Revista Archipiélago
El titulo de este texto es un sentimiento que atraviesa la desdibujada constelación del pensamiento y la acción política que se reclama de la tradición de izquierdas. Deseable, porque la ausencia prolongada de resistencias sólo puede animar el deslizamiento fatal hacia un capitalismo de exterminio. Poco posible, porque los movimientos revolucionarios han sufrido durante el siglo XX y lo que vA DEL xxI "derrota tras derrota" sin desembocar finalmente en la "victoria final" que anunciaba Mao, sino más bien en la desorientación absoluta (en el mejor de los casos).
Durante mucho tiempo, la izquierda se nutrió masivamente de dos tradiciones afines: la socialdemocracia y el leninismo. Ambas apostaban por la superación histórica del capitalismo en una organización socialista de la vida colectiva, pero diferían en los medios dispuestos para tal fin: los socialdemócratas consideraban que el desmantelamiento del capitalismo debía ser progresivo y gradual, mientras que para los leninistas se trataba de quebrar violentamente el orden instituido y concentrar el poder de decisión en la cúspide de la pirámide jerárquica. Las dos tradiciones eran hermanas gemelas nacidas en el mismo suelo del marxismo ortodoxo, cuyo determinismo histórico había que conjugar mediante arriesgadas piruetas teóricas con un voluntarismo práctico evidente. Hoy en día, todas las encendidas discusiones sobre "el momento exacto del desmoronamiento del capitalismo", "la dialéctica de los huevos y la tortilla", "la dictadura del proletariado" o la cuestión del "partido clandestino" son curiosidades bizantinas para el mundo entero (y con toda la razón), excepto para aquellos grupúsculos que sobreviven como auténticas sectas en una realidad mediada por su delirio circular. Por otro lado, ni la socialdemocracia europea más apegada a sus principios practica hoy en día nada parecido al "reformismo", limitándose simplemente a la gestión descarada de lo que hay. Las dos corrientes fundamentales durante tanto tiempo de la izquierda han desaparecido sin dejar trazas perceptibles.
Frente a esas dos tradiciones, se alzaban con toda su grandeza e ingenuidad el anarquismo y el pensamiento libertario, que se diseminaron afortunadamente por España a gran velocidad, librando a mucha gente de percibir la acción política (y a sí mismos) simplemente como una pieza en un oscuro juego diseñado y dirigido por otros. Pero otras muchas enfermedades degenerativas minaron desde dentro al anarquismo dejando en el estado actual de postración a sus organizaciones clásicas.
Por su lado, mayo del 68 anunció ciertamente "el comienzo de una nueva época", como dijeron los situacionistas saludando los acontecimientos acaecidos en Francia, pero de un signo completamente opuesto al esperado. Las modernas ideas de libertad que germinaron y se hicieron comunes entonces animaron desarrollos emancipatorios en Portugal, Italia, Polonia o España durante algún tiempo, pero luego fueron reformuladas por un capitalismo que alimenta ahora su espíritu con todas las consignas sesentayochistas. "Vivir sin tiempos muertos, gozar sin trabas" aparece hoy día tatuado en todas las vallas publicitarias de las ciudades modernas.
¿Qué pasa, pues, con la izquierda? ¿Cómo puede retomar el impulso más elevado de todos los fragmentos de su pasado? ¿Cómo planea ahora devolver el poder de decisión a una instancia política maltratada por una economía que se ha vuelto loca, y que ciertamente aspira ya a un dominio total de lo físico, lo biológico, lo psíquico, lo social, lo cultural? Archipiélago ha lanzado una sonda en forma de encuesta para detectar en algunos territorios de la izquierda española si existen signos de vida: esbozos de diagnósticos válidos de la situación, y quizá incluso algunas respuestas. Con las siguientes preguntas generales se pretendía filtrar un debate muy amplio para recoger sobre todo orientaciones, propuestas e indicaciones posibles:
- ¿Es posible hoy una izquierda? Si es posible, ¿sobre qué puede basarse, dónde estaría, qué hay de aprovechable y de descartable hoy de las tradiciones de izquierda?
- Propuestas, indicaciones que daría.
- ¿En qué puntos neurálgicos habría que incidir para recuperar la izquierda?
- ¿Qué margen de actuación tiene hoy la política?
Los encuestados han decidido contestar las preguntas de diversos modos: una por una, todas a la vez captando el espíritu general del cuestionario, reuniendo dos preguntas en una, etc. Junto a las respuestas en sentido estricto, se han reunido textos que participan a su modo en el debate planteado, abriendo así un espacio para presentar brevemente las posiciones de izquierdas más interesantes desarrolladas fuera de nuestras fronteras (Pierre Bourdieu, Eric J. Hobsbawm, Ulrich Beck) [Ver estos materiales en el # 45, año 2000, impreso de la revista Archipielago; índice de ese número en https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/11702].
Ojalá todo esto pueda servir siquiera una pizca como material de reflexión para reconstruir un proyecto político capaz de bloquear el resultado inscrito en las tendencias dominantes del capitalismo: acabar con la autonomía de los hombres y la vida en la Tierra.
[Tomado de http://archipielago.webcindario.com/45/carpeta.html.]
El titulo de este texto es un sentimiento que atraviesa la desdibujada constelación del pensamiento y la acción política que se reclama de la tradición de izquierdas. Deseable, porque la ausencia prolongada de resistencias sólo puede animar el deslizamiento fatal hacia un capitalismo de exterminio. Poco posible, porque los movimientos revolucionarios han sufrido durante el siglo XX y lo que vA DEL xxI "derrota tras derrota" sin desembocar finalmente en la "victoria final" que anunciaba Mao, sino más bien en la desorientación absoluta (en el mejor de los casos).
Durante mucho tiempo, la izquierda se nutrió masivamente de dos tradiciones afines: la socialdemocracia y el leninismo. Ambas apostaban por la superación histórica del capitalismo en una organización socialista de la vida colectiva, pero diferían en los medios dispuestos para tal fin: los socialdemócratas consideraban que el desmantelamiento del capitalismo debía ser progresivo y gradual, mientras que para los leninistas se trataba de quebrar violentamente el orden instituido y concentrar el poder de decisión en la cúspide de la pirámide jerárquica. Las dos tradiciones eran hermanas gemelas nacidas en el mismo suelo del marxismo ortodoxo, cuyo determinismo histórico había que conjugar mediante arriesgadas piruetas teóricas con un voluntarismo práctico evidente. Hoy en día, todas las encendidas discusiones sobre "el momento exacto del desmoronamiento del capitalismo", "la dialéctica de los huevos y la tortilla", "la dictadura del proletariado" o la cuestión del "partido clandestino" son curiosidades bizantinas para el mundo entero (y con toda la razón), excepto para aquellos grupúsculos que sobreviven como auténticas sectas en una realidad mediada por su delirio circular. Por otro lado, ni la socialdemocracia europea más apegada a sus principios practica hoy en día nada parecido al "reformismo", limitándose simplemente a la gestión descarada de lo que hay. Las dos corrientes fundamentales durante tanto tiempo de la izquierda han desaparecido sin dejar trazas perceptibles.
Frente a esas dos tradiciones, se alzaban con toda su grandeza e ingenuidad el anarquismo y el pensamiento libertario, que se diseminaron afortunadamente por España a gran velocidad, librando a mucha gente de percibir la acción política (y a sí mismos) simplemente como una pieza en un oscuro juego diseñado y dirigido por otros. Pero otras muchas enfermedades degenerativas minaron desde dentro al anarquismo dejando en el estado actual de postración a sus organizaciones clásicas.
Por su lado, mayo del 68 anunció ciertamente "el comienzo de una nueva época", como dijeron los situacionistas saludando los acontecimientos acaecidos en Francia, pero de un signo completamente opuesto al esperado. Las modernas ideas de libertad que germinaron y se hicieron comunes entonces animaron desarrollos emancipatorios en Portugal, Italia, Polonia o España durante algún tiempo, pero luego fueron reformuladas por un capitalismo que alimenta ahora su espíritu con todas las consignas sesentayochistas. "Vivir sin tiempos muertos, gozar sin trabas" aparece hoy día tatuado en todas las vallas publicitarias de las ciudades modernas.
¿Qué pasa, pues, con la izquierda? ¿Cómo puede retomar el impulso más elevado de todos los fragmentos de su pasado? ¿Cómo planea ahora devolver el poder de decisión a una instancia política maltratada por una economía que se ha vuelto loca, y que ciertamente aspira ya a un dominio total de lo físico, lo biológico, lo psíquico, lo social, lo cultural? Archipiélago ha lanzado una sonda en forma de encuesta para detectar en algunos territorios de la izquierda española si existen signos de vida: esbozos de diagnósticos válidos de la situación, y quizá incluso algunas respuestas. Con las siguientes preguntas generales se pretendía filtrar un debate muy amplio para recoger sobre todo orientaciones, propuestas e indicaciones posibles:
- ¿Es posible hoy una izquierda? Si es posible, ¿sobre qué puede basarse, dónde estaría, qué hay de aprovechable y de descartable hoy de las tradiciones de izquierda?
- Propuestas, indicaciones que daría.
- ¿En qué puntos neurálgicos habría que incidir para recuperar la izquierda?
- ¿Qué margen de actuación tiene hoy la política?
Los encuestados han decidido contestar las preguntas de diversos modos: una por una, todas a la vez captando el espíritu general del cuestionario, reuniendo dos preguntas en una, etc. Junto a las respuestas en sentido estricto, se han reunido textos que participan a su modo en el debate planteado, abriendo así un espacio para presentar brevemente las posiciones de izquierdas más interesantes desarrolladas fuera de nuestras fronteras (Pierre Bourdieu, Eric J. Hobsbawm, Ulrich Beck) [Ver estos materiales en el # 45, año 2000, impreso de la revista Archipielago; índice de ese número en https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/11702].
Ojalá todo esto pueda servir siquiera una pizca como material de reflexión para reconstruir un proyecto político capaz de bloquear el resultado inscrito en las tendencias dominantes del capitalismo: acabar con la autonomía de los hombres y la vida en la Tierra.
[Tomado de http://archipielago.webcindario.com/45/carpeta.html.]
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