Humberto Decarli
Tratar
de ubicar ideológicamente al movimiento conocido en Venezuela como chavismo no
es fácil porque se trata de un sincretismo político alcanzado mediante
reducciones al absurdo y mezclando segmentos imposibles de unir pero agregados
arbitrariamente para justificar argumentos inalcanzables. La complejidad de la
definición se traduce en interpretar cómo unir el nacionalismo populista, el
nasserismo-peronismo, el neofascismo, el marxismo-leninismo, la religiosidad
popular, el militarismo, el castro-guevarismo y el bolivarianismo más rígido,
segmentos conformantes de este cuerpo programático.
LA
BASE DEL NACIONALISMO: LA PATRIA
El
fundamento del nacionalismo preconizado por los populistas venezolanos reside
en la definición de patria, la cual podría entenderse como una entidad
afectiva, cultural o étnica de un conglomerado humano habitando en un espacio
físico determinado con una historia común. Es el lugar de mis padres
correspondiendo al patriarcado existente en muchas sociedades pero podría
decirse matria si se apela a la madre. También se emplea para diferenciar la
colonia de su metrópolis, la “madre patria”, como se utiliza en el manejo de la
historia tradicional. El problema es que este concepto puede ser la premisa
esencial para crear una identidad nacional capaz de generar sentimientos de
grandeza culminados en una sensación de suficiencia y arrogancia. Ese
forjamiento se expresa en una postura de superioridad, semilla de cualquier
actitud racista, vale decir, en una consideración de arribismo frente a los
demás prescindiendo de la diversidad. Ese criterio es extremadamente peligroso
porque genera una actitud de seguridad apta para ejercer la intolerancia ante
otras nacionalidades, grupos étnicos o culturales. No está demás rememorar la
idea del filósofo británico Samuel Johnson, quien estimaba a la patria como el
último reducto de los imbéciles, manifestado a través del guionista Arthur C.
Clark en la película Patrulla infernal o Senderos de gloria, del director
Stanley Kubrick, en la escena proyectada de un diálogo entre un alto oficial
militar y uno de menor rango quien murmuraba “la patria es el lugar de los
canallas”.
El
patrioterismo es una orientación de la patria y se desborda promoviendo el
chauvinismo e incluso la xenofobia. Además, puede servir para cohesionar a un
grupo concreto frente a la ausencia de elementos unificadores y de esa manera
tener un sustrato mínimo para conformar una entidad nacional. Este sentimiento de patria ha sido usado por
diferentes tipos ideológicos como el peronismo, el nasserismo, el nacional
socialismo, el fascismo y el neofascismo, el estalinismo y el castrismo.
Constituye el hilo esencial de su existencia y se ha mezclado en muchos casos
con el populismo generando ideas delirantes y dogmáticas en poblaciones para
llegar a la violencia a fin de imponer sus posiciones. Las tesis chavistas
hacen del concepto de patria un eje fundamental de sus coordenadas. Es
reiterativa su pronunciación abocándose a un instrumento sustancial de sus
ideas. Lo vinculan con la fundación del país en un alarde de identificación con
la grandeza épica del inicio de Venezuela.
EL
POPULISMO NACIONAL-MILITARISTA
El
populismo tiene varias acepciones pero aquí lo vamos a usar como el cuerpo
teórico político mediante el cual se reivindica al pueblo, a los de abajo, pero
sin modificar la estructura de dominación mediante reformas atractivas y
estridentes pero sin efectos de igualdad ni libertad. El
mencionado nacionalismo se ha fusionado con el populismo para configurar una
alianza con efectos serios en muchos pueblos. Las proposiciones populistas así
lo indican porque el nazismo tenía como eje la raza aria, desempolvando tesis
de Gobineau y Chamberlain de superioridad racial, y la identidad germana,
Estado de relativa y reciente creación pues se formó como ente tedesco en el
siglo XIX.
Adicionalmente
se incorpora el militarismo como agente de la estructuración de una concepción
totalitaria. Por militarismo se entiende la postura doctrinal y la práctica
política que estima necesaria y conveniente el predominio del sector castrense
dentro de la sociedad en un momento determinado. Este fenómeno se ha hecho
presente, con cierta asiduidad, en el mundo moderno. Son múltiples los ejemplos
y las formas o variantes mediante los cuales se expresa esta tendencia: desde
el nazismo-fascismo hasta el estalinismo en sus fachadas más puras, pasando por
el peronismo, el nasserismo, las fusiones cívico-militares asiáticas y las
contemporáneas, teniendo especial referencia las latinoamericanas. El
militarismo ha existido desde tiempos antiguos. Un ejemplo es la severa
concepción erigida por los griegos, en especial los espartanos. El mundo romano
tuvo un alto componente castrense, al igual que la invasión efectuada por
Gengis Khan hacia China (1211) y gran parte de Asia. Fue rememorado por
Tamerlán al estatuir en Samarkanda su imperio (1370) y por las invasiones de
los pueblos denominados bárbaros. Estuvo presente en las guerras hacia el Medio
Oriente, conocidas como las Cruzadas, empleadas para establecer un puente para
el comercio hacia China y la India. Las Cruzadas también fue una manera de
combatir la hambruna europea de la época con el justificativo religioso que sí
se evidenció en las internas europeas como la liquidación de la disidencia
cristiana de Lituania y a la supresión de los cátaros.
Un
aspecto clave para entender el equilibrio democrático de una sociedad reside en
su nivel de militarismo. La manera en que las Fuerzas Armadas administran la
violencia estatal es un indicador de su cultura democrática. Quienes argumentan
la necesidad de construir novedosas formas de autogobierno, también afirman la
pertinencia acerca de un mayor control social de los uniformados. La presencia castrense en los gobiernos ha
variado de acuerdo a cada contexto histórico. En la Guerra Fría, por ejemplo,
los norteamericanos apostaron a la participación de los uniformados en América
Latina, no siendo accidental el apoyo a los Somoza, Stroessner, Trujillo,
Pinochet, Videla, Ríos Montt, Pérez Jiménez, Odría, Rojas Pinilla, Baptista y
Duvalier. A pesar de su condición de violadores de los derechos humanos,
respondían a los intereses del Pentágono en su denominado “patio trasero”
frente a su potencia rival del momento, la Unión Soviética. La gobernabilidad
se sustentó en las bayonetas, empuñadas por organizaciones castrenses formadas
en Washington. La violencia y la represión fueron directas, palpándose crudamente
con los desaparecidos, torturados, detenidos y asesinados, amén del estado de
tensión y terror respirado por nuestras sociedades.
La
guerra santa librada por Mahoma, luego de su Hégira hacia Medina (624), contra
los pueblos infieles ocupantes de la península arábiga -posteriormente
convertidos al Islam- desembocó en un imperio gigantesco. Las confrontaciones
europeas en el medioevo y en la alborada de la revolución industrial,
regularizadas por la Paz de Weffalia, son igualmente expresiones de una
ideología delirante fundada en la fuerza. De la misma manera, el fascismo
italiano concentró estas ideas para generar una identidad a otra nación creada
no muy lejanamente porque con la unificación de Garibaldi comenzó en el siglo
diecinueve la creación de un nuevo Estado nacional. En ambos caso, el alemán y
el italiano se comprenden como iniciativas para crear cohesión. Gamal Abdel
Nasser logra asir el término patria para aplicarlo al universo aràbigo,
fraccionado a raíz de la intervención europea cuando desplazó al imperio
otomano, materializado en el tratado Sykes-Picot, mediante el cual Francia y el
Reino Unido se repartieron la región, y pretender la creación de una unidad a
partir del empleo del idioma árabe como fuente de fusión. Fue el denominado panarabismo.
Demás está hacer notar que el nasserismo se ejerció mediante el partido único,
la intolerancia y una versión oficial del islam y a fin de cuentas no logró la
quimera perseguida.
En
América Latina tuvo su punto de partida con el liderazgo de Juan Domingo Perón
en la Argentina. Este militar poseía el carisma necesario para, junto con su
pareja Eva Perón, cautivar a los “descamisados” y obtener un apoyo
multitudinario. Se basó en las 62 organizaciones, federación sindical mafiosa
que le sirvió de plataforma organizacional y las fuerzas armadas como elemento
indispensable de la conducción de la sociedad. Convirtió a la Argentina, de un
país con un mayor P.I.B. que Canadá al término de la segunda guerra mundial, en
una nación miserable al despilfarrar el excedente financiero generado por la
exportación de trigo y carne de res. Ulteriormente
generó muchas influencias en las fuerzas armadas de la región. Esto se vio
consolidado con los gobiernos y liderazgos de Velasco Alvarado en Perú, Juan
José Torres en Bolivia y Omar Torrijos en Panamá. Regímenes con apoyo popular y
un despotismo a todas luces, enarbolando el nacionalismo como una diadema
frente a la hegemonía americana en el hemisferio.En
los actuales momentos la influencia del militarismo se expresa de otra manera.
Los ejércitos se han transformado en cuadros administrativos del ejecutivo,
siendo la totalidad del sistema educativo influenciado por su instrucción. La
justicia castrense es dinosáurica, como en el pasado, pero ahora interfiere en la
jurisdicción civil estando los valores del mundo prusiano en boga. No existe la
necesidad de una persecución grosera de los disidentes, por lo que su
aplastamiento se realiza por otros métodos.
Una
de los cauces del autoritarismo es la fementida unión cívico-militar, cuyas
muestras en la historia se presentó con la mal llamada revolución de octubre,
la asonada de los adecos y militares defenestrando a Medina Angarita; la
coexistencia entre la gente y los milicos en el derrocamiento de Marcos Pérez
Jiménez el 23 de enero de 1958; y ahora con el período chavista. Todos tienen
un común denominador: terminaron en despotismo. En los actuales momentos la
influencia del militarismo se expresa de otra manera. Los ejércitos se han
transformado en cuadros administrativos del ejecutivo, siendo la totalidad del
sistema educativo influenciado por su instrucción. La justicia castrense es
dinosáurica, como en el pasado, pero ahora interfiere en la jurisdicción civil
estando los valores del mundo prusiano en boga. No existe la necesidad de una
persecución grosera de los disidentes, por lo que su aplastamiento se realiza
por otros métodos lo cual no quiere decir que no se emplee la coerción porque
en el caso venezolano se aplicó controladamente a través del carisma de un líder
y la bonanza financiera derivada de la renta petrolera pero hoy son las
bayonetas quienes determinan la disciplina de la gente.
LA
RELIGIOSIDAD CHAVISTA
La
gestión actual utilizó el fervor religioso de los sectores populares. La
fallecida antropóloga Michelle Asencio analizó este punto en un libro
intitulado De que vuelan vuelan, donde explica con pruebas la orientación
venezolanista a creer mucho y a ejercer el culto privadamente. No hay rigidez
en su postura porque hay bastante sincretismo religioso dado que los
conquistadores hispánicos venían con creencias mezcladas del catolicismo con el
islam debido a que Andalucía había sido ocupada por más de ocho siglos por los
omeyas musulmanes. De la misma manera esta autora señala la existencia de dos
catolicismos, uno oficial y otro popular. El primero se corresponde con la
jerarquía eclesiástica y el orden del Vaticano; el segundo es la combinación de
creencias paganas y africanas con los principios católicos. José Gregorio
Hernández está seguido como referencia por el pueblo en este contexto.
El
catolicismo popular fue manipulado por el chavismo como factor de unificación
de fe religiosa y sus iniciativas apuntaron a conquistar al imaginario del
pueblo con miras a su dominio. Prescindieron del Alto Clero como factor de
poder porque lo concentraron en la fuerza armada y se dio el lujo, en momentos
de apogeo, de vapulear a los obispos venezolanos.
VISIÒN
ESTÀTICA DE LA HISTORIA
Las
tesis chavistas sobre nuestra historia son una curiosa mezcla de dos escuelas
historiográficas cuya síntesis es profundamente reaccionaria. La escuela
romántica ve a Venezuela como un compendio de heroísmo que dio origen a la
nación. Es una óptica épica donde el eje de nuestro devenir radica en
personajes supra humanos a los cuales les debemos la independencia y la
presunta igualación por la guerra federal. Aprecia a Simón Bolívar como una
deidad situado por encima del bien y del mal.
Eduardo
Blanco con su Venezuela Heroica y Juan Vicente González así como
posteriormente Gabriel García Márquez en El General en su laberinto, son
efluvios conservadores en la interpretación histórica. La escuela marxista
pretende comprender al proceso de independencia como una revolución social y a
la federación como una reivindicación de un proceso igualitario complementando
a la secesión de España. A Bolívar se le valora como un revolucionario y no
como un mantuano y a Ezequiel Zamora como un socialista, más allá de su
condición de comerciante y esclavista. J. R. Núñez Tenorio creó la imagen de
Simón Bolívar como revolucionario social en una publicación intitulada Reencarnar
el espíritu de Bolívar: Bolívar en la guerra revolucionaria y Federico
Brito Figueroa la del general del pueblo soberano con su obra Tiempo de
Ezequiel Zamora. La combinación de ambas escuelas produce una idea rígida
de la fase iniciática de la nación venezolana, del militarismo como instrumento
político en el país, de enlazar las insurrecciones de los esclavos africanos
como la de José Leonardo Chirinos y la del zambo Andresote con la de Picornell,
Gual y José María España, la resistencia de Guaicaipuro y el proceso de
independencia, en una secuencia lógica cuando es demasiado abigarrado
presentarlas como una sola por la diversidad y lo heterogéneo entre ellas.
El
culto a Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, lo recoge Hugo Chávez como
el árbol de las tres raíces en su publicación denominada El Libro Azul,
donde comete la impostura de asirlos sin ilación seria. Presuntamente es la
esencia ideológica del bolivarianismo. Estas orientaciones coinciden plenamente
con la opinión oficial de los regímenes de Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez,
Guzmán Blanco, López Contreras y Pérez Jiménez, solo que en los últimos se
sacraliza en el concepto de patria y no de revolución social como
fementidamente ha pretendido la izquierda marxista tradicional. La idea central
es la identificación de Simón Bolívar con Hugo Chávez, uno consiguió la
independencia y el otro la concluyó, a decir de esta versión sesgada de
Venezuela. Asimismo, la asociación de este proceso populista con la
independencia, las ideas de Colombia y la unidad latinoamericana desde el
Congreso Anfictiónico, siempre en el pasado para encubrir la falta de
proyección futuristas de quienes gobiernan a Venezuela.
UNA
APROXIMACIÒN A LA DEFINICIÒN IDEOLÒGICA DEL CHAVISMO
El
chavismo fusiona todas estas expresiones totalitarias en un contexto de unidad
cívico-militar bolivariana. Es la simbiosis de las teorías nacionalistas con el
despotismo castrense, el populismo latinoamericano, el marxismo leninismo, el
castrismo entrelazado con José Martí, el guevarismo con el concepto de América
y una visión ultramontana de la historia nacional basada en el culto acrítico y
cuasi religioso de Simón Bolívar.
Es
interesante recordar las simpatías del militar venezolano de Sabaneta. Citaba
con frecuencia a Juan Domingo Perón como significante del latinoamericano,
seguía a pie juntillas a los “carapintadas”, los coroneles argentinos Alí
Sineidin y Aldo Rico, y su ideólogo favorito era Norberto Ceresole, un viejo
estalinista devenido en neofascista. Y su idolatría era para Fidel Castro,
Muammar Gadafi, Robert Mugabe, Lukashenko y Amadinejab, determinando su
admiración por el autoritarismo.
Las
anteriores premisas explican la verdadera ideología de esta experiencia
militarista venezolana. Es una concepción corporativista militar, donde el
principal factor de poder son los administradores de la violencia del Estado y
de allí la naturaleza ubicua del componente armado en la dirección del mismo.
Nunca antes los uniformados tenían una presencia tan acentuada en el desempeño
gubernamental como en el presente. Dominan el acceso a las divisas, los
alimentos, las armas, las finanzas, la economía, la educación y en general, un
militar aparecerá en cualquier cargo de relevancia dentro del aparato de
dominación. Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, en sus respectivos
gobiernos castrenses, se esmeraron en la búsqueda de civiles brillantes para
romper el estigma militarista. Ahora no es así por la postura autoritaria
dominante.
El
Estado comunal es otra expresión de corporativismo porque las comunas y los
consejos comunales son entidades controladas financiera y funcionalmente desde
Miraflores conformando una unidad gobierno, aparato estatal y partido, desde el
cual se somete a la sociedad venezolana. Son organismos reproducciones, mutatis
mutandi, de los Comités de Defensa de la Revolución de Cuba. Lo anterior se
edulcora con teorías marxistas adjetivas, la admiración por el Che Guevara de
una manera incondicional y obviamente por Fidel Castro, sobre todo por el
arcano que le ha permitido perpetuarse en el poder a través de su liderazgo y
el de su hermano luego de su enfermedad y posterior fallecimiento. La magia de
la dominación en el territorio caribeño impresionó desde siempre a Hugo Chávez.
CONCLUSIONES
El
bolivarianismo condensa un modelo estatista y disciplinario en lo político;
capitalismo de Estado en lo económico; pensamiento único en lo ideológico con
la mixtura ensambladora de posturas disímiles, es decir, una visión abigarrada
de la realidad; la cultura popular, el folklore y la artesanía como palancas de
su concepción estética; una versión severa de la historia para justificar y
encubrir un proyecto inviable; una organización político-social expresada en el
corporativismo militar; una expresión delictiva controlada por el Estado; una
corrupción estructural y permitida; y un manejo del aparato de dominación
verticalmente. A pesar del pastiche ideológico si pudiésemos reducir la
sustancia del chavismo a la Venezuela contemporánea, lo haríamos con la
referencia de la defenestración de un heredero del Benemérito. Chávez alcanzó a
amalgamar todas estas tesis para darle barniz de transformación a su proyecto y
fusionó a dos fuerzas actuante en Venezuela en el año 1945. Se trata de una
organización socialdemócrata y populista, Acción Democrática, aliada a unos
militares formados en la tradición gomecista. Es la reunión del populismo con
el fascismo, quienes coaligados derrocaron al gobierno de Isaías Medina
Angarita, postgomecista empeñado en la modernización de Venezuela cubierto del
manto andino conservador. Y a fin de cuentas esa asociación terminó con el
derrocamiento militar del narrador Rómulo Gallegos en 1948 y los uniformados
monopolizaron el poder separando a sus socios civiles del pucht del 45.
El
chavismo comprende elementos de ambas formaciones. Por una vertiente, su modus
operandi es netamente populista y clientelar como el otrora partido del pueblo.
Por la otra, es militarista a ultranza como todas las organizaciones
autoritarias. Tenía muchísima razón Domingo Alberto Rangel cuando definió a
Chávez como un “adeco con charreteras”.
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