Francesc Trillas (entrevistado por Dani Domínguez)
Es un juego fácil, no se necesita mucha equipación, cualquier niño o niña del mundo lo puede practicar, las reglas también son muy fáciles de entender, es emocionante… Así se refiere el profesor de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona Francesc Trillas al fútbol, que acaba de publicar Pan y fútbol. El deporte rey, espejo de la economía global (Alternativas Económicas). En su libro, reclama más transparencia y una mayor cultura por parte de la ciudadanía, que conlleve una menor permisividad con la corrupción, el fraude fiscal y con ciertas actitudes. También tiene algunas palabras para la prensa deportiva…
Es un juego fácil, no se necesita mucha equipación, cualquier niño o niña del mundo lo puede practicar, las reglas también son muy fáciles de entender, es emocionante… Así se refiere el profesor de Economía de la Universidad Autónoma de Barcelona Francesc Trillas al fútbol, que acaba de publicar Pan y fútbol. El deporte rey, espejo de la economía global (Alternativas Económicas). En su libro, reclama más transparencia y una mayor cultura por parte de la ciudadanía, que conlleve una menor permisividad con la corrupción, el fraude fiscal y con ciertas actitudes. También tiene algunas palabras para la prensa deportiva…
- (D.D.) Aludiendo al subtítulo de su libro, ¿de qué forma el fútbol es reflejo de la economía global?
(F.T.) El fútbol es un mercado muy integrado que refleja la globalización de los flujos económicos, es decir, la demanda del fútbol es global, hay gente que ve el mismo partido desde todos los rincones del mundo. Por la parte de la oferta, los flujos están formados por personajes que vienen de todo el mundo, incluso hay selecciones que están formadas por jugadores que no han nacido en el país en el que representan. También el fútbol refleja fenómenos un tanto inquietantes de la economía global como es la concentración de la riqueza, la corrupción, elementos de xenofobia… Al final el fútbol es un reflejo de lo bueno y lo malo del mundo de hoy.
- Le pregunto ahora por el título, ‘Pan y fútbol’, que recuerda a la locución de pan y circo, es decir, a la distracción de los problemas de las sociedades. ¿Es eso lo que trata de transmitir? ¿Es el fútbol el “opio del pueblo”?
No solo eso. Obviamente hay un sentido del título que habla del fútbol como un sustituto de algunas pasiones que hoy día tienen menos éxito. Sin embargo, por otra parte, el título intenta reflejar que el trabajo combina conocimientos de fútbol y conocimientos de economía: pan como sinónimo de economía. Ambas cosas no son incompatibles. Si en el fútbol se corrigiesen los aspectos más inquietantes, el pan como bienestar para la población y el fútbol irían de la mano. La intención del libro es conseguir un fútbol en el que podamos seguir disfrutando de la emoción de los mejores partidos y a la vez nos demos cuenta de que hay problemas que habría que ir reformando.
- ¿No está el fútbol totalmente alejado de la realidad de la afición? Le pregunto por las cifras estratosféricas que se manejan, por el precio cada vez mayor de las entradas en los estadios, que hace que la inmensa de mayoría solo pueda consumirlo por la tele (y pagando)…
Se está alejando de algunos sectores de la población que encuentran difícil ir a un campo de fútbol o pagar por un canal. Pero por otra parte, las audiencias siguen creciendo, hay gente dispuesta a pagar. Las clases medias de lo que se conocen como países emergentes, como China y otros países asiáticos, incluso ciertos sectores de Estados Unidos, un país muy rico y muy desigual, están empezando a seguir las ligas europeas de fútbol. Es verdad que los sectores más modestos tienen difícil acceso al fútbol, pero también es verdad que otros sectores están dispuestos a pagar cada vez más.
- Hay equipos que están apostando por un modelo de negocio en apariencia más sostenible y con una disposición social que va más a allá de lo deportivo. Quizá uno de los ejemplos más importantes a nivel global es el Sankt Pauli.
El Sankt Pauli es un equipo alternativo, de cultura okupa. Lo que pasa es que su modelo es difícil de generalizar, no podemos aspirar a que todos los equipos sean tan románticos como el Sankt Pauli, aunque ojalá fuese así. Yo creo que lo que si es exigible por parte de todos, federaciones, clubs, ligas… es que estemos dispuestos a distribuir las ganancias. Tenemos que aceptar que el fútbol atrae a mucha gente y mueve mucho dinero, y por eso hay que ser transparente y pagar impuestos. Debemos exigir a las estrellas que tributen y no podemos aplaudirles cuando cometen fraude fiscal. Son formas modestas y asumibles por parte de todos para que las ganancias del fútbol se repartan de una forma más equitativa.
- ¿Hay algún ejemplo en España similar al Sankt Pauli?
Que yo sepa no, al menos en las principales divisiones. Lo que sí hay son ejemplos de equipos que luchan por un modelo económicamente sostenible, por no gastar mucho en el mercado de fichajes… El Sevilla, por ejemplo, ha crecido mucho por la vía de no gastar y de ingresar. Hay equipos que han cuidado más la cantera que otros, como el Athletic de Bilbao, aunque es discutible que esto sea sostenible. Es decir, hay vías para apostar por un fútbol más arraigado y sostenible. Ojalá otros equipos empiecen a imitarlas y a ganar títulos.
- Usted habla en el libro de la necesidad de “reformar el fútbol”. ¿Cuáles son, a su juicio, las reformas más necesarias?
Principalmente el tema de la corrupción. Es algo totalmente inadmisible. Hay que tomar medidas que contribuyan a reducir la corrupción en el fútbol, que es manifiesta y en los últimos años ha estado muy presente con las detenciones de dirigentes de la FIFA, del fútbol en España… ¿Qué se puede hacer? Pues en el libro se lanzan dos sugerencias muy modestas, ya que estas deben surgir de un consenso mucho más amplio. En primer lugar, creo que habría que crear una agencia mundial anticorrupción en el deporte, y en el fútbol específicamente, siguiendo el modelo de la Agencia Mundial Antidopaje, es decir, una agencia de expertos de alto prestigio que se encargara de monitorizar la corrupción.
La otra propuesta es una actitud mucho más activa y supervisora de lo que son las instituciones grandes jurisdicciones democráticas y muy especialmente la Unión Europea. La UE ya ha hecho algunas cositas pero debería ser mucho más activa y tener una política de tolerancia cero ante cualquier tipo de corrupción.
- ¿Por qué se suele tener tanta manga ancha con la corrupción en el mundo del fútbol?
Porque somos muy tolerantes con el fútbol y con sus estrellas. Como nos gusta tanto el fútbol, estamos dispuestos a perdonar mucho más, a hacer la vista gorda ante la corrupción, el fraude fiscal, el racismo… Esto requiere un cambio cultural, porque si no exigimos limpieza y ejemplaridad ante todos los que componen el fútbol, a largo plazo el fútbol perderá credibilidad. El modelo actual solo es sostenible a corto plazo.
- De la misma forma, hay cierta tolerancia con la xenofobia, la homofobia y el machismo.
Cierto. En cierta medida, el fútbol se ha convertido en el último refugio del hombre blanco. Es uno de los pocos espacios donde el hombre blanco, en masa, se siente cómodo. Una comodidad que no sienten en un partido político, por ejemplo, o en las universidades, incluso en las religiones. Es el último refugio de una cultura ancestral de machismo, de xenofobia, de homofobia. Ojalá vaya cambiando y la verdad es que la presencia creciente de las mujeres da una cierta esperanza. Pero sí, se toleran gritos racistas en los campos de fútbol, algo que no se produce en otros espacios.
- ¿Qué papel están jugando ahora mismo las mujeres como consumidoras y jugadoras en la economía del fútbol?
Un papel esperanzador. En los últimos años ha crecido bastante el fútbol femenino, hay grandes clubes en España que lo promueven, hay una Champions League femenina, una atención creciente por parte de las televisiones… A pesar de ello, todavía están muy discriminadas, ganan mucho menos dinero. Veremos cómo evoluciona, pero hay una esperanza de romper con esta cultura del hombre blanco.
- Hablemos ahora del Mundial de Fútbol de Selecciones. ¿Cuál es la cara oscura del mayor producto del fútbol?
Un ejemplo es este Mundial de 2018, que se ha hecho a mayor gloria de un dirigente autócrata como Vladimir Putin, que es homófobo y racista. Hemos aplaudido la gran organización del Mundial, cuando al día siguiente de nuevo hay gente en la cárcel, se va a acusar a la UE de ser un movimiento de judíos homosexuales… Esa es la cara oscura, que se es muy permisivo con autócratas, con personas de dudosa moralidad.
El Mundial es un producto extraordinario, de un éxito increíble porque está igualado, es emocionante, se retransmite muy bien, etcétera. Pero claro, según donde se organice beneficia a unos u a otros. Igual que en el 78 benefició a la dictadura de Argentina, pues ahora ha beneficiado a Rusia.
- Y en 2022 a Catar.
Exacto.
- En el libro, además de hacer mención a esta relación entre fútbol y política, llega a hablar incluso de puertas giratorias. ¿Cómo se mezclan fútbol y política?
Por una parte hay una relación deseable. El fútbol, como gran fenómeno social, tiene que ser objeto de un control político y democrático. Esta relación debe ser sana y exigible. Hay otras formas de relacionarse que son menos sanas. Y aquí entra el fenómeno de las puertas giratorias, es decir, la utilización que hacen algunos dirigentes y algunos deportistas para moverse en la escena política. Ha habido casos de presidentes de clubes de fútbol, como Joan Laporta, que después dio el salto a la política, algo que sin haber sido dirigente del Barça nunca habría conseguido. También hay formas más sutiles, como utilizar el palco del equipo para hacer lobby, para moverse en el mundo de las influencias económicas…
Hay una realidad y es que los dirigentes no suelen ganar mucho dinero en el mundo del fútbol, pero es fácil ganar influencia política, y muchos se valen de eso. Incluso a nivel internacional. ¿Por qué los dirigentes de la oligarquía catarí intentan influir en el fútbol europeo? Por razones de diplomacia suave, que en el fondo es lavar su mala conciencia ética por los regímenes autocráticos y medievales que tienen.
- Pero, ¿es malo que un dirigente de un equipo o un jugador se interese por la política y quiera participar de ella?
No, no, ojalá todos se interesasen por la política. Lo que es un problema es que algunos utilicen la popularidad del fútbol para intervenir en un mundo para el que quizá no tendrían ningún talento en su ausencia. Que uno sea famoso por ser futbolista o dirigente no le convierte en un mejor político, pero convierte sus opiniones políticas en más defendibles que las de gente menos conocida.
- ¿Qué opinión le merece la prensa deportiva en España?
Salvo honrosas excepciones, la prensa deportiva especializada es una prensa peligrosamente populista. Va a satisfacer el apetito más cortoplacista del aficionado, interviene en el mercado de fichajes, hace dimitir entrenadores… A mí me gusta más el periodismo que hacen los periodistas deportivos de la prensa generalista, tanto en papel como online. Esos artículos son más interesantes y aportan mucho más análisis que la prensa especializada.
Creo que la prensa deportiva debería reflexionar sobre cómo atraer a las nuevas generaciones. Los jóvenes cada vez saben más idiomas y si no encuentran cabida en la prensa española, la van a buscar en otros sitios. No se conforman con el periodismo chabacano del comentarista de turno. Como la prensa española no se ponga las pilas, van a empezar a perder audiencias.
- Para terminar, ¿cómo se debe regular la FIFA?
Utópicamente la FIFA debería estar regulada por un gobierno mundial democrático. En ausencia del mismo, hay que buscar otras vías más realistas como por ejemplo un papel mucho más activo de la Unión Europea, y en algún momento de Estados Unidos cuando vuelva a un gobierno más o menos racional. Pero por ejemplo, la detención de dirigentes de la FIFA fue resultado de una investigación del FBI en la época de Obama. O la denominada sentencia Bosman, que permitió la libertad de movimiento de jugadores en Europa, fue el resultado de una sentencia del tribunal de justicia de la UE. Los gobiernos ordinarios de EEUU y la UE, y en la medida de lo posible de otras jurisdicciones democráticas, deberían ser mucho más activas.
[Tomado de https://www.lamarea.com/2018/07/16/francesc-trillas-el-futbol-se-ha-convertido-en-el-ultimo-refugio-del-hombre-blanco.]
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