Rodolfo Montes de Oca
* Hemos tomado del libro Contracorriente.
Historia del Movimiento Anarquista en Venezuela (1812-1998), Madrid, LaMalatesta
– El Libertario, 2016, los siguientes
párrafos, que recogen las andanzas de este pintoresco personaje, cuya memoria
sin duda merecía ser recordada en esa obra que reconstruye la presencia y
huella del anarquismo en este país.
En 1912, llega a la ciudad
de Caracas desde Villa de Cura, el joven Rafael Bolívar Coronado, el cual
empieza a trabajar como redactor de los periódicos El Cojo Ilustrado, El
Nuevo Diario, El Impulso y El Universal de Caracas, así como
en las revistas Horizonte y Atenas. Sus textos y nombre empiezan
a sonar en las bocas de los habitantes de la ciudad de los techos rojos,
incluso llegando a oídos del mismísimo Juan Vicente Gómez.
El 19 de septiembre de 1914
se estrena en el Teatro Municipal de Caracas la zarzuela El Alma Llanera,
escrita por Rafael Bolívar Coronado y musicalizada por Pedro Elías Gutiérrez
(1870-1954). Esta obra tuvo un hondo impacto en la sociedad venezolana, siendo
considerada por muchos como un “segundo himno nacional”, esta repentina fama y
la ovación del gomecismo fue recompensada por el “Benemérito” [como llamaban
sus secuaces al dictador], el cual obsequia una beca a Bolívar Coronado para
que fuese a estudiar a España. Según se narra en “Las andanzas de Rafael
Bolívar Coronado” http://cuentaelabuelo.blogspot.com/2011/03/las-andanzas-de-rafael-bolivar-coronado.html,
lo primero que hizo el autor, al partir buque y alejarse de la costa, fue
correr hasta la cubierta y gritar: “¡muera Gómez, el tirano!” y declaró a viva
voz: “soy anarquista, bolchevique y... racista”, así de folclóricamente
haría su entrada Bolívar Coronado a los anales de la historia antiautoritaria.
Al traste con la
propiedad intelectual
En 1916 arriba a Madrid
Rafael Bolívar Coronado, una vez en el epicentro de Castilla de la Mancha, lo
primero que hace es ponerse en contacto con el poeta Francisco Villaespesa
(1877-1936) que dirigía la revista literaria Cervantes, donde consiguió
empleo como secretario del escritor. Paralelo se pone en contacto con el
afamado escritor y editor venezolano, Rufino Blanco Fombona que dirigía la Editorial
América, donde Bolívar Coronado colaboraría transcribiendo algunas curiosas
obras que explayaré a continuación.
La estancia del villacurano
en esa casa editorial coincide con uno de los períodos más prolíficos
con relación a la elaboración de anecdóticos libros sobre Latinoamérica.
Durante este tiempo se editan las obras: La Gran Florida y Nueva
Umbria: conquista y colonización de este reino del Maestre Juan de Ocampo, Los
Chiapas de F. Salcedo y Ordóñez, Los Desiertos de Achaguas de Diego
Albéniz de la Cerrada, Los Caciques Heroicos: Nicoraguan de Fray Nemesio
de la Concepción Zapata, Misiones de Rosa Blanca y San Juan de las Galdonas
en 1656 de Mateo Montalvo de Jarama, El Llanero de Daniel Mendoza, Letras
Españolas de Rafael Maria Baralt y Obras Científicas de Agustín Codazzi.
Algunas de estas obras
representaron verdaderos íconos de la investigación histórica e incluso la obra
El Llanero fue un texto discutido por mucho tiempo por los estudiosos de
sociología en Venezuela.
Estos textos fueron
vendidos por Bolívar Coronado a Blanco Fombona, como parte de una serie de
manuscritos perdidos que consiguió en varias bibliotecas públicas de España. Lo
que no sabía su comprador es que dichas obras no existían previamente y que
todas eran creaciones del pícaro ingenio creador del escritor, usando nombres
falsos o adjudicando obras a escritores de renombre. Todo un artilugio de
pillería intelectual que fue posible al ingenio y gracia con el cual escribía.
Tiempo después el artero
rebelde escribió su leitmotiv para estos actos. Así se recoge en el ya citado
post “Las andanzas de Rafael Bolívar Coronado”:”Como yo no tengo nombre en
la república de las letras, he tenido que usar el de los consagrados, porque yo
no puedo darme el lujo de que me salgan telarañas en las muelas….”
El venezolano, al verse
descubierto por Blanco Fombona, decide retirarse sin previo aviso a la ciudad
de Barcelona, donde entraría en contacto con las corrientes libertarias de la ciudad.
En venganza la editorial América publicó el libro, Memorias de un
semibarbaro, escrito por Bolívar Coronado, sin que este lo autorizara o
recibiese alguna regalía por sus ventas. De ahora en adelante el uso de
seudónimos sería algo común en la vida
de este personaje.
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