Marcos Valverde (Correo del Caroní)
Ve el cajón de la foto? Es una urna. Dentro de ella estaba el cadáver de Alejandra Sarahí Paiva, de tres meses. Murió el viernes por neumonía. La lógica le dicta, entonces, que la imagen es del sábado o, a lo sumo, del domingo. Pero no.
La foto es del miércoles. Es decir, de cinco días después de la muerte de la niña. Sus familiares no tenían dinero para enterrarla y tuvieron que mendigar. Entonces, alguien de la Gobernación les prometió la urna para el martes. Pero se la entregaron al día siguiente.
Ve el cajón de la foto? Es una urna. Dentro de ella estaba el cadáver de Alejandra Sarahí Paiva, de tres meses. Murió el viernes por neumonía. La lógica le dicta, entonces, que la imagen es del sábado o, a lo sumo, del domingo. Pero no.
La foto es del miércoles. Es decir, de cinco días después de la muerte de la niña. Sus familiares no tenían dinero para enterrarla y tuvieron que mendigar. Entonces, alguien de la Gobernación les prometió la urna para el martes. Pero se la entregaron al día siguiente.
¿Pudieron enterrarla? Sí, pero no así como así: ese miércoles, 2 de noviembre, fecha que la tradición católica celebra como Día de los Muertos, cuando llegaron al cementerio de Chirica, a las 3:00 de la tarde, se encontraron con la sorpresa de que estaba cerrado. Ajá, en pleno Día de los Muertos. La inseguridad obligó su cierre tempranero. Tuvieron que pelear en la entrada, argumentar, respirar hondamente, insistir. Mientras el sol atizaba la urna. Media hora después, pudieron.
La realidad cachetea como minucia a la ficción en esta Venezuela.
De un plumazo, ¡feliz Navidad!
Francisco Rangel Gómez ha dado muestras más que suficientes de que la farándula es también lo suyo. Un flash, una cámara, una gigantografía. La imagen. Pero lo del martes fue una cúspide: fuegos artificiales en segundo plano. Él, en el primero. Porque decretó la Navidad. Aquí nadie tiene por qué estar triste. Qué vaina es, pues. A cuenta de qué. El totalitarismo de la alegría, Rafael Osío Cabrices dixit.
El mandatario regional decretó que aquí debe imponerse la fiesta navideña en el mismo año de la masacre de Tumeremo. O de la muerte de 23 niños por difteria. O del pináculo de Ciudad Guayana como cochinero. O del asesinato de 1.428 personas en el estado. O del fin de este octubre, el mes más violento hasta ahora: 177 homicidios. Pero, ¿eso importa? Ya sabemos la respuesta: no. Nuestro flamante gobernador ha puyado el reset y ha ordenado, todos a la voz de firmes, echar un pie: son para gozarlas estas navidades. Jojojo.
La revolución de las migajas (II)
Hace un par de semanas reflejamos dos notas de prensa que ilustraban el tesón pesuvista por utilizar la dignidad del ciudadano para encumbramiento de la égida del benefactor narcisista: una fue del encargado del despacho de la Alcaldía de Caroní vanagloriándose por entregar un fastuoso paquete de pañal para adultos. El otro, de la Alcaldía de Heres, con un Sergio Hernández paternalista dando una mísera bolsa de comida a una mujer enferma.
Pero el PSUV da para más, cómo no. Y el nuevo alcalde (no con “e” de encargado, sino con “i” de importado) de Caroní, Tito Oviedo, no quiere quedarse atrás y esta semana, orgullosísimo, emitió una nota de prensa: “Alcalde de Caroní Tito Oviedo entregó bolsas de alimentos casa por casa en parroquia Yocoima”. Además de los atropellos ortográficos apenas en el título, resalta el despliegue fotográfico con nuestro personaje de este capítulo sonreído y cargando kilos de negritud caraotera y kilómetros de revolución espaguetera. Repartiendo bolsas como si vinieran de su bolsillo. Afianzando el paternalismo gobiernero. Migajas. Más migajas.
Barbarazos de acero
Buen generalote al fin y al cabo, Justo Noguera, presidente de Sidor y de la CVG, actúa como si ambas instituciones fueran sus latifundios y él, caporal. Un ejemplo: reconocer, como quien se quita esta paja, que sí botó a los sidoristas que firmaron para pedir el referendo presidencial.
Hay más. El fin de semana, de un día para otro, la redoma de Chilemex tiene cara nueva, que no bonita. No es ya el monumento de 1983 con letras de bronce de la Cámara de Comercio e Industrias. Ahora es una pancarta propia del feísmo revolucionario con una inscripción: “Sidor es Guayana… somos acero, alma y corazón”.
No solo sorprende eso, sino también la absorta pasividad de la cámara ante el hecho: nada de contundencia, nada de firmeza. Y volviendo a la Sidor de Noguera: habrá mucho girasol, caballo, acero, alma y corazón… tanto como una ridícula producción.
[Tomado de http://www.correodelcaroni.com/index.php/cdad/item/51133-asi-sobrevivimos-ni-a-los-muertos-en-el-dia-de-los-muertos.]
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