Rafael Iribarren
19-A: Tantas agendas como como oposiciones
Aun con similitudes con la coyuntura del 2016; esta
confrontación con el autoritarismo madurista, tiene diferencias importantes. Una,
de parte de las oposiciones: Es que está siendo llevada más a pulso; sin que no
la haya; con menos retórica y radicalismo que cuando el arrebato revocatorio de
entonces. Aunque no hay definición clara de hacia y por donde, podría derivar;
hay menos extremismo; menos emocionalidad; más racionalidad. Dos: Nadie logra,
aunque algunos lo pretenden imponer una
sola agenda; la suya. Para bien o para mal; no hay una agenda. Hay varias
agendas; tantas, como oposiciones hay.
Lo que es igual en el oficialismo, aunque menos notorio,
pero evidente. La respuesta a las protestas, su contención y represión, sin
relativizar su desproporción, está siendo llevada también a pulso. Se diría que
bajo un solo mando. Completamente
diferente al 2014; cuando la GNB y sus colectivos atizaron y provocaron
continuadamente la radicalización de las guarimbas; actuando por su cuenta y
con una política propia, independiente del MIJP y MD. En esta coyuntura ese
cuerpo sin el liderazgo concreto de Reverol y González López; responde
directamente al CEOFANB. También a nivel del gobierno madurista y
militar-cívico; es evidente que no hay una sola agenda; y tampoco entre los
chavismos.
No hay interlocución. No hay agenda.
No hay interlocución real, no hay interlocutores válidos. Ni
del lado de las oposiciones, por razones obvias, y notoriamente. Ni, menos
notoriamente de los chavismos, ni siquiera del gobierno madurista.
No hay ni capacidad concreta ni disposición ni mecanismo; y en
consecuencia ni, en tal caso, forma de definir una sola agenda, única; unitaria.
No hay cómo consensuarla, Ni, igual para bien y/o para mal, cómo imponerla. Más
allá de la coincidencia general de activar “la calle”; sin unidad de criterio
sobre hacía donde orientar las movilizaciones de calle; sobre casi más nada hay
posibilidades de consenso entre las burocracias y cúpulas oposicionistas. Igual
como tampoco las hay entre las chavistas.
Sin embargo, las retóricas polarizantes de ambos bloques proyectan la idea irreal, reduccionista, de que se trata de dos agendas opuestas, que se definen a partir de negarse mutuamente. Algo así como una sola agenda en dos partes; común; o sea de todos; o más bien de nadie; y para nada concreto; que no va más allá del reduccionismo binario de: Maduro, sí o Maduro no.
De tal forma que, en la hipótesis de que Maduro saliera
abruptamente por un golpe; o porque renunciara o porque se negociara; poco
probable; esa agenda binaria; además, planteada en forma terminante y sin
progresividad; no es ni sería base para
ningún consenso o procesamiento entre el oficialismo y los chavismos actuales y
las oposiciones. No hay agenda.
Las regionales
y las independencias de los poderes.
Las regionales no tienen que ver; no tienen que
condicionarse con la posibilidad de sacar o no a Maduro, en concreto, mediante
elecciones generales. Ni tienen que ver con
la libertad de los presos políticos ni con el respeto a los DDHH; con en
general las justas reivindicaciones de las oposiciones. Se trata de agendas o
temas independientes de lo electoral; pese a su importancia y peso, y a
que los actores y factores sean los mismos. Pese a la relación entre la
ilegitimidad del madurismo, a la perversión de su ejercicio del Poder y a la
relación concreta entre lo electoral y su permanencia en él. Primero; lo
electoral; y menos lo regional no está condicionado a lo bueno o malo de su
gobierno; sino a los derechos electorales constitucionales de los venezolanos.
Segundo; el respeto a los DDHH, la libertad de los presos políticos la libertad
de expresión; aparte de que no son negociables en ningún término, no tiene
tampoco que ver con elecciones. La lucha por su restablecimiento sigue mientras
sean violados, independientemente de lo electoral en cualquier instancia
Las regionales tienen que ver, sí; y bien en concreto; porque
lo implicaría o tendría que implicar; con el tema de la independencia de los poderes públicos; y
específicamente y de entrada, con el respeto y reconocimiento de la AN por el
gobierno. Un consenso sobre ir a las regionales, como igual sería, en tal caso,
de que hubiera elecciones generales; tendría que ser sobre el condicionamiento,
eso sí negociado, de la gestión del CNE. Del sistema electoral en general; del
procesamiento de las elecciones; de la base jurídica y técnico-jurídica y la
normativa legal vigente. Temas que toca a la AN manejar y definir
Por lo demás las
regionales son parte de la agenda de la
gente; diferente y que debe manejarse aparte del resto de lo electoral, y
concretamente de lo electoral presidencial. Son, o tiene imperativamente que
ser, habiendo las condiciones y la necesidad histórica; para la gente
posicionarse regionalmente en las dinámicas del Poder. Para acumular capacidad
de confrontarlo reivindicando y ejerciendo la soberanía ciudadana y regional.
Siempre fueron pervertidas; nacionalizadas, presidencializadas. En esta
coyuntura, que toca que sean diferentes, hacerla junto a las presidenciales
sería desregionalizarlas absolutamente.
Vale destacar, que al hablar de la “independencia de los
poderes” en concreto; restrictivamente,
nos referimos a los “Poderes
Públicos”: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y demás. Pero también tenemos que
referirnos; y hoy toca, a la independencia de y entre los poderes
territoriales, concretamente a la de los gobiernos regionales con respecto al
nacional; y de los locales con relación a aquellos. Tan independiente ha de ser
cualquier gobernación con respecto al gobierno nacional y cualquier alcaldía
con respecto a cualquier gobernación; como la AN y/o el TSJ y/o el CNE, y
demás, con respecto a Gobierno Nacional, al Ejecutivo.
Las crisis del madurismo y los chavismos
El madurismo se maneja en tres escenarios de crisis; el
primero, el del propio gobierno militar-cívico, montado en asociaciones
crematísticas y alianzas precarias en permanente y creciente tensión. El
segundo; ya en las postrimerías del postchavismo el de la crisis interna entre
los chavismos sin solución, irreversible. Y el tercero de la crisis nacional
con todos sus aspectos y dimensiones y, en ese marco, su confrontación con las
oposiciones. Vale repetir, porque es exacto; que Maduro “está bailando en un
tusero.” Lo que explica su incapacidad
para decidir en ningún sentido, sobre nada, y el empastelamiento en que se
mantiene. Últimamente y solo como referencias de entre la incoherencia e
inconsistencia generales de su gestión; las tortas de las sentencias del TSJ
contra la AN; en tres días, la segunda peor que la primera; la de anunciar las
elecciones para el 2018; para una semana después, declarar que espera que se
convoquen ya. Los cambios inexplicables de voceros clave en circunstancias
críticas en la OEA y el CNE; citando los dos casos más significativos. Pese a
lo que se denuncia y los hechos concretos; el pulso con que se han contenido y
reprimido las protestas de las últimas semanas. Y, en caliente; el anuncio de
que repartirá 500.000 fusiles. Muestran a un Maduro contra la pared.
El cambio notable, en la correlación dinámica política de la coyuntura, operado en tres a cuatro
semanas, hasta que las oposiciones tomaron y mantienen la iniciativa política
con la protesta en la calle con una participación masiva importante de la gente;
se está dando precisa y sorpresivamente, a partir de la crisis de las
sentencias. De la proyección que significó, reveladora de la verdadera
situación interna del chavismo. De tal forma que dicho cambio, en la dinámica
política de la calle; no es resultado de ninguna nueva, según, acertada
estrategia política que las oposiciones hayan trazado. No ha habido cambios
importantes Las oposiciones, MUD ya prácticamente inexistente; y las demás,
siguen siendo las mismas, con sus mismas prácticas político-partidistas;
determinantemente electorales candidaturales; individualmente los partidos y
como conjunto, la MUD.
El cambio en el dinámica
de la correlación de fuerzas; a partir de la misma respuesta
convencional de la oposición a las sentencias; responde al debilitamiento y el
empastelamiento del madurismo; y a la conflictividad y tensión internas,
inerciales, de los chavismos en general y del madurismo en concreto.
La unidad de las oposiciones es imposible.
En las oposiciones, cualitativamente, nada ha cambiado. Son
las mismas, ahora más dispersas, divididas y confrontadas candidaturalmente; en
la perspectiva de las elecciones presidenciales. Luego del habilitación en el
CNE reducidas a unos seis partidos nacionales. Con una MUD “reestructurada”;
menos armada, operativa y presente que la anterior; que solo se reúne para
ruedas de prensa de ocasión.
Por su naturaleza, solo un “espacio de concertación”, la
MUD, nunca fue capaz de una política unitaria ante nada. Solo logró, que para
eso fue que se conformó, negociaciones electorales; y en condiciones
determinadas. Ahora, ni en perspectiva tampoco hay, ni es posible, una política
unitaria. Cada partido tiene su agenda, electoral-candidatural, lo que se
evidencia en la competencia por el protagonismo en cualquier circunstancia;
como, incluso en la de estas movilizaciones de protestas. Se habla a nombre de
la MUD, pero no es la MUD quién informa, convoca o declara sobre lo que sea. Ni
quien decide. Es Capriles o PJ o Guevara de VP; o cualquiera otro del G9 o el
G4. En la hipótesis de que se llegara a una disposición de ambos bloques buscar
un acuerdo; un consenso; ni habría como definir una posición común; unitaria;
ni como designar a quién asuma la representación; ni siquiera de la MUD, menos
de las oposiciones en conjunto y de la Sociedad Civil. Sucedería como sucedió
con el diálogo; que, aparte de si era o no viable; de cómo y quienes lo
asumieron y en nombre de quién; aparte que no arrancó; la diatriba sin cuartel
entre las oposiciones, fue más intensa que con el oficialismo. Porque no podía
ser sino así; y porque, en las condiciones actuales; no sería diferente. Sería
igual que como ha sido hasta ahora; y por iguales determinaciones. La unidad
política de las oposiciones no es posible
El marco referencial único de las oposiciones es el de las
elecciones presidenciales, con las regionales como fase previa.
Alcance de la
coyuntura. “la primavera venezolana”. Otro carmona no sirve
Para no perder el 2017 como perdimos el 2016: lo primero es
no sobre-ponderar la coyuntura. Maduro está contra la pared, muy débil y
aislado políticamente, empastelado. Pero la asimetría del poder fáctico que
concentra absolutamente le permite manejar, y hasta cómodamente como se
demostró en el 2016, cualquier confrontación concreta, cualquier polarización
inmediatista. Su salida es, o será, política, no de facto. Igual estuvo en el
piso a principios del 2016 luego del 6D; la polarización revocatoria
inmediatista; presidencialista; con que torpemente se le enfrentó; le permitió
mantenerse y terminar cantando victoria en diciembre pasado.
En el cuadro correlacional de fuerzas actual en Venezuela hay
dos asimetrías absolutas: la del poder fáctico concentrado en manos del
Presidente; hoy de Maduro; y la de la abrumadora voluntad política nacional
ciudadana en su contra. La confrontación directa; frontal; siempre será sobre
la ventaja absoluta de lo fáctico sobre lo político. Ningún “asalto” tiene
perspectiva, ninguna escalada inmediatista. La coyuntura da para dimensionar
aún más la asimetría política; densificar el rechazo nacional abrumador ante el
autoritarismo decimonónico de Maduro, hacia imponerle sociopolíticamente, una
salida política, sobre que los factores y relaciones internas del poder fáctico
en que se soporta, pierdan el tono neuro-muscular; se politicen y asimilen una
racionalidad política realística.
No es viable una salida fáctica, de hecho. Pero en la
hipótesis de que se diera no hay, no habría, opción concreta de poder; salvo
una regresión. Luego de un hipotético asalto; habría un vacío de poder; y/o, un
“estado de emergencia” para improvisar como llenarlo. En abril del 2002, el
vacío que dejó Chávez al irse no había, no estaba previsto quién lo llenara: a
las 72 horas lo regresaron. La situación, se dirá, no es la misma. En tal caso;
¡claro!; no sería completamente igual. Cierto. En mucho sería diferente. Pero,
en lo determinante; en que no estaba nada previsto; sí lo sería.
Se habla de “la primavera venezolana”; en alguna medida,
pertinentemente, porque sí hay importantes similitudes. Sin embargo, la más
importante de dichas similitudes, en tal caso; es precisamente la de que no hay
garantía de que la deriva de la crisis coyuntural, sacar a Maduro en este caso,
como en Egipto a Mubarak; no se concrete en una regresión. Con todo y el alto
contenido societario y secular de “la primavera árabe”, el resultado actual,
salvo Túnez; es “tan peor” o igual de peor que lo que había.
Otro Carmona, llámese como se llame, no es opción en ningún
sentido. Ni siquiera si es jefe y/o candidato, presidencial de un partido. En
el escenario de una ida o sacada de Maduro no hay garantía sobre nada de lo que
pase, pueda y/o deba pasar en concreto; ante la crisis nacional, coyuntural ni
estrctural. Todo se reducirá a tener en Miraflores otro presidente y otro
partido o alianza de partidos gobernando.
Una “carrera de resistencia” no de velocidad.
Las movilizaciones de protesta a partir de las sentencias del TSJ contra la AN, básicamente en Caracas, con la exigencia de la destitución y juicio de los magistrados que las firmaron, han sido de bastante alto nivel político. Con una agenda política bien sustentable en la subjetividad nacional, sobre la denuncia de la Fiscal, la acción contra los magistrados y manejable eficientemente Aunque inicialmente limitadas y básicamente sectorizadas, y con repliques limitados en el resto del país, como ya señalé, en general han sido manejadas a pulso e inteligentemente, sin radicalismos, por sus promotores obviamente de oposición.
La expectativa de esta marcha del 19ª, es de que sea
equiparable o más determinante que la del 26S del 2016; probablemente mayor.
Con la posibilidad concreta de resultar en una deriva político-institucional de
más alcance que aquella; de la que, finalmente, no quedó nada. Lo que depende
de que las situaciones se sigan manejando, como hasta ahora, es que se sigan
manejando a partir de que “no se trata de una carrera de velocidad; de 100
metros”, sino de “una carrera de resistencia”.
Hoy, nadie ni en las oposiciones ni en los chavismos;
incluido el madurismo; tiene suficiente representatividad ni legitimidad; ni
liderazgo; como para definir, comprometer y garantizar el cumplimiento de
ningún acuerdo asumido a nombre del bloque del que es parte. Vale repetir,
tampoco en los chavismos ni en el madurismo. No solo en las oposiciones.
No habiendo interlocutores válidos y confiables; no hay
interlocución; ni hay mediadores ni facilitadores. La polarización; mediática
retroalimentada sistemáticamente; ha permitido bloquear cualquier impulso hacia
cualquier forma de consenso. Aunque el mismo Maduro ha develado; sapeado según
algunos; que hay conversaciones con factores de la MUD; lo que, no siendo nuevo
ni cuestionable per sé; no ha sido negado por las oposiciones. Y sí denunciado
y descalificado desde factores partidistas mediáticos y de Poder; minoritarios;
verdaderos reductos de la regresión; que juegan al radicalismo; y siguen
manejando el revocatorio como única opción. La capacidad de descalificación
entre sí, interna, manipulada mediática e inescrupulosamente, de los ultrosos
de ambos bloques burocráticos que se complementan, es más activa que entre
ellos.
Regionales ya para sacar al 4febrerismo de las
gobernaciones; Presidenciales en 2018 para sacar a Maduro
El cuadro político nacional; en el marco del 19 de abril y
su alcance; en grueso, se concreta así:
1.- Un Gobierno; el madurismo; contra la pared; paralizado
por sus insuficiencias y sobre todo por sus tensiones y contradicciones
internas; cada vez más débil y aislado interna y externamente; y ya en las
postrimerías del post-chavismo, sin base sociopolítica ninguna; rechazado por
ocho de cada diez venezolanos.
2.- Obligado ceder; básicamente por su propia crisis, amenazado por la posibilidad de una desestabilización, como la el 2014 desde los propios chavismos y mismo factores de su propio gobierno.
3.- Pero, montado en la misma asimetría del poder fáctico; que sigue concentrando absolutamente.
4.- Unas oposiciones; las mismas; y hasta menos armadas de
cuando la MUD de enero del 2016;
5.- Por su naturaleza; sin unidad en nada salvo estar contra Maduro; cada quién con su protagonismo su política y retórica particulares, Igual estancadas en sus conflictividades candidaturales
6.-sin política sin capacidad de dirección con una representatividad precaria; descartadas para una verdadera interlocución con el gobierno;
7.- Sin articulación concreta, político-organizativa, con las dinámicas sociopolíticas de base. Ni siquiera con los amplios sectores que ocasional y de hecho condicionadamente, como en este momento, responden a sus llamados a manifestar en la calle contra Mauro y su gobierno.
8.- Una subjetividad nacional, absolutamente antimadurista, incluídos en ella los restos dispersos que quedan de los chavismos
9.- con una alta capacidad, niveles y disposición políticos;
10.- pero; igual, absolutamente, dispersa; in-estructurada; sin ninguna capacidad de confrontación fáctica; de contrapoder; ni de acumulación de fuerzas.
El riesgo de desperdiciar también esta coyuntura por el
inmediatismo revocatorista.
La coyuntura de hoy; con variantes; repite la de los mismos meses del 2016. Más débil y entrampado el Gobierno; pero igual sin capacidad real; y menguada; las burocracias de las oposiciones. Y como entonces; presenta posibilidades concretas de hacer retroceder al Gobierno; pese a la asimetría de poder fáctico; con base a su crisis interna. Pero, y también, ahora; como entonces terminó siendo; es posible desperdiciar la circunstancia; desperdiciar la posibilidad de ganarle a pulso importantes espacios de poder al Madurismo. Si se vuelve a imponer la misma polarización inmediatista revocatorista de entonces; también este 2017 se perderá como se perdió el 2016.
“Elecciones generales”: el mismo revocatorio con otra
cachucha, para perder también 2017.
La mayoría de las oposiciones se han decantado del
inmediatismo revocatorista; y manejan la idea del Calendario de octubre del
CNE; con las regionales y locales este año y las presidenciales el 2018. El año
pasado la matriz del “revocatorio ya”, mediáticamente, la impuso una minoría a la
mayoría de la MUD y al país. Y, en el cada quién con su retórica, en la
expectativa de una activación de la disposición antigubernamental masiva y
creciente; nuevamente una minoría; pretende imponer; de hecho; como entonces;
que electoralmente se trata de que haya ahora en el 2017 elecciones generales,
dentro de las que se hagan las regionales. O sea; una variante del revocatorio,
como entonces; supeditando a él, las regionales.
Dicho rápido; la mejor y más segura forma de hacerle el
juego a Maduro; de facilitarle que pase liso o más o menos el entrampamiento en
que esta hoy; sería volver a la polarización inmediatista revocatoria¸que
implicaría condicionar todo a que haya este año las elecciones
presidenciales.
19A: Ni asalto al poder ni escalada: imponerle a Maduro
negociar.
Se habla de negociar; de que se está negociando con el
gobierno. Sin descalificar cualquier posibilidad o variante de negociación;
alguna puede imponerse como única salida a la crisis. En relación con el
calendario de octubre del CNE; concretamente a las regionales; no hay nada que
negociar. Ni política; ni político-institucionalmente. Maduro; obviamente bajo
la presión determinantemente de las crisis internas del madurismo y los
chavismos, y del CNE, amenazado de situaciones de gran tensión; tuvo que
recular y declarar que las regionales se harían este año. Particularmente a
raíz de la crisis con la Fiscal, y el riesgo de replique; políticamente no
puede seguir frenando al CNE que las convoque. Y político-institucionalmente;
están pautadas para ya, retrasadas desde el 2016. Según todos los indicios, en
contra de lo que quisiera el madurismo, las elecciones regionales van este año.
Sin negociación ninguna, ni, en relación con nada, ni con la calle, ni con los
presos políticos, con nada.
A raíz de este 20 de abril se tendrá idea clara, como se
tuvo a partir de 27 de septiembre del 2016, de si hay o no condiciones para un
“asalto” o “una escalada” indefinida. Estoy entre quienes consideran que no las
hay. Estoy entre quienes asumen que se trata de “Una carrera de resistencia”,
que no hay contrapoder ni siquiera el mínimo de capacidad fáctica acumulada
como para ninguna variante de ultimátum. Y probablemente si en la movilización
del 19, la racionalidad sigue prevaleciendo sobre la emocionalidad, entonces se
habrán creado y acumulado más condiciones para forzar a Maduro a ceder más de
lo que hasta ahora.
Ni ultimátum ni intento de ”asalto”. Ante una nueva
demostración de rechazo masivo absoluto; potenciado el del 26S; y siempre como
única opción real a la profundización de las crisis del madurismo y los
chavismos; Maduro va a tener que ceder más; y disponerse a negociar; aunque ni
las regionales ni, las presidenciales. Sobre se hagan las regionales ahora en
el 2017, que termine el período en diciembre del 2018.
Negociar la
implementación del calendario de octubre del CNE; con base a la reestruturación
por la AN del sistema electoral y el TSJ
Sobre la base del calendario de octubre del CNE; regionales
y locales este 2017 y presidenciales el 2018; cabe imponerle negociar las
condiciones concretas político-institucionales en que se implemente ese
calendario.
1.- Renovación por la AN del CNE y la Sala Electoral del
TSJ;
2.- Destitución y nuevas designaciones de los magistrados del TSJ designados espúreamente por la AN en diciembre del 2015;
3.- Reestructuración de todo el sistema electoral: abriéndolo, regionalizándolo y ciudadanizándolo; sometido totalmente a la contraloría ciudadana;
4.- Reposición de los derechos electorales ciudadanos y de las minorías, establecidos en la CRBV; negados y conculcados principalmente por la legislación reglamentación y normativa chavista de los últimos diez años.
5.- Supervisión, auditoría y veeduría electoral internacional continuada de todo el proceso de montaje y realización de las elecciones.
Caracas abril 2017.
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