Rubén A. Hernández
Ya no quedan dudas, la estrategia pública de distribución de alimentos mal llamada mercados casa por casa (a solo unas cuantas familias han entregado los productos directamente en las viviendas), ha fracasado de forma rotunda; tras varios meses de haberse creado los primeros CLAP [Comites Locales de Abastecimiento y Producción, ¡vaya nombre chistoso!], muchas familias pobres en Venezuela no saben lo que es recibir las fulanas bolsitas de comida, que dicho sea de paso están conformadas por unos pocos productos. Y fracasó debido a que la cantidad de dinero disponible para el subsidio alimentario se ha reducido en gran magnitud, como consecuencia en buena parte de la baja sostenida en los ingresos por concepto del negocio petrolero, y del descenso notable del Producto Interno Bruto. Insuficiencia monetaria que además de limitar la cantidad de comida distribuida por los CLAP, ha obligado la inclusión de alimentos no subsidiados ni regulados en numerosas bolsas, elaborados generalmente por la gran empresa privada: bebidas lácteas y achocolatadas, enlatados, galletas, embutidos y otros productos que no son nada baratos, al menos para el bolsillo de millones de venezolanos.
Ya no quedan dudas, la estrategia pública de distribución de alimentos mal llamada mercados casa por casa (a solo unas cuantas familias han entregado los productos directamente en las viviendas), ha fracasado de forma rotunda; tras varios meses de haberse creado los primeros CLAP [Comites Locales de Abastecimiento y Producción, ¡vaya nombre chistoso!], muchas familias pobres en Venezuela no saben lo que es recibir las fulanas bolsitas de comida, que dicho sea de paso están conformadas por unos pocos productos. Y fracasó debido a que la cantidad de dinero disponible para el subsidio alimentario se ha reducido en gran magnitud, como consecuencia en buena parte de la baja sostenida en los ingresos por concepto del negocio petrolero, y del descenso notable del Producto Interno Bruto. Insuficiencia monetaria que además de limitar la cantidad de comida distribuida por los CLAP, ha obligado la inclusión de alimentos no subsidiados ni regulados en numerosas bolsas, elaborados generalmente por la gran empresa privada: bebidas lácteas y achocolatadas, enlatados, galletas, embutidos y otros productos que no son nada baratos, al menos para el bolsillo de millones de venezolanos.
A la ausencia de recursos suficientes para el subsidio, se agrega la corrupción reinante en el seno de numerosos CLAP, y el nefasto desvío de alimentos a la red privada, a particulares y a familiares y amigos de los integrantes de esos CLAP. Es tal el volumen de los intereses en juego en este sentido, que ya fue asesinado un ex diputado del PSUV, quien habría descubierto que las bolsas de alimentos eran revendidas. Tristemente se está repitiendo lo que sucedía con la red pública (PDVAL, MERCAL y Abastos Bicentenario) en su apogeo, situación que finalmente llevó a la detención de gerentes, subgerentes y otros empleados de la misma.
A estas alturas ya el Gobierno “revolucionario” debe admitir ante el pueblo venezolano que la distribución alimentaria por medio de los CLAP es un fracaso. Simplemente no hay dinero para satisfacer la gigantesca demanda de alimentos subsidiados, en un país en el que la pobreza y la miseria azotan a un elevado porcentaje de la población. Y para colmo es desviada una parte de los productos. Que las autoridades en el orden económico digan la verdad sobre la crisis alimentaria en Venezuela, y cómo la dirigencia “izquierdista”, en conjunción con los líderes seudoopositores y el empresariado, han adoptado y respaldado medidas para ayudar a la gran burguesía (incluida la roja rojita) y perjudicar, una vez más, a los pobres, privados progresivamente del beneficio de acceder a alimentos a bajo costo. ¿Acaso es simple casualidad, por ejemplo, que en numerosas bolsas de los CLAP se incluyan productos de empresarios como el multimillonario Lorenzo Mendoza?
Que se diga la verdad de una vez por todas en materia alimentaria. El pueblo venezolano, cada vez más furioso,reclama algo de honestidad gubernamental y exige soluciones de acuerdo a su necesidad inmediata: obtener los alimentos a precios bajos sin tener que pasar horas y horas en las filas.
[Nota final de El Libertario: Reproducimos este post porque compartimos la descripción que se hace del fiasco que han representado los fulanos CLAP, enmarcados en el pomposo plan militarista de la "Gran Misión Abastecimien Seguro y Soberano". No obstante, nos parece que se peca de candidez al pedir al chavomadurismo que admita su fracaso en este asunto, pues hay sobradas pruebas de que el actual gobierno nunca jamás ha reconocido, o reconocerá, la responsabiulidad que le corresponde por alguno de sus innumerables fracasos.]
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