Carlo Solero
Es evidente que en una gran proporción de la sociedad argentina esta imperando el miedo. Miedo que opera como anestésico de las acciones colectivas.
Quienes gobiernan; sus voceros mediáticos o lenguaraces lanzan capciosos discursos en ese sentido. Sea preanunciando el futuro paraíso que avendrá sobre estas tierras luego de las nuevas medidas que multiplicaran los padecimientos cotidianos de miles de trabajadoras y trabajadores formales o informales.
Es evidente que en una gran proporción de la sociedad argentina esta imperando el miedo. Miedo que opera como anestésico de las acciones colectivas.
Quienes gobiernan; sus voceros mediáticos o lenguaraces lanzan capciosos discursos en ese sentido. Sea preanunciando el futuro paraíso que avendrá sobre estas tierras luego de las nuevas medidas que multiplicaran los padecimientos cotidianos de miles de trabajadoras y trabajadores formales o informales.
Decisiones desde las patronales empresarias con la complicidad objetiva por acción u omisión de los jerarcas sindicales que nos afectaran concretamente aumentando nuestras jornadas laborales para procurarnos el sustento. Otro tanto con el sistema de jubilaciones y pensiones. Los tarifazos en marcha y por venir en servicios esenciales.
La retórica presidencial no puede ocultar que por detrás de las palabras asoman gases y garrotes o algo peor. Miedo, siembran el miedo por doquier. Siembran también semillas que germinan letales en el individualismo cerril. En la indiferencia frente a la brutalidad uniformada.
Se expande hace tiempo una negación de la cruel realidad devenida en renegación. Hace más de 90 días el joven anarquista Santiago Maldonado puso en juego su solidario accionar. Con miedo o sin él resistió la prepotencia de los esbirros del capital. Del sistema Estado Capital.
Nosotros, debemos vencer al miedo y la angustia con acciones de resistencia. Colectivas y solidarias. No aceptar el aislamiento que paraliza. Salir al encuentro de las personas no resignadas. Sin duda somos más.
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