Mariana
En los discursos de personeros del gobierno denigrando la oposición llama la atención lo obsoleto y pasado de moda de sus insultos, como derecha e izquierda, mentalmente alterados y, el más común del Presidente Maduro, fascistas. Veamos un poco de este último.
Cada época tiene sus propios temores; sus propios fantasmas o espectros que se ciernen sobre ella, y la nuestra no es una excepción. Una situación deseable es que estas preocupaciones, pesadumbres y aprensiones de la sociedad y las del gobierno de la sociedad, coincidan. Sabemos los de la sociedad porque las vivimos a diario, pero llama la atención es que el rasgo acusado de la vida política actual del gobierno consiste en afanarse en combatir el fascismo.Después de transcurridas más desiete décadas desde que le fue infligida una tremenda derrota, que supuso su desaparición, ¿hay motivos para pensar que el fascismo puede revivir? En este ambiente contemporáneo de decaimiento de la confianza en el Estado no parece que los regímenes de preponderancia del Estado, como el fascismo, puedan resurgir desde la calle y solamente podrían hacerlo, como en nuestro caso, desde el mismo gobierno con un estado al que la misma gente le permitióuna alta injerencia en la vida social y económica. ¿O se trata de un uso libre de las palabras con fines de propaganda pero lejos de la realidad? Si este fuera el caso, la mayoría de la población de hoy no tiene idea de estas categorías anacrónicas como fascismo. El uso indiscriminado de estas palabras induce a confusión y la consecuencia inmediata es que el lenguaje, principal instrumento de que disponemos para comunicarnos y entendernos, pierde su eficacia y es lo que en nuestros días se llama posverdad que, en este caso, pretende resucitar una confusión terminológicaque viene de antiguo.
En los discursos de personeros del gobierno denigrando la oposición llama la atención lo obsoleto y pasado de moda de sus insultos, como derecha e izquierda, mentalmente alterados y, el más común del Presidente Maduro, fascistas. Veamos un poco de este último.
Cada época tiene sus propios temores; sus propios fantasmas o espectros que se ciernen sobre ella, y la nuestra no es una excepción. Una situación deseable es que estas preocupaciones, pesadumbres y aprensiones de la sociedad y las del gobierno de la sociedad, coincidan. Sabemos los de la sociedad porque las vivimos a diario, pero llama la atención es que el rasgo acusado de la vida política actual del gobierno consiste en afanarse en combatir el fascismo.Después de transcurridas más desiete décadas desde que le fue infligida una tremenda derrota, que supuso su desaparición, ¿hay motivos para pensar que el fascismo puede revivir? En este ambiente contemporáneo de decaimiento de la confianza en el Estado no parece que los regímenes de preponderancia del Estado, como el fascismo, puedan resurgir desde la calle y solamente podrían hacerlo, como en nuestro caso, desde el mismo gobierno con un estado al que la misma gente le permitióuna alta injerencia en la vida social y económica. ¿O se trata de un uso libre de las palabras con fines de propaganda pero lejos de la realidad? Si este fuera el caso, la mayoría de la población de hoy no tiene idea de estas categorías anacrónicas como fascismo. El uso indiscriminado de estas palabras induce a confusión y la consecuencia inmediata es que el lenguaje, principal instrumento de que disponemos para comunicarnos y entendernos, pierde su eficacia y es lo que en nuestros días se llama posverdad que, en este caso, pretende resucitar una confusión terminológicaque viene de antiguo.
A mediados del siglo XIX la situación era confusa debido a la falta de información acerca de lo que era el comunismo y ésta fue la razón de que se redactase el Manifiesto comunista", encargado a Marx y Engels,con el fin de dar a conocer su programa y que la gente supiera a qué atenerse. Y por eso en el Manifiestoleemos No hay un solo partido de la oposición a quien los adversarios gobernantes no motejen de comunista, ni un solo partido de oposición que no lance al rostro de las oposiciones más avanzadas, lo mismo que a los enemigos más reaccionarios, la acusación estigmatizante de comunismo.Por estas tierras, de pobre cultura política,esta actitudsiguió valiendo hasta bien entrado el siglo XX.
Pero los marxistas autoritarios no dejaron de observar que aquella situación confusa, que entonces los perjudicaba, podía serles beneficiosa si la usaban dándole la vueltaen su provecho. Por eso, desde fechas muy tempranas del siglo XX, en los comienzos del movimiento fascista, los comunistas comenzaron a calificabar de fascista a cualquier grupo autoritario y a todas las dictaduras excepto, por supuesto, a la de la Unión Soviética. Con el transcurso del tiempo, esta tendencia se acentuóy,entre los marxistas, se extendióel calificativo de fascistas a cualquier grupo que no fuera comunista. Togliatti, el líder del comunismo italiano, sostenía que este uso del término era útil para la agitación, pero advertía que no para el análisis.
Hacia la década del 20 del siglo pasado,cuando se consolidaba la Unión Soviética, la lucha de clases, tal como la entendía Lenin, y posteriormente Stalin, no se limitaba a lo que normalmente se suele entender con esa expresión, es decir, luchar contra las clases sociales opresoras del proletariado, sino que se hacía extensiva a todo grupo, partido o facción política que se desviase del marxismo tal como ellos lo entendían y practicaban. Se iniciaba la lucha del Partido Comunista de la Unión Soviética contra otros partidos socialistas que discrepaban de su interpretación, a los que consideraban rebeldes heterodoxos, ypasaban a ser calificados de fascistas, desde socialdemócratas y hasta trotskistas. De más está decir que, como afirmaba Togliatti y refrendaba el historiador Payne, esto confundía completamente el análisis serio y tuvo consecuencias prácticas que iban de lo malicioso a lo desastroso y en mucho contribuyó a la deriva que transformó los regímenes marxistas en totalitarismos. En 1928 Stalin calificaba a los otros socialismos, que consideraba sus adversarios, como socialfascismos y esta confusión, en buena medida, lo llevó a distraerse del verdadero enemigo, el nacionalsocialismo, al punto de pactar con él contra los socialfascismos, hasta que la URSS fue invadida por las tropas de Hitler.
Este fue el modo en que Lenin también trató con los restantes partidos comunistas que diferían de la comprensión del marxismo del partido ruso. Por esto, una alianza con estos partidos comunistas puede ser cosa arriesgadaen el mundo de la política pues, tanto Marx como Lenin, sacaron la conclusión de que, cuando se tiene una buena oportunidad de triunfar por cuenta propia, el mejor aliado se convierte en el enemigo más peligroso Y,por ende, en un fascista.Para consolidar el propio éxito, hay que eliminar los aliados que podrían ser competidores cercanos. Si no, que los digan los otros miembros del Polo Patriótico o los miembros de una mesa de diálogo con Cuba.
De estas posiciones de los años 30, sostenidas por la gerontocracia cubana apoyada en los manuales soviéticos de la época, se alimentó,la formación los líderes de este gobierno. Todo aliado sumiso, sea marxista, militar nazi, extremista de derecha u oportunista es revolucionario y todo opositor, sea anarquista, pacifista, de Voluntad Popular, trotskista, chavista crítico o socialdemócrata es fascista.Un caso curioso que habla esta confusión ideológica a la que arrastran los slogans, es que los socialistas españoles tachabann a los miembros de ETA, que se autocalifican de marxistas-leninistas, de fascistas y, a su vez, los etarras también califican a los socialistas de fascistas. Como consecuencia de esta pobreza, cualquier desviación constituye un error y el único medio de tratar con el error es lanzarlo por la borda violentamente porque la debilidad intelectual personal y la pobreza del fundamento les impide otra opción. Por ello, hoy para Maduro todos somos fascistas, pero bien podría decir güelfos o gibelinos, porque para la mayoría fascistaes un significante vacío, no quiere decir nada y mucho menospueden darle un contenido acorde con los tiempos.Es la aplicación de una receta discursiva de hace 80 años, junto con la del dolor que es inmemorial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.