Wolfi Landstreicher
“Así el anarquista individualista, como digo, no
tiene nada que esperar (...) Yo ya me considero un anarquista y no podría
esperar a la revolución colectiva para rebelarme o al comunismo para obtener mi
libertad.”
Renzo Novatore
“Concibo el anarquismo desde el lado de la destrucción.
Esto es en lo que consiste su lógica aristocrática. Destrucción! ahí está la
belleza real del anarquismo. Quiero destruir todas las cosas que me esclavizan,
que me enervan y reprimen mis deseos, quiero dejarlas tras de mi como
cadáveres. Remordimientos, escrúpulos, conciencia, son cosas que mi espíritu
iconoclasta ha destruído (...) Sí, la negación iconoclasta es más práctica.”
Armando Diluvi
En primer
lugar, no hay nada inherentemente primitivista en una crítica de la
civilización, particularmente si esa crítica es anarquista y revolucionaria.
Tales críticas han existido casi tanto como ha existido un movimiento anarquista
auto-conciente- y no siempre conectadas a una crítica de la tecnología o el
progreso (Dejacque sintió que ciertos desarrollos tecnológicos permitirían a
los seres humanos ir más facilmente más allá de la civilización; por otra
parte, Enrico Arrigoni, alias Frank Brand, vió la civilización y la tecnología
industrial como bloques que impiden el progreso humano real). La verdadera
pregunta, en mi opinión, es si el primitivismo constituye alguna ayuda a una
crítica anarquista y revolucionaria de la civilización.
La
palabra primitivismo puede significar dos cosas bastante diferentes. Primero,
puede simplemente significar hacer uso de lo que sabemos sobre las sociedades “primitivas”
[1] para criticar la civilización. Esta forma de primitivismo parece
relativamente inofensiva. Pero ¿lo es? Dejando aparte la crítica obvia a la
dependencia en esos expertos llamados antropólogos para la información sobre sociedades
“primitivas”,hay aquí otro problema. Las sociedades actuales que llamamos “primitivas”
fueron y, donde siguen existiendo son, relaciones vivas entre humanos reales, vivos,
respirando, individuos desarrollando sus interacciones con el mundo a su
alrededor. La capacidad de concebirlos como un modelo para la comparación ya
implica una cosificación de estas relaciones vividas, transformándolas en una
cosa abstracta –el “primitivo”- una imagen idealizada de “primitividad”. Así,
el uso de este método para criticar la civilización deshumaniza y
desindividualiza las personas reales que viven o han vivido estas relaciones.
Además, este tipo de crítica no ofrece ninguna herramienta real parafigurarnos
cómo combatir contra la civilización aquí y ahora. A lo sumo, la concepción
abstracta, reificada de lo “primitivo” se convierte en un modelo, un programa para
una posible sociedad futura.
Esto me
lleva al segundo significado de primitivismo -la idea que la sociedad
“primitiva” ofrece un modelo para la sociedad del futuro. Los adherentes a esta
forma de primitivismo pueden ser correctamente llamados primitivistas, porque,
aunque muchos de ellos lo puedan negar, están promoviendo un programa y una
ideología. De esta forma, considero que el primitivismo está en conflicto con la
práctica y el pensamiento anárquicos. La razón puede encontrarse en la cita de
Novatore arriba. Basta con sustituir “comunismo” por “primitivismo” y “revolución
colectiva” por “colapso industrial” y todo debería estar bastante claro. Como
lo veo, una de las diferencias más importantes entre el marxismo y el anarquismo
es que el último no es esencialmente una visión escatológica de un futuro para
el que esperamos, sino un camino para enfrentar el mundo aquí y ahora. Así, la
revolución para los anarquistas no es, además, algo que el proceso histórico
garantice para el futuro, sino algo para vivir y crear aquí y ahora. El
primitivismo no es más vivible ahora que el comunismo de los marxistas. Es
también un programa para el futuro, y uno que depende de contingencias que
están más allá para llevar a cabo. Por lo tanto, no tiene más que ver con la
práctica anarquista que con la escatología de Marx.
Ya he
señalado como el propio concepto de “primitivo” cosifica las vidas y relaciones
reales de aquellos que reciben esta etiqueta. Esto se manifiesta entre
primitivistas que buscan practicar su ideología ahora en la forma en que esta
práctica termina siendo definida. De una manera demasiado reminiscente del
marxismo, la vida “primitiva” es reducida a la necesidad económica, a un conjunto
de habilidades –hacerfuego con un arco taladro, cazar con un atlatl, aprendiendo
las plantas silvestres comestibles y medicinales, hacer un arco, hacer refugios
simples, etc., etc., – que hay que aprender para sobrevivir. Esto puede ser
condimentado con una pizca de conceptos de espiritualidad natural aprendidos de
un libro o prestados de mierda new age quizás refiriéndose a un retorno a una
“unidad natural”. Pero lo último no es considerado necesario. La totalidad de
la vida de las personas etiquetadas como “primitivas” es ignorada, ya que es en
gran parte desconocida y completamente inaccesible a aquellos que nacieron y se
criaron en la civilización capitalista industrial que ahora domina el mundo -y
eso incluye a quienes nos hemos involucrado en el desarrollo de una crítica
anarquista de la civilización. Pero incluso si sólo se consideran meras habilidades
de supervivencia, el hecho es que incluso en los Estados Unidos y Canadá, donde
hay áreas silvestres reales y extensas (aunque bastante deterioradas), muy pocas
personas podrían mantenerse de esta manera. Así que aquellos que aprenden esas
habilidades con la idea de vivir realmente como “primitivos” durante su propia vida
no están pensando en la destrucción de la civilización (excepto posiblemente
como un futuro inevitable, circunstancia para la cual ellos creen estar
preparados), sino que escapan de ella. No les encaro esto, pero no tiene nada
que ver con la anarquía o con una crítica a la civilización. A un nivel
práctico se parece mucho más a una forma avanzada de “jugar al Indio”, como
muchos de nosotros en los Estados Unidos hizo cuando eran niños y, en realidad,
se toma eso en serio. Casi todas las personas que conozco que han asumido el
desarrollo de habilidades “primitivas” bajo el nombre de “anarcoprimitivismo”,
muestran cuán listos están para una vida tal por la cantidad de tiempo gastado
en computadores montando páginas web, tomando parte en discusiones en internet,
publicando blogs, etc., etc. recuentemente ellos me parecen niños
hiper-civilizados jugando juegos de rol en los bosques antes que anarquistas en
proceso de descivilizarse.
Una
crítica anarquista y revolucionaria de la civilización no empieza de ninguna
comparación a otras sociedades o a cualquier ideal futuro. Empieza desde mi confrontación,
desde tu confrontación, con la realidad inmediata de nuestras vidas aquí y
ahora. Es el reconocimiento de que la totalidad de las relaciones sociales que
llamamos civilización sólo pueden existir robando nuestras vidas y
reduciéndolas a pedazos que el orden dominante puede usar para su propia
reproducción. Esto no es un proceso realizado de una vez para siempre en el
pasado lejano, sino algo que ocurre constantemente a cada momento. Esto es
donde la forma anarquista de concebir la vida entra en juego. En cada momento necesitamos
intentar determinar cómo captar de nuevo la totalidad de nuestra propia vida
para usarla contra la totalidad de la civilización. Así, como dijo Armando Diluvi,
nuestro anarquismo es esencialmente destructivo. Como tal no necesita modelos o
programas incluyendo aquellos del primitivismo. Como un viejo, muerto y barbón
clacisista del anarquismo dijo “La pasión por la destrucción es también la
pasión creadora”. Y una que puede ser puesta en práctica inmediatamente. (Otro
revolucionario anti-autoritario muerto de una o dos generaciones espues llamó
destrucción apasionada “al modo de entender la alegría de inmediato”).
Habiendo
dicho esto, yo no estoy contra imaginar de broma posibles mundos descivilizados.
Pero para que tales imaginaciones sean realmente divertidas y tengan un potencial
experimental, no pueden ser modelos elaborados a partir de concepciones
abstractas de cualquiera de las sociedades del pasado o el futuro. De hecho, en
mi opinión, es mejor dejar atrás el concepto de “sociedad” y más bien pensar en
términos de cambio perpetuo, entretejiendo relaciones entre individuos únicos,
deseantes. Dicho esto, sólo podemos jugar y experimentar ahora, donde nuestro
deseo por lo aparentemente “imposible” se topa con la realidad a nuestro
alrededor. Si la civilización fuera a ser desmantelada durante nuestras vidas,
no estaríamos frente a un mundo de bosques frondosos y llanuras y desiertos
sanos llenos de abundante vida silvestre. En lugar de esto nos enfrentaríamos
con un mundo lleno de los restos de la civilización -edificios abandonados,
herramientas, basura, etc., etc. [2] Imaginaciones que no estén encadenadas al
realismo o a una moral ideológica primitivista podrían hallar muchas formas de
usar, explorar y jugar con todo esto -las posibilidades son casi infinitas. Más
importante, esta es una posibilidad inmediata, y una que puede ser
explícitamente conectada con un ataque destructivo contra la civilización. Y
esta inmediatez es absolutamente esencial, porque yo estoy viviendo ahora, tú
estás viviendo ahora, no dentro de varios cientos de años, cuando se cumpla un
programa dirigido hacia un ideal primitivista que pueda ser capaz de crear un
mundo donde este ideal pueda ser realizado globalmente -si los primitivistas
tienen su revolución ahora y cumplen su programa. Afortunadamente ningún
primitivista parece dispuesto a querer apuntar por tales medidas revolucionarias
autoritarias, prefiriendo confiar en una especie de transformación
cuasi-mística para lograr su sueño (quizás cono la visión de la religión nativa
americana de la danza de los espíritus, donde el paisaje construído por los
invasores europeos se suponía sería arrasado dejando un paisaje prístino,
salvaje, lleno de abundante vida).
Por esta
razón, puede ser un poco injusto llamar la visión primitivista un programa
(aunque, desde que no uso valores burgueses, me importa una mierda ser injusto...).
Quizás porque es más un anhelo. Cuando traigo a colación algunas de estas
preguntas con primitivistas que conozco, ellos frecuentemente dicen que la visión
primitivista refleja sus “deseos”. Bien, yo tengo un concepto diferente para
deseo que el que ellos tienen. “Deseos” basados en imágenes abstractas y cosificadas
-en este caso la imagen de lo “primitivo”- son los fantasmas del deseo [3] que
empujan el consumo de mercancías. Esto es manifiesto explícitamente entre
algunos primitivistas, no sólo en el consumo de libros de varios teóricos del
primitivismo, sino que en el dinero y/o el tiempo de trabajo gastado en
adquirir las llamadas habilidades “primitivas” en escuelas especializadas en
esto. [4] Pero este fantasma del deseo, este anhelo por una imagen que no tiene
conexión alguna con la realidad, no es un deseo verdadero, porque el objeto de
deseo verdadero no es una imagen abstracta sobre la cual uno se enfoca –una imagen
que uno puede comprar. Es descubierta a través de la actividad y las relaciones
con el mundo aquí y ahora. El deseo, como lo concibo, es de hecho la unidad de actuar,
de relacionarse, de crear. En este sentido, su objeto sólo llega a existir en
el cumplimiento del deseo, en su realización. Esto nuevamente apunta a la
necesidad de la inmediatez. Y es sólo en este sentido que el deseo se convierte
en enemigo de la civilización en la que vivimos, la civilización cuya
existencia está basada en el intento de cosificar todas las relaciones y
actividades, de transformarlas en cosas que están encima nuestro y nos definen,
de identificarlas, institucionalizarlas y mercantilizarlas. Así, el deseo, como
unidad más que como anhelo, actúa de inmediato atacando todo lo que impide su
movimiento con fuerza. Descubre sus objetos en el mundo a su alrededor, no como
una cosa abstracta sino como relaciones activas. Esto es porque tiene que atacar
las relaciones institucionalizadas que congelan la actividad en la rutina, el
protocolo, la costumbre y el hábito -en cosas para hacer en orden. Considera
esto en términos de lo que actividades como ocupar, expropiar, usar el tiempo
de trabajo de uno para sí mismo, hacer graffitis, etc., etc. puedan significar,
y como se relacionan con una actividad más explícitamente destructiva.
En última
instancia, si imaginamos desmantelar la civilización, destruirla activa y
concientemente, no para a instituir un programa o realizar una visión específica,
sino que para abrir y expandir sin fin las posibilidades para realizarnos y
explorar nuestras capacidades y deseos, entonces podemos empezar a hacerlo de
la manera en que vivimos aquí y ahora contra el orden existente. Si en lugar de
la esperanza de un paraíso nos aferramos a la vida, la alegría y al asombro
ahora, estaremos viviendo en una auténtica crítica anárquica de la civilización
que no tiene nada que ver con ninguna imagen de lo “primitivo”, sino más bien
con nuestra necesidad inmediata de no ser ya domesticados, con nuestra necesidad
de ser únicos, no identidades definidas, domadas y controladas. Entonces
siempre hallaremos caminos para aferrarnos a todo lo que podamos hacer por nuestra
cuenta y destruir todo lo que busca conquistarnos.
Notas
[1] El
uso del término “primitivo” –que significa “primero” o “anterior”– para
sociedades que han existido en tiempos modernos sin desarrollar civilización
acarrea ciertos supuestos cuestionables. ¿Cómo pueden sociedades que existen
ahora ser llamadas “primeras” o “anteriores”? ¿Aparecieron justo ahora? En un
mundo que está en constante flujo ¿han podido de alguna manera permanecer
estáticas e inmutables? ¿El desarrollo humano sólo puede ocurrir de un modo
-como desarrollo de la civilización? Aparte, ¿cuál de estas sociedades es la
genuinamente “primitiva”? Ciertamente no son todas iguales, o incluso similares.
La homogeneidad es un rasgo de la civilización, no de estas otras realidades
sociales. Así que ponerlas a todas en una sola etiqueta es ridículo ... Por lo
que prefiero poner la palabra “primitivo” entre comillas.
[2] Estoy
hablando aquí específicamente de un desmantelamiento consciente,
revolucionario, anarquista de la civilización, y no de su colapso. Un colapso podría
no ser un evento inmediato, de una-vez-para-siempre. En el proceso de un
colapso, no nos encontraríamos sólo con los restos de la civilización. Nos enfrentaríamos
con su basura humana viviente en la forma de políticos convertidos en señores
de la guerra con el fin de mantener su poder, en posesión de armas
extremadamente peligrosas -las llamadas “armas de destrucción masiva”- que
usarían probablemente con saña. Los efectos del proceso de colapso serían
devastadores más allá de cualquier cosa vista hasta ahora.
[3] El
poeta William Blake hablaba de ellos en “El matrimonio del
cielo y
el infierno”.
[4] Estas
escuelas de alto precio dejan a aquellos que carecen de dinero asistir a cambio
de trabajo no remunerado, una forma de explotación eufemísticamente llamada
“intercambio de trabajo”, un término inventado por el ala izquierda del new-age-
y así, inevitablemente, una carga de mierda diseñada para encubrir relaciones
de explotación.
[Publicado
en el periódico Emancipación Libertaria
# 11, Valencia (Esp.), 2017. Número completo disponible en https://la-dahlia.org/sites/default/files/adjuntos/mac11.pdf.]
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