Humberto Decarli
Turquía fue una nación esplendorosa por el devenir del imperio otomano cuando fue capaz de invadir y colonizar al Oriente Próximo y parte de Europa llegando incluso a Hungría y las puertas de Viena. El ímpetu otomano fue detenido por los cristianos y la batalla de Lepanto fue determinante para el inicio de su declive.
La influencia islámica en el viejo continente por intermedio de Ankara ha quedado en el tiempo desde la toma de Constantinopla en el siglo quince y prueba de ello es la existencia de regiones y países islámicos en los Balcanes como Bosnia Herzegovina, Kosovo y Albania, cuya presencia ha motivado a los musulmanes a darle una mano para las luchas que llevaron a cabo durante la desmembración de Yugoslavia.
Turquía fue una nación esplendorosa por el devenir del imperio otomano cuando fue capaz de invadir y colonizar al Oriente Próximo y parte de Europa llegando incluso a Hungría y las puertas de Viena. El ímpetu otomano fue detenido por los cristianos y la batalla de Lepanto fue determinante para el inicio de su declive.
La influencia islámica en el viejo continente por intermedio de Ankara ha quedado en el tiempo desde la toma de Constantinopla en el siglo quince y prueba de ello es la existencia de regiones y países islámicos en los Balcanes como Bosnia Herzegovina, Kosovo y Albania, cuya presencia ha motivado a los musulmanes a darle una mano para las luchas que llevaron a cabo durante la desmembración de Yugoslavia.
Sin embargo, su participación en la Primera Guerra a favor de Alemania y el Imperio Austro Húngaro dio lugar a la desmoralización propia de los derrotados y comenzó el epílogo imperial.
Occidente se adueña del Levante
El Reino Unido y Francia estimularon a los árabes del Medio Oriente para luchar contra de los ocupantes turcos y después de catalizar todas esas movilizaciones no permitieron la autodeterminación de esos pueblos. El coronel inglés Lawrence y la arqueóloga Gertrude Bell dieron testimonio de esta felonía. Dos películas recogieron la trayectoria de estos dos personajes. Una, la laureada Lawrence de Arabia, dirigida por David Lean y protagonizada por Peter O’Toole y Omar Shariff; y la otra, la Reina del desierto con roles principales de James Franco y Nicole Kidman bajo la conducción del prestigioso teutón Werner Herzog.
Luego de la derrota de los otomanos, las potencias europeas acordaron, mediante el tratado Sykes Picot, la repartición de toda la región. Los británicos se quedaron con la actual Palestina, Israel, Jordania e Irak; y los galos con Siria y el Líbano. Para garantizar el estatuto de colonización crearon Estados artificiales mediante límites estrictamente cartográficos concediéndoles la independencia después de la segunda guerra.
La alianza franco-británica ideó bajo su albedrío todos estos países los cuales quedaron bajo su influencia. Jordania, por ejemplo, fue dirigida por los hachemitas; Israel nace en 1948 a través de un acuerdo de las grandes potencias expulsando a los palestinos de su hábitat previa una emigración orientada desde Europa occidental, oriental y los Estados Unidos para rescatar una iniciativa bíblica bajo la tesis sionista del hogar nacional judío.
Irak tuvo una fusión monárquica con Jordania rota por el golpe de Estado encabezado por Abdul Karim Kassem, de orientación izquierdista, a la postre también defenestrado por los hermanos Arif, quienes eran nasseristas. Saddam Hussein fue la guinda de la torta elaborada por occidente y solo cuando se les fue de las manos lo liquidaron.
El Líbano fue organizado como la joya de la corona por Francia hasta que los conflictos étnicos-religiosos dieron al traste con esa reputación. En 1958 los marines americanos intervinieron para salvar al gobierno cristiano. Sin embargo, años después hubo una terrible guerra intestina porque los chitas habían crecido tanto demográficamente que los maronitas se convirtieron en minoría. Dos organizaciones de este credo musulmán se erigieron como alabardas: el movimiento Amal a la cabeza de Nabib Berri y el Hizbollah, suerte de experimento organizativo apoyado por Irán. El valle del Bekaa se convirtió en la sucursal del régimen autocrático persa por la presencia de la Guardia Nacional iraní en sostenimiento de los chitas.
Siria se convirtió en una pieza fundamental del ajedrez de la guerra fría. Ulterior a la enorme cadena de asonadas y la fallida experiencia de la República Árabe Unida con el Egipto de Nasser, prestigioso en el panarabismo a la sazón gracias a la nacionalización y crisis del canal de Suez, se presentó Hafez al Asad y con un esquema autoritario dominó a este fallido país. Siempre fue el aliando más cercano a la Unión Soviética.
Muerto el dictador Asad pasa a su hijo, cual reino, la jefatura del Estado. Bashar Al Asad emana como el capo de la nación con un régimen similar al de su padre, autoritario y severo. Es asaz conocida la actual coyuntura de la guerra en Siria donde hay una verdadera balcanización producto de los múltiples intereses mundiales y locales.
Turquía, en dirección opuesta, pasó de la decadencia imperial a un proceso de secularización dirigido por Mustafá Kemal Ataturk. Hubo una contracción del poder religioso para transformarla en un Estado laico.
La secularización turca
Inmediato a la implosión otomana surge en ese país la necesidad de separar la religión del poder y para ese cometido se cumplió una tendencia hacia establecer un Estado moderno con inclinación occidental. Se configuró un régimen parlamentario a la usanza del viejo continente y Ataturk encabezó todas esas iniciativas.
Adicionalmente se incorporó al segmento del Oeste durante la guerra fría que incluyó la instalación de bases militares estadounidense que Nikita Krushev pretendió canjear por los misiles soviético en Cuba cuando la crisis que colocó al mundo al borde de un holocausto nuclear.
Se alió con Estados Unidos y Europa para ser integrante de la O.T.A.N. y se transformó en un Estado fuerte con ciertas tendencias de liderazgo en la zona. Tiene ostensibles influencias en Uzbekistán, Kirguizia, Turkomenia Azerbaiyán e incluso en el Xinjiang en el noroeste chino. Se arrogó ser un factor decisivo en la crisis chipriota luego del derrocamiento del arzobispo Makario siendo el único país en el mundo que reconoce al Estado chipriota turco presidido originalmente por Raúl Denktas.
Adicionalmente el régimen, jefaturado rotativamente por Suleyman Demirei y Bulent Ocevit, estatuye una política central contra el pueblo kurdo, el cual aspira a tener vida propia en un área donde una de sus partes es turca. El PPK, el partido de los trabajadores de Kurdistán, con la dirección de Abdullah Ocalam, es perseguido y aterrorizado. Este líder fue detenido y se encuentra cumpliendo pena de cadena perpetua.
A partir del siglo veintiuno se apodera de la cabeza del poder, Recep Tayyin Erdogan, con el movimiento fundamentalista islámico Partido de la Justicia y el Desarrollo. Desde Ankara se dio a la tarea de profundizar la influencia religiosa en la toma de decisiones de naturaleza política. Mas lo hizo pausadamente porque había precarias limitaciones institucionales pero siempre en forma ascendente.
Turquía se convirtió en la zona en una potencia regional y trató de influir en muchos aspectos. Así, ayudó a los movimientos integristas palestinos; a algunas organizaciones islamistas en Siria; también se acercó al ISIS para golpear a los kurdos aunque después rompieron; ha enfrentado a los chitas y Al Qaeda; y en general, tuvo mucha presencia en la geopolítica de todo el ámbito territorial del Mediterráneo oriental.
Recientemente Erdogan permitió desarrollar una tentativa putchista en su contra para, desde posiciones seguras, derrotarla y ahora asume la ofensiva para apoderarse de la forma más inmediata de toda la estructura de poder del país. Ya ejerció una represión salvaje sobre los golpistas y pretende reactivar la pena de muerte ya abolida en esa nación. Su accionar se dispara hacia la mayor concentración de poder para desde allí sojuzgar completamente a los turcos.
No obstante, hay limitaciones internas y foráneas. Dentro tiene una oposición débil pero activa así como al pueblo kurdo que vive en la península de Anatolia y en la frontera con Siria e Irak. Afuera está la presión de la Unión Europea la cual aspira a finalizar la violación cotidiana de los derechos humanos. El filme Expreso de media noche, del cineasta Alan Parker con guión de Oliver Stone, narra un caso real de atropello policial, judicial y procesal de un pequeño traficante americano de visita en esa nación. Realmente no ha cambiado mucho la praxis represiva de su ejército.
Perspectivas
El liderazgo de Erdogan no es excepcional en el mundo de hoy. Su postura ideológica es el fundamentalismo religioso del islam mezclado con actitudes de la derecha tradicional que se ha desbordado en Europa, Asia y América Latina. Hasta los Estados Unidos se inscribe ahí también con Donald Trump cuyas perspectivas electorales son cada vez más sólidas.
La concentración de poder, el militarismo y la teocracia, son muchas de las orientaciones en el concierto internacional de naciones. Es un mundo reaccionario y conservador. Vladimir Putin en Rusia, Alexander Lukashenko en Belarus, Nursultàn Basarbàyev en Kazajstán, Hugo Chávez en Venezuela y tantos otros personajes autoritarios, constituyen el paradigma de gobiernos fuertes y represivos.
Erdogan se inscribe perfectamente en esta línea destinada a la fuerza, al populismo, a las engañifas demagógicas dirigidas al pueblo, la patria, el orgullo de la nación y la superioridad predispuesta en cualquier aspecto. En pleno siglo veintiuno presenciamos la existencia y promoción de estos especímenes autocráticos perviviendo como referencia de gobernanza.
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