Alejandro Muyshondt
Muchas
veces hemos escuchado eso de que “la batalla más importante es contra nosotros
mismos”, que el primer paso para cambiar el mundo y esta sociedad que tanto
asco nos produce es erradicar todos esos pensamientos que desde pequeñes nos
inculcaron. Y razón no les falta, después de todo cualquier persona es
socializada en los valores que imperan en el sistema cultural dominante. De ahí
que vea necesario rescatar el pensamiento de Antonio Gramsci, que sin ser
anarquista, creo que es de utilidad para desarrollar estrategias
anti-capitalistas. Pero no solamente esto, también pienso que la gran
contribución de Gramsci al pensamiento radical deriva en su gran versatilidad,
pues a fin de cuentas “cultura” es todo.
De
su obra quiero rescatar en estas líneas el concepto de hegemonía. Para Gramsci
todo era política, precisamente porque la estructura—en términos marxianos—da
lugar a una superestructura determinada. Sin entrar en tecnicismos que poco
aportarían a este debate, cabe resaltar que la cultural, asimismo, es política
en el sentido que los valores que conforman el sistema de pensamiento imperante
en una sociedad está determinado por la ideología que desde las instituciones
los grupos de poder imponen. Para entendernos mejor: que la sociedad española
sea sexista no es baladí, pues muchos son los siglos de dominación católica que
desde las instituciones han ido inculcando profundamente los valores que rigen
dicha religión—o al menos gran parte de la misma.
Olvidémonos
por un momento de que Gramsci era un marxista bastante próximo al pensamiento
de Lenin—o al menos utilizó el pensamiento de este último como punto de
contacto con la teoría marxiana. Lo que me interesa rescatar aquí, por ser a mi
parecer relevante para el movimiento libertario, es la idea de que el
capitalismo no es solamente material—es decir, un modo de producción, una
manera específica de organizar la economía, etcétera. Gramsci al producir una
“extensión” cultural del marxismo nos proporcionó un poderoso análisis de la
sociedad que puede bien ser usado por el movimiento libertario—o eso pienso yo
y eso pretendo aclarar con este texto.
Así
pues, para Gramsci la dominación burguesa no solamente se ejercía en lo
material, sino también en lo simbólico o cultural. El modo de pensar de una
sociedad, los valores dominantes, las concepciones sobre el mundo y cosas…
todos estos elementos vendrían dados por la ideología de una clase dominante.
De ahí que en las sociedades capitalistas tengamos gente de clase obrera que
vota a partidos de derecha; o gente humilde que se alía con les poderoses y
entona consignas racistas. La ideología dominante se transforma en “ideología
popular” mediante la institucionalización de dichos valores: la escuela, el
trabajo, el ejército, la familia… todo esto son medios de transmisión de los
valores que rigen una sociedad que esclaviza y explota a la población.
A
menudo leemos o escuchamos argumentos simplistas del estilo: “la masa es boba”,
“la gente es estúpida y no piensa”, o “no saben lo que se reparte.” La gente ni
es boba ni desconoce lo que “se está repartiendo”, simplemente siguen los
dogmas de una cultura injusta que ha sido socializada en sus vidas desde la
cuna. Pensemos en el siguiente ejemplo: hace siglos la gente de Europa pensaba
que la tierra era plana. Esto que hoy nos parece delirante estaba tan inculcado
en la mente de la gente que no concebían la existencia de nuestro planeta de
otra forma, tanto que cuando aparecieron las primeras críticas a esta idea las
hogueras empezaron a avivar sus fuegos. Dinámica parecida es la que nos
encontramos hoy día: el capitalismo es “lo que ha habido toda la vida de Dios.”
“Las jerarquías son necesarias.” “Si hay personas ricas y personas pobres es
porque así ha sido siempre, y no puede ser de otra manera.” Pero hay más
argumentos que nos podrían llamar más la atención, sobre todo aquellos
relacionados con el sexismo o el especismo—precisamente porque estas ideas las
tenemos más integradas, por ejemplo la dieta carnívora ha sido menos criticada
que el modo de producción capitalista, de ahí que de alguna manera sea más
fácil ser “anti-capitalista” que “vegana”.
De
todo esto se deriva la idea de que para combatir y terminar con el
capitalismo—pero también con todos los demás “-ismos” que nos esclavizan—haya
que ir a la raíz del problema: la mente individual, lo cultural, lo simbólico.
La solución de Gramsci nunca fue totalmente cultural, pues él dejó bien claro
que no basta atacar la educación institucional, sino que la ofensiva armada es
necesaria al fin y al cabo. Pero sea como sea, y dejando una vez más los
aspectos marxistas de Gramsci, hemos de quedarnos con la crítica cultural y la
consciencia plena de que la dominación es sobre todo cultural.
El
movimiento libertario es muy consciente de esto, no digo lo contrario, de ahí
todos los centros sociales okupados, todos los proyectos comunicativos, todas
las redes de solidaridad que organizan mercadillos de intercambio, etcétera.
Sin embargo, una lectura anarquista de Gramsci nos podría proporcionar un
conocimiento más amplio sobre cómo funciona el capitalismo a nivel
cultural—aunque solamente nos servirá de introducción, pues sinceramente opino
que el mejor análisis al respecto es el dado por la Escuela de Frankfurt,
especialmente por Marcuse, otro neo-marxista.
Todo
esto nos lleva al eterno debate de si la teoría marxiana es útil para el
anarquismo, pero obviamente esto no interesa al objetivo de este artículo. Si
algo pretendo con esto es animar a les lectores a revisar una vez más aquelles
autores que por ser marxistas—o neo-marxistas—han quedado olvidados en el arcón
de lecturas anarquistas. A Gramsci se le pueden criticar muchas cosas, pero
otras tantas se pueden rescatar y re-leer desde un prisma libertario. Es
precisamente esta “apertura mental” la que debería caracterizar al pensamiento
libertario: el nunca dejar nada de lado y escrutar todo bajo una lupa crítica,
aunque después no nos quedemos con nada—pero sí que habremos forzado a nuestros
esquemas mentales a reafirmarse una vez más.
Los
dogmas están para ser derribados.
[Tomado
de https://www.amuyshondt.com/?p=9139.]
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