Rafael Cid
Slavoj Zizek representa la excepción de la regla del alumno que llega a eclipsar al maestro. La extraordinaria capacidad creativa de este plusmarquista de la agitación cultural ha hecho que su ingente obra se estime como una de las aportaciones teóricas más sugerentes del actual panorámica anticapitalista. Es un Alain Badiou elevado a la enésima potencia en cuanto a fecundidad intelectual. También en lo que se refiere a su “falta de escrúpulos” a la hora de reivindicar orgullosamente opciones y trayectorias políticas impugnadas por su desastrosa experimentación. Su Repetir Lenin, publicado en 2002, es un ejemplo de esa contumacia, una forma de repensar la necesidad de romper los consensos de que habla Chantal Mouffe para desenmascarar a la democracia. Algo que recuerda aquel “cuanto peor, mejor” del dirigentes blochevique, que el propio Zizek verbalizó cuando se felicitó públicamente por la victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton, “el verdadero peligro”. Baste decir que el capítulo tercero del libro lleva por título "La grandeza interna del estalinismo".
Slavoj Zizek representa la excepción de la regla del alumno que llega a eclipsar al maestro. La extraordinaria capacidad creativa de este plusmarquista de la agitación cultural ha hecho que su ingente obra se estime como una de las aportaciones teóricas más sugerentes del actual panorámica anticapitalista. Es un Alain Badiou elevado a la enésima potencia en cuanto a fecundidad intelectual. También en lo que se refiere a su “falta de escrúpulos” a la hora de reivindicar orgullosamente opciones y trayectorias políticas impugnadas por su desastrosa experimentación. Su Repetir Lenin, publicado en 2002, es un ejemplo de esa contumacia, una forma de repensar la necesidad de romper los consensos de que habla Chantal Mouffe para desenmascarar a la democracia. Algo que recuerda aquel “cuanto peor, mejor” del dirigentes blochevique, que el propio Zizek verbalizó cuando se felicitó públicamente por la victoria de Donald Trump sobre Hillary Clinton, “el verdadero peligro”. Baste decir que el capítulo tercero del libro lleva por título "La grandeza interna del estalinismo".
Repetir Lenin incide en el espíritu que anima la "hipótesis comunista" al valorar al alma de la Revolución Rusa no por lo que hizo sino por lo que pudo haber hecho. Un juicio de intenciones que permite a Zizek adjudicar a boleo virtudes y admoniciones al margen del veredicto de los hechos. Por ejemplo, en su análisis del vaivén nación-comunidad a beneficio de esta última: <<En última instancia la nación misma se está convirtiendo en una mercancía experiencial: compramos cosas que nos permiten sentirnos a nosotros mismos como miembros de una nacionalidad>> (Zizek, p. 101). Como si, en línea con cierto romanticismo reaccionario, buscara en las formas de organización social previas a la hegemonía del capitalismo, las fuentes de inspiración para la revolución pendiente. En este sentido se pregunta si << ¿No es la nación el espectro insepulto de una Comunidad que comienza a asediarnos una vez que el mercado acaba con las comunidades vivientes orgánicas? La nación es una “comunidad imaginada” no solo en el sentido de que su base material son las mass media (la prensa) y no la relación directa entre sus miembros; es “imaginada” también en el sentido más radical de un “complemento imaginario” de la realidad social de desintegración y de antagonismos irresolubles>> (Ibídem, p.101). Si la polis es una ficción al servicio del mercado la democracia que la parió carece de credibilidad.
Otros trabajos, igualmente irreverentes y por tanto fluyentes, como En defensa de la intolerancia, ¿Quién dijo totalitarismo? o Robespierre virtud y terror, trazan el mapa de posición de un Zizek que ha logrado convertirse en un hacedor de best-sellers, aunque a menudo la complejidad de su pensamiento haga dudar de hasta qué punto es comprendido por sus incontables fans. En el primero título hace la crítica de la tolerancia represiva que iniciara Marcuse, anclándola al multiculturalismo:<<La forma ideológica ideal de este capitalismo global es el multiculturalismo: esa actitud que, desde una hueca posición global, trata todas y cada una de las culturas locales de la manera en que el colonizador suele tratar a sus colonizados: autóctonos cuya actitud hay que respetar>> (Zizek 2007, p.56). Actitud que el esloveno desliza hasta el debate transgénero estimando <<que va de la mano con la tendencia general de la ideología dominante actual (…) Y no es fácil distinguir en esta fantasía de un mundo pacífico la fantasía de una sociedad sin antagonismos sociales, en resumen, sin lucha de clases>> (Zizek, http://horizontal.mx/lo-sexual-es-politico/). Un argumentario calcado acaba de servir al estalinista Partido Comunista Griego (KKE) para oponerse a la aprobación de la ley de derechos para personas LGTB porque “estas teorías llevan a la negación de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, negando la objetividad de la identidad de género”(http://kaosenlared.net/partido-comunista-griego-kke-se-opone-la-ley-transgenero-defiende-la-familia-heteropatriarcal/)
Con el segundo, subtitulado "Cinco intervenciones sobre el (mal) uso de la noción", arremete contra Hannah Arendt y denuncia el uso del concepto totalitarismo como un subterfugio:<<El totalitarismo es la modernidad deformada: llena el hueco abierto por la propia disolución moderna de todos los vínculos orgánicos tradicionales (…) De esta forma, el liberalismo consigue asociar los nuevos fundamentalismo étnicos y (lo que queda de) los proyectos emancipatorios de la izquierda como si estas dos realidades estuvieran íntimamente relacionadas>> (Zizek 2002, p.15-16). Y en el tercero, "una introducción situacionista de algunos discursos de tribuno de la plebe", traza una línea maniquea entre la violencia de Estado y el terror revolucionario:<< El problema a este respecto no es el terror como tal: nuestra tarea consiste precisamente en reinventar un terror emancipatorio>> (Zizek 20016, p.25). Con este propósito recurre al Merleau-Ponty de Humanismo y Terror y al Walter Benjamin de Crítica de la violencia para exonerar a la “violencia inocente” de los que luchan por la causa comunista:<<Y esto nos lleva a la paradójica conclusión de que la dictaduras del proletariado es otro nombre de la violencia de la propia explosión democrática>> (Zizek 2016, p.37).
Finalizamos. La veta que una a las tres tendencias reaccionarias del comunismo, en cuanto partidarios de sus recreación vía “hipótesis comunista” (Badiou y Zizke) o “populista” (Mouffe), es el alumbramiento del ideólogo del nacional-socialismo, Carl Schmitt, como su “maitre penseur” y la elevación de la doctrina “amigo-enemigo” al nivel de “mainstream” de su inspiración teórica. Marx, Lenin y Schmitt orbitando entorno a una nueva teoría revolucionaria capaz de poner fin a la patología capitalista en la era del neoliberalismo global. Sin disimulos ni reservas Mouffe, Badiou y Zizek afirman la vigencia de las fórmulas del jurista que dio pábulo científico-académico al régimen nazi para la causa de la emancipación social.
De esta forma lo expresa Chantal Mouffe en su escrito "El desafío de Schmitt", que da nombre a un libro colectivo glosando su gradiente intelectual: <<A pesar de sus defectos morales, es un pensador importante cuya obra sería un error descartar solo debido a su apoyo a Hitler en 1933>> (Mouffe 2011, p.11). Advirtiendo, no obstante su profesada estima, que por lo que aboga <<no es una suerte de schimittismo de izquierda que acordaría con Schmitt en que el liberalismo y la democracia son contradictorios y concluiría que, por lo tanto, es necesario descartar el liberalismo (…) Pensar tanto con como contra Schmitt, ese es el impulso de nuestro emprendimiento en común>> (Ibídem, p.17).
De parecido criterio es el tono del texto de Slavoj Zizek que se reseña en el mismo volumen. En "Carl Schmitt en la era de la post-política", habla del padre del “decisionismo político” con parecido merecimiento aunque con la habitual charlatenaria de alta alcurnia a que nos tiene acostumbrados este Da Vinci 3.0. En este sentido recuerda que el mérito de Schmitt radica en que <<lejos de afirmar la posición propia de lo político, agrega la versión más astuta y radical de este repudio, lo que nos sentimos tentamos de llamar “ultrapolítica”: llevar el conflicto al extremo, mediante la militarización directa de la política, para intentar despolitizarlo>> (Ibídem, p.49). Rematando con una declaración de parte superadora de las estrictas pautas schmittianas: <<(…) la forma de contrarrestar esa ultrapolítica reemergente no es más tolerancia, más comprensión y entendimiento multicultural, sino el regreso de lo político propio, es decir, la reafirmación de la dimensión del antagonismo que, lejos de negar la universalidad, es consustancial con ella (…) los verdaderos universalistas no son quienes predican la tolerancia global de diferencias y la unidad que todo lo abarca, sino quienes se comprometen con una lucha apasionada con la afirmación de la Verdad que los fuerza>> (Ibídem, p.57). Se desconoce si cuando Zizek escribió estas líneas tenía delante lo escrito por Adolf Hitler en Mein Kampf (Mi lucha).
La “hipótesis comunista” para resucitar la idea del comunismo del fracaso histórico del comunismo realizado, sigue mostrándose como un modelo autoritario que desprecia la libertad humana como una quimera y considera la democracia como un obstáculo contra su destino manifiesto.
Bibliografía
Mouffe, Chantal: El desafío de Carl Schmitt. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2011.
Zizek, Slavoj: ¿Quién dijo totalitarismo? Madrid: Pre-Textos, 2002.
Zizek, Slavoj: Repetir Lenin. Madrid: Akal, 2004
Zizek, Slavoj: En defensa de la intolerancia. Sequitur: Madrid, 2007.
Zizek, Slavoj: Robespierre virtud y terror. Madrid: Ediciones Akal, 2010.
[Fragmento extraidos del artículo "Bye bye Lenin, hello Vladimir", que en versión completa es accesible en http://www.radioklara.org/radioklara/?p=6841.]
Otros trabajos, igualmente irreverentes y por tanto fluyentes, como En defensa de la intolerancia, ¿Quién dijo totalitarismo? o Robespierre virtud y terror, trazan el mapa de posición de un Zizek que ha logrado convertirse en un hacedor de best-sellers, aunque a menudo la complejidad de su pensamiento haga dudar de hasta qué punto es comprendido por sus incontables fans. En el primero título hace la crítica de la tolerancia represiva que iniciara Marcuse, anclándola al multiculturalismo:<<La forma ideológica ideal de este capitalismo global es el multiculturalismo: esa actitud que, desde una hueca posición global, trata todas y cada una de las culturas locales de la manera en que el colonizador suele tratar a sus colonizados: autóctonos cuya actitud hay que respetar>> (Zizek 2007, p.56). Actitud que el esloveno desliza hasta el debate transgénero estimando <<que va de la mano con la tendencia general de la ideología dominante actual (…) Y no es fácil distinguir en esta fantasía de un mundo pacífico la fantasía de una sociedad sin antagonismos sociales, en resumen, sin lucha de clases>> (Zizek, http://horizontal.mx/lo-sexual-es-politico/). Un argumentario calcado acaba de servir al estalinista Partido Comunista Griego (KKE) para oponerse a la aprobación de la ley de derechos para personas LGTB porque “estas teorías llevan a la negación de las diferencias biológicas entre hombres y mujeres, negando la objetividad de la identidad de género”(http://kaosenlared.net/partido-comunista-griego-kke-se-opone-la-ley-transgenero-defiende-la-familia-heteropatriarcal/)
Con el segundo, subtitulado "Cinco intervenciones sobre el (mal) uso de la noción", arremete contra Hannah Arendt y denuncia el uso del concepto totalitarismo como un subterfugio:<<El totalitarismo es la modernidad deformada: llena el hueco abierto por la propia disolución moderna de todos los vínculos orgánicos tradicionales (…) De esta forma, el liberalismo consigue asociar los nuevos fundamentalismo étnicos y (lo que queda de) los proyectos emancipatorios de la izquierda como si estas dos realidades estuvieran íntimamente relacionadas>> (Zizek 2002, p.15-16). Y en el tercero, "una introducción situacionista de algunos discursos de tribuno de la plebe", traza una línea maniquea entre la violencia de Estado y el terror revolucionario:<< El problema a este respecto no es el terror como tal: nuestra tarea consiste precisamente en reinventar un terror emancipatorio>> (Zizek 20016, p.25). Con este propósito recurre al Merleau-Ponty de Humanismo y Terror y al Walter Benjamin de Crítica de la violencia para exonerar a la “violencia inocente” de los que luchan por la causa comunista:<<Y esto nos lleva a la paradójica conclusión de que la dictaduras del proletariado es otro nombre de la violencia de la propia explosión democrática>> (Zizek 2016, p.37).
Finalizamos. La veta que una a las tres tendencias reaccionarias del comunismo, en cuanto partidarios de sus recreación vía “hipótesis comunista” (Badiou y Zizke) o “populista” (Mouffe), es el alumbramiento del ideólogo del nacional-socialismo, Carl Schmitt, como su “maitre penseur” y la elevación de la doctrina “amigo-enemigo” al nivel de “mainstream” de su inspiración teórica. Marx, Lenin y Schmitt orbitando entorno a una nueva teoría revolucionaria capaz de poner fin a la patología capitalista en la era del neoliberalismo global. Sin disimulos ni reservas Mouffe, Badiou y Zizek afirman la vigencia de las fórmulas del jurista que dio pábulo científico-académico al régimen nazi para la causa de la emancipación social.
De esta forma lo expresa Chantal Mouffe en su escrito "El desafío de Schmitt", que da nombre a un libro colectivo glosando su gradiente intelectual: <<A pesar de sus defectos morales, es un pensador importante cuya obra sería un error descartar solo debido a su apoyo a Hitler en 1933>> (Mouffe 2011, p.11). Advirtiendo, no obstante su profesada estima, que por lo que aboga <<no es una suerte de schimittismo de izquierda que acordaría con Schmitt en que el liberalismo y la democracia son contradictorios y concluiría que, por lo tanto, es necesario descartar el liberalismo (…) Pensar tanto con como contra Schmitt, ese es el impulso de nuestro emprendimiento en común>> (Ibídem, p.17).
De parecido criterio es el tono del texto de Slavoj Zizek que se reseña en el mismo volumen. En "Carl Schmitt en la era de la post-política", habla del padre del “decisionismo político” con parecido merecimiento aunque con la habitual charlatenaria de alta alcurnia a que nos tiene acostumbrados este Da Vinci 3.0. En este sentido recuerda que el mérito de Schmitt radica en que <<lejos de afirmar la posición propia de lo político, agrega la versión más astuta y radical de este repudio, lo que nos sentimos tentamos de llamar “ultrapolítica”: llevar el conflicto al extremo, mediante la militarización directa de la política, para intentar despolitizarlo>> (Ibídem, p.49). Rematando con una declaración de parte superadora de las estrictas pautas schmittianas: <<(…) la forma de contrarrestar esa ultrapolítica reemergente no es más tolerancia, más comprensión y entendimiento multicultural, sino el regreso de lo político propio, es decir, la reafirmación de la dimensión del antagonismo que, lejos de negar la universalidad, es consustancial con ella (…) los verdaderos universalistas no son quienes predican la tolerancia global de diferencias y la unidad que todo lo abarca, sino quienes se comprometen con una lucha apasionada con la afirmación de la Verdad que los fuerza>> (Ibídem, p.57). Se desconoce si cuando Zizek escribió estas líneas tenía delante lo escrito por Adolf Hitler en Mein Kampf (Mi lucha).
La “hipótesis comunista” para resucitar la idea del comunismo del fracaso histórico del comunismo realizado, sigue mostrándose como un modelo autoritario que desprecia la libertad humana como una quimera y considera la democracia como un obstáculo contra su destino manifiesto.
Bibliografía
Mouffe, Chantal: El desafío de Carl Schmitt. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2011.
Zizek, Slavoj: ¿Quién dijo totalitarismo? Madrid: Pre-Textos, 2002.
Zizek, Slavoj: Repetir Lenin. Madrid: Akal, 2004
Zizek, Slavoj: En defensa de la intolerancia. Sequitur: Madrid, 2007.
Zizek, Slavoj: Robespierre virtud y terror. Madrid: Ediciones Akal, 2010.
[Fragmento extraidos del artículo "Bye bye Lenin, hello Vladimir", que en versión completa es accesible en http://www.radioklara.org/radioklara/?p=6841.]
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