Deirdre Hogan
El sexismo es una fuente de injusticia que difiere del tipo de explotación de clase mencionado más arriba de varias maneras. La mayoría de las mujeres viven y trabajan con hombres al menos parte de su vida; ellas tienen relaciones cercanas con hombres tales como su padre, hijo, hermano, amante, compañero, esposo o amigo. Mujeres y hombres no tienen intereses opuestos de una manera inherente; nosotras no queremos abolir los sexos sino abolir la
jerarquía de poder que existe entre los sexos y crear una sociedad donde las mujeres y los hombres puedan vivir libremente y juntos en igualdad.
La sociedad capitalista depende de la explotación de clase. No depende sin embargo del sexismo y podría en teoría acomodarse en gran medida a un tratamiento similar de mujeres y hombres. Esto es obvio si miramos lo que la lucha por la liberación femenina logró en varias sociedades alrededor del mundo en los últimos, digamos, 100 años; en los que hubo mejoras radicales en la situación de mujeres y los supuestos que subyacían sobre qué roles son naturales y están bien para la mujer. El capitalismo, con el paso del tiempo, se ha adaptado al rol y status cambiante de la mujer en la sociedad.
El sexismo es una fuente de injusticia que difiere del tipo de explotación de clase mencionado más arriba de varias maneras. La mayoría de las mujeres viven y trabajan con hombres al menos parte de su vida; ellas tienen relaciones cercanas con hombres tales como su padre, hijo, hermano, amante, compañero, esposo o amigo. Mujeres y hombres no tienen intereses opuestos de una manera inherente; nosotras no queremos abolir los sexos sino abolir la
jerarquía de poder que existe entre los sexos y crear una sociedad donde las mujeres y los hombres puedan vivir libremente y juntos en igualdad.
La sociedad capitalista depende de la explotación de clase. No depende sin embargo del sexismo y podría en teoría acomodarse en gran medida a un tratamiento similar de mujeres y hombres. Esto es obvio si miramos lo que la lucha por la liberación femenina logró en varias sociedades alrededor del mundo en los últimos, digamos, 100 años; en los que hubo mejoras radicales en la situación de mujeres y los supuestos que subyacían sobre qué roles son naturales y están bien para la mujer. El capitalismo, con el paso del tiempo, se ha adaptado al rol y status cambiante de la mujer en la sociedad.
El final del sexismo por ende no llevará necesariamente al final del capitalismo. De la misma manera, el sexismo puede continuar incluso después del capitalismo habiendo sido abolida la sociedad de clases. El sexismo es posiblemente la forma de opresión más temprana que existió, no sólo precede al capitalismo; sino que hay evidencia que el sexismo también precedió a formas más tempranas de la sociedad de clases (Ver por ejemplo los artículos en Toward an Anthropology of Women, editados por Rayna R. Reiter). A medida que las sociedades se han desarrollado la exacta naturaleza de la opresión a las mujeres, la forma particular que esta toma, ha cambiado. Bajo el capitalismo la opresión de las mujeres tiene sus caracteres propios y particulares donde el sistema ha tomado ventaja de la histórica opresión de la mujer para maximizar sus ganancias.
¿Pero, qué tan realista es el fin de la opresión a la mujer bajo el capitalismo? Hay muchas formas en las que las mujeres son oprimidas como sexo en la sociedad actual —económicamente, ideológicamente, físicamente, etc. — y es probable que continúen las luchas feministas que llevarán a nuevas mejoras en la condición de la mujer. Sin embargo,aunque es posible ver que con la lucha varios aspectos del sexismo van perdiendo fuerza, hay aspectos del capitalismo que hacen muy poco probable la total igualdad económica de mujeres y hombres en el capitalismo. Esto es porque el capitalismo se basa en la necesidad de maximizar sus ganancias en un sistema tal que las mujeres estén en una desventaja natural.
En la sociedad capitalista, la habilidad de dar a luz es un defecto. El rol biológico de la mujer implica que (si tienen hijos) tendrán que tomarse al menos alguna licencia con goce de sueldo en su trabajo. Su rol biológico también las hace en última instancia responsable por cualquier chico que traigan al mundo. En consecuencia, la licencia paga por maternidad, permiso para uno de los padres, licencia de padres, licencia para encargarse de hijos enfermos, guarderías gratuitas y servicios para la atención infantil, etc., serán siempre especialmente relevantes a las mujeres. Por esta razón las mujeres son económicamente más vulnerables que los hombres en el capitalismo: ataques a las ganancias como guarderías, permisos a un padre, etc. afectarán siempre desproporcionadamente más a la mujer que al hombre. Y sin embargo sin plena igualdad económica es difícil verle un fin a las desiguales relaciones de poder entre mujeres y hombres y la ideología asociada al sexismo. Entonces, aunque podemos decir que el capitalismo podría acomodarse a la igualdad del hombre y la mujer, la realidad es que la realización total de esta igualdad será muy poco probablemente lograda en el capitalismo. Esto es simplemente porque hay una penalización económica relacionada a la biología de la mujer, que hace que la sociedad capitalista, movida por la ganancia, sea inherentemente parcial contra la mujer.
[Párrafos extraidos de un texto más extenso, incluido en el libro _Pequeña Antología Anarcofewminista, que en versión completa es accesible en https://anarquismoenpdf1.files.wordpress.com/2016/03/pequec3b1a-antologc3ada-anarcofeminista-anarquismo-en-pdf.pdf.]
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