Tierra y Tempestad
El fútbol es un fenómeno de masas, como gran negocio de unos pocos o como pasión de muchos está presente en casi cualquier parte del mundo. Al igual que el circo romano que mantenía al pueblo idiotizado con las luchas de gladiadores, nos preguntamos: ¿Qué se esconde detrás de este circo moderno que representa el fútbol?, ¿Por qué este deporte y no otro atrae a millones de admiradores?, ¿Son los jugadores de fútbol actuales como los gladiadores de antaño?
El fútbol es un fenómeno de masas, como gran negocio de unos pocos o como pasión de muchos está presente en casi cualquier parte del mundo. Al igual que el circo romano que mantenía al pueblo idiotizado con las luchas de gladiadores, nos preguntamos: ¿Qué se esconde detrás de este circo moderno que representa el fútbol?, ¿Por qué este deporte y no otro atrae a millones de admiradores?, ¿Son los jugadores de fútbol actuales como los gladiadores de antaño?
El fútbol es sin duda un deporte, un juego, hasta una forma de socialización e integración, es también parte de la cultura, pero es ante todo y sobretodo un mecanismo de control social que tiene una influencia directa sobre los individuos. Es preciso que el fútbol sea identificado como una institución en el sentido que Deleuze le da al término, entendiendo por esto un discurso mayor, incuestionado y dominante.
I-EL FÚTBOL Y LA CIUDAD
La evolución del fútbol se ha dado paralela al proceso civilizatorio e industrializador. En sus orígenes la ciudad, lo urbano generaba en el trabajador alienado un ansia e la búsqueda de la naturaleza, de lo salvaje. Es así que practicar el fútbol desprovisto de todos los manejos actuales claro está!, daba a este ser atomizado algo de lo que la ciudad despojaba día a día, daba a los individuos un contacto con los instintos frente a la racionalización creciente de las ciudades.
Luego, se pasa de la práctica, al espectador donde los estadios de fútbol pasan a ser un lugar de encierro de los que describía Foucault en sus sociedades disciplinarias.(1)
Hoy cuando las sociedades de control (2) han remplazado a las sociedades disciplinarias y cada vez más el panóptismo (mecanismo de vigilancia que consiste en inducir al aprisionado a un estado permanente de visibilidad aunque la vigilancia sea discontinuada) deja lugar a la seducción como mecanismo de control, el fútbol profesional pasa a ser un mecanismo más de simulación entre otros.
II-EL FÚTBOL Y LA PASIÓN; LA MORFINA DE LOS DÉBILES
“Bo Carbonero, no tenés huevo,
por eso el Rodri está en el cementerio.
Yo no me olvido de aquel día,
cuando lloraban todas las gallinas.
Antes que te matemo al segundo,
te voy a contar lo que yo veo.
Con las manos corrés,
con los fierros también.
Manya pará de correr".
(Canción del club Nacional de fútbol)
“Le dicen el matador al carbonero,
la banda de los borrachos y faloperos,
ya le matamos a uno, le vamo a matar a dos,
cuídate villero puto que sos cagón.
Dale Peñarol, dale Peñarol, dale Peñarol".
(Canción del club Atlético Peñarol)
En elactual estado putrefacto de la sociedad la gente que necesita creer en algo encuentra en el fútbol la posibilidad de soñar con una gloria. En la era de la nada, del vacío, el fútbol viene a ser el lugar de búsqueda de identidad de muchos “hinchas”. Piensen solo por un momento el efecto del gol en las multitudes, causando una euforia incontrolable o una angustia terrible.
El fútbol al ser un deporte de “meta opositora”, necesariamente está estructurado en un esquema de oposición y agresividad. En el fútbol siempre es el otro el que impide ganar, el obstáculo, el enemigo. De está manera la estructura mental del hincha relacionará todo lo bueno con su club y todo lo malo con el club contrario. Toda su conducta seguirá esta lógica dado que la “hinchicidad” no es racional sino que completamente emocional todo su comportamiento lo conducirá hasta incluso el enfrentamiento violento. Esta característica es lo que provocará la formación de grupos de hinchas capaces de hacer cualquier cosa por su club, siempre listos a dispararse con el hincha contrario. Este fenómeno que se inicia con los Hooligans en la Inglaterra de la década del 60 y llega a Latinoamérica como barras bravas en Uruguay y Argentina y como torcidas en Brasil, es claramente funcional a los intereses políticos de los gobiernos de turno. Inclusive algunos grupos como los Hooligans se encuentran vinculados a grupos de ultraderecha y ultraizquierda.
III-EL FÚTBOL ENTRE LA CULTURA Y LA INDUSTRIA DEL ENTRETENIMIENTO
En el cortejo fúnebre de la cultura el fútbol también tiene su lugar y rápidamente un síntoma de descomposición social se convierte en un producto de la industria cultural. El fútbol sigue como cualquier otro producto la lógica del mercado, de la industria del entretenimiento donde cualquier bien o servicio cultural es producido, reproducido y difundido como parte de un proceso económico.
La FIFA es claramente la multinacional de fútbol y por cierto hace muy bien la administración financiera de este negocio, recaudando miles de millones al año. La FIFA tiene más de 265 millones de esclavos y su presidente Joseph Sepp Blater es quién garantiza el control estatal a través del fútbol.
En las sociedades de consumo actuales claramente el fútbol es mucho mas un producto que una parte de la cultura.
IV-EL FUTBOL, LOS MEDIOS Y LO POLITICO
Como ya es sabido los medios de comunicación de masas siguen dos lógicas: la del mercado y la de la estratégica construcción de opinión pública en favor del poder político. Desde sus orígenes el fútbol ha estado relacionado con los mass media a través de la construcción directa de un imaginario colectivo futbolístico. En nuestro país el diario EL DIA propiedad de José Batlle y Ordóñez, ya en 1908 crea su página deportiva, viendo tempranamente en el fútbol un gran potencial para la creación de cultura de masas.
También sabemos que los medios están íntimamente vinculados con lo político. Es en la construcción del imaginario colectivo futbolístico que se ha logrado la unidad nacional tan necesaria cuando un gobierno pretende que un proyecto político triunfe. Es así como en nuestro país el fútbol vino a dar la identidad nacional que necesitaba José Batlle y Ordóñez hace 100 años y la que necesita José Mujica en nuestros días.
Es preciso agregar que no es casualidad que cuando ocurre un hecho político importante la televisión trasmite o en todo caso retransmite un partido que coopte la atención de millones de individuos que pasan su velada frente a la pantalla, sin enterarse si quiera de lo que está pasando ahí fuera. Claro ejemplo de esto es el Mundialito del 80 en nuestro país, el uso que dio al fútbol Videla en la Argentina del 78 o la reciente Copa de las Confederaciones en Brasil.
Además el fútbol es una clara fuente de poder para dirigentes, jugadores, directores y presidentes de clubes que no dudan en darle un uso político a este poder; por ejemplo Berlusconi pasó de la presidencia del Club Atlético Milán a presidente de Italia. En nuestro país altos dirigentes del partido colorado están directamente vinculados al Club Atlético Peñarol.
V-EL MELODRAMA DE LA INDIGNACIÓN
“Lo que mas falta nos hace...es suscitar acontecimientos aunque sean mínimos, que escapen al control, hacer nacer nuevos espaciotiempos... La capacidad de resistencia o al contrario la sumisión a un control se deciden en el curso de cada tentativa.”
Deleuze “Mil Mesetas”
El fútbol se encuentra ahí donde los signos pierden su sentido y se agotan en la fascinación, en lo espectacular. En un trabajo directo de la industria; de aniquilación de la cultura en nombre de la rentabilidad del mercado, y de los gobiernos de control de las masas en provecho del poder político, el fútbol pasa a ser de un juego o un modelo de socialización a un mecanismo de disuasión del poder. Es simple, se trata de la manipulación de las masas por el poder y su mistificación por el fútbol. Es de esta manera que la masa mistificada no tendrá un comportamiento propio, idolatrando cualquier contenido mientras se resuelva en una secuencia espectacular.
Millones de individuos permanecen pasivos ante el espectáculo del fútbol, y otros tantos millones prefieren preguntarse por un partido de fútbol que por un drama político o social. Y de esta manera es que el poder se encuentra demasiado contento de poder gravitar sobre el fútbol la responsabilidad del embrutecimiento de las masas. Estas masas embrutecidas, convenientemente sugestionadas, se encuentran estupidizadas por el sentimiento religioso que les da el fútbol. Este fanatismo hace a los individuos encontrar su “felicidad” en la adoración a un club y los impulsa a sacrificar su vida por sus ídolos, considerándolos inclusive héroes nacionales, adorando una gamba mientras el mundo se cae a pedazos.
El fútbol con un P.B.I. de 500 mil millones y con una economía que lo posiciona dentro de las principales industrias del mundo es el vertedero de las multitudes neuróticas que depositan en los triunfos futbolísticos el honor y el orgullo nacionales. No se trata solo de control social sino control económico a unos niveles millonarios.
Ante este sistema de avasallamiento que pretende mantener bloqueado el deseo y que cada uno aparezca modulado por una misma frecuencia, es preciso que seamos capaces de crear líneas de fuga que nos permitan liberarnos de los espacio-tiempos regidos por el mercado y el poder dominante, y de esta manera abrir paso a lo inesperado.
Considero que cuestionar un mecanismo de control simbólico como el fútbol es cuestionar el capital en su conjunto y contribuye directamente a abrir en él una fuga, es por esto que repudiamos todo medio de control del poder y como tal nos da asco esa cosa llamada fútbol.
Notas:
(1)“Este espacio cerrado, recortado, vigilado, en todos sus puntos, en el que los individuos están insertos en un lugar fijo, en el que los menores movimientos se hallan controlados, en el que todos los acontecimientos están registrados... todo esto constituye un modelo compacto de dispositivo disciplinario” Véase Foucault; “Vigilar y Castigar”
(2)Las sociedades de control ya no funcionan mediante el encierro como funcionaban las sociedades disciplinarias, sino mediante un control continúo y una comunicación instantánea. En las sociedades de control no se confisca al individuo en ningún lugar físico pero somos permanentemente “ubicables”. Véase Deleuze; “De las sociedades disciplinarias a las sociedades de control”.
[Aparecido originalmente en la publicación Tierra y Tempestad # 17, Montevideo, invierno/primavera 2013. Número completo accesible en https://laturbaediciones.files.wordpress.com/2010/03/tyt-17.pdf.]
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