Sergio
Entre la
innumerable cantidad de debates que existen al interior del feminismo, hay uno
de central importancia para las mujeres, porque si bien es algo que hace a la
vida de toda la sociedad, afecta e interesa a toda la sociedad, es a las mujeres
a quienes más afecta, me refiero a la problemática de la prostitución, o
también podemos llamarle “explotación sexual” o “trabajo sexual”, estas dos
últimas definiciones no son equivalentes, y determinan entre quienes las usan,
una postura ideológica definida en uno u otro sentido, en otras palabras,
refieren a lo mismo pero tienen sentido diferente.
Veamos
primero en resumidas palabras, y en base a lo que yo recuerdo haber leído en
distintas oportunidades, cuál ha sido históricamente la postura del anarquismo
frente a este tema, y luego veremos cómo se lo ve actualmente y con una perspectiva
mas abarcadora, no restringiéndonos solamente a la posición anarquista sobre
esta problemática.
Desde
prácticamente los primeros pasos del anarquismo, como movimiento más o menos
distinguible y organizado, pueden verse en sus periódicos muchas referencias a
la prostitución, y más aun es en los periódicos o publicaciones anarco feministas
donde esta problemática ocupa un lugar importante, en líneas generales y
simplificando, diría que el anarquismo clásico tenía una visión de la
prostituta como víctima de una doble opresión: el capitalismo y el patriarcado,
el o la proxeneta era el explotador y se lo comparaba con lo peor de la
burguesía, pero también los consumidores de este “servicio” eran muy mal
vistos, se les inculcaba a los trabajadores que este tipo de prácticas eran
típicamente burguesas y opresoras, que reducían a la mujer, (proletaria) a una
simple cosa destinada a satisfacer los mas bajos instintos masculinos, y más
específicamente entre los militantes anarquistas, esta práctica era severamente
rechazada y considerada inaceptable entre anarquistas. Recuerdo específicamente
del periódico La Voz de la Mujer
(fines del siglo XIX) una campaña para liberar a las mujeres de la “trata”, o
sea de la esclavitud a la que eran sometidas las mujeres, denunciar los lugares
donde se ejercía el comercio sexual, a los explotadores, y denunciar también a
la policía que, previo soborno, permitía este negocio y se beneficiaba con él.
Como dato importante dada la época, debo resaltar que el periódico incluía la
voz de las mujeres que habían podido liberarse de esta opresión y comenzaban
(con la ayuda de las militantes de La Voz
de la Mujer) a organizarse para rescatar de este martirio a otras
compañeras. Como vemos las cosas no han cambiado demasiado desde los tiempos
del primer anarquismo, en líneas generales podríamos decir que la postura anarquista
siempre fue similar a la postura “abolicionista”, mayoritaria en el feminismo
actual.
Existe
entre las feministas otra postura llamada “reglamentarista”, esta posición
actualmente es minoritaria dentro del feminismo pero tiene su repercusión,
(incluso tuvieron su espacio para manifestarse en el último encuentro nacional
de mujeres) estas mujeres sostienen que, si bien están en contra del
proxenetismo, o sea que las mujeres sean explotadas por un tercero que se
beneficia con su trabajo, proponen en cambio que las mujeres que desempeñan
esta actividad o quieren desempeñarla, se agrupen en un sindicato, de hecho ya
existe uno ( “Ammar: asociación de mujeres meretrices de la Argentina) para
desempeñar esta tarea en forma cooperativa o en forma individual, sin
explotación, y proponen que exista una reglamentación para legalizar esta
tarea, lo que incluiría el pago de impuestos, la posibilidad de acceder a una
obra social, jubilación, etc.
Quienes
sostienen esta postura manifiestan que el “trabajo sexual” es un trabajo, en
líneas generales, como cualquier otro trabajo, que si existe explotación del o
la trabajadora por parte de un tercero (en este caso el “consumidor”) lo mismo
ocurre cuando alguien contrata a un trabajador cualquiera para hacer una
reparación en su vivienda o su auto, en definitiva la explotación, o para ser
más especifico, la extracción de plusvalía, es una característica de todo
trabajador asalariado, que todo trabajador asalariado, por el hecho de serlo,
por definición, ya es explotado, por lo tanto el rechazo o la condena social
sobre el trabajo sexual tiene mucho de hipocresía y, si debemos abolir la explotación,
esta debería abolirse en todo trabajo alienado, o sea en todo trabajo para un
tercero que obtiene un beneficio por ese trabajo.
Otro argumento
importante que sostienen quienes están a favor de la reglamentación y militan
esta causa, es el carácter diferencial que le otorga la sociedad al trabajo
sexual, viéndolo diferente desde un plano axiológico al resto de los otros
trabajos que se desempeñan en una sociedad, sostienen que este es
principalmente un prejuicio de origen cristiano, el cristianismo y las
religiones en general, pese a que supuestamente su campo de acción es el de las
almas o el espíritu, o la conciencia si buscamos un concepto más laico,
invariablemente y desde sus orígenes han intentado regular y reglamentar todo
lo referente al cuerpo, sobre todo al cuerpo de la mujer, el uso del cuerpo
siempre fue el gran problema de la religión, desde la lujuria y las aberraciones
más extremas, (estoy recordando los casos de pedofilia al interior de la iglesia
católica) hasta las mas grandes restricciones, como el ascetismo, el celibato y
las grandes mutilaciones y torturas de las que, sobre todo los católicos,
supieron ser grandes especialistas.
Para la
religión, una invención típicamente machista, siempre fue un problema la mujer,
su cuerpo, su subjetividad, su otro mundo femenino y ahora feminista, y su
sexualidad, siempre el cuerpo de la mujer fue tomado como un campo de batalla
donde se desarrollan todo tipo de relaciones de poder y que terminan
repercutiendo en la formación de subjetividades de lo más diversas y en constante
devenir, algo que aterra a las religiones, especialistas
en conservar y fijar, (volver a amarrar: “religare” es el concepto latino de
donde proviene “religión”).
Ahora
bien: respecto a estos argumentos hay muchas cosas que pueden decirse a modo de
réplica y que determinarían, a mi juicio, una suerte de refutación, aunque no
absoluta, de los principales postulados de aquellos que sostienen esta postura “reglamentarista”
con respecto a la prostitución.
En cuanto
a la posibilidad de desempeñar esta tarea de forma autónoma o autogestiva, ya
sea individualmente o en grupo, como una cooperativa, tengo mis serias dudas
con respecto a su funcionamiento efectivo, esta actividad siempre fue un gran
negocio e involucra a mucha gente inescrupulosa que se beneficia de esta
actividad y no creo que vayan a permitirse perder este ingreso monetario de
manera tan simple, la policía recauda mucho dinero por permitir esta actividad
y también se piensa que los proxenetas, verdaderos esclavistas modernos, van a
utilizar la legalidad como modo de lavar su negocio presentándose como
cooperativistas o algo así, pero en realidad nada cambiaría para la mujer
explotada.
El
funcionamiento de forma individual de la prostitución podría funcionar tal vez,
en domicilios privados como ocurre hoy día en cierta manera, pero no creo que
funcionaría en la calle ya que la mujer sola estaría librada a la amenaza
constante de los que desean explotarla, en líneas generales se sabe que esta alternativa
no funciona en ninguna parte del mundo y que la legalidad termina siendo una
fachada para encubrir la explotación bajo un manto de autonomía.
En cuanto
a que la prostitución sea un trabajo como cualquier otro trabajo asalariado, y
que quienes se oponen a este criterio padezcan un prejuicio originado en
nuestra formación judeocristiana y eurocéntrica, deberíamos señalar que la
prostitución es una actividad muy antigua, anterior al cristianismo, los datos
históricos más detallados provienen de la antigua Roma donde la prostitución era
legal, sin embargo la legalidad no excluía la explotación, muy por el contrario
la facilitaba, en Roma la esclavitud era legal y quienes tenían dinero solían
comprar mujeres para explotarlas en esta actividad, algo bastante parecido a lo
que ocurre en la actualidad, solo que actualmente la esclavitud formalmente es
ilegal aunque hayan violaciones a esta regla. Ya en esa época la prostitución
era desempeñada por esclavas casi en su totalidad, no había mujeres libres que
ejercieran la prostitución.
Hay que
analizar finalmente si todos los trabajos son iguales desde un plano
axiológico, o si algunos tienen o conllevan un daño moral para la sociedad en
su conjunto, el trabajo asalariado supuestamente libre, es la actividad que
alguien ofrece a cambio de un salario, lo que el trabajador vende, o lo que el
empleador compra es la fuerza de trabajo, que sumada a otros insumos produce un
beneficio al empresario, pero en el caso de la prostitución parece que lo que
se está vendiendo es el cuerpo y no la fuerza de trabajo, aunque, lo ádmito,
seria terreno de discusión qué es fuerza de trabajo y qué es cuerpo y cómo se
diferencian, igualmente me da la impresión que en el caso de la prostitución se
vendería el cuerpo, lo que sería un tipo de actividad objetivamente distinta a
los otros trabajos.
También
es discutible la equiparación de todo trabajo asalariado ya que, el policía o
las personas que trabajan en este tipo de actividades, lo hacen por un salario,
sin embargo quienes sostenemos determinadas posturas como el anarquismo, siempre
rechazamos como trabajador a quienes desempeñan este tipo de tareas.
Evidentemente,
sin cortar el hilo por lo más delgado y reconociendo que las mujeres que
ejercen la prostitución, son víctimas del capitalismo, que todo lo mercantiliza,
incluso las relaciones afectivas mas intimas y que deberían estar alejadas de todo
fin económico, y también son víctimas del patriarcado que desde siempre utilizó
el cuerpo de la mujer como su propio territorio, algo que se puede vender y
comprar, acumular o extinguir, o mutilar y modificar a su arbitrio sin dejar a
la mujer, la posibilidad de tener la soberanía sobre sí misma, sobre sus
decisiones, su subjetividad y su dignidad, por eso creo que es correcta la
intransigencia que la mayor parte del feminismo tiene con respecto al ejercicio
de la prostitución, una actividad que sobre todo genera mucho daño en las mujeres,
y por extensión en la sociedad toda, y constituye una de las expresiones más
aberrantes del capitalismo y el patriarcado.
[Texto publicado
originalmente en revista Parrhesia #
31, Bahía Blanca, marzo 2017. Número completo accesible en www.laletraindomita.blogspot.com.]
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