David García A.
*
Texto preparatorio para la charla de presentación del libro La ciencia
moderna y la anarquía de Piotr Kropotkin, editado por LaMalatesta, Madrid.
Introducción
Lo
primero quería agradecer a Ciencia para el Pueblo y a LaMalatesta la invitación
para presentar este libro. Supongo que debería explicar por qué estoy aquí y,
supongo que es porque, a parte de considerarme anarquista (aunque “de aquella
manera”) participar en la Editorial Klinamen soy investigador científico en el
campo de las bioquímica, afortunadamente para mí, en activo.
Lo
segundo quería contar una anecdotilla personal sobre Kropotkin. Hasta donde yo
recuerdo me hice anarquista con unos 15 años por Kropotkin, leyendo La
Conquista del Pan. Por supuesto, imagino que como todo recuerdo será
probablemente una exageración, pero sí que se me ha quedado grabada la
sensación de “Joder, esto esta guay”. Pero después cuando intenté leer fue Campos,
fábricas, talleres y El Apoyo Mutuo fue un auténtico bajón, me
resultaron infumables.
Bueno,
dicho esto, el libro me ha parecido muy interesante por los motivos que
comentaré a continuación y que plantearé para el debate. Sin embargo, pero
tengo que decir que personalmente considero que el interés del libro es desde
una perspectiva más histórica que política. La versión sobre la que está traducida
el libro es de 1913 y el original es de 1903. Es decir, estamos hablando de un
libro que tiene 100 o 110 años. Desde entonces, la sociedad, la política y, por
supuesto, el anarquismo, han cambiado enormemente. Y aunque, por supuesto,
exponga claramente las bases del anarquismo, lo hace desde una perspectiva
también claramente decimonónica
Una base científica para el anarquismo
El
objetivo del Kropotkin en el libro es bastante claro: establecer una base
científica del anarquismo o, ya que él usa ese término, de la anarquía.
Hay
en el libro una tensión que, a priori, parece hasta contradictoria. Por un lado
Kropotkin afirma que la anarquía surgió en el seno del pueblo, o que surge del
devenir de la vida práctica y a la vez afirma que es "el resultado
inevitable del movimiento intelectual de las ciencias naturales" (pág 235)
o "una concepción del universo fundada en la interpretación mecánica
(cinética) de los fenómenos que comprenden la totalidad de la
Naturaleza"(pág. 151).
Durante
buena parte del libro insiste en que la anarquía debe utilizar el método
“inductivo-deductivo” (el método científico). De hecho, llega a plantear la
anarquía como un programa de investigación, con un objetivo definido:
“¿Cuales
son las formas sociales que garantizan mejor en tales y cuales sociedades y en
la humanidad en general la mayor suma de felicidad, y por tanto, vitalidad?”
“¿Qué formas de sociedad son las más aptas para conseguir que esa suma de
felicidad se acreciente y desenvuelva, no sólo en cantidad, sino también en
calidad, es decir, para que esa felicidad se haga más completa y variada?”
Sobre
ese programa de investigación plantea indirectamente una aplicación práctica,
una técnica, de dichos conocimientos cuando dice que “El deseo de ayudar a la
evolución en ese sentido es lo que determina la actividad social, científica y
artística de los anarquistas.” Es decir, desde este punto de vista el
anarquismo implicaría una investigación basada en el método científico y una
práctica (deberíamos decir una “técnica”) política derivada de dicha
investigación.
Por
otro lado, Kropotkin defiende que existe una tendencia en las sociedades
humanas hacia una mayor comunalidad de la producción y, también, hacia una
mayor libertad individual, aunque estas tendencia no sean continuas (existe
“regresiones”). Por supuesto, Kropotkin también asume que hay otras
fuerzas/personas que trabajan en contra. Creo que esta idea es una extensión
clara de su trabajo en el campo de la teoría evolutiva, aunque, hasta donde yo
he leído en el libro, se abstenga de decirlo claramente. Como supongo que todos
sabréis, Kropotkin es famoso por haber escrito El Apoyo Mutuo. Un factor en
la evolución en la que intentó demostrar que la cooperación intraespecífica
es un factor evolutivo tan importante, si no más, que la competición entre
individuos.
Igualmente
es imposible desligar esta idea del contexto social y político del siglo XIX,
el positivismo, el cientificismo y la búsqueda de tendencias, que también
compartieron muchos marxistas y que tan criticados (por determinismo, por
ejemplo) por muchos anarquistas. Creo que, por tanto, la clave de lo que
algunos llaman el “anarquismo científico” de Kropotkin es intentar esclarecer,
usando el método científico, esa tendencia cooperativa innata de las sociedades
humanas con el objetivo de favorecer y acelerar su desarrollo. Es interesante
mencionar aquí que Malatesta, en 1925, trató la pretensión de Kropotkin de
“absurda”, “errónea” y “dañina”, aunque, en mi opinión, Malatesta estira mucho
la postura de Kropotkin hasta convertirla en un mecanicismo extremo que es más
un hombre de paja que otra cosa.
¿Y
qué queda de esto ahora? ¿Tiene sentido el proyecto de Kropotkin en el siglo
XXI?
En
primer lugar, al plantearme esta pregunta leyendo el libro me he dado cuenta
que quizás no soy el más adecuado para responderla, ya que, aunque como
científico algo de ciencia conozco, seguramente sea una pregunta sería mucho
mejor respondida si implicase a filósofos y sociólogos de la ciencia, así como
un conjunto multidisciplinar de investigadores. Dicho esto, aquí va mi
aportación.
Tendencias
En
lo que respecta a las tendencias, soy bastante escéptico a que exista una
tendencia social o biológica a nada, más allá, posiblemente, de las leyes de la
termodinámica. Por ejemplo, la evolución es en general un proceso sin
tendencias inmanentes ni direccionalidad a largo plazo. Las fuerzas evolutivas
como la deriva génica no la tienen porque implican la imposición aleatoria en
la población de determinados alelos. Y la selección natural, que sí tiene una
cierta direccionalidad, es siempre “cortademiras” actuando en función de
condiciones ambientales con las que los propios sujetos biológicos interactúan
muchas veces. La existencia de tendencias biológicas (a la complejidad, a la cooperación,
a la competición) es algo muy discutible y suele ser resultado de sesgos.
Igualmente intuyo que debe pasar en las sociedades humanas. Aunque, por
supuesto, existirán tendencias que tengan lugar durante mucho tiempo,
probablemente se deban a condiciones históricas concretas y transitorias, como
el capitalismo, más que a tendencias innatas inmanentes al hecho de la
socialidad, independientemente de cómo se configure esta concretamente (las
relaciones sociales de producción y reproducción de la vida).
Más
aún, salvo que tuviésemos una verdadera certeza de una tendencia, algo que
considero bastante improbable, probablemente deberíamos actuar operativamente
como si dicha tendencia no existiese. Aquí siempre saco una frase de Walter
Benjamin. “Nada ha dañado tanto a la clase obrera alemana como pensar que
nadaba a favor de la corriente (de la historia)”
El método científico
Vayamos
a otro paso. ¿Es posible utilizar el método científico, o inductivodeductivo
como lo llama Kropotkin en el libro, para la acción política? Mi respuesta es
sí, PERO. Me explico. En mi opinión el método científico es una una derivación
refinada y puesta a punto de uno de los diferentes modos innatos de
interaccionar y conocer la realidad que tenemos los seres humanos. ¿Por qué hay
que refinar y poner a punto? Pues, por ejemplo, porque existe una cosa llamada
“apofenia” que es la tendencia innata que tenemos los humanos a observar
patrones donde sólo existe ruido aleatorio. Contra cosas como esta es por lo
que se desarrolla el método científico.
Es
bastante claro que este refinamiento y puesta a punto se debe en gran parte al
desarrollo capitalista que, además, ha convertido al método científico en la
racionalidad hegemónica, y la “mejor”, frente a otros modos de conocimiento. La
Escuela de Frankfurt, mi querido Adorno (#LOL), ha advertido de los riesgos de
que la racionalidad científico-técnica se convierta en dominante. Tengo la
intuición de que en este proceso de hegemonización ligado al capitalismo es
probable que el método científico adoptase una forma concreta determinada y no
otra. Personalmente, creo que la cuestión de si otra forma de sociedad daría
lugar a otro método científico es tan interesante como compleja y que escapa a
este debate.
Desde
este punto de vista, quiero pensar que cuando hacemos política, cuando
analizamos la realidad para intervenir en ella intentamos aplicar algo parecido
en mayor o menor medida (aunque también usamos otros modos de conocimiento).
Ahora bien, creo que el método científico, a pesar de ser un método muy potente
para conocer la realidad o, al menos, ciertos aspectos de ella también está
lleno de trampas, tiene muchas limitaciones y mal aplicado puede dar lugar a
errores importantes. Y aquí sí que tiro de mi (breve) experiencia como
científico. A diferencia de lo que algunos autodenominados “escépticos”
afirman, la ciencia, incluso sin tener en cuenta todos sus condicionamientos
sociales, es decir considerando una supuesta e inexistente ciencia “pura”, es
una actividad complicada. Dicho de otro modo: es muy difícil demostrar las
cosas (algo que la estructura social actual en la que tiene lugar la ciencia,
por cierto, complica aún más). Por ejemplo, uno de los hot topics actuales en
ciencia es lo que llaman la “crisis de reproducibilidad”, es decir, que muchos
de los resultados que se obtienen y publican no se replican. Son falsos
positivos. Y eso no es porque sean fraudes, sino que tenemos un problema (en
parte debido a la estructura social de la ciencia, pero no sólo) con las
herramientas estadísticas que utilizamos para conocer según que tipos de datos.
Mi
opinión es que aplicar el método científico en/para un programa de
transformación social en sentido emancipatorio, probablemente sea interesante o
necesario, pero no va a ser para nada trivial tal y como parece deducirse del
texto de Kropotkin. Tampoco podemos culparle, porque muchos de estos problemas
eran desconocidos en su época. En primer lugar, y podemos entrar en ello más
tarde, está el tema de los expertos y las capacidades humanas innatas
(moduladas siempre por el ambiente) (me refiero a quién es mejor en
matemáticas, intuición, empatía, etc) y como gestionas eso en un proyecto, como
el anarquismo, que se reclama horizontal, que muchas veces asume implícitamente
un modelo muy naïf de tabula rasa.
En
segundo lugar está el hecho de que el resultado del método científico no
siempre es el que tu quieras. Pongo un ejemplo curioso pero no muy complicado:
la toma de decisiones y la organización asamblearia versus “que mande uno”. Yo,
que me considero anarquista, creo que la toma de decisiones de forma
asamblearia y horizontal es, en promedio, lo mejor. Pero estoy seguro de que
existen situaciones en las que seguramente siempre sea deficitaria, por
ejemplo, en general suele ser un proceso más lento a que uno sólo tome una
decisión. En un conjunto de problemas en que sea mejor tomar una mala decisión
rápida que una decisión buena mejor, la asamblea no sería lo mejor. Ahora bien,
qué es “mejor”. ¿Qué criterios elegimos cómo mejor o peor? Y es más, ¿es
posible determinar de antemano si el problema al que nos enfrentamos es de los
que favorece la forma asamblearia u otra? ¿Cómo podemos estudiar esto? etc,
etc. Existen muchos casos en los que hacer experimentos aleatorizados (en
ciencia, el tipo de estudio que da una evidencia de mayor calidad) es
simplemente imposible. Cuando hablamos de aplicar el método científico a un
problema hablamos de esto. De definir una cuestión, de cómo vamos a medir esa
cuestión, de diseñar un estudio, de recoger datos, de tener en cuenta variables
confusoras, etc.
Naturalezas
Esto
me lleva a otro problema, y es que aunque haya dicho que no crea que existan
tendencias innatas en biología o a las sociedades humanas, esto no quiere decir
que no pueda porque exista una determinada “naturaleza humana” (aunque desde
luego muy maleable) o, mejor dicho, un conjunto de “naturalezas humanas”. Los seres
humanos somos animales, somos seres biológicos resultado de un proceso de
evolución biológica de millones de años y, como tales, estamos sometidos a
condicionantes biológicos, genéticos, etc. Por supuesto, siempre en
interacción, generalmente no trivial con la sociedad y el medio ambiente.
Teniendo esto en cuenta puedo poner un ejemplo más jodido de relación entre
ciencia y anarquismo ¿Se debe estudiar la variación poblacional, sexual, etc de
aptitudes como la altura? Los hombres son más altos que la mujeres. Es un hecho
estadístico. ¿y si hablo de una determinada aptitud mental como la inteligencia
o la velocidad mental? Por supuesto, la importancia de esas aptitudes viene
determinada por un contexto social. A mi me gusta mucho una frase de Silvia
Federici que dice: "Tal como yo lo veo, las diferencias no son el
problema, el problema es la jerarquía. La jerarquía hace que las diferencias se
vuelvan una fuente de discriminación, de devaluación y de subordinación."
No
hay problema en mirar diferencias de altura porque nadie piensa que los altos
deben gobernar a los bajos, o viceversa, pero cuando miramos inteligencia (o
determinadas características asociadas a ella), la cosa cambia porque
socialmente sí que hay un “sentido común” que dice quién debe gobernar
(recordad eso de “el gobierno de los mejor preparados”). Pero científicamente,
a parte de los problemas metodológicos de cómo medir la altura (relativamente
trivial) frente a cómo medir la inteligencia, o diagnosticar esquizofrenia y
depresión, para nada triviales y mucho más socialmente mediados, digamos que la
estadística es la misma.
Interpretaciones
A
todo esto hay que sumarle, además, que los hechos científicos no tienen lugar
en el limbo, sino que su interpretación es social. Un ejemplo clásico es la
base biológica (genética u hormonal) de la homosexualidad. Supongamos que
existe un un conjunto de variantes biológicas que aumentan la probabilidad de
ser homosexual. Supongamos que podemos determinar su existencia e incluso
cuales son. ¿Qué implicaciones tiene esto? Mucha gente está en contra de
investigarlo porque teme que esto puede llevar a que se considere una
enfermedad o incluso a prácticas eugenésicas. Pero otra gente está a favor
porque considera que esa existencia lo naturaliza (como cuando se dice
“homosexualidad hay en todas especies, homofobia sólo en una” algo que, por
cierto, no sé si es cierto, ni me importa) y de alguna forma lo justifica, lo
hace “natural”. Pero aquí no hablamos de ciencia, de estadística o de biología,
hablamos de qué consideramos una enfermedad o qué valor intrínseco le damos a
“lo natural”. Hasta donde yo sé, al menos en Estados Unidos, la comunidad gay
ha pasado de estar más a favor de la primera posición a ser más preponderante
la segunda.
Una idea
Mi
opinión es que prácticamente todas las cualidades humanas individuales y
colectivas, lo bueno y lo malo, tienen condicionantes sociales y biológicos que
interaccionan de forma no trivial. Eso incluye comportamientos o aptitudes que,
como anarquistas, consideramos “buenos” o “deseables” en una sociedad
emancipada: la cooperación, la empatía, compartir, la amabilidad, rebelarse
contra las injusticias… pero también incluye a todos los que consideramos
“malos” o “indeseables”: la violencia, el machismo, ser un cabrón, no compartir,
la indolencia, etc.
Tiendo
a pensar que lo que denominamos anarquía o comunismo es una proyección utópica
en la que determinadas tendencias y comportamientos sociales actuales, que se
presentan de forma “impura”, parcial, incompleta o sólo en determinados
contextos, son hegemónicos en la gran mayoría de los ámbitos de la vida. Esto
es, por ejemplo, el significado de la divisa “fraternidad” como lema
revolucionario. Que todos los seres humanos se comporten como hermanos, es
decir, que ciertos comportamientos que actualmente son mayoritarios en una
determinada situación de parentesco (y que, no son continuos, sino parciales.
Todos conocemos casos de hermanos que no se pueden ni ver o cómo se pican los
hermanos entre sí cuando son pequeños) se extienda a toda la humanidad. Para
mí, de ninguna manera, y esto lo subrayo mucho, esto implica una tendencia
natural hacia la anarquía, ya que lo mismo podría aplicarse al fascismo, el
capitalismo e incluso a la situación de dominación más infernal que podría imaginar
(no sé, algo como Saló, Los 120 días de Sodoma de Pasolini o La Carretera de
Cormac McCarthy), situaciones en las que determinados comportamientos humanos
son hegemónicos.
Existen
disciplinas científicas como la teoría de juegos, la teoría de juegos
evolutiva, la economía conductual, la psicología, etc. que estudian los
determinantes sociales (y/o biológicos) de determinados comportamientos, y que
por tanto podrían sernos de nuestro interés una vez eliminada toda la ideología
que tienen imbricada, si es que eso es posible. Tanto los métodos y modelos
como algunos de los conocimientos que obtienen. Por ej: el caso de los bienes
comunes, en el que se sabe que los grupos pequeños o la escasez del bien tiende
a favorecer la cooperación.
¿Debe
el anarquismo aprovecharse de dichos conocimientos, o incluso desarrollar
algunos nuevos, y usarlos en su beneficio? Pues podría ser, PERO. Es decir, sí,
siempre y cuando nos los apropiemos y nos lo planteemos de una forma crítica y
rigurosa, y teniendo en cuenta todos los problemas y limitaciones que tiene el
método científico en sí como en su interacción con el medio social: sea este el
capitalismo o el movimiento libertario. Si lo que buscamos es darle un sello de
científico a lo que en realidad son ideas preconcebidas o juicios éticos sobre
cómo debe ser el mundo lo que estaremos haciendo es marketing cientificista
barato como el que hacen las marcas de cosméticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.