Damián Prat
Los trabajadores están ahora muchos mas indignados tras el “show” de Maduro en Sidor tanto por lo que califican de “las mentiras que dijo”, como porque no hizo ningún anuncio de inversiones para recuperar lo que la robo-lución destrozó. Esto lo decimos a propósito de la inútil visita de Nicolás Maduro a Sidor el domingo 29 de enero de 2017 que solo dejó un gran disgusto en los trabajadores puesto que habló y habló por horas, tratando de disfrazar la ruina, pero no hizo el más mínimo anuncio acerca de las indispensables inversiones para tratar de comenzar a sacar a Sidor del peor foso productivo de su historia en el que la ha sumido la “robo-lución”. A propósito de eso que hemos calificado de “show”, se logró -pese la radical censura que ejerce el Gobierno sobre casi todos los medios de comunicación impresos y radioeléctricos del país- un vivo debate que desnudó la realidad de nuestra gran planta siderúrgica.
Los trabajadores están ahora muchos mas indignados tras el “show” de Maduro en Sidor tanto por lo que califican de “las mentiras que dijo”, como porque no hizo ningún anuncio de inversiones para recuperar lo que la robo-lución destrozó. Esto lo decimos a propósito de la inútil visita de Nicolás Maduro a Sidor el domingo 29 de enero de 2017 que solo dejó un gran disgusto en los trabajadores puesto que habló y habló por horas, tratando de disfrazar la ruina, pero no hizo el más mínimo anuncio acerca de las indispensables inversiones para tratar de comenzar a sacar a Sidor del peor foso productivo de su historia en el que la ha sumido la “robo-lución”. A propósito de eso que hemos calificado de “show”, se logró -pese la radical censura que ejerce el Gobierno sobre casi todos los medios de comunicación impresos y radioeléctricos del país- un vivo debate que desnudó la realidad de nuestra gran planta siderúrgica.
Esa Sidor que antes que la “revolución” la destrozara, con sus 4.3 millones toneladas/año de acero, sus 150-180 mil toneladas/año de hojalata; sus 370 mil toneladas/año de cabillas, sus 60 mil toneladass/año de tubos y muchos otros productos como el alambrón y docenas de tipos de laminados, era la base de una enorme cadena industrial productiva en toda Venezuela que enlazaba con cientos de pequeñas, medianas y grandes empresas de todo tipo, que generaban a su vez cientos de miles de empleos de calidad, mucha soberanía patria económica, generaba riqueza nacional, permitía ingresar cientos de millones de dólares al país, ahorrando otros cientos de millones de dólares más, que entonces podían ser destinados a obras públicas.
Esa Sidor que en el recién finalizado 2016 apenas pudo producir 307 mil toneladas de acero (lo que Sidor antes producía en tres semanas) y que en 2014 y 2015 apenas logró un millón toneladas/año, el 22% de su anterior habitual producción.
Esa Sidor que hoy en “tiempos de revolución” tiene el laminador de hojalata totalmente paralizado, con producción CERO desde hace año y medio, que apenas logró 28 mil toneladas de cabillas (menos del 9% de lo habitual) en 2016.
Esa Sidor que desde 2008 fue condenada por el Gobierno a no producir tubos sin costura para la industria petrolera a fin de privilegiar un anti nacional convenio de importación desde China.
Nunca tuvimos menos patria
La irresponsable ruina a que el Gobierno sometió a Sidor estos años ha causado que docenas de empresas derivadas de esa cadena industrial hayan cerrado, disminuido gravemente su producción y/o hayan quedado en dependencia de importar laminados y otros productos de acero desde Holanda, Alemania, Bélgica, México y China entre otros países. El más reciente informe de la Asociación Latinoamericana del Acero (Alacero) señala que durante 2016 las industrias intermedias venezolanas importaron de China mas de 300 mil toneladas de productos laminados de acero que antes producía Sidor. Y eso sin contar otras fuentes de importación. Hacernos dependientes del extranjero en lo que antes éramos autosuficientes, es un terrible daño a la soberanía nacional.
“Revolución” con sello anti obrero
El último “contrato colectivo” de Sidor con sus trabajadores no fue tal, sino impuesto por el Gobierno sin la aprobación del sindicato legítimo y sin la asamblea de trabajadores. El deterioro del ingreso familiar de los sidoristas es marcado con un empobrecimiento generalizado y un retroceso en su ascenso social. Las elecciones de Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y Similares (Sutiss), fueron suspendidas arbitrariamente por el Tribunal Supremo de Justicia hace ya dos años sin que se les haya permitido renovar su sindicato. El mismo Gobierno que lo impide luego usa esa “razón legal” (¿?) para desconocer los reclamos sindicales.
El retroceso ferrominero
Pero no es sólo Sidor la que está en crisis en Guayana. Ferrominera del Orinoco, la empresa extractora del mineral de hierro, base de toda la cadena ferrosiderúrgica también sufre un marcado retroceso. La producción de mineral en el cuadrilátero ferroso de Ciudad Piar era de 22 millones de toneladas. Cuando “bajó” mucho fue de 20 millones y también tuvo un año de 24 millones. Los últimos años había sido de alrededor de 11 millones de toneladas, es decir, la mitad de su capacidad demostrada, pero en 2016 apenas alcanzó 7.8 millones, es decir, un 35%. Esa era la producción a mediados de los años 60 cuando la Orinoco Minning Co, subsidiaria de la US Steel manejaba las concesiones que le otorgó la dictadura de Pérez Jiménez. Un retroceso de 50 años. Esa caída no es casual. El sistema ferrocarrilero de FMO, clave en las operaciones de las empresa, está muy deteriorado y no recibe inversiones.
Hay 33 locomotoras paradas. Solo están activos el 54% de los vagones tipo góndola y 60% de los de tipo Tolva. Los trabajadores y el sindicato denuncian que van casi 4 años sin reponer repuestos. En los equipos pesados de Mina la situación es semejante. Como producto de las inversiones en la propia ferrominera, en Sidor y al constituirse las plantas briqueteras por inversión privada nacional e internacional en los 90, el 64% del mineral (dos de cada tres toneladas) se estaba transformando dentro de Venezuela lo que significa valor agregado nacional y desarrollo económico soberano. Tras una década de “profundización” de la dizque revolución, no solo se produce menos de la mitad del mineral sino que de esa mitad dentro del país se procesa y transforma tan solo un 25% a 30% de él. Nunca tuvimos menos patria que hoy. Dolorosamente disminuída la cadena del aluminio
En Guayana hay una industria totalmente integrada para, en cadena, producir aluminio e incluso productos finales de ese metal. La cadena comienza con la explotación de la bauxita en Los Pijiguaos, 400 km Orinoco arriba, cerca de Caicara, al oeste. Bauxilum mina producía entre 5.5 y 5.9 millones de toneladas/año de bauxita, la cual era transportada río abajo en “trenes” de gabarras entre mayo y noviembre.
A partir de 2009 comenzó una severa caída. Entre 2010 y 2014 apenas se sobrepasaron los 2.3 millones de toneladas/año. En 2015 fue de tan solo 900 mil toneladas, una tragedia, y en este 2016 el colapso total robo-lucionario: en trituración la producción fue de tan solo 347 mil toneladas (un mísero 6%) y por el acumulado que quedó del año anterior se transportaron por el rio otras 600 mil toneladas. Ese desastre se explica por la cantidad de equipos pesados de mina –palas gigantes y camiones roqueros- dañados y “canibalizados”, así como la precariedad del sistema de cinta transportadora.
Esa bauxita, una vez en Puerto Ordaz, es procesada en la planta transformadora de Bauxilum para obtener alúmina. Bauxilum planta (originalmente se llamaba Interalúmina) producían alrededor de 2 millones de toneladas año de alúmina, el polvo que luego permite producir aluminio. Los últimos seis años de “revolución” la producción nunca llegó a 800 mil toneladas. En 2015 fue de tan solo 460 mil (23%) y en este 2016 el colapso: 305 mil, es decir 15%. La nueva presidenta de la empresa, en una entrevista radial habló de “el resultado de 10 años de desinversión”. La crisis es tan grave que Bauxilum Planta tiene mes y medio paralizada por equipos dañados y falta de insumos, de modo que el presidente de Venalum anunció que va a importar (¡que vergüenza!) 15 mil toneladas de alúmina en los próximos días para paliar la crisis y evitar al colapso total de su empresa.
La misma Venalum, la otrora “gran planta” de modernísima tecnología y alta productividad, tiene activas tan solo 32% de sus 905 celdas de reducción, es decir, el espacio en el que la alúmina, bajo enorme descarga eléctrica se transforma en aluminio líquido. Venalum –siempre estatal- solía producir el tope de su capacidad instalada: 430 mil toneladas/año y varias veces sobrepasó esa cifra. Los últimos seis años ha estado por debajo de 150 mil lo cual es trágico. En 2015 fue un desastre: 95 mil y en este 2016 “mejoró” (da vergüenza decir que eso es “mejorar”) a 124 mil.
Alcasa, pese a su rezago tecnológico, solía producir 200 mil toneladas/año, tope de su capacidad. De sus 590 celdas solo le quedan activas menos de 50. Cerró 2016 con un miserable 18 mil toneladas. De la Venezuela exportadora de aluminio (mas o menos 400 mil toneladas/año entre ambas empresas) solo queda el recuerdo. Lo poquito que exportan es para obtener unos dólares, cambiarlos en bolívares devaluados y medio mantener los gastos ordinarios.
La “revolución” nos hizo mas dependientes que nunca del rentismo petrolero. Nos quitó patria. De la Venezuela que montó, por inversión privada, una cadena de medianas industrias transformadoras que convertían el aluminio en docenas de productos valiosos procesando alrededor de 250 mil toneladas/año queda muy poco. Casi nada. Muchas cerradas o trabajando “nivel sobrevivencia”.
Briqueteras por el suelo
Transformar el mineral de hierro en pellas y briquetas ya es darle algo de valor agregado. Usualmente las briquetas tienen triple de valor en el mercado internacional con respecto al mineral simple. Y en el camino han generado miles de empleos y una cadena de actividades económicas de todo tipo. La briqueta es mineral de hierro reducido mediante un proceso industrial con altísima pureza. Los grandes hornos siderúrgicos del mundo -y los de Venezuela- trabajan es con prerreducidos, entre ellos las briquetas. Las cinco empresas briqueteras de Guayana, con distintas tecnologías, producían en conjunto alrededor de 8 a 10 millones de toneladas/año.
Tras ser estatizadas en 2009, comenzó un declive que hoy lleva a que sumadas apenas llegan a un millón de toneladas. Venprecar (hoy Briquetera del Caroní), por ejemplo, produjo en 2016 124 mil toneladas cuando lo normal en ella era 850 mil toneladas/año. La propaganda gubernamental y los publi reportajes generosamente pagados hablan de “gran aumento de la producción” y hasta de “crecimiento del 76%”. Todo porque aunque Venprecar acumula al día de hoy casi 4 meses de total parálisis, produjo algo mas que en 2015 cuando el desastre robo-lucionario fue aún peor. Orinoco Iron (hoy rebautizada como Briquetera del Orinoco) además de un constante maltrato laboral que ha ocasionado varios conflictos, produjo apenas 235 mil toneladas cuando lo usual en ella era un millón 200 mil a un millón 300 mil toneladas/año.
Sidetur igual de arruinada
Otro caso es el de la antigua Sidetur, que en Guayana tiene una planta (Casima) que produce acero en palanquillas para que luego las plantas de Guarenas y Antímano produzcan cabillas. Rebautizada pomposamente Complejo Siderúrgico Nacional tras la estatización, se vino a menos. Planta Casima producía 450 mil toneladas/año de Palanquillas. En 2012 ya había caído a 250 mil. En 2015 a un dramático 56 mil y este 2016 cerró casi igual a un 13% de su capacidad. Pero los directivos y el ministro declaran sus “grandes éxitos” y anuncian grandes cifras para el futuro sin que se vean ninguna inversión para recuperar equipos e instalaciones.
[Tomado de http://deslinde2011.blogspot.com/2017/02/2016-el-peor-ano-de-la-historia-en-la.html.]
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