J.R. López Padrino
La militarización de la sociedad venezolana ha sido una de las prioridades del proyecto fachochavista. A pesar de que este fenómeno no es nuevo en nuestro país, sus dimensiones en estos últimos años no tienen parangón en nuestra historia republicana.
La tradicional doctrina militar venezolana dejó de estar orientada por los principios de la Guerra de Tercera Generación ante un escenario conflictivo, y fue sustituida por la Doctrina Militar Bolivariana, batiburrillo facho-militarista donde se combinan aspectos de la Doctrina de la “Seguridad Nacional” de impronta asesina y represiva, y de la guerra asimétrica basada en la participación popular en la defensa nacional mediante la creación de las milicias y los grupos paramilitares.
La militarización de la sociedad venezolana ha sido una de las prioridades del proyecto fachochavista. A pesar de que este fenómeno no es nuevo en nuestro país, sus dimensiones en estos últimos años no tienen parangón en nuestra historia republicana.
La tradicional doctrina militar venezolana dejó de estar orientada por los principios de la Guerra de Tercera Generación ante un escenario conflictivo, y fue sustituida por la Doctrina Militar Bolivariana, batiburrillo facho-militarista donde se combinan aspectos de la Doctrina de la “Seguridad Nacional” de impronta asesina y represiva, y de la guerra asimétrica basada en la participación popular en la defensa nacional mediante la creación de las milicias y los grupos paramilitares.
Esta repudiable militarización facho-bolivariana se ha fundamentado en la reaccionaria “Doctrina de la Seguridad Nacional”. Doctrina que sirvió de referente teórico, de pretexto político y de arsenal ideológico a los regímenes militares del Cono Sur, a fin de liquidar al llamado "enemigo interno". La Doctrina de la Seguridad Nacional emblematiza la sistematización del nuevo rol de las fuerzas armadas en Latinoamérica. Con ella se modificó su misión de garantizar la defensa del territorio nacional, para dedicarse con exclusividad a garantizar el orden interno (represión). La aplicación de esta doctrina implicó el control militar del Estado, la militarización de la seguridad pública y de la sociedad. Esta doctrina ha representado el posicionamiento del componente militar en el epicentro de la sociedad, el etiquetamiento de las luchas sociales como manifestaciones subversivas, así como el tutelaje por parte del estamento militar de toda lucha reivindicativa gremial y sindical.
Esta bazofia militarista parte de la premisa de la existencia de un enemigo interno (entiéndase disidencia política), a la cual hay que destruir de forma orgánica y sistemática. Además, legitima al estamento militar como el baluarte de la nacionalidad, y se le considera como un instrumento de acción política, económica y social. Ello ha quedado evidenciado una vez más en el reciente mensaje del multisoleado Vladimir Padrino López al afirmar “hemos evolucionado hacia una organización que ha logrado compenetrarse con las bases más auténticas de nuestro pueblo y su ciudadanía asumiendo un rol moderno que, fundamentado en el modelo de integración cívico-militar, nos permite participar activamente en el desarrollo nacional”. La soldadesca bolivariana con Padrino López al frente se ha convertido en los garantes de una hegemonía excluyente encargados de tutelar a la sociedad.
Además, el general graduado de la Escuela de las Américas*, hoy mimetizado en ferviente revolucionario antiimperialista ha afirmado “El brutal accionar que en la actualidad llevan a cabo grupos de delincuencia organizada y paramilitares patrocinados por élites del capitalismo mundial, tienen como objetivo político derrocar el Gobierno legítimo de nuestro Presidente y Comandante en Jefe, Nicolás Maduro Moros”. Para el gorila Padrino López y su logia bolivariana toda manifestación de disidencia al régimen de Maduro, es sinónimo de paramilitarismo o conducta delincuencial. Para los narco-militares cualquier ciudadano o movimiento contestatario o reivindicativo es considerado como paraco-delincuente. Es una vulgar repetición del libreto utilizado por los sanguinarios regímenes de los países del Cono Sur (Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay), quienes justificaron sus continuas intervenciones en la política interna y la represión en contra de los movimientos populares apelando precisamente a las mismas razones que hoy esgrimen los milicos como Padrino López. Es el respaldo doctrinario a la represión que impone el híbrido milico-civil que nos desgobierna desde hace muchos años y pretende continuar esta práctica nefasta de manera indefinida.
La FAN se ha convertido en el garante de la gobernabilidad ("orden y paz social") y en la continuidad del proyecto hegemónico capitalista representado por un Estado explotador y una nueva élite económica (la boliburguesía). El pretorianismo bolivariano conceptualiza a la FAN como el brazo armado del PSUV a fin de garantizar su hegemonía y su continuidad en el poder mediante el uso de las armas. Estamos ante el surgimiento de una “Fuerza Armada del partido” que obviamente no responde a los intereses de los venezolanos, sino del PSUV. Se reeditan las dolorosas experiencia nazi-fascistas del siglo XX y los autoritarismos burocratizados del siglo XX y XXI en los cuales el componente armado se transformó en una herramienta efectiva para la intimidación y en el músculo represor en contra de todos aquellos que no comparten la visión totalitaria-bolivariana.
Esta pestilente militarización no solo se ha reflejado en el asalto de los uniformados a la administración pública (ministros, gobernadores, alcaldes, parlamentarios, presidentes de institutos, etc.), sino en la imposición de un pensamiento-doctrina, propio de la institución castrense. Ha implicado la imposición de una mentalidad guerrerista (enemigo a aniquilar), de una forma de hablar (batallón, patrulla, misión), de sentir (odio por la diversidad de pensamiento) y de actuar del ciudadano al imponer la violencia como medio para dirimir diferencias políticas en la sociedad. Además, la militarización no sólo se plasma en la presencia del ejército, sino que también se construye a partir de leyes que justifican tanto la presencia militar como la criminalización de la oposición social, de ahí el mantenimiento y establecimiento de leyes antiterroristas (Resolución 008610; Ley antiterrorista . Resoluciones y leyes que garantizan el funcionamiento "legal" del Estado militar-policíaco-delictivo que de hecho existe en el país.
El pretorianismo bolivariano representa la manera abusiva y desmedida de ejercer el poder en función de una corrupta, fanatizada y narcocomplaciente logia cívico-militar. Padrino López y sus huestes bolivarianas pretenden ejercer el poder no con el favor de los votos del pueblo, sino con la fuerza de las bayonetas.
* La Escuela de las Américas es una academia militar de los EEUU, fundada en 1946 en Panamá, que tiene por finalidad dar entrenamiento a miembros de los ejércitos y policías de toda América Latina y el Caribe. Fue en la Escuela de las Américas que se comenzó a inocular la Doctrina de la Seguridad Nacional dentro de las fuerzas armadas latinoamericanas. Por sus aulas han pasado más de 77.000 alumnos, muchos de los cuales han resultado ser destacados violadores de los derechos humanos en sus propios países. Así lo han demostrado en Chile, Guatemala, Argentina, Perú, Uruguay, Nicaragua, El Salvador, México, Honduras, Venezuela entre otros. Cientos de miles de latinoamericanos han sido torturados, violados, asesinados, desaparecidos, masacrados por soldados y oficiales entrenados en esa academia militar.
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