Correo del Caroní
Será el 23 de julio una fecha inolvidable para Yanni Marín. Ese día, sábado, en la madrugada, la despertaron porque su hermano tenía un ataque de epilepsia. Cuando lo llevó al hospital de Guaiparo [en Ciudad Guayana] la frenaron en la entrada: está prohibido recibir epilépticos porque no hay pacientes. Si quería que lo atendieran, iban a tener que buscar la medicina. Primer golpe.
Comenzó entonces el peregrinaje de unos familiares por varias farmacias. Y, por otro lado, el de ella y su hermano, Gerardo Jesús, en el pasillo del hospital. Allí, en un banco, las convulsiones continuaron. Segundo golpe.
Será el 23 de julio una fecha inolvidable para Yanni Marín. Ese día, sábado, en la madrugada, la despertaron porque su hermano tenía un ataque de epilepsia. Cuando lo llevó al hospital de Guaiparo [en Ciudad Guayana] la frenaron en la entrada: está prohibido recibir epilépticos porque no hay pacientes. Si quería que lo atendieran, iban a tener que buscar la medicina. Primer golpe.
Comenzó entonces el peregrinaje de unos familiares por varias farmacias. Y, por otro lado, el de ella y su hermano, Gerardo Jesús, en el pasillo del hospital. Allí, en un banco, las convulsiones continuaron. Segundo golpe.
Alrededor de las 10:00, un camillero “se apiadó de nosotros y nos dio una camilla para que él se acostara”. Dos horas después, cuando consiguieron la medicina, por fin atendieron a Gerardo Jesús, a quien le dieron de alta a las 3:30 de la tarde, una hora antes de que, ya en su casa, muriera. Tercer golpe.
No dice Yanni que murió por culpa de los médicos. Pero sí está convencida de que la escasez de medicinas es la causa. De eso y, por ende, de que su hermano esté enterrado, otros sí son los responsables.
El nombre que no se quitó
Quizás nadie ha querido mostrar su cara por miedo a una sanción por exponer a un "niño de la patria" al escarnio público: es la imagen de ese muchacho que, vendiendo dibujos en el piso de una estación del metro de Caracas, ha revuelto las redes sociales en los últimos días. Tiene 14 años, se llama Bryan y dice que se dedica a eso para ayudar a su mamá. De súbito, al verlo, recuerda uno a un personaje que en diciembre de 1998 juró quitarse el nombre si no acababa con el problema de los niños de la calle: los niños en la miseria, como Bryan. Hasta donde sabemos, ese personaje está enterrado con el mismo nombre. No cumplió su promesa.
Cuando el bolsillo aprieta… escuela pública
La Zona Educativa del Edo. Bolívar reportó el incremento de la migración de estudiantes de las instituciones privadas hacia las públicas. Lo expuso la autoridad única educativa, Brizeida Quiñones, como si un logro fuese. Lo que soslaya es que lo apretado de los bolsillos ha obligado a los padres a inscribir a sus hijos en instituciones públicas, no porque la educación pública sea mejor. Ojalá fuese el motivo. Ojalá que así sea pronto. Pero, por ahora, no.
Ciudad a secas
No se cansan los replicadores de Hidrobolívar de ofrecer noticias que avinagran el humor a cualquiera. Desde las 11:00 de la noche del jueves y durante las 24 horas siguientes suspenderá del servicio de agua potable para las parroquias Cachamay, Universidad y Unare: es decir, todo Puerto Ordaz. Alegan que repararán dos fugas que están afectando el servicio. No debería haber excusas más adelante. No debería.
Municipalidad para aquelarres
A ver, ¿en qué parte está sentenciado que el Palacio Municipal [de Ciudad Guayana] es el centro para bululúes y templetes partidistas? Que alguien lo muestre y así no cuestionar lo que ocurrió el miércoles pasado, cuando el PSUV tomó el auditorio para lanzar el plan Chavistas por la patria. ¿En qué consiste? Simplemente, en un censo para saber quién está con el gobierno y quién no. Y, por lo otro, es tiempo de que los recintos de gobierno recuperen la función que se supone deben cumplir. Pues patria debería ser, también, cumplimiento de las normas institucionales.
[Tomado de http://www.correodelcaroni.com/index.php/cdad/item/47751-a5.]
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