, Sao Paulo, Caracas, Bogotáq o México D.F.-por poner algunos ejemplos- ,contando claro está, con sus sufridos extrarradios; extrarradios que representan uno de los mayores antagonismos para la consecución de una vida plena, digna y eco-autosustentable. Por ello y aunque sea políticamente incorrecto decirlo, no existe ni existirá un mundo ecosocial y socialmente justo, mientras que sigan existiendo megalópolis como las actuales ,por mucho que le pese, al ecologismo institucionalizado y a la “izquierda” ibérica.
Es por este tipo de aspectos, entre otros, por lo que tengo el convencimiento de que el cambio social debe ir ligado a la transformación radical del actual sistema de consumo y producción capital-productivista, tal cambio, debería de buscar el retorno a una vida más equilibrada con el territorio, además de abogar, por la recuperación de algunos de los aspectos positivos que encierran las culturas populares, herencia histórica que aunque con sus elementos negativos -mayoritariamente ligados a aspectos patriarcales y de maltrato a los animales-, conserva del mismo modo, un ADN de cooperación, trabajo colectivo y dinamismo para pueblos y comarcas, hecho este último, imprescindible para la necesaria reestructuración del territorio.
Hemos llegado a un punto en el cual es más que objetivo hablar de un grave problema para la preservación de las generaciones venideras en nuestro planeta, argumentando a renglón seguido, que hemos sobrepasado preocupantemente todos los límites inimaginables en cuanto a consumo, producción y construcción de megalópolis, situaciones, que ni el propio sistema de dominación ha sido capaz de controlar o gestionar. Ante esta pérdida de control, el Estado no ha dudado en generar guetos y militarizar las ciudades, aumentando la presencia policial, con el objetivo de no perder su hegemonía y seguir manteniendo vigente el modo de vida actual.
A lo largo de la historia encontramos referentes que nos pueden hacer soñar con que el ansiado cambio no es tan inalcanzable e irreal, por lo que frente a la negatividad del presente, soñemos con los conatos del pasado ,al igual, que destaquemos y pongamos sobre la mesa, aquellos proyectos que han nacido en nuestro presente para revolucionar nuestro modo de entender la vida y las relaciones humanas.
Existen distintos factores, que no hacen más que ratificar y evidenciar los elementos positivos que tendría una vida más orientada a la repartición de la población bajo factores demográficos y no económicos, hecho este último que supondría, una reducción del tamaño de las grandes ciudades de nuestro Estado, seguida, de una consecuente disminución de la contaminación en áreas concretas de nuestro territorio.
Este nuevo contexto, significaría la puesta en marcha de una una mayor soberanía alimentaria, la cual se vería acompañada y como es evidente, de una disminución del tráfico masivo de camiones que se da para trasladar a cientos de km la comida y suministros básicos del campo a las grandes ciudades, dicha situación, representaría también un importante ahorro energético. Por último y no menos importante, este paradigma futuro supondría un cuestionamiento del sistema capitalista y sus centros de negocios; algunas de las ventajas que obtendríamos en el plano político-organizativo con esta nueva situación, pasarían por la mayor posibilidad de implantar una vida basada en la soberanía popular y la democracia directa, coyuntura que facilitaría el cuestionamiento del Estado vertical y burocrático ,en contraposición, con el Confederalismo horizontal y descentralizado.
Por otro lado, es destacable remarcar el grado de conocimiento del entorno natural que adquirirían las siguientes generaciones, teniendo en cuenta, su mayor cercanía con él mismo, conocimientos, los que por otro lado, desconocemos en su mayoría las personas que hemos llevado a cabo nuestra socialización en las ciudades sobre-pobladas.
Esta nueva alternativa de vida no puede, ni debe ser gestionada por l@s polític@s profesionales, si no que por el contrario, debe encauzarse desde el dialogo entre iguales, la cesión y el consenso de los agentes sociales, ya que, de no poseer este aspecto conciliador y radicalmente horizontal, estaríamos reproduciendo las mismas formas de vida tiránico-capitalistas que se dan en las ciudades de la actualidad, por lo que desde mi punto de vista, sin democracia directa, autonomía y autogestión colectiva no hay cambio posible.
Comenzamos a vivir tiempos en los cuales, mucha gente siente la necesidad ante los acontecimientos ocurridos, de hacerse preguntas que seguramente en un pasado cercano no se habrían planteado; desastres nucleares, “crisis” indefinidas acompañadas de precariedad o el nulo control sobre nuestras vidas, empiezan a ser molestos acompañantes de viaje que el capitalismo se olvidó de presentarnos y que parecen no tener ninguna gana de abandonarnos.
Por lo que llegados a este punto, parece que este cuento que pensábamos que no tendría final, puede estar llegando a su fin, buena noticia por lo tanto, para todas aquellas personas que nos acostamos cada noche con la ilusión de levantarnos en otro mundo en el cual quepan muchos mundos(parafraseando al EZLN).
Por último y para cerrar este artículo, me gustaría destacar como muchas enfermedades presentes en el siglo XX y el siglo XXI, están directamente relacionadas según varios estudios científicos, con el modo de vida que se da en las ciudades; estrés, contaminación desmedida respirada a diario, una alimentación de baja calidad o unas jornadas de trabajo que entre desplazamiento y tiempo efectivo llegan a suponer 12 horas en muchos casos, representan algunos de los factores fundamentales que llegan a promover muchas de las principales causas de muerte en las sociedades modernas. No es baladí por lo tanto, llegar a la conclusión de que aunque la enfermedad siga existiendo en cualquier rincón del planeta, que duda cabe, que una vida más ecológica, natural y sustentable con el planeta, es una necesidad absoluta para contrarrestar el extremismo de la derecha liberal y la izquierda productivista, extremismo, que tiene como última estación la destrucción del planeta y de nuestra propia especie.
“Las megalópolis son el elemento principal que utiliza el Estado moderno y el capitalismo productivista para mantener el modelo de dominación político, socioeconómico, educativo, filosófico y sanitario que nos mantiene faltos de felicidad, y por lo tanto, de libertad”
[Tomado de https://elrincondemartinico.wordpress.com/2017/11/22/la-megalopolis-como-elemento-que-imposibilita-la-sustentabilidad-ambiental-y-el-cambio-social.]
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