J. Caro
Hace pocos días me senté a ver una serie americana de televisión titulada "Sons of Anarchy", en español, "Hijos de la Anarquía". La serie no vale nada. Cuenta la historia de una banda de moteros, muy similar a Los Ángeles del Infierno, en sus trapicheos con drogas, asesinatos, traiciones y ajustes de cuentas, todo ello bien aderezado con testosterona, músculos, tatuajes y armas, muchas armas de todo tipo y calibre, con esa especial adoración que sienten los “americanos” por las armas de fuego. A juzgar por lo que sabemos de ellos, una simple imagen lejana cargada de estereotipos y falsedades, sin duda, pero con cierta base real, está claro que el dinero y las armas son piezas claves en la sociedad estadounidense. Sin olvidar a las mujeres que, fieles a su papel de bellas hembras con grandes pechos, cabalgan en el asiento trasero de la moto, listas para el sexo ante la menor insinuación. Los Hijos de la Anarquía es un club exclusivo para hombres.
Hace pocos días me senté a ver una serie americana de televisión titulada "Sons of Anarchy", en español, "Hijos de la Anarquía". La serie no vale nada. Cuenta la historia de una banda de moteros, muy similar a Los Ángeles del Infierno, en sus trapicheos con drogas, asesinatos, traiciones y ajustes de cuentas, todo ello bien aderezado con testosterona, músculos, tatuajes y armas, muchas armas de todo tipo y calibre, con esa especial adoración que sienten los “americanos” por las armas de fuego. A juzgar por lo que sabemos de ellos, una simple imagen lejana cargada de estereotipos y falsedades, sin duda, pero con cierta base real, está claro que el dinero y las armas son piezas claves en la sociedad estadounidense. Sin olvidar a las mujeres que, fieles a su papel de bellas hembras con grandes pechos, cabalgan en el asiento trasero de la moto, listas para el sexo ante la menor insinuación. Los Hijos de la Anarquía es un club exclusivo para hombres.
Bien, esta fue la impresión que saqué tras ver el primer capítulo. Confieso que no pude con más. Me pareció intragable. En un principio iba bien predispuesto. ¿Anarquía? ¿Qué será esto?, me pregunté con curiosidad. Quizás me juicio resulte precipitado, pero lo que vi me pareció basura. No obstante, para mi sorpresa descubro que, contrariamente a mi negativa opinión, está considerada como una buena serie, muy premiada, con 7 temporadas de emisión y 92 episodios, además de contar con bastante éxito mundial. Es decir, que esta miserable serie ha paseado el nombre de la anarquía por el mundo entero, y como no podía ser menos, lo ha hecho de la peor manera posible, asignándole el sentido que el poder político y los medios de comunicación prefieren usar habitualmente, como sinónimo de caos, disturbios y violencia, producto de la falta de autoridad y, por tanto, de ley y orden. Otro clavo más para remachar el ataúd anarquista en el que pretenden enterrar para siempre las ideas libertarias.
Hace tiempo leí Ángel del Infierno, las macarrónicas memorias del fundador de la banda, Ralph “Sony” Barger, para tener información de primera mano sobre ellos, y el espléndido libro de investigación del periodista gonzo Hunter H. Thompson, Los Ángeles del infierno, una extraña y terrible saga, donde relata cómo eran estos matones motorizados, tras una larga convivencia en común con ellos allá por los años sesenta del siglo XX. Y ambos lo dejan claro. En realidad, eran unos indeseables delincuentes que se valían del número y una brutal intimidación para llevar a cabo sus actividades delictivas. Peleas, drogas, armas, dinero, alcohol y sexo conforman la vida cotidiana de estos moteros forajidos, que muy poco o nada tienen que envidiar a cualquier otro grupo criminal o mafioso. La única diferencia es la estética que los define: grandes motos de carretera, cadenas, banderas, tatuajes, hasta cruces gamadas, y el ostentoso parche en la espalda con la insignia del club al que pertenecen. Ideológicamente tienen la mentalidad básica del matón fascista: agresiva, irracional, fanática, patriotera y profundamente estúpida y cruel. Y eso es, a grandes rasgos, lo que cuenta la serie. O dicho de otra forma, los Hijos de la Anarquía son bandidos, asesinos y traficantes de armas.
Bueno, si solamente se tratara de una vulgar obra de ficción, no tendría inconveniente alguno. Incluso entendería que la situación de corrupción, crimen y violencia que muestra la serie antes citada estuviera provocada por un sistema social desigual e injusto. Pero más engañoso y perverso me parece haber equiparado la anarquía con una banda criminal. Mucha gente, chicos jóvenes sobre todo, verá la serie y una vez más sus ideas al respecto sobre el anarquismo se verán confirmadas. ANARQUÍA = CAOS.
Yo creo que esta falsa e insidiosa publicidad causa un verdadero daño al movimiento libertario, pues la opinión pública confunde a unos con otros. Además constituye una ofensa hacia tantos hombres y mujeres que dedicaron su vida a tratar de hacer del mundo un lugar mejor, más digno y humano para todos, donde las ideas de libertad, justicia social y solidaridad fueran reales, que no otra cosa constituyó el anarquismo para muchas personas en el pasado. Y asimismo hacia los que ahora, a nuestra modesta manera, tratamos de continuar con una herencia anarquista de tan larga historia. Yo, al menos, me siento afrentado por esa estúpida americanada en forma de folletín televisivo.
[Tomado de http://www.jcaro.es/hijos-de-la-anarquia.]
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