Rodolfo
Montes de Oca
[Nota previa de El Libertario: Del libro de este autor Contracorriente: Historia
del Movimiento Anarquista en Venezuela (1811-1998), extrajimos los
siguientes párrafos, referidos al hecho poco conocido del fallido magnicidio
contra el caudillo tachirense que poco antes había llegado al poder por la vía
de las armas. El atentado ocurrió en un contexto donde cabía la posibilidad de fuese
un acto repitiendo lo que por aquellos años realizaban anarquistas en Europa y
Norteamérica, así que se proponen algunas consideraciones en torno a ello.]
El
gobierno de Castro, se caracterizó por tener que afrontar una fuerte oposición
política interna y externa opuesta a su gestión. La detención de banqueros que
se negaban a colaborar con el Estado para solventar la crisis económica,
contribuyó a la rebelión civil conocida como la “Revolución Libertadora”,
aupada desde el extranjero por empresas transnacionales como la New York and
Bermúdez Company o la Orinoco Steamship Company. Castro tuvo que
enfrentar 20 golpes de Estado, un intento de asesinato, una guerra civil y una
conspiración internacional destinada a despojar a Venezuela de una buena parte
de su territorio. Entre 1899 y 1903 se libraron 372 batallas con un total de
20.000 muertos. [113]
El
frustrado magnicidio ocurre el 27 de febrero de 1900, en plena celebración de
las festividades de carnaval, Cipriano Castro se salva de ser asesinado gracias
a la oportuna intervención del agente policial Nro. 111, Andrés Cabrices, que
desvío el arma del regicida, mientras una multitud se abalanzó sobre el
atacante.
Un
testigo de excepción de aquellos sucesos fue el edecán de Castro, Eleazar
López Contreras que narró los sucesos de esta tentativa:
«El
27 de febrero, martes de carnaval, en la esquina de Socarrás, un hombre llamado
Anselmo López atenta contra la vida del Jefe Supremo. Venía con su esposa en un
carruaje sobre el cual se alzaban dos grandes cisnes hechos de rosas. Hermosa descripción
de estos carruajes sobre el Jefe Supremo en la tarde de carnaval hacen los
diarios.
Un
policía dio en el brazo de Anselmo López que apuntaba con su revólver.
Cien
brazos airados se levantan contra el agresor. El Jefe Supremo se interpone y
luego continúa su paseo hasta regresar a la Casa Amarilla». [114]
Anselmo
López fue un humilde panadero aragüeño que trabajaba en la esquina de Manduca
en el centro de la ciudad. Sobre su vida poco se sabe, ni cuáles fueron sus
motivos, ni su suerte después del atentado, no existe unanimidad si murió en
prisión o si salió en libertad después de pasar 10 años de prisión. El escritor
Jesús Sanoja Hernández lo calificó de ser un hombre de “pobre mentalidad
artesanal” [115]. Sobre su
vida se ha cebado el peor de los silencios.
Sobre
las razones políticas o ideológicas que motivaron el ataque poco se sabe. Lo
que llama poderosamente la atención es que su acción se enmarca en un contexto
cronológico donde algunos anarquistas practicaban la estrategia de la
Propaganda por los Hechos o la Propaganda por la Acción.
Este
tipo de acciones eran conocidas por los venezolanos, un ejemplo de ello es el célebre
escritor venezolano, Rufino Blanco Fombona (1874-1944) el cual en su libro La lámpara de Aladino, elabora un
texto bajo el título de “Los anarquistas”; donde celebra el asesinato
del presidente norteamericano William
McKinley (1843-1901) por parte del ácrata polaco León Czolgosz (1873-1901).
En el citado texto escribirá:
«Hoy
he leído la prensa. El castigo se llevó al terminar en la Exposición
Panamericana de Búfalo, y esa admirable acción es obra de un anarquista de
origen polaco.
Se
apellida Czogolsz. Para los anarquistas, hombres sublimes que representan algo
nuevo en la humanidad, es necesario asimismo inventar una palabra nueva.» [116]
Más
allá de esta exclamación de simpatías con la acción de Czogolsz, Rufino Blanco
Fombona fue una persona ajena al ideal anarquista, llegando a desempeñar cargos
administrativos dentro de Venezuela como embajador del país. De hecho al
momento de producirse el ataque se desempeñaba como delegado de Venezuela en
Ámsterdam (Holanda). Sin embargo, Blanco Fombona admiraba públicamente los
escritos y poesías del anarquista español Rafael Barrett (1876-1910), llegando
incluso a publicar algunas de sus obras en España en 1919 con la Editorial Americana, que también
editó obras del anarquista peruano Manuel González Prada (1844-1918). Con el
tiempo Blanco Fombona, sin saberlo, tendrá a un anarquista trabajando en su
casa editorial. [Se refiere a R. Bolívar Coronado, sobre cuya relación con
Blanco Fombona y su adscripción al anarquismo hay más información en http://periodicoellibertario.blogspot.com/2017/10/apuntes-sobre-rafael-bolivar-coronado.html.]
Sobre
Anselmo López, no se pudo demostrar una posible filiación anarquista, sin
embargo su proceder social y su forma de actuar lo hace un personaje anecdótico,
relegado de la historiografía nacional, que pudo haber tenido, como referente,
algunos anarquistas magnicidas.
Notas
[113] GÓMEZ,
Carlos Alarico (2007). El poder andino: De Cipriano Castro a Medina Angarita.
Los Libros del Nacional. Caracas, Venezuela.
[114] LÓPEZ
CONTRERAS, Eleazar (1949). El triunfo de la verdad. Edición Genio
Latino.
[115] SANOJA
HERNÁNDEZ, Jesús (2001). Crímenes políticos en Venezuela. Colección Ares.
Los Libros del Nacional. p.5.
[116] FOMBONA BLANCO, Rufino (1915). La
lámpara de Aladino. Editorial Renacimiento. p.205.
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