Azucena Silvestre, aldea campesina
La mayor parte de personas que hemos nacido en tierras
gobernadas por el capital fuimos educadas en hábitos no armónicos con nuestro
medio y bastante perjudiciales para nuestra salud física y mental. La forma de
comer es un claro ejemplo. Rodeados de publicidad que muestra la alimentación
como una forma de satisfacción inmediata, un momento de goce, consumo y
recreación, comer ya poco tiene que ver con nutrirse. Alejados de la
reproducción de la vida, de algo básico para nuestra existencia como es el
alimento, criados como urbanitas sin capacidad de comprender la naturaleza y
sus ciclos, es fácil para la industria vendernos un grupo reducido de alimentos
adulterados y de pésima calidad rebozados en aceite, sal o azúcar.
Nuestro diagnóstico es claro: la alimentación
capitalista nos está enfermando. Hoy nuestra comida está en manos de poderosas
multinacionales (Nestlé, Monsanto, Bayer, British Foods, Unilever,
Danone, General Mills, Kellogg´s, entre otras.) que con la
tolerancia de los Estados imponen menús estandarizados y repletan los
supermercados de sus alimentos procesados (que hoy suelen contener soya y
maíz transgénicos, refinados, intensificadores del sabor, aceites hidrogenados
y colorantes entre otras perlas) carne, lácteos y pescado (de animales
confinados, mal alimentados y medicalizados sobre todo con antibióticos y
hormonas) y vegetales (cultivados con agrotóxicos: abonos
químicos, pesticidas y herbicidas).
Trabajamos para comprarles comida llena de químicos y
medicamentos y que además
es sometida a complejos e invasivos procesos para su
transformación, conservación y envasado que acaban convirtiendo alimentos
nutritivos en bombas de tóxicos que van poco a poco envenenando nuestro cuerpo.
Hasta en los colados de los más pequeños de la casa se encuentran sustancias
nocivas y estudios recientes han hallado restos de pesticidas en la leche
materna. Diversas voces se hacen escuchar cada vez con más fuerza acusando a
este modelo productivo de incrementar la obesidad, el cáncer, diabetes,
enfermedades autoinmunes, intolerancias alimentarias, desequilibrios
hormonales, depresión, fibromialgia, enfermedades neurodegenerativas, etc.
La lógica que parece guiar el hacer de estas malvadas
empresas es la de la máxima producción y ganancia, y desde la llamada
revolución verde (otra revolución burguesa), que comienza Estados Unidos tras
la segunda guerra mundial, y su tecnificación de la agricultura con la siembra
de variedades intervenidas en grandes extensiones de monocultivo apoyados por
moderna maquinaria agrícola, agroquímicos y los científicos de la biotecnología
y acompañado del desarrollo exponencial de la industria alimentaria química, esto
de alimentar al mundo se ha convertido en un rentable negocio. Logrando
anular a los campesinos y las campesinas y su diversa agricultura local,
desalojando comunidades indígenas, enfermando e incluso llevando a la muerte a
las trabajadoras y trabajadores (y a sus hijos) del campo y personas que viven
cerca de estos monocultivos venenosos, arrasando con selva y bosques y su flora
y fauna, acabando con la biodiversidad de especies y semillas, agotando y
contaminando agua, especulando con el precio de los alimentos, tirando a la
basura excedentes de una producción delirante de comida basura, y una infinita
lista de etc.. Algo queda claro: Este modelo de producción es criminal!!
Nuestra urgente tarea: abandonar la alimentación
capitalista, dejar de ser consumidores pasivos y tomar las riendas de nuestra
vida y alimentarnos conociendo lo que comemos. Rompamos con las rutinas
nefastas para nuestra salud que repetíamos por una especie de inercia basada en
la ignorancia y en la creencia cómoda y sumisa de que otros, los
“especialistas”, saben lo que es mejor para ti. Olvidemos los sabores
artificiales y conozcamos la diversidad infinita de sabores de los alimentos
frescos y crudos.
No se trata de asustarse y comprar comida orgánica en
el Súpermercado y seguir fomentando un modelo productivo que genera
sufrimiento y enfermedad, por mucho que se etiquete de “natural”, sino de
enfrentar una realidad y buscar nuestras propias alternativas. Aunque
seas un vegetariano riguroso, tu hamburguesa de soya es transgénica y el tomate
es probable que también, además están llenos de químicos y en su elaboración se
explotó a personas, animales y tierras. Es inviable dentro de los límites de
este tipo de sociedad alcanzar una alimentación saludable y natural. De hecho
el debate debería comenzar en que entendemos hoy por natural y que tipo de vida
es la que queremos vivir. ¿Te lo has preguntado?
Mientras lo discutimos podemos ir avanzando,
abandonando o evitando ciertas rutinas y autoformándonos, compartiendo
experiencias, debatiendo, investigando, practicando nuevas y viejas
formas. Puede sonar complicado, es difícil cambiar rutinas de golpe, pero si
podemos ir caminando, cada uno a su paso, modificando pequeñas cosas y quizás
luego más. Está claro que no podemos escapar del todo de este mundo tóxico y
enfermo, pero si hay cosas que están en nuestras manos y quizás sea hora de
tomarnos enserio nuestra autonomía en la salud y alimentación.
Por la tierra, por nosotras, por los más pequeños, y
por las que vendrán.
Hay personas comiendo solo frutas, otras cultivando
vegetales en sus balcones, otras en comunidades con proyectos de permacultura,
otros se basan en teorías orientales, hay gente creando bosques comestibles,
viviendo en aldeas ecológicas, otros con una agricultura más tradicional pero
sin químicos, hay organizaciones campesinas que pelean por su soberanía
alimentaria, indígenas que quieren validar y compartir su interpretación de
mundo, otros luchando por expulsar a las transnacionales agrícolas de sus
comunidades, ecologistas contra los transgénicos, grupos de consumo ecológico,
científicos éticos denunciando, médicos reinventándose, universitarios
practicando una ganadería respetuosa, otros agricultura biodinámica, algunas
saboteando a la industria, otros investigando, una vecina sembrando su primer
tomate…….viva la diversidad!. Animamos pues a estudiar y experimentar sobre el
tema, cuestionar para sacar tus propias conclusiones y lo más importante:
caminar.
[Publicado en revista Mingako # 1, Santiago de Chile, primavera 2015. Tomado de https://revistamingako.wordpress.com/2015/11/24/la-alimentacion-capitalista-que-hay-que-superar.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nos interesa el debate, la confrontación de ideas y el disenso. Pero si tu comentario es sólo para descalificaciones sin argumentos, o mentiras falaces, no será publicado. Hay muchos sitios del gobierno venezolano donde gustosa y rápidamente publican ese tipo de comunicaciones.