Natalia Uval
(La Diaria, Uruguay)
[Nota
previa de El Libertario: Reproducimos
una entrevista donde E.L. brinda un amplio testimonio de lo que ahora dicen los
desengañados de esa intelectualidad de izquierda marxista que por tanto tiempo ha
brindado su apoyo al chavomadurismo y demás gobiernos “progres” de
Latinoamérica, con la excusa de “acompañar al pueblo en esperanzadores procesos
de cambio”, negándose a ver gravísimos defectos que ahora se tornan
inocultables, ante los cuales se hizo silencio, o si acaso se murmuró en forma
por demás comedida por aquello de “no dar argumentos al enemigo” y de “no
romper vínculos con el movimiento popular que aún confía en sus gobernantes”.]
* Sociólogo venezolano cuestiona la “solidaridad incondicional” de la izquierda latinoamericana con el chavismo
Edgardo
Lander no es sólo un académico, profesor titular de la Universidad Central de
Venezuela e investigador asociado del Transnational Institute. Es una persona
vinculada desde hace años a los movimientos sociales y a la izquierda en su
país. Desde ese lugar, afirma que el apoyo incondicional de las izquierdas de la
región al chavismo reforzó las tendencias negativas del proceso. Sostiene que
las izquierdas a nivel global no han tenido “capacidad de aprender”, que
terminan respaldando un “gobierno de mafias” como el de Nicaragua, y que cuando
“colapse el modelo venezolano” es posible que simplemente “miren para otro
lado”.
° Hace tres
años caracterizaste la situación en Venezuela como la “implosión del modelo
petrolero rentista”. ¿Ese diagnóstico sigue vigente?
- Lamentablemente,
los problemas que pueden caracterizarse como asociados al agotamiento del
modelo petrolero rentista se han acentuado. El hecho de que Venezuela ha tenido
100 años de industria petrolera y de estadocentrismo girando en torno a cómo se
reparte la renta ha conformado no sólo un modelo de Estado y de partido, sino
también una cultura política e imaginarios colectivos de Venezuela como un país
rico, de abundancia, y la noción de que la acción política consiste en
organizarse para pedirle al Estado. Esa es la lógica permanente. En el proceso
bolivariano, a pesar de muchos discursos que aparentaban ir en la dirección
contraria, lo que se hizo fue acentuar esto. Desde el punto de vista económico
se acentuó esta modalidad colonial de inserción en la organización
internacional del trabajo. El colapso de los precios del petróleo simplemente
desnudó una cosa que era evidente, cuando uno depende de un commodity cuyos precios
necesariamente fluctúan.
° Las
críticas a la situación de la democracia en Venezuela se han acentuado tras la
asunción de Nicolás Maduro. ¿Por qué es así? ¿Cómo se compara con la situación
bajo el gobierno de Hugo Chávez?
- Primero hay que
tomar en cuenta qué fue lo que pasó en el tránsito de Chávez a Maduro. Yo soy
de la opinión de que la mayoría de los problemas con los que nos encontramos
hoy son problemas que venían acumulándose con Chávez. Los análisis de parte de
la izquierda venezolana que reivindican la época de Chávez como la época de
gloria, en la que todo funcionaba bien y de repente aparece Maduro como un
incompetente o un traidor, son explicaciones demasiado maniqueas y que no
permiten desentrañar cuáles son las lógicas más estructurales que llevan a la
crisis actual. El proceso venezolano, por decirlo muy esquemáticamente, siempre
estuvo sustentado sobre dos pilares fundamentales: por un lado, la capacidad
extraordinaria de Chávez de comunicar y de liderazgo, que generó una fuerza
social; por otro lado, precios del petróleo que llegaron en algunos años a más
de 100 dólares el barril. En forma casi simultánea, en 2013, estos dos pilares
colapsaron: murió Chávez y los precios del petróleo se vinieron abajo. Y el
emperador quedó desnudo. Quedó claro que esto tenía un alto grado de
fragilidad, por depender de cosas de las cuales no se podía seguir dependiendo.
Además, hay diferencias muy importantes entre el liderazgo de Chávez y el de
Maduro. Chávez era un líder con capacidad de dar orientación y sentido, pero
también tenía un extraordinario liderazgo dentro del gobierno bolivariano como
tal, de manera que cuando él decidía algo, esa era la decisión. Eso genera
falta de debates y muchos errores, pero genera también una acción unitaria,
direccionada. Maduro no tiene esa capacidad, nunca la ha tenido, y ahora en el
gobierno cada quien jala por su lado. Por otra parte, durante el gobierno de
Maduro ha habido un incremento de la militarización, quizá porque Maduro no
viene del mundo militar, entonces para garantizar el apoyo de las Fuerzas
Armadas tiene que incorporar a más integrantes de las Fuerzas Armadas y darles
más privilegios. Se han creado empresas militares, actualmente la tercera parte
de los ministros y la mitad de los gobernadores son militares, y están en
lugares muy críticos de la gestión pública, donde ha habido mayores niveles de
corrupción: la asignación de divisas, los puertos, la distribución de
alimentos. El hecho de que estén en manos de militares hace más difícil que
sean actividades transparentes, que la sociedad sepa qué es lo que está
pasando.
° ¿Qué
sucedió con los procesos de participación social que promovieron los gobiernos
bolivarianos?
- Hoy en Venezuela
hay una desarticulación del tejido de la sociedad. Después de una experiencia
extraordinariamente rica de organización social, de organización de base, de
movimientos en relación a la salud, a las telecomunicaciones, a la tenencia de
la tierra urbana, a la alfabetización, que involucró a millones de personas y
generó una cultura de confianza, de solidaridad, de tener la capacidad de
incidir sobre el propio futuro, uno suponía que en momentos de crisis habría
capacidad colectiva de responder, y resulta que no. Por supuesto, hablo en
términos muy gruesos, hay lugares donde hay mayor capacidad de autonomía y
autogobierno. Pero en términos generales se puede decir que la reacción que se
vive hoy es más en términos competitivos, individualistas. De todos modos, creo
que quedó una reserva que en algún momento puede salir a flote.
° ¿Por qué
no pudo mantenerse esa corriente de participación y organización?
- El proceso estuvo
atravesado desde el principio por una contradicción muy seria, que es la
contradicción entre entender la organización de base como procesos de
autogestión y de autonomía, de construcción de tejido social de abajo hacia
arriba, y el hecho de que la mayor parte de estas organizaciones fueron
producto de políticas públicas, de promoción desde arriba, desde el Estado. Y
esa contradicción se jugó de manera diferente en cada experiencia. Donde había
experiencia organizativa previa, donde había dirigentes comunales, había una
capacidad de confrontar al Estado; no para rechazarlo, sino para negociar.
Además, a partir de 2005 hay una transición del proceso bolivariano desde algo
muy abierto, desde un proceso de búsqueda de un modelo de sociedad diferente al
soviético y al capitalismo liberal, a tomar ya la decisión de que el modelo es
socialista, y a una interpretación del socialismo como estatismo. Hubo mucha
influencia político-ideológica cubana en esta conversión. Entonces estas
organizaciones ya empiezan a ser pensadas en términos de instrumentos dirigidos
desde arriba, y empieza a consolidarse una cultura estalinista en relación a la
organización popular. Y eso le ha dado obviamente mucha precariedad.
° ¿Cómo es
la situación de la democracia en términos liberales?
- Obviamente es mucho
más grave [durante el gobierno de Maduro], y es más grave porque es un gobierno
que ha perdido muchísima legitimidad y que tiene niveles crecientes de rechazo
por parte de la población. Y la oposición ha avanzado significativamente. El
gobierno tenía hegemonía de todos los poderes públicos hasta que perdió
aparatosamente las elecciones (parlamentarias) en diciembre de 2015. Y a partir
de allí empezó a responder en términos crecientemente autoritarios. En primer
lugar, desconoció la Asamblea, primero desconociendo los resultados de un Estado
que le quitaba la mayoría calificada a la oposición en la Asamblea, con razones
absolutamente tiradas de los cabellos. Posteriormente, ha habido un franco
desconocimiento de la Asamblea como tal, que desde el punto de vista del
gobierno no existe, es ilegítima. Y es tan así que hace unos meses era
necesario renovar los integrantes del Consejo Nacional Electoral [CNE], y
entonces la Corte desconoció a la Asamblea y nombró a los integrantes del CNE,
que por supuesto son todos chavistas. Maduro tenía que presentar a comienzos de
año una memoria de gestión del año anterior, y como no reconocen a la Asamblea,
la memoria se presentó ante la Corte. Lo mismo sucedió con el presupuesto.
Teníamos un referéndum revocatorio para el cual se habían cumplido todos los pasos.
Debía hacerse en noviembre del año pasado y el CNE resolvió posponerlo, y eso
significó matarlo: simplemente ahora no hay referéndum revocatorio. Era
constitucionalmente obligatoria la elección de gobernadores en diciembre del
año pasado, y simplemente la pospusieron indefinidamente. Entonces estamos en
una situación en la que hay una concentración total de poder en el Ejecutivo,
no hay Asamblea legislativa, Maduro tiene ya más de un año gobernando por
decreto de emergencia autorrenovado, cuando debe ser ratificado por la
Asamblea. Estamos muy lejos de algo que pueda llamarse práctica democrática. En
ese contexto, la respuestas que se dan son cada vez más violentas, de los
medios y de la oposición, y la reacción del gobierno, ya incapacitado de hacer otra
cosa, es la represión de las manifestaciones, los presos políticos. Se utilizan
todos los instrumentos del poder en función de preservarse en el poder.
° ¿Qué
consecuencias tiene esta situación a largo plazo?
- Yo diría que hay
tres cosas que son extraordinariamente preocupantes de las consecuencias de
todo esto a mediano y largo plazo. En primer lugar, hay una destrucción del
tejido productivo de la sociedad y va a tomar muchísimo tiempo recuperarlo.
Recientemente hubo un decreto presidencial de apertura de 112.000 kilómetros
cuadrados a la minería transnacional a gran escala en un territorio donde están
los hábitats de diez pueblos indígenas, donde están las mayores fuentes de agua
del país, en la selva amazónica. En segundo lugar está el tema de cómo la
profundidad de esta crisis está desintegrando el tejido de la sociedad, y hoy
como sociedad se está peor de lo que se estuvo antes del gobierno de Chávez;
esto es algo muy duro de decir, pero efectivamente es lo que se vive en el
país. En tercer lugar, cómo se han revertido las condiciones de vida en
términos de salud y de alimentación. El gobierno dejó de publicar estadísticas
oficiales y hay que confiar en estadísticas de las cámaras empresariales y de
algunas universidades, pero estas indican que hay una pérdida sistemática de
peso de la población venezolana, algunos cálculos dicen que es de seis kilos
por persona. Y eso, por supuesto, tiene consecuencias en desnutrición infantil
y tiene efectos a largo plazo. Por último, esto tiene extraordinarias consecuencias
en relación a la posibilidad de cualquier imaginario de cambio. La noción de
socialismo, de alternativas, está descartada en Venezuela. Se ha instalado la
noción de que lo público es necesariamente ineficiente y corrupto. Es un
fracaso.
° ¿Cómo ves
las reacciones de los partidos de izquierda a nivel global, y especialmente en
América Latina, respecto de Venezuela?
- Creo que uno de los
problemas que ha arrastrado históricamente la izquierda es la extraordinaria
dificultad que hemos tenido como izquierda de aprender de la experiencia. Para
aprender de la experiencia es absolutamente necesario reflexionar críticamente
sobre qué pasa y por qué pasa. Por supuesto, sabemos toda la historia de lo que
fue la complicidad de los partidos comunistas del mundo con los horrores del
estalinismo, y no por falta de información. No fue que se enteraron después de
los crímenes de [Iósif] Stalin, sino que hubo una complicidad que tiene que ver
con ese criterio de que como uno es antiimperialista y es un enfrentamiento contra
el imperio, vamos a hacernos los locos con que se mató tanta gente, vamos a no
hablar de eso. Creo que esa forma de entender la solidaridad como solidaridad
incondicional, porque hay un discurso de izquierda o porque haya posturas
antiimperialistas, o porque geopolíticamente se expresen contradicciones con
los sectores dominantes en el sistema global, lleva a no indagar críticamente
sobre cuáles son los procesos que están ocurriendo. Entonces se genera una
solidaridad ciega, no crítica, que no solamente tiene la consecuencia de que yo
no fui a criticar lo otro, sino que tiene la consecuencia de que activamente se
está celebrando muchas de las cosas que terminan siendo extraordinariamente
negativas. El llamado hiperliderazgo de Chávez era algo que estaba allí desde
el principio. O el modelo productivo extractivista. Lo que hoy conoce la
izquierda en su propia cultura sobre las consecuencias de eso estaba ahí.
Entonces, ¿cómo no abrir un debate sobre esas cosas, de manera de pensar
críticamente y aportar propuestas? No que la izquierda europea venga a decirles
a los venezolanos cómo tienen que dirigir la revolución, pero tampoco esta
celebración acrítica, justificativa de cualquier cosa. Entonces, los presos
políticos no son presos políticos, el deterioro de la economía es producto de
la guerra económica y de la acción de la derecha internacional. Eso es cierto,
está ahí, pero obviamente no es suficiente para explicar la profundidad de la
crisis que estamos viviendo. La izquierda latinoamericana tiene una responsabilidad
histórica en relación, por ejemplo, a la situación de Cuba hoy, porque durante
muchos años asumió que mientras estuviese el bloqueo de Cuba no se podía
criticar a Cuba, pero no criticar a Cuba quería decir no tener la posibilidad
de reflexionar críticamente sobre cuál es el proceso que está viviendo la
sociedad cubana y cuáles son las posibilidades de diálogo con la sociedad
cubana en términos de opciones de salida. Para una gran proporción de la
población cubana, el hecho de que se estaba en una especie de callejón sin
salida era bastante obvio a nivel individual, pero el gobierno cubano no
permitía expresar eso y la izquierda latinoamericana se desentendió, no aportó
nada, sino simplemente solidaridad incondicional. El caso más extremo es pretender
que el gobierno de Nicaragua es un gobierno revolucionario y parte de los
aliados, cuando es un gobierno de mafias, absolutamente corrupto, que desde el
punto de vista de los derechos de las mujeres es de los regímenes más opresivos
que existen en América Latina, en una alianza total con sectores corruptos de
la burguesía, con el alto mando de la iglesia católica, que antes era uno de
los grandes enemigos de la revolución nicaragüense. ¿Qué pasa con eso? Que se
refuerzan tendencias negativas que hubiera sido posible visibilizar. Pero
además, no aprendemos. Si entendemos la lucha por la transformación
anticapitalista no como una lucha que pasa allá y vamos a ser solidarios con lo
que ellos hacen, sino como una lucha de todos, entonces lo que tú haces mal
allá nos está afectando a nosotros también, y también tengo responsabilidad de
señalarlo y de aprender de esa experiencia para no repetir lo mismo. Pero no
tenemos capacidad de aprender, porque de repente, cuando termine de colapsar el
modelo venezolano, vamos a mirar para otra parte. Y eso, como solidaridad, como
internacionalismo, como responsabilidad político-intelectual, es desastroso.
° ¿Por qué
la izquierda adopta estas actitudes?
- Tiene que ver, en
parte, con que no hemos terminado de descargar al pensamiento de izquierda de
unas concepciones demasiado unidimensionales de qué es lo que está en juego. Si
lo que está en juego es el contenido de clase y el antiimperialismo, juzgamos
de una manera. Pero si pensamos que la transformación hoy pasa por eso, pero
también por una perspectiva crítica feminista, por otras formas de relación con
la naturaleza, por pensar que el tema de la democracia no es descartar la
democracia burguesa, sino profundizar la democracia; si pensamos que la
transformación es multidimensional porque la dominación también es
multidimensional, ¿por qué este apoyo acrítico a los gobiernos de izquierda
coloca los derechos de los pueblos indígenas en un segundo plano, coloca la
devastación ambiental en un segundo plano, coloca la reproducción del
patriarcado en un segundo plano? Entonces termina juzgando desde una historia
muy monolítica de lo que se supone que es la transformación anticapitalista,
que no da cuenta del mundo actual. Y obviamente, ¿de qué nos sirve liberarnos
del imperialismo yanqui si establecemos una relación idéntica con China? Hay un
problema político, teórico e ideológico, y quizá generacional, de personas para
las que esta era su última apuesta por lograr una sociedad alternativa, y se
resisten a aceptar que fracasó.
[Tomado de http://linkis.com/ladiaria.com.uy/arti/l04oW.]
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