Enric Llopis
Tres grandes “eventos” ocurrieron el año 1992: las olimpiadas de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla “y el nacimiento de la revista Al Margen”, ironizan los miembros de la redacción que han presentado el número cien en la Librería Primado de Valencia. Este año se cumple, por tanto, el 25 aniversario de la revista publicada por el Ateneo Libertario Al Margen de Valencia. Lo veían hace unos años como una utopía, que con el tiempo se ha hecho realidad. Recuerdan los inicios: una democracia casi nueva, “consumismo a tope”, años de ladrillo y “nouvelle cousine”… En ese contexto, un grupo de anarquistas lanzaron sin dificultad una publicación de debate y reflexión ácrata. ¿Por qué Al Margen? Responden en el editorial del número cien (“El discreto encanto de los números redondos”): “Al margen del sistema, del poder establecido y del que emanaría cada cuatro años de las urnas”. Además, al margen de “las capillas y grupos autoproclamados como depositarios de las esencias libertarias”. Tampoco querían zozobrar ante el pensamiento débil ni aislarse ante el conflicto. Se trataba, al contrario, de actuar como altavoz de las luchas sociales.
Tres grandes “eventos” ocurrieron el año 1992: las olimpiadas de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla “y el nacimiento de la revista Al Margen”, ironizan los miembros de la redacción que han presentado el número cien en la Librería Primado de Valencia. Este año se cumple, por tanto, el 25 aniversario de la revista publicada por el Ateneo Libertario Al Margen de Valencia. Lo veían hace unos años como una utopía, que con el tiempo se ha hecho realidad. Recuerdan los inicios: una democracia casi nueva, “consumismo a tope”, años de ladrillo y “nouvelle cousine”… En ese contexto, un grupo de anarquistas lanzaron sin dificultad una publicación de debate y reflexión ácrata. ¿Por qué Al Margen? Responden en el editorial del número cien (“El discreto encanto de los números redondos”): “Al margen del sistema, del poder establecido y del que emanaría cada cuatro años de las urnas”. Además, al margen de “las capillas y grupos autoproclamados como depositarios de las esencias libertarias”. Tampoco querían zozobrar ante el pensamiento débil ni aislarse ante el conflicto. Se trataba, al contrario, de actuar como altavoz de las luchas sociales.
El Ateneo Libertario Al Margen vio la luz en 1986. El colectivo promovió seis años después una revista que ha evolucionado en las formas: los primeros números contaban con mucho menos color y páginas que los actuales. Sin embargo, “el contenido no ha variado tanto”, afirma Rafael Rius. Con cuatro ediciones anuales y algún número extraordinario, el editorial del número diez en el verano de 1994 ya mencionaba a los “excelentísimos bandidos”; el texto se admiraba ante la creencia popular en políticos honrados, jueces justos, militares honorables y empresarios paternales. Otro elemento de continuidad se percibe entre los “Ecus de Suciedad” de los años 90 y la relevancia actual del Euro. Los anuncios breves de aquellos años podían haberse redactado hoy, sostiene Rafael Rius. “Se necesita chica de veinte años para una importante pollería”, describe una oferta de empleo publicada en la página 13. El cumplimiento de las condiciones –titulación superior, buena presencia e inglés hablado y escrito- podría terminar en la firma de un contrato de aprendizaje… por tres días. Aquellas lejanas contraportadas también incluían advertencias: “El tabaco advierte que el uso del Estado es perjudicial para la salud”; y una sección, La Tapia, en la que la opinión popular se manifestaba en forma de pintada: “Urnas vacías!”, “Un señor que fusilaba y hacía pantanos”…
La revista Al Margen aparece citada en la “Antología de la prensa libertaria (1975/2005)”, de Carles Sanz. “Sus monografías de rabiosa actualidad son comentadas y debatidas por muchos sectores libertarios”. Pero como en gran parte de los medios ácratas “falla la distribución”, señala la antología. “Y nosotros lo suscribimos”, acota Antonio Pérez Collado. Aunque el número cien de Al Margen se pueda conseguir fuera de Valencia; por ejemplo en Gasteiz (Zapateneo), Barcelona (La Rosa de Foc, Virus y El Lokal), Madrid (Traficantes de Sueños y La Malatesta), Bilbao (Zor Ekologico Batzordea), Alcoy (Ca’ls Flares) y Córdoba (sede de la CNT). En los primeros años de la revista, la mayoría de los puntos de distribución se limitaban al centro histórico de Valencia, donde se ubicaba el ateneo.
Eran los tiempos del papel reciclado, del cortar y pegar “pero con tijeras”, recuerda Pérez Collado. Y los textos se acompañaban de dibujos y viñetas, ante el coste de introducir fotografías: “había que pagar por fotolito”. En los años 90 con el fin de editar la revista hacía falta reunirse dos o tres fines de semana, “con las comidas y copas, ahora nos cuesta mucho menos: hemos ido aprendiendo”, afirman los integrantes de la redacción en la Librería Primado. Hace tiempo que han optado por el número monográfico, que puede dedicarse al miedo, África, el difícil equilibrio entre población y recursos, la brecha generacional, la represión, el urbanismo o la patria y el nacionalismo. Además, en cada edición se requieren colaboraciones para el número siguiente, en este caso (primavera de 2017) dedicado al trabajo, la precariedad y la renta básica. “No se puede afirmar que seamos rigurosos analistas de la actualidad”, afirman, ya que la revista sale a la calle coincidiendo con las estaciones del año.
Las transformaciones durante los últimos 25 años en el mundo del trabajo se aprecian en el título de las secciones. Primero fue “Con el mono puesto”, pero en 2017 el encabezamiento ha mutado a “Los últimos de la clase”. También la Historia ha modificado los artículos y sus titulares (“Sindicalismo con perdón”, de Antonio Pérez Collado, en el número cien). El autor reconoce que el sindicalismo “no lo es todo”, pero tampoco lo son “frentes supuestamente más modernos o radicales, como el veganismo, el feminismo o el antifascismo”. La clave reside en la “coordinación del conjunto de luchas”. Otro artículo publicado en la revista que conmemora el 25 aniversario aborda la educación libertaria. “¿No es mejor educarles (a los niños) en cada momento para que aprecien las consecuencias de sus actos, sin amenazas ni comprarlos mediante regalos?”, se pregunta Miguel Hernández Alepuz, de la Associació Valenciana d’Ateus i Lliurepensadors. Una de las secciones más longevas y destacadas de Al Margen es la que informa de la población presa. En la provisión de contenidos colabora el colectivo Tokata. En último número se da cuenta del juicio celebrado el dos de noviembre de 2016 contra 15 activistas del colectivo “Nais contra impunidade”; los procesados reivindican la memoria de Diego Viña, joven de 22 años que en 2004 apareció ahorcado en el cuartel de la Guardia Civil de Arteixo (La Coruña).
“El hombre siente miedo de la atracción que él mismo experimenta por la mujer”, sostiene la doctora en Filosofía Amparo Ariño en el artículo “Pode patriarcal, misoginia y religión”. La visión patriarcal del cuerpo femenino oscila entre el temor y el desprecio, considera la autora. Los tres monoteísmos –judaísmo, cristianismo e islamismo- sostienen que la mujer es propiedad del varón. Asimismo la revista aborda el rol de los medios de comunicación, en un artículo (“¿Horizontal o vertical?”), de Josep Fuster, comunicador de Radio Klara. Resalta en el texto la preocupación actual del poder, “que ya no controla qué opinan y saben los ciudadanos porque pueden informarse fuera de los medios oficiales”. En otro artículo, Laura Vicente engarza el aniversario de Al Margen con el 80 aniversario de la revolución social en España, la idea de “anarquía positiva” en Proudhon y el sentido que al anarquismo otorga Daniel Colson: un “prender”, un “cuajar” de cuerpos y sentidos como en una improvisación de jazz, en la que toda asociación de singularidades no dejan nunca de ser diferentes. Por eso, centenares de organizaciones, luchas y okupaciones demuestran que el anarquismo es “un proyecto político y filosófico válido”. Las 42 páginas de la revista incluyen contenidos variopintos, que trascienden la condición de monográfico. El politólogo Carlos Taibo, en diferentes ocasiones colaborador de Al Margen, critica a “todólogos” y tertulianos, quienes parlotean habitualmente “sin ningún tipo de rigor y con escasa humildad”.
La explotación laboral de las Kellys (“mujeres autoorganizadas contra la explotación laboral en los hoteles”), el repudio contemporáneo al que se exponen las personas refugiadas (Arturo Borra), la batalla del feminismo radical contra el heteropatriarcado y el capitalismo (Penélope, del colectivo “Dones i Prou”), la posibilidad de un sistema dinerario libertario (Óscar L. Viera) o una entrevista al ensayista y poeta Antonio Méndez Rubio, sobre el “holocausto de baja intensidad” al que se ven sometidos los refugiados, apelan a la reflexión de los lectores. Los miembros de la redacción que presentan el número especial en la Librería Primado avanzan los contenidos. “Y vamos concluyendo, que diría un diputado”.
Se procede a la lectura de algunos poemas. Uno de ellos, “Del Margen”, de Alicia Es. Martínez Juan: “Hay caminos dentro del camino: / el margen / al margen no te arrojan / el margen se elige / el margen se lucha / se protege”. Otros textos proceden del exilio, como el del Doctor Gibarian, que desde algún lugar de América no identificado escribe: “No todos los que estamos en ultramar hacemos circulitos en el aire ni esperamos un gobierno morado para regresar”. La redacción recuerda que muchas publicaciones libertarias han fracasado por la ruina económica, “nosotros también estamos en ese camino”; pero en la revista Al Margen cada vez cuentan con más colaboradores. Pasaron los tiempos en que unos pocos redactores –“con diferentes pseudónimos, para parecer que éramos más”- elaboraban el grueso de la publicación.
[Tomado de http://www.ateneoalmargen.org/index.php/134-portada/2067-enric-llopis-cuenta-la-presentacion-del-extra-de-al-margen-para-rebelion.]
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